SE EXTRAÑA QUE EN EL MUSEO DEL HOLOCAUSTO NO HAYA REFERENCIAS AL DIPLOMÁTICO HUMANISTA DON GILBERTO BOSQUES. Por José Luis Morro

Nos dice José Luis Morro Casas, historiador e investigador de los españoles en el exilio:

“Hace 25 años di con el nombre de Gilberto Bosques, cuando estudiaba el itinerario por los caminos del exilio del escritor Max Aub, de origen hebreo alemán, a quien el entonces Cónsul mexicano en Marsella, logró librar de campos de concentración y cárcel en suelo francés y del campo argelino de Djelfa (Argelia) en 1.942, hasta llegar a México.

El intelectual español notó en su carne el denodado esfuerzo del Maestro mexicano por lograr salvar su vida y la de otros cientos de personas que, como él, fueron protegidos y puestos a salvo de una muerte más que segura en algún campo nazi o norteafricano francés.

Es evidente que en los aledaños del gobierno mexicano de entonces, 1.940- 1.941, existían funcionarios y políticos muy próximos a idearios hitlerianos, mussolinianos y franquistas, que trataban de obstaculizar a sus representantes en la Francia de Vichy, sibilinamente trataban acotar cualquier tipo de ayuda hacia aquellos a quien atenazaban miedos, temores y desesperanzas, siquiera poder alcanzar a vivir un día más.

Gilberto Bosques, a pesar de los pesares, trataba de infundir ánimos y esperanzas en reuniones clandestinas por el entramado laberíntico del Viejo Puerto marsellés, logrando despistar a quienes le espiaban diariamente. Siempre intentó ayudar al necesitado sin mirar clase, condición ni religión. Su mano derecha no supo nunca lo que hacía su mano izquierda y, si bien es cierto que no llegó a todos, eso es imposible, no puede ni debe ser acusado, a pesar de errores cometidos, no haber hecho nada más que lo que su gobierno le dictaba.

Bosques hizo muchísimo más de lo que hubiese sido la estricta tarea consular, incluso desde la propia casa familiar acogió a perseguidos hebreos a quienes logró salvar la vida, por mucho que anhelen echarle la responsabilidad que no hizo lo “suficiente” por ellos. Salvó a muchos ciudadanos de ésta religión y de otras, o no, confesiones, lo mismo que otros colegas diplomáticos, organizaciones hebreas, asociaciones de ayuda o personas que, como Varian Fry, permanecían en estrecho contacto con él.

Recuerdo sus últimas palabras cuando finalizamos la entrevista hecha en su casa de México D.F.: “NO PUDE HACER MÁS” con lágrimas bañando los ojos, en un HOMBRE cercano a los 103 años.

Me hace extraño que en el Museo del Holocausto, al menos, no exista referencia hacia uno de los más grandes defensores del humanismo, llevado a la práctica en su dilatada vida, que abarca, prácticamente, todo el siglo XX.

Pienso que por no ser creyente o progresista para la época, sea motivo alguno para no figurar o, peor, ocultado. Lo que realmente fue un ser pleno de sensibilidad hacia con los depauperados de la guerra, es éste caso, aunque lo ejerció toda la vida, hasta el final de su tiempo.

Estaría agradecido que estudien estas humildes letras, que un español, aficionado al exilio, ha tenido a bien enviar.”

Atte.
José Luis Morro
Segorbe (España)

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