
Mucho se ha escrito, hablado y comentado sobre la libertad de expresión, así como de la libertad de prensa y de la pluralidad de los medios de comunicación en general, tanto a nivel interno de los países como en el plano internacional. De la misma manera se han consumido millones de toneladas de tinta y de horas televisivas donde se destaca el profesionalismo de aquellas personas que desempeñan una labor en los medios de comunicación masiva; en sus expresiones de televisión, radio, periódicos y revistas; sea como reporteros, camarógrafos, presentadores de noticias; etc.
Al respecto, se estima que a nivel universal no son pocas las dudas sobre estas afirmaciones positivas. Después de haber estado o vivido en varios países y regiones de este mundo, desde mi particular punto de vista, no puedo sino pensar que si bien en muchos países existe la libertad de expresión y la libertad de prensa, en otro gran número de países algunas veces es coartada, otras tantas ocasiones sujetas a disposiciones legaloides por parte de los órganos pertinentes del Estado o por último intimidadas por “fuerzas ocultas”, que en buen español serían grupos de poder o países con intereses mezquinos. La realidad es que en muchas oportunidades se sigue haciendo un mal uso de esa libertad de expresión por parte de los medios de comunicación masiva que han llevado a un libertinaje sin freno.
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