
Orígenes de las «Calaveras Mexicanas.» (Anotaciones del Editor)
Todo comenzó con las expresivas líneas del dibujante José Guadalupe Posada, un famoso caricaturista del siglo XIX que realizo la primera calavera mexicana o catrina, como también se les conoce. El objetivo de esta producción fue para burlarse de las malas costumbres de los indígenas de la época, ya que estos pretendían adoptar costumbres europeas para distinguirse de los locales, aunque en realidad eran más autóctonos que ningún mexicano de “pueblo”. Todo este evento se desarrolla durante el gobierno de Benito Juárez y continua aún después con los periodos presidenciales de Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz.
El primer nombre que se le dio a este símbolo fue el de “Calavera Garbancera”. Y ahora la pregunta es ¿Y quienes eran los garbanceros? Los garbanceros eran las personas de sangre indígena que dejaron a un lado la venta de maíz y comenzaron a vender garbanzos aparentando ser mercaderes españoles o comerciantes franceses. Para los mexicanos esto se convirtió en un insulto, pues sentían que estos “garbanceros” repudiaban a su propia raza, la herencia que les había dado su tierra y la cultura que les vio crecer. La catrina era el emblema con el que la clase baja y media señalaba criticando a la clase social compuesta por los ricos, privilegiados y adinerados. Las caricaturas de esqueletos eran dibujadas en diversas escenas propias de la “alcurnia mexicana”.
Los versos alusivos al «Día de los Muertos» expresan la idiosincrasia de los mexicanos, que se burlan de la muerte, beben, bailan y juegan con ella. La aparición de la calavera mexicana tal como la conocemos hoy en día comenzó en 1949, cuando el periódico “El Socialista” comenzó a ofrecer epitafios alegóricos (llamados calaveras literarias) en honor de un personaje, real o ficticio, que se comportaba de manera hipócrita. Casi siempre estaba relacionado con la pretensión de riqueza o la importancia otorgada a los bienes materiales. Estas calaveras literarias se acompañaban de ilustraciones que representaban esqueletos elegantemente vestidos e inusitadamente alegres.
De acuerdo con lo anterior, el poeta y diplomático Luis Alburquerque nos obsequia algunas calaveras dedicadas a personajes políticos y acontecimientos de la actualidad:
1.- TRUMP
A.
El güero Donald de nuevo
con saña nos amenaza,
detener quiere el gran ciego
a la marcha de la raza.
La catrina lo conoce
y no le extraña el teatrito
si es que al diez para las doce
se revela el numerito:
se acercan las elecciones
y los electores miden
si lo envían de vacaciones
o de plano lo despiden.
B.
Se pavonea el muy ladino
de ser un gran presidente.
Habrá que verlo con lente,
pues la flaca teje fino.
A más de un año de prueba
-y aunque sus inchas lo aclamen
y los ricachones lo amen-
la catrina lo reprueba.
Con mayor pena que gloria
vive en un enlodadero.
Como ave de mal agüero
pasará el hombre a la historia.
2.- MADURO
Heredero del chavismo,
el antiguo transportista,
tornado en nuevo estadista,
arrasó con el civismo.
Ahora el mandatario dice:
que los gringos lo acorralan,
que la cobija le jalan,
pero el pueblo lo desdice.
Por tal dicho, a la pelona
le sobraron mil razones
y para aplacar pasiones
le vaticina la lona.
3.- NUEVO AEROPUERTO
Entre tirios y troyanos
se desgarran vestiduras
para ocultar las muy duras
fallas de los mexicanos.
Para mitigar la lucha
la catrina ha puesto tope
a quien cree que va a galope
o alardea de ser muy trucha:
Pierden los inversionistas,
los pasajeros se joden,
y los gobernantes oyen
pasos en sus propias pistas.
4.- EL PRESIDENTE
Al comenzar su sexenio
no pocos lo idolatraban,
lo consideraban genio
y en todo lo acompañaban.
Pero llegó Ayotzinapa
y luego La casa blanca
y ni con capote o capa
se libró de la barranca.
La justiciera pelona
cortó el futuro de tajo
enviando a Enrique a la lona
para que vuele muy bajo.
LA – CDMX, octubre de 2018
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