« Tous les citoyens sont admissibles à toutes dignités,
places et emplois publics, selon leur capacité,
et sans autre distinction que celle de leurs vertus et de leurs talents. »
Déclaration des droits de l’Homme et du citoyen
(Art.6) Août 1789
La disconformidad social reciente en Francia tiene su impronta en el movimiento de los llamados “Chalecos Amarillos” (Gilets Jaunes), que emergió a finales de 2018 y aglutinó diversos grupos sociales para protestar contra el alza en el precio de los combustibles, la injusticia fiscal y la pérdida del poder adquisitivo. Las expresiones de descontento, de una creciente violencia y replicadas en varias ciudades francesas, obligaron al gobierno a identificar acciones para atender sus principales demandas.
Las respuestas gubernamentales incluyeron la interrupción de un impuesto al precio de los combustibles; el aumento a los salarios mínimos; la exención de impuestos en horas extras de trabajo; beneficios adicionales a los jubilados, y la realización de un gran debate nacional sobre temas de interés público (transición ecológica, política fiscal, apertura democrática y servicios públicos).
Durante los últimos meses, varias de las propuestas vertidas en la consulta nacional se han hecho realidad. Los planteamientos sobre la transición ecológica generaron cambios constitucionales y una próxima ley que debate la Asamblea Nacional. En el ámbito del ejercicio público, se asumió el compromiso de establecer un nuevo esquema educativo que reemplazará a L’École Nationale d’Administration (L’ENA) de Francia, acto que tuvo como correlato la creación del Ministerio de Transformación de la Función Pública (MTFP), en julio de 2020.
El caso de la ENA es emblemático y refleja tanto el momento político actual, como una añeja realidad respecto a la desigualdad social en este país. El reciente anuncio del presidente Emmanuel Macron de transformarla en el Instituto del Servicio Público (ISP), constata que el movimiento de los Gilets Jaunes es reflejo del agravamiento de las inequidades sociales, sobre todo en los suburbios y las provincias. Entre otras cosas, confirma la marginación un porcentaje alto de jóvenes de las oportunidades educativas, situación que, desde el otro extremo del espectro resulta invisible a las elites políticas egresadas de la ENA desde su fundación en 1945.
La ENA, ha sido el semillero de la función pública en Francia y un camino hacia los altos niveles de decisión en los sectores público y privado. Cuatro presidentes franceses (Valéry Giscard d’Estaing, Jacques Chirac, François Hollande y Emmanuel Macron) han atravesado sus puertas al igual que una decena de primeros ministros y docenas de ministros y líderes empresariales.
Aunque durante su fundación el general Charles de Gaulle destacó que sus objetivos eran romper el control de la clase alta sobre los escalones más altos de Francia, acabar con el nepotismo y democratizar el servicio civil. Con el paso del tiempo sus egresados -denominados enarcas– se convirtieron en sinónimo de una élite del establishment y han sido acusados de fomentar un pensamiento de grupo hegemónico y de no tener una visión auténtica de la realidad.
El objetivo de De Gaulle de instalar más igualdad en la educación superior francesa nunca se cumplió, así lo confirmó un estudio de 2015 del Centro Europeo de Sociología y Ciencias Políticas para conmemorar el 70 aniversario de la ENA, que señalaba: “independientemente de cómo se calcule, la admisión no se ha democratizado durante los últimos 70 años”. Así, en las décadas de 1950 y 1960, el número de estudiantes de familias privilegiadas representó el 45%, mientras que entre 2005 y 2014, había aumentado a aproximadamente el 70%; en contraparte, los estudiantes de familias de clase trabajadora representaban apenas un 6%.Un punto a favor reconocido en el estudio fue que el número de alumnas en la existencia de la escuela había alcanzado 45% en la actualidad.
Hasta ahora los estudiantes que ingresan a la ENA presentan un examen, generalmente después de graduarse de otra de las grand écoles del país (prestigiosas universidades públicas), el cual incluye ensayos sobre derecho público, economía, el papel de las instituciones públicas en la sociedad y finanzas públicas, además de una “examinación” oral sobre política europea e internacional.
Durante su estancia en la ENA, el Estado los considera funcionarios en prácticas, de modo que disponen de gastos de manutención. Tanto los nuevos estudiantes, como los que ya son funcionarios y estudian para alcanzar un mayor rango, perciben una manutención periódica durante sus estudios. A cambio, los nuevos alumnos se comprometen a trabajar para la Administración francesa un mínimo de diez años, lo cual se interpreta como una forma de recuperar la inversión. Aquellos que al final eligen trabajar en el sector privado, reembolsan una parte de la manutención recibida.
Después de un programa de estudios de dos años, los enarcas son clasificados por sus resultados; la promoción, denominada con el nombre de algún personaje famoso, clasifica del uno al 100 de acuerdo con sus calificaciones. Luego, a partir de su mérito, tradicionalmente se les pregunta qué trabajo les gustaría desempeñar y los mejores estudiantes se integran al Consejo de Estado (Conseil d’Etat), la Inspección Hacendaria (Financial Inspectorate) o al Tribunal de Cuentas (Court of Auditors), mientras que los descienden en la clasificación ingresan a puestos de servicio civil de menor prestigio.
A fin de aminorar las críticas a su tendencia elitista, y con la idea de identificar prospectos en otros ámbitos socioeconómicos nacionales, desde hace varios años la ENA ofrece un programa de becas para ayudar a estudiantes brillantes de bajos ingresos que han concluido su graduación, a fin de prepararlos para su examen de ingreso. El programa es impartido por graduados de la ENA, con entrenamiento individual y se desarrolla desde un enfoque con énfasis en las habilidades de hablar en público y debatir.
En esta misma tendencia, anticipándose al Instituto en ciernes, el presidente Macron anunció a principios de este año un programa llamado “Talentos”, diseñado en el seno del MTFP para permitir que todos los jóvenes tengan las mismas oportunidades para integrarse al servicio público. Los objetivos de este programa son luchar contra la autocensura frente a los concursos y diversificar la alta administración pública.
Con el nuevo Instituto de Servicio Público, que tendrá su sede en la ciudad de Estrasburgo y cuya concreción será efectiva con la publicación de una ordenanza del MTSP en junio próximo, los estudiantes tendrán que aprobar un examen de ingreso y continuar con un programa de estudios específico. Otro cambio notable es que los graduados ya no tendrán acceso automático a los mejores trabajos administrativos hasta que hayan demostrado sus capacidades y experiencia en otros puestos oficiales. Predominará la experiencia de campo y los egresados deberán realizar funciones operativas antes de poder acceder a puestos directivos.
El nuevo modelo incluye un tronco común único para las 13 escuelas de servicio público que se dedican actualmente al enrolamiento de funcionarios para las funciones de gestión de la República (Magistratura, Policía, Administración Penitenciaria, Salud Pública y Seguridad Social, Estudios Territoriales, entre otras). Los estudiantes serán formados a partir de referentes comunes sobre los desafíos actuales: lo digital, lo ecológico, los valores de la república, la lucha contra las desigualdades y la pobreza y la relación con la ciencia, a fin de que tengan un conocimiento común antes de tener una formación específica de acuerdo con sus especialidades.
El concurso anual de ingreso al ENA continuará, pero la escuela será parte del conglomerado educativo del servicio público que coordinará ahora el ISP. La apertura social complementaria que garantizará con el nuevo esquema, estará sustentada en el programa Talentos y sus propias becas ofertadas. Lo que cambiará radicalmente es el proceso de asignación a la salida, el cuales se sustentará en lo operacional y práctica de terreno.
En este contexto, es evidente que la estrategia de modernización del servicio público francés encabezada por el presidente Macron comprende tanto el reclutamiento y la formación de cuadros administrativos afines al momento actual, como el fortalecimiento de la estructura y el funcionamiento del aparato público a través del MTFP.
La creación del ISP es un paso sustantivo hacia la formalización de un servicio público profesional que garantice atención y servicios eficientes a la población. Su funcionamiento a partir de 2022 es sólo una parte del largo camino hacia la plena profesionalización de aparato burocrático francés, compuesto en la actualidad por 5.3 millones, de los cuales 47% constituyen el servicio civil del Estado y el resto se divide entre el servicio civil territorial (33%) y el servicio civil hospitalario (20%).
La otra cara de la moneda en la apuesta de la modernización administrativa la desempeñará el novel Ministerio de Transformación de la Función Pública, que coordina a un grupo interministerial de 80 expertos que diseñan y monitorean proyectos de transformación pública; diseña e implementa políticas integrales para el servicio público, en particular en el área de recursos humanos, y coordina la transformación digital del Estado, incluyendo la modernización del sistema de información del Estado, la calidad de los servicios públicos digitales y la creación de servicios innovadores para la ciudadanía.
En suma, a pesar de las críticas que ha recibido la reformulación del reclutamiento y formación de los próximos servidores públicos franceses, no así la creación del MTFP, el balance es positivo y de gran expectativa frente a los desafíos que afronta el aparato público francés. En una lectura de mayor alcance, la mutación del aparato público que afronta este país amerita observancia porque será referente, como en otros momentos históricos, del diseño organizativo y funcional de las burocracias en otras latitudes geográficas.
*El autor del presente artículo es Consejero del Servicio Exterior Mexicano, actualmente adscrito a la representación permanente de México ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con sede en París, Francia.
QUERIDO LEANDRO, LEÌ CON INTERÈS TU TRABAJO SOBRE LOS RÌOS. DEBO ELEVAR A SU ATENCIÒN QUE EL NILO NO TIENE SU DELTA EN EL CAIRO , SINO A CIENTOS DE KILÒMETROS AL NORTE EN LA CIUDAD DE ALEJANDRÌA, EN EL MAR MEDITERRÀNEO. SIENTO TAMBIÈN QUE EL NILO AZUL QUE NACE EN LA ALTIPLANICIE ETIOPE, NO OBSTANTE SU ENORME IMPORTANCIA, APENAS SI SE MENCIONA EN EL ARTÌCULO. POR OTRA PARTE, EL MISSISSIPPI SI SE NAVEGA, TANTO O MÀS QUE EL NILO O EL DANUBIO. RECIBE COMO COMO SIEMPRE UN CORDIAL ABRAZO.
DR.ESQUIVEL