XI. DE LO NUCLEAR A LO TECNOLÓGICO

Ante la proximidad de la COP29 (Bakú, Azerbaiyán, noviembre, 2024) la agenda internacional se colma de reuniones previas para asumir propuestas y compromisos previos al mayor evento mundial sobre cambio climático. Como el péndulo actual fluctúa entre la reducción en el uso de las energías fósiles, la permanencia del uso intensivo de petróleo y gas y el fomento para la producción de energías renovables, la energía nuclear adquiere creciente relevancia desde que emergió como alternativa energética en 1951 en el Laboratorio Nacional de Idaho y se desarrolló en la primera central nuclear del mundo en 1954 (Obnisk, ex URSS).

Aunque en la generación de electricidad en el mundo la fuente nuclear representa alrededor del 10% del total, su utilización se ha promovido por no producir gases de efecto invernadero, aunque su obtención y la construcción de sus instalaciones si produzcan esas emisiones. Actualmente, la participación de la energía nucleoeléctrica en la generación total de electricidad en el mundo varía en los 32 países donde operan los 412 reactores nucleares activos.

Así en Ucrania, Eslovaquia y Francia representa más del 50% de su total nacional, mientras que en Eslovenia, Hungría y Bélgica más del 40%. Paradójicamente, aunque Estados Unidos cuenta con el mayor número de estos artefactos (93), el porcentaje de participación en su generación interna de electricidad solo representa el 18%, de acuerdo al Organismo Internacional de Energía Atómica.

Un desafío en el desarrollo de plantas nucleares es su costo y duración; representan grandes inversiones en infraestructura y su huella puede alcanzar los cien años. Cualquier proyecto de esta naturaleza se caracteriza por altos costos iniciales de capital y largos períodos de construcción, costos operativos bajos y estables y largos períodos de recuperación. Este perfil de inversión, combinado con los riesgos asociados con la construcción, significa que el costo de financiamiento es un determinante clave en el costo de la electricidad generada.

Así, en una primera etapa, la mayoría de las centrales nucleares se financiaron con recursos públicos, sin embargo, desde hace varios años algunos países han utilizado modelos para facilitar la inversión en este sector estratégico, asumiendo como premisa un compromiso gubernamental claro y de largo plazo con cualquier programa de energía nuclear.

Lo anterior a colación del reciente anuncio de la empresa Microsoft para reactivar la planta nuclear Three Mile Island -cerrada en 1979 después de una fusión parcial que provocó el accidente nuclear más grave en la historia de Estados Unidos- a fin de afrontar sus necesidades de electricidad motivadas por la demanda de servicios de inteligencia artificial.

Microsoft y Constellation Energy, empresa pública propietaria de Three Mile Island, suscribieron un acuerdo para reabrir esa planta nuclear ubicada en Pensilvania a fin de que la empresa tecnológica pueda atender su creciente demanda energética, manteniendo sus emisiones bajo control, las cuales ha reconocido que han crecido un tercio desde 2020,y reiterando su objetivo de convertirse en una empresa “ceroneto” en 2030. Ambas empresas acordaron un suministro de energía por 20 años, lo cual implicará la reapertura de una de las dos unidades de esa instalación nuclear y el inicio de operaciones a través de un nuevo ente: Crane Clean Energy Center.

Después del acuerdo, el director ejecutivo de Constellation Energy afirmó que la decisión confirmaría el renacimiento de la energía nuclear como una fuente de energía limpia y confiable, lo cual en cierto modo es cierto y podría también aplicarse a otras fuentes energéticas renovables en boga desde hace varios años. Lo innegable es que la capacidad de la energía nuclear para proporcionar energía libre de carbono las 24 horas del día la ha vuelto a poner en el centro de atención debido a que el mundo busca reducir las emisiones y, al mismo tiempo, satisfacer una necesidad de energía que crece rápidamente, sobre todo en expresiones tecnológicas como la inteligencia artificial o el mercado de las cripto monedas.

La reanudación de las actividades en Three Mile Island proporcionará más de 800 MW de energía, que Microsoft comprará en su totalidad por 20 años. Está previsto que la planta entre en funcionamiento en 2028 y permanezca operativa al menos hasta 2054. Hasta ahora no se ha especificado la ubicación de las instalaciones de Microsoft que recibirán la energía generada.

Este acuerdo es el segundo proyecto en Estados Unidos que implica el reinicio de un reactor cerrado ya que Holtec International, empresa privada de energía, anunció recientemente que logró un empréstito del Departamento de Energía de los Estados Unidos para reabrir a fines de 2025 la planta nuclear Palisades, localizada en Michigan, que cesó sus actividades en 2022 aún cuando su licencia de operación seguía vigente.

Estas acciones para extender la vida útil de las instalaciones nucleares también deben entenderse por factores endógenos al sector eléctrico en los Estados Unidos. La demanda de electricidad en ese país está en auge por la creciente demanda impulsada por las tecnologías emergentes y el creciente uso de vehículos eléctricos, lo que genera advertencias sobre la estabilidad de su red eléctrica. Por esa razón, el Departamento de Energía está ofreciendo subsidios a los operadores nucleares para que mantengan abiertas las plantas que están envejeciendo y que se habían programado para su desmantelamiento o bien está suscribiendo acuerdos con actores privados para reaperturar instalaciones cerradas previamente.

Adicionalmente, Estados Unidos está desarrollando tecnologías nucleares de próxima generación y se encuentra entre los países que producen reactores con mayores niveles de eficacia y seguridad así como pequeños reactores modulares, innovadores y de alta productividad, convirtiéndose en un actor con gran competitividad global.

No obstante, a medida que las plantas mencionadas se acercan a sus fechas de reinicio, sus operadores también tendrán que lidiar con un desafío que enfrentan incluso las plantas en pleno funcionamiento: la obtención de combustible nuclear nuevo. Las empresas de servicios nucleares estadounidenses han contado durante mucho tiempo con el mercado internacional para comprar gran parte del uranio en bruto necesario y los servicios que separan y enriquecen el uranio-235, el isótopo utilizado en las barras de combustible de los reactores nucleares. Al respecto, Rusia ha sido un importante proveedor de estos servicios, incluso después de la invasión a Ucrania ya que las sanciones estadounidenses y europeas no se han dirigido al combustible nuclear, pero para minimizar su dependencia Estados Unidos fortalece su propia cadena de suministro.

Con este contexto, es evidente un renacimiento de la energía nuclear en los años venideros. No hay duda de que después de que accidentes como el de Three Mile Island, el desastre de Chernóbil en 1986 y el terremoto y tsunami que afectaron la planta de Fukushima en 2011 provocaran un abandono de esta fuente de energía en muchas partes del mundo, la innovación en los reactores y las bondades ecológicas que ofrece la producción eléctrica a partir de lo nuclear se posiciona como un opción para atenuar las tendencias de demanda eléctrica y la posicionan como alternativa para aumentar la oferta de electricidad baja en carbono.

A la par de esta tendencia, o como consecuencia de la misma, emergen modelos singulares de vinculación público-privada que confirman una responsabilidad compartida ante un problema global y dan pauta para imaginar una matriz que además de rentabilidad, incluye eficiencia y afabilidad ambiental.

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