PARECE QUE FUE AYER: GUERRA DE MENSAJES.1 Por Antonio Pérez Manzano  

El Artículo 2, párrafo 4, de la Carta de las Naciones Unidas,

prohíbe recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza

 e insta a todos los Miembros a que respeten la soberanía,

 la integridad territorial y la independencia política

de cualquier Estado.

 

               Avizorando el siglo XXI los medios electrónicos como internet, fueron facilitando la creación y difusión de páginas web y blogs; tanto individuales, como de empresas, instituciones y “redes sociales”.

Dicho fenómeno con el paso de los años ha proliferado y se ha vuelto un “medio de comunicación” fácil, rápido y relativamente al alcance de todos los presupuestos. Por esa razón, comerciantes, políticos, gobernantes y público en general, se han sumado a ese sector, aprovechando la aparición de redes públicas como Twitter, Facebook, Linkedin y Google, entre otros, los que suman varios millones de usuarios.

La comunicación y la información por dichos medios se difunden instantáneamente y no ofrecen tiempo para la reflexión acerca de lo escrito; así como tampoco el suficiente espacio para explicar un asunto o algún tema de fondo (salvo excepciones). Principalmente por ese motivo, ha venido surgiendo un lenguaje distinto al idioma que se habla en casa, en la escuela, o en el trabajo. Se abrevian las palabras, se sustituyen con símbolos, o se deja a medias la idea. Asimismo, se recurre a los llamados “emoticones”, “íconos” y otros símbolos, para señalar que te gusta, te desagrada y otros. Inclusive, en las prisas se omite la revisión y la corrección ortográfica, sin mencionar la sintaxis, inexistente en buena parte de los mensajes.

Como resultado de lo anterior, los partidos políticos y muchos gobernantes, se han dado a la tarea de “aprovechar” esos medios para estar en contacto con “su pueblo” y dar la imagen de acercamiento y contacto cotidiano. Hace cerca de una década que el gobernante venezolano Hugo Chávez, anunciaba orgulloso que contaba con más de 300 mil seguidores en una de las redes mencionadas.

Otros Jefes de Estado y de Gobierno, lo han seguido y posiblemente superado, al grado que en la actualidad antes que un comunicado oficial de la presidencia o de las oficinas encargadas de difundir las noticias de los gobiernos, el máximo responsable de la administración transmite sus mensajes breves; en los cuales abordan asuntos de todo tipo: desde felicitar a un deportista por sus logros, expresar sentimientos de pésame, hasta anunciar una obra realizada por su gobierno. Las prisas por ser los primeros en hacerse presentes.

Dicha práctica de comunicación con sus gobernados pareciera normal y hasta deseable, siempre que fuera completamente comprensible y que el mandatario en turno no se pusiera como ejemplo del “mal escribir”, al verse obligado a emplear el lenguaje a que antes se hace referencia. Un Jefe de Estado o de Gobierno que no escriba correctamente el idioma del país que representa, le está restando valor a lo que se enseña en el hogar y en las aulas escolares.

En el ámbito nacional, sus acciones y dichos, tendrán repercusiones limitadas –aunque en este mundo globalizado, lo que se escribe en México de inmediato se puede leer en prácticamente todo el mundo-. En virtud de que además de intentar comunicarse con “su pueblo”, los políticos, altos funcionarios de gobiernos y los mencionados mandatarios, se dirigen por las mismas redes sociales a sus homólogos de otros países; en ocasiones solo para saludarse, para enviar una felicitación, o expresar sentimientos de pesar por alguna pérdida.

            Asimismo, como ha estado ocurriendo últimamente desde su llegada al poder (Enero de 2017), el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ocupó parte de su tiempo para emitir opiniones, anunciar medidas administrativas e inclusive, para amenazar a otros países con aplicarles sanciones si no aceptan sus propuestas.

Tal es el caso de mencionar que a México le ha dedicado buena parte de dichos mensajes, mostrando muy poca simpatía y respeto por la población mexicana en general, especialmente a los ciudadanos que trabajan y estudian en los Estados Unidos y muchos otros que también quisieran emigrar a dicho país.

Con dichas actitudes y prácticas de “comunicación”, los gobiernos restan seriedad a las relaciones bilaterales, o multilaterales, según sea el caso. En primer lugar, habría que verificar la autenticidad de lo escrito: Comprobar si fue personalmente el titular de la cuenta quien escribió el mensaje, o alguien más en su nombre; inclusive, existe la posibilidad de que alguien con altos conocimientos en la materia (los llamados hackers) pudieran ingresar al sitio de uno de ellos y escribir textos perjudiciales para las relaciones personales de los gobernantes y para las relaciones internacionales en general. La credibilidad no es la máxima garantía sobre lo que se escribe en las redes sociales.

Finalmente, pensando en la profesión diplomática – la cual ejercí por más de 35 años-, me he venido preguntando: Cuando los gobernantes recurren a la comunicación a través de las redes sociales, están enviando mensajes en el sentido de que no necesitan de un servicio exterior, ni de embajadores y cónsules; así como tampoco de todo un aparato llamado Secretaría de Relaciones Exteriores, Departamento de Estado, o Ministerio de Relaciones Exteriores, para mantener el buen estado de las relaciones de todo tipo.

Cuando los mensajes de los máximos representantes políticos del Estado van de un lado a otro, me imagino una mesa de “ping pong” y a los diplomáticos profesionales y designados, mirando alrededor –de manera presencial o virtual-, sin saber qué hacer; sin poder opinar o agregar algo a lo que ya se dijo.

Por otra parte, no es una cosa menor considerar las responsabilidades en las que incurre un Jefe de Estado, o de Gobierno, al publicar determinadas ideas u opiniones sobre otros países o sus gobernantes. ¿Hasta dónde es vinculante para el país una declaración supuestamente escrita por un mandatario en una red social?

            Por otra parte, viene al caso mencionar que, tradicionalmente el ministro de relaciones exteriores de un país, ha sido considerado como portavoz oficial del Jefe de Estado o de Gobierno. Algunas veces actúa bajo la supervisión del jefe del poder ejecutivo y otras bajo el control de la institución parlamentaria, de acuerdo al régimen existente en cada país. La importancia que representa el ministro en las relaciones internacionales es determinante, a grado tal que, en múltiples casos los compromisos firmados por él y sus declaraciones públicas, significan obligatoriedad o comprometen en buen grado al gobierno que representa. 

Para reafirmar dicha aseveración, es dable citar la opinión del jurista Dionisio Anzilotti, quien en su curso de Derecho Internacional, sostenía lo siguiente: “Se debe reconocer la existencia de una práctica constante y general de los estados, que atribuye al Ministro de Asuntos Exteriores, agente inmediato del Jefe de Estado, el poder de dirigir a los representantes diplomáticos extranjeros, comunicaciones relativas a los asuntos corrientes y en particular, para manifestarle cuál será la actitud en una cierta cuestión por parte del gobierno en nombre del cual habla. Tales declaraciones son obligatorias para el Estado.”[2]

De acuerdo con lo anterior ¿Cuál debería ser la actitud de un canciller, o del embajador acreditado ante el gobierno de otro Estado, cuando se entera que su jefe acordó públicamente (a través de una red social) una entrevista, o la postergación de la misma?

¿Debería correr a pedir a sus colaboradores que redacten una nota diplomática que confirme lo dicho? O bien, ¿deberá quedarse quieto, callado y reflexionando como buen observador, sobre el siguiente paso en las relaciones entre los dos países?

Finalmente, se debe anotar que, esto es algo que rebasa los usos y costumbres de la diplomacia y la existencia de toda una serie de normas sobre las relaciones internacionales. Para el que esto escribe sería decepcionante aceptar que, esa forma de comunicarse será la diplomacia del futuro.

El tiempo nos dará la respuesta.

 

[1] Publicado en la revista digital “Enlace México”, el día martes 14 de febrero de 2017.

[2] Cahier, Philippe, Derecho Diplomático Contemporáneo, p. 364, citado en La Diplomacia. Fundamentos para su Estudio y Práctica por Antonio Pérez Manzano, Ed. Trillas, México, 2014.

Download Attachments

Compártelo

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.