CHOQUE FRONTAL CON EL ABUSO Y LA CORRUPCIÓN. Por Enrique A. Romero Cuevas

Primera de dos partes:

El otro conflicto surgió poco a poco, al regresar de sus vacaciones el ministro Galán y comenzar sus preparativos para trasladarse. En llegando, Galán, de quien curiosamente conocía yo algunas cosas, pues también me había precedido en Ottawa y allá se hablaba bien de él (quizás porque el referente era el embajador Urdaneta, de quien ya hablé ampliamente), fue bastante cordial conmigo, de forma que en pocos días me presentó a quien parecía ser su mejor amigo, el ministro de la embajada venezolana de cuyo nombre francamente no me acuerdo, me llevó a tomar tragos a varios lugares, y me comentaba muy abiertamente sobre las dificultades del diario vivir en La Habana.

Hasta ahí, todo marchaba bien, no había situaciones raras, pero una tarde me convocó a su oficina -que yo ocuparía posteriormente-, me presentó a un amigo cubano, Roberto Méndez o Meléndez, no recuerdo con seguridad, quien se veía como cualquier otro cubano de las calles; es decir, no le veía nada extraordinario en cuanto a conocimientos, inteligencia o contactos con el mundo oficial de la isla. Sin empacho alguno me dijo que su amigo me iba a traer “muy buenos negocios”. A mí me pareció rara su expresión, pero a fin de cuentas pensé que no tenía que poner atención a quien ya se despedía del país y que quería recomendarme con su ambiente habanero.

Nota: El autor es embajador jubilado del Servicio Exterior Mexicano.

Download Attachments

Compártelo

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.