En la actual conformación de prioridades internacionales, además del comportamiento sustentado en los principios, el gobierno de México ha determinado que: “nuestro país continuará incidiendo en la atención de los retos y problemas globales, mediante una activa política exterior multilateral en los distintos foros, organizaciones y mecanismos” (Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024).
En el breve lapso de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, este compromiso se ha llevado a la práctica a través de las seis representaciones con las que México ejecuta su política exterior ante los organismos internacionales. Hasta ahora predominan en este ámbito asuntos como la migración, el medio ambiente y los derechos humanos, aunque de forma paralela se ha mantenido una postura firme respecto a las tecnologías emergentes.
Es precisamente en este ámbito -que comprende manifestaciones como la digitalización, la robótica, el Internet de las Cosas, la nanotecnología, la biotecnología, la impresión en 3D y la realidad virtual, entre otras-, donde sobresale la inteligencia artificial (IA), tema respecto al cual la UNESCO, la OCDE y el G20, todos foros donde México es un actor fundamental, se han manifestado recientemente y sobre el cual es apremiante una estrategia nacional.
1. La IA en los ámbitos multilaterales
En mayo pasado la UNESCO publicó el Consenso de Beijing sobre la Inteligencia Artificial (IA) y la Educación, convirtiéndose en el primer documento con consejos y recomendaciones sobre cómo maximizar el uso de la IA con miras a la consecución de la Agenda 2030 en materia de Educación. Este consenso fue consecuencia de la Declaración de Qingdao 2015, mediante la cual los Estados Miembros de la UNESCO se comprometieron a sacar provecho de manera eficaz de las tecnologías emergentes con miras a la consecución de objetivos en educación.
El consenso afirma que el despliegue de la IA tiene la capacidad necesaria para mejorar las capacidades humanas y proteger los derechos humanos, con miras a una colaboración eficaz entre el hombre y la maquinaria de la vida, el aprendizaje y el desarrollo sostenible. Entre las acciones que sugiere sobresalen la planificación de la IA en las políticas educativas, el desarrollo de nuevos modelos sustentados en la IA a fin de suministrar servicios educativos y de formación, y la utilización de las herramientas de IA para proponer sistemas de aprendizaje a lo largo de toda la vida, garantizando así un aprendizaje personalizado en todo momento, en cualquier parte y para todos.
Otro acontecimiento reciente es la Recomendación de la OCDE sobre Inteligencia Artificial (IA), aprobada en mayo pasado por los 36 países miembros de esta organización, junto con Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Perú y Rumanía. Esta incluye cinco principios basados en valores para el despliegue responsable de la IA y cinco recomendaciones en materia de políticas públicas y cooperación internacional. Su objetivo es guiar a los gobiernos, organizaciones e individuos para que, en el diseño y la gestión de los sistemas de IA, prioricen los intereses de las personas y garanticen que quienes diseñen y gestionen sistemas en este ámbito respondan de su correcto funcionamiento. A partir de su contenido, expertos en política digital de la OCDE elaborarán en las próximas semanas una guía práctica para su implementación.
Sobre el mismo tema, en junio pasado, en el comunicado emitido por los ministros asistentes al Encuentro sobre Comercio y Economía Digital del G20 incluyeron un apartado sobre la IA centrada en los seres humanos, reconociendo que las tecnologías de esta tecnología emergente promueven el crecimiento económico inclusivo, aportan beneficios a la sociedad y empoderan a las personas. Los ministros presentes reconocieron que el desarrollo y uso responsable de la IA puede coadyuvar en el logro de los ODS y en el fortalecimiento de una sociedad sostenible e inclusiva. Desde esta concepción, coincidieron en señalar que los beneficios que brinda el uso responsable de la IA también pueden mejorar el ambiente de trabajo y la calidad de vida.
También en el marco del G20, aunque en un plano superior, los líderes asistentes a la Reunión Cumbre recientemente celebrada, también tomando en consideración la recomendación de la OCDE, adoptaron los Principios sobre Inteligencia Artificial enfocados en los seres humanos. Su planteamiento fundamental fue el compromiso para desarrollar un enfoque centrado en el ser humano, tomando en consideración dicha recomendación.
2. La IA como sistema y como estrategia de desarrollo
Como referir un tema vasto, complejo y multidireccional conlleva riesgos en el diseño de cualquier estratagema, conviene entender a la IA como “inteligencia no biológica”; como “un sistema de aprendizaje de las maquinas”; como “el uso de procedimientos matemáticos (algoritmos) para analizar datos y generar patrones y comportamientos predictivos” (López Portillo, José Ramón, 2018). Desde una connotación mayúscula referimos un «sistema basado en la máquina que puede hacer predicciones, recomendaciones o tomar decisiones, influyendo en entornos reales o virtuales, sobre ciertos objetivos definidos por los humanos» (OCDE, 2019). De hecho, usa información de máquinas y/o humana para percibir entornos reales y/o virtuales; es decir, información abstracta a fin de conseguir inferencias modelo para formular opciones de información o de acción.
Mediante predicciones – cada vez más baratas y precisas-, las recomendaciones o decisiones de la IA prometen conllevar beneficios en productividad, mejorar el bienestar y ayudar a superar desafíos complejos. De aquí que su aprovechamiento exija inversiones adicionales en datos, habilidades y flujos de trabajo digitales, así como modificaciones en la estructura organizativa y en los procesos organizativos.
Las aplicaciones de IA están experimentando una rápida absorción en un gran número de sectores donde pueden detectar patrones en grandes cantidades de datos y modelar sistemas complejos e interdependientes para mejorar la toma de decisiones y ahorrar en gastos. Destacan: Transportes (vehículos autónomos, conducción virtual, optimización de rutas); investigación científica (recopilación, procesamiento de datos, más simulaciones y experimentos); salud (diagnóstico, prevención y tratamiento de enfermedades); seguridad digital (detección y respuesta ante amenazas); agricultura (supervisión cosechas, impacto medio ambiental, calidad de suelos); servicios financieros (detección de fraudes, seguimiento créditos, automatización pagos, servicio al cliente); transparencia (anticipar fraudes, identificar actos de corrupción, mayor seguridad ciudadana, mejoramiento del servicio público).
Para lograr estos resultados, los países que han asumido incluir a la IA como parte de sus estrategias de desarrollo o de mejoría en sus niveles de bienestar, han diseñado políticas nacionales que promueven sistemas de IA fiables y han fomentado la inversión en investigación y desarrollo en este ámbito. Además de estos elementos, han sostenido como objetivo preponderante el reorganizar la estructura industrial para moverse hacia esquemas más integrados, flexibles, conectados y colaborativos.
Casos como los de Industrie 4.0 (Alemania); China 2025; Advanced Manufacturing (USA); Nouvelle France Industrielle (Francia), o Smart Industry (Suecia) han confirmado que, además de las ventajas, la IA plantea una amplia interrelación de políticas públicas, ya que es necesario sumar esfuerzos con miras a garantizar sistemas de IA fiables centrados en los humanos. Un ejemplo recurrente y válido en cualquier estrategia nacional es la modificación a la naturaleza del trabajo que conlleva la IA. Así, al reemplazar y modificar componentes de la labor humana, las estrategias también han tendido a facilitar las transiciones de trabajadores de un puesto a otro, garantizando que haya educación continua, capacitación y desarrollo de las habilidades.
Con lo anterior queda claro que el diseño de cualquier modelo nacional debe ser integral y multidireccional a fin de maximizar el aprovechamiento de la IA. A la par de ello se deben sumar esfuerzos con otros actores -además de países y organismos internacionales, empresas, organizaciones técnicas, círculos académicos, sociedad civil y sindicatos-, a fin de atender los nuevos desafíos que la aplicación de la IA conlleva: preocupaciones en cuanto a ética y justicia, esencialmente en el ámbito del respeto de los derechos humanos y los valores democráticos y los peligros de la transferencia de sesgos del mundo análogo al digital, entre otros.
3. Una estrategia nacional para lograr sintonía internacional
Ante la creciente reivindicación del uso de la IA en los foros internacionales, y tomando en consideración lo planteado en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, especialmente la estrategia que señala: “Impulsar una participación activa, incluyente y comprometida en foros y mecanismos multilaterales (…) adoptando las mejores prácticas y estándares a nivel internacional”, la asignatura pendiente en nuestro país sigue siendo el establecimiento de una estrategia nacional sobre IA, así como para cada una de las manifestaciones de las tecnologías emergentes referidas previamente.
Plantear una estrategia nacional sobre IA es fundamental porque, además de los efectos positivos en los sectores y ámbitos arriba mencionados, podría ser un instrumento de aceleración del crecimiento económico muy importante. Diversos estudiosos (Albrieu, R., Rapetti, M., Brest López, et al, 2018) han señalado que de acelerarse la tasa de adopción de tecnologías asociadas a la IA, el ritmo de crecimiento económico podría incrementarse en más de un punto porcentual por año durante la próxima década. Por otra parte, la implementación de una estrategia integral conllevaría la expansión de diversos sectores y no de un conglomerado de sectores de alta tecnología, porque se trata de una expresión tecnológica que cambia todo, generando oportunidades y expansión en todos los sectores.
Es cierto que en México ya han tenido lugar algunas iniciativas orientadas a la adopción de la Inteligencia Artificial en diferentes esferas de la vida pública del país. Por ejemplo, se publicó un informe donde se ofrece un diagnóstico de la penetración y los recursos en México para desarrollar e implementar la IA, así como los marcos regulatorios existentes y algunas recomendaciones (Oxford Insights y C Minds, 2017) ; se han realizado programas piloto con IA en dependencias federales, entre ellas la Secretaría de Administración Tributaria (detección de operaciones fraudulentas), la Secretaría de Gobernación (incidencia de agresiones contra periodistas y defensores de derechos humanos) y la Secretaría de Salud (monitoreo y atención a pacientes).
Adicionalmente hay antecedentes de una estrategia de mayor alcance, aunque de corta duración: la Estrategia de Inteligencia Artificial (Estrategia IA-MX), presentada por la Coordinación de Estrategia Digital Nacional de la Presidencia de la República en marzo de 2018, la cual tenía como objetivos desarrollar un marco multisectorial de gobernanza; identificar usos y necesidades en la industria y mejores prácticas en el gobierno, así como Impulsar la participación internacional de México en esta materia y motivar la participación de sector privado, académicos, y sociedad civil.
La extinción de esa estrategia desde el inicio del actual gobierno coloca nuevamente la responsabilidad en dos instituciones públicas que hasta ahora no se han manifestado al respecto: la Coordinación de Estrategia Digital Nacional, de la Presidencia de la República, y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Aunado a ello, el plan de desarrollo para el próximo sexenio tampoco incluye alguna referencia específica a este tema, no obstante que se plantea recurrir a la innovación en ciertos ámbitos para fortalecer el crecimiento económico.
Ante tal disyuntiva se considera apremiante el diseño de una política pública sobre la aplicación de tecnologías asociadas a IA, garantizando así un impacto en el entorno económico y social de nuestro país y una sintonía con las tendencias planteadas en los foros internacionales en los cuales México participa.
Grosso modo, esa estrategia deberá tener en consideración una política industrial que estimule y facilite una rápida y masiva adopción de IA y otras tecnologías; una inversión considerable en capital humano a efecto de garantizar habilidades y capacidades afines a las nuevas tecnologías; una dinámica participación en los ámbitos multilaterales donde se hace análisis y prospectiva de la IA a fin de asumir tendencias o modelos acordes con nuestra realidad nacional.
Sin duda la ecuación que conjuga la inteligencia artificial con factores como la innovación, la productividad, la capacitación y la cooperación internacional es un desafío actual para México. Sólo su acuciante resolución le permitirá asegurar el tránsito hacia mejores niveles de bienestar económico y social.
Referencias-.
Estudio “Madurez de la Inteligencia Artificial en México”
(El Financiero, Coparmex, EGADE-ITESM, The Aspen Institute. Octubre, 2018)
Reporte Inteligencia artificial y crecimiento económico. Oportunidades y desafíos para México, del CIPPEC (Albrieu, R., Rapetti, M., Brest López, C., Larroulet, P. y Sorrentino, A. (Octubre de 2018).
Informe Hacia una estrategia nacional de Inteligencia Artificial. Sofía Mantilla (Instituto de Estrategia Internacional. Octubre 2018).
Informe Hacia una Estrategia de IA en México: Aprovechando la revolución de la AI
(Oxford Insights y C Minds, 2017)
Reporte Artificial Intelligence in Society.
(Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, Junio, 2019)
- El autor es Consejero del Servicio Exterior Mexicano, actualmente adscrito a la Misión Permanente de México ante la OCDE, encargado de los Asuntos de Ciencia &Tecnología.
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