Capítulo México-Cuba: Gilberto Bosques Saldívar. En los anales de la historia diplomática mexicana, ha quedado escrito con letras de oro, lo hecho por el gobierno de México y en particular por el entonces Cónsul General Gilberto Bosques Saldívar, en Francia y otros países, en asuntos humanitarios como el otorgamiento de asilo a perseguidos por dictaduras y gobiernos invasores, como fue el caso de los españoles que huían de Francisco Franco y de judíos perseguidos por los esbirros de Hitler.
Otros pasajes menos conocidos de la vida de nuestro personaje, son los relativos a su reclusión en la “prisión-hotel” en Bad Godesberg, donde junto con su familia y personal del consulado, estuvieron “disfrutando de la hospitalidad hitleriana” durante más de un año, hasta que se produjo un intercambio de prisioneros; luego de lo cual regresan a México.
Al respecto, Don Gilberto narra esa parte de la aventura final en tierras bajo el dominio nazi: “Al fin se nos comunicó que íbamos a salir y se nos condujo a Biarritz. De ahí seguimos en trenes que atravesaron hacia Lisboa. Allí estaba un barco con alemanes para el canje. A nosotros nos canjearon por un número de alemanes detenidos en México, en Cofre de Perote (Veracruz) y en otras partes”.
Surcando las aguas del Atlántico -el barco que también repatriaba decenas de heridos norteamericanos-, se dirigió a Nueva York, en los Estados Unidos, donde fueron muy bien recibidos, como verdaderos héroes. Se les alojó en el famoso hotel Waldorf Astoria y se patentizaron emotivos actos de aprecio a México, por la ayuda prestada a nacionales de distintos países, que se habían quedado a radicar en la Unión Americana. Desde la Urbe de Hierro, nuestros personajes continuarían por tierra su viaje a México y esta última etapa del periplo de Don Gilberto por Francia y Alemania, nos la cuenta él mismo: “Los ferrocarriles norteamericanos me ofrecieron un carro para el personal, libre de gastos, hasta México. A la llegada a México encontramos una recepción popular que realmente fue muy calurosa, que no esperábamos, pero que tomó ciertas proporciones, toda la prensa se ocupó de eso. Estuvieron esperándonos muchos españoles y de otras nacionalidades que habían participado en la guerra.”
Para los efectos del presente artículo, acerca de la última etapa de la vida profesional del embajador Bosques, mencionaré que, después de haber regresado a México y tras un breve descanso, fue nombrado titular de la representación mexicana en Portugal, donde se ocuparía de rescatar a muchos españoles perseguidos por el régimen de Francisco Franco, de España. Luego pasaría a Suecia y Finlandia, para después ser enviado a Cuba.
Hablando de “el hombre y sus circunstancias”, podemos asegurar que a Don Gilberto Bosques, le tocó vivir ciertas etapas con un sello muy particular: La Revolución Mexicana, la Segunda Guerra Mundial y la Revolución Cubana, por citar solo algunos acontecimientos relevantes.
El presidente de México don Adolfo Ruiz Cortines designó (1953) a don Gilberto como embajador ante el gobierno cubano, encabezado en esos momentos por Fulgencio Batista -quien había dado un golpe militar al presidente Prío Socarrás-. Las escuetas indicaciones por parte del mandatario mexicano dicen mucho: “Vea usted cómo tratar a ese tiranuelo.”
Como se vería posteriormente, en Cuba le tocaría vivir la transición entre el gobierno del dictador Batista, hasta el triunfo de la Revolución Cubana, que llevó al gobierno a Osvaldo Dorticós como Presidente de la República y a Fidel Castro Ruz, en funciones de Primer Ministro.
Aún en esa etapa, el Gobierno de México, por conducto del Embajador Bosques, luchó para mantener la tradición eminentemente humanitaria del asilo diplomático, llevándola hasta sus últimas consecuencias y sin importar que se tratara de un nuevo gobierno, emanado de una revolución, con el que se identificaban muchos mexicanos. Un caso destacado ocurrió en el año 1954, cuando el Embajador Bosques tuvo que enfrentar y resolver solicitudes de asilo de parte de revolucionarios del Partido Comunista, que eran perseguidos por el gobierno de Fulgencio Batista. Entre los casos de asilo que destacan por su importancia, es el del revolucionario de nombre Cándido de la Torre, a quien se le concedió el asilo, se le trasladó a México y aun estando bajo la protección de las leyes nacionales, un comando cubano lo secuestró y lo regresó a la isla. Al enterarse el Gobierno de México, exigió que se le respetara la vida y que le fuera devuelto sano y salvo; lo que al final ocurrió, siendo trasladado en un avión especial nuevamente a territorio mexicano. Dicha práctica humanitaria, se llevó a cabo dándoles asilo en México tanto a disidentes de Batista, como posteriormente, a los disidentes de la Revolución Cubana.
El Embajador Bosques hace notar que las relaciones mexicano-cubanas no atravesaban por su mejor momento, empezando con la antipatía que Ruiz Cortines mostraba en contra de Batista. Lo anterior se agravó con el conocido “asalto al Cuartel Moncada”, lo que desató una fuerte persecución contra la disidencia y se presentaron varias solicitudes de asilo.
Otro episodio que ocasionó continuos roces fue la actividad desplegada en México, por parte de los revolucionarios cubanos, encabezados por Fidel Castro. El gobierno cubano a través de sus cónsules recibía información y también se nutría de datos proporcionados por espías de su propio país o de los Estados Unidos, como su principal aliado.
Al triunfo de los revolucionarios Batista huyó del país y pronto se formó el nuevo gobierno, cuya presidencia recayó en Osvaldo Dorticós y en cargo de Primer Ministro, en Fidel Castro Ruz. Muchos miembros del gabinete del anterior gobierno no tuvieron oportunidad de huir, por lo que buscaron refugio en las embajadas, principalmente las latinoamericanas, entre las que destacaban Brasil, Guatemala, Uruguay y México. El embajador Bosques cuenta que se produjeron enfrentamientos serios con el gobierno revolucionario cubano, inclusive acciones violentas de invasión a representaciones diplomáticas y amenazas a sus representantes. Comenta brevemente que se pretendió instaurar la “seudo-doctrina Urrutia” sobre asilo, así como denunciar las convenciones existentes en la materia. Afortunadamente se dio un paso atrás en dichas intenciones y nuevamente las relaciones siguieron el cauce legal y respetuoso.
El Embajador Bosques también fue actor y testigo de una de las páginas más brillantes de la historia de la diplomacia mexicana, cuando varios países del Continente Americano, propusieron la expulsión de Cuba de la OEA. Como se sabe, México fue el único país que votó en contra de dicha medida, en forma razonada: “Al complicarse la situación cubana comenzaron las reuniones de la Organización de Estados Americanos. Hubo primero una reunión de consulta de ministros en Punta del Este (Uruguay). Después Colombia planteó una propuesta en el sentido de que existía la amenaza de intervención de potencias extra continentales en algún país y que esto debía ser considerado, en defensa del régimen democrático y la soberanía de los países del continente; por supuesto con la mira puesta en el apoyo que recibía la Revolución Cubana de parte de la URSS.” México hizo ver la incongruencia de los argumentos colombianos y votó en contra.
Don Gilberto Bosques continua describiendo el episodio del intento de aislar a Cuba:“Vino la reunión de consulta para considerar el aislamiento cubano, planteado inicialmente por los Estados Unidos. Hubo cierta presión diplomática sobre nuestra Cancillería y el presidente López Mateos, cuyo régimen había manifestado su simpatía con la Revolución Cubana. Y se formuló el plan de aislamiento a Cuba y se produjo la acción de la OEA para aislar al gobierno revolucionario. Los demás países cedieron a la propuesta de romper relaciones con Cuba. Para el gobierno de México esto planteaba problemas políticos y morales. Fui llamado a México por el señor Gorostiza… en varias sesiones analizamos todos los aspectos de la cuestión, que yo llevaría por disposición del presidente López Mateos, al examen del primer mandatario.”
En ese tono familiar y pausado, don Gilberto nos cuenta sobre su encuentro con el presidente de la República:“Tuve una larga plática con el presidente López Mateos, que duró más de tres horas, en que se analizaron los diferentes aspectos de la cuestión, desde el punto de vista jurídico, en cuanto a las obligaciones en derecho internacional, al Tratado de Río y el texto de la proposición y sus consecuencias… Debo decir con toda sinceridad y verdad que López Mateos tenía la inclinación manifiesta de defender a Cuba. La cuestión quedaba de todos modos en el aire.”
Lo anterior -apunta nuestro personaje-, hizo que también se evaluara el alcance que tendría el voto de México en la OEA, considerando la capacidad de seguir ejerciendo el derecho de asilo, que ha definido una actitud internacional de nuestro país.
Don Gilberto regresa a La Habana para esperar los resultados de la reunión de la OEA del 26 de julio, donde se produciría la votación y la resolución final. México razonó su voto y se constituyó en el único país que votó en contra de expulsar a Cuba de dicho organismo. En principio había otros países que vacilaban en tomar la posición mexicana, pero al final se doblegaron ante las presiones internas y externas.
El gobierno cubano supo valorar el apoyo brindado por México, lo que fortaleció las relaciones bilaterales y con el tiempo, se reconoció la gallarda postura de nuestro país, basada en principios.
Otro acontecimiento trascendente para Cuba que le tocó vivir al embajador Bosques, fue el desembarco en “Playa Girón”, el cual nos describe de la siguiente manera:“Los privilegiados de la dictadura de Batista salieron del país dispuestos a regresar algún día en brazos de una contrarrevolución. Se tuvieron ocasionales indicios de estos proyectos: el desembarco de comandos, bombas arrojadas desde aviones piratas. Hasta que un día todo se formalizó en la operación de desembarco en Playa Girón. De los planes de invasión se sabía todo. Era del dominio público que había campos de entrenamiento de grupos contrarrevolucionarios en Guatemala y Nicaragua. Vino el cambio de gobierno en Estados Unidos y llegó John F. Kennedy al poder. Sin haber examinado detenidamente los planes autorizó la invasión de Cuba. Los elementos descontentos que consideraban que con su sola presencia en la isla era suficiente para que desertaran los milicianos y dejaran solo a Fidel, se alistaron en la tropa de asalto. Creían que desfilarían en marcha triunfal por las calles de La Habana. No pensaron en su posible derrota pese a su escaso entrenamiento. Entre los contrarrevolucionarios había gente que yo tuve como asilados, hijos de políticos, hacendados, azucareros… gente que en cuanto se les opuso formal resistencia se rindieron. Unos mil doscientos o mil trescientos hombres depusieron las armas…”
Terminaremos con otro pasaje que ha quedado en la historia de las relaciones internacionales: En el marco de la confrontación de la llamada “Guerra Fría”, entre países de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y los Estados Unidos de América, con los países aliados, se llegó a la llamada “Crisis de los Cohetes”, de cuyo asunto fue informado el gobierno en forma oportuna y objetiva.
Después de una larga estancia de nueve años en Cuba, el Embajador Gilberto Bosques le informa al presidente López Mateos que él no podría colaborar con el próximo gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y en 1964 regresa a México.
*Artículo publicado en el No. 53 de la Revista de la Asociación de Diplomáticos Escritores “ADE”, bajo el título: UN CAPÍTULO EN LAS RELACIONES ENTRE MÉXICO Y CUBA: GILBERTO BOSQUES.
2 cosas Bosques estuvo 11 años no 9
De dic 1953 a nov 1964…
Otra es que Fidel Castro respetó mucho a Bosques. Nunca tomó o amenazó la embajada ..cosa k si hizo Batista..hay 2 actos heroicos k hizo en Cuba aparte de salvar a unas 500 personas… contaré más adelante k es público y poco conocido
Muchas gracias por sus comentarios. Se le agradecerá cualquier aportación para el presente artículo, rogándole citar la fuente de donde se deriven sus comentarios. Atentos saludos, Antonio Pérez Manzano
Estimado Viet, sé de tu investigación de la etapa de Don Gilberto en Cuba. Esperamos que cuando la publiques la anuncies, también, por ésta revista digital que tan digna y sabiamente dirige Don Antonio Pérez Manzano, quien como yo, es un apasionado de la historia y biografía del Maestro Chiauteco y Poblano.
Atte.
José Luis Morro.
Nuestro lector de nombre Viet tiene razón en cuanto al tiempo de estancia de Don Gilberto en Cuba, pues de 1953 a 1964 suman efectivamente 11 años. Sin embargo, hay ciertas discrepancias, pues en https://centrogilbertobosques.senado.gob.mx/inicio/gilberto en una parte dice que de 1953 a 1964 fue Embajador en Cuba. Posteriormente está escrito:
1953. Es Embajador de México en Cuba de 1953 a 1963
1955. Salva de morir en Cuba a Fidel y Raúl Castro, al otorgarles un salvado.
1964. Termina su misión como Embajador en Cuba.
1988. El H. Congreso del Estado de Puebla graba con letras de oro el nombre de Gilberto Bosques Saldívar en recinto.
Querido Antonio, en el archivo particular de Don Gilberto, es
en 1.964, cuando cesa a petición propia de sus funciones como Embajador en Cuba y CARRERA DIPLOMÁTICA y LABORAL. Ya tenía 74 años y por supuesto, “no iba a colaborar con un descendiente contra quien combatió.” Atte.