Estimados lectores, en ocasiones anteriores en la revista electrónica ADE hemos publicado trabajos relacionados con acciones humanitarias de diplomáticos, que en el ejercicio de su profesión y atendiendo a las instrucciones de su gobierno y a su fiel interpretación del derecho de gentes, otorgaron protección, asilo y apoyo a perseguidos por gobiernos, principalmente en situación se conflicto interno, como la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial.
De ese modo, con el número 12 de ADE, correspondiente al mes de mayo de 2004, se publicó el artículo titulado: “Gilberto Bosques. Diplomacia Humanitaria”. Posteriormente, “Gilberto Bosques: El Oficio del gran Negociador.” Por Bernardo Méndez Lugo, publicado en ADE número 46, abril-junio de 2013; “Gilberto Bosques un Recuerdo Emocionado”. Por José Luis Morro Casas y, “Se extraña que en el Museo del Holocausto no Haya Referencias al Diplomático Humanista don Gilberto Bosques”, publicado en ADE en noviembre de 2019; “Un Capítulo de las Relaciones México-Cuba”, donde se desempeñó como embajador don Gilberto Bosques.
Estamos en deuda para rendir homenaje a un grupo de diplomáticos humanistas que arriesgándolo todo, optaron por salvar vidas humanas durante periodos de conflictos armados. En un futuro será interesante reescribir la historia biográfica de personajes como el diplomático sueco Raoul Wallemberg[1]; el embajador español en Hungría Ángel Sanz Briz[2] y muchos más, que no son tan conocidos o reconocidos por diferentes circunstancias.
Por otra parte, existen los casos de otros personajes, que sin ejercer la profesión diplomática, también salvaron vidas en tiempos de guerra. Uno de los casos más emblemáticos es el del empresario alemán Oskar Schindler a quien se le reconoce haber salvado la vida de aproximadamente mil doscientos judíos durante el Holocausto, empleándolos como trabajadores en sus fábricas de utensilios de cocina y munición, ubicadas en las actuales Polonia y la República Checa. Después de la invasión alemana de Polonia, Schindler se mudó a Cracovia. Aprovechó el programa alemán de “arianizar” los negocios de la Polonia ocupada y, en noviembre de 1939, adquirió una fábrica de vajilla enlozada de propiedad judía que abrió con el nombre de Emalia. Si bien Schindler tenía otras dos fábricas en funcionamiento, solamente en Emalia empleó a judíos que realizaban trabajos forzados del gueto cercano de Cracovia.[3]
El falso “Cónsul” Perlasca. En un contexto parecido se desarrolla la historia del comerciante de origen italiano llamado Giorgio Perlasca, personaje controvertido porque en sus orígenes -durante la década de 1920-, apoyó el fascismo y en 1936, luchó al lado del ejército italiano en el este de África durante la Invasión de Etiopía.
Posteriormente, también luchó en la Guerra Civil Española integrado en el Corpo Truppe Volontarie[4], donde recibió un salvoconducto para las misiones diplomáticas españolas del dictador Francisco Franco. Sin embargo, aseguran que se desilusionó del fascismo a causa de la alianza con el nazismo y del antisemitismo, pidiendo dejar sus obligaciones militares, que al parecer le fue permitido, sin considerarlo desertor.
Como parte de su actividad comercial, durante la Segunda Guerra Mundial, Perlasca trabajó comercializando abastecimientos para el Ejército italiano en los Balcanes. Cuando los nazis ocuparon Hungría en marzo de 1944, Italia ya se había rendido a los aliados, por lo que Perlasca se refugió en la embajada española en Budapest, acogiéndose de forma inmediata a la ciudadanía española, con el nombre de Jorge Perlasca en virtud de su estatus como veterano de la guerra civil española.
Trabajó con el embajador Ángel Sanz Briz y otros diplomáticos de estados neutrales para sacar de forma ilegal a judíos del país. Ante la inminente llegada del Ejército Rojo a Budapest, el embajador Sanz Briz fue trasladado a Suiza a finales de noviembre de 1944, y el Gobierno húngaro -títere de los nazis-, ordenó la evacuación del edificio de la embajada española y otros edificios extraterritoriales donde se refugiaban los judíos. Perlasca inmediatamente dio el falso anuncio de que Sanz Briz estaba a punto de volver de una corta ausencia y que le había nombrado cónsul de España.
Como antes se dice, Giorgio Perlasca, era un veterano italiano de la Guerra Civil Española, “ciudadano español honorario”, que había estado ayudando a Sanz Briz en sus tareas de protección de los judíos, continuó su labor utilizando documentos de identidad españoles falsificados por él mismo, en los que declaraba ser el embajador español en funciones ante Hungría. Algunas crónicas de la época afirman que:
“El 1º de diciembre de 1944 Perlasca hacía su ronda por las casas protegidas y en una de ellas vio que los cruciflechados habían sacado a todos sus habitantes y los tenían formados en la calle. Los cruciflechados habían sido informados desde la frontera que Sanz Briz había abandonado Hungría y por tanto ya no había embajada española y ya no había motivo para mantener la protección de los judíos españoles. Perlasca dice que era una equivocación porque estaban fallando las líneas de comunicación. Alegó que Sanz Briz se había ido a España por un breve período de tiempo para recibir instrucciones personales, pero que mientras tanto era él mismo quien dirigía la embajada en funciones.”
Perlasca no era un desconocido para las autoridades húngaras, porque acompañaba a Sanz Briz en casi todas las gestiones con las instituciones húngaras. Perlasca les dijo:
“Sanz-Briz volverá con el reconocimiento del gobierno cruciflechado bajo el brazo. Yo estoy al frente de la legación española.8
Esto era completamente falso porque Perlasca nunca fue diplomático (de hecho no era ni siquiera ciudadano español de pleno derecho), pero Perlasca consiguió que los judíos «españoles» siguieran a salvo hasta el 16 de enero de 1945 en que los soviéticos entraron en Budapest.
La historiadora Mayte Ojeda descubrió una carta en un archivo de Washington en la que Sanz Briz desde San Francisco se dirigía a Perlasca:
“No olvide usted que la decisión de meter gente en los locales de la Legación fue de mi propia iniciativa, sin previo permiso de Madrid, y motivada por el terror que entonces reinaba en la capital húngara.”8
Durante el invierno, Perlasca fue muy activo, escondiendo, dando cobertura y alimentando a miles de judíos en Budapest, así como expidiendo salvoconductos basados en la ley de derecho a la ciudadanía española que había aprobado Miguel Primo de Rivera en 1924 para los judíos de origen sefardí tal como Sanz-Briz había venido haciendo.1
Cuando en enero de 1945 los soviéticos tomaron la capital húngara, Perlasca se las arregló para desaparecer, llegando a Italia tras un azaroso viaje. Cuando llegó a Italia, Perlasca guardó en secreto su increíble aventura por más de 30 años, hasta que un grupo de mujeres de una comunidad judía en Hungría comenzó a rastrear al diplomático español que había salvado sus vidas.
Tanto en el caso del falso cónsul Perlasca, como en el de Shindler, Sanz-Briz y otros personajes que salvaron vidas durante la nefasta guerra mundial, han merecido reconocimientos, libros biográficos e históricos; así como la filmación de películas que han tenido repercusiones entre el público aficionado al cine.
El “cónsul” Perlasca mereció las siguientes distinciones: Justo entre las Naciones; condecoración española “Caballero gran cruz de la Orden de Isabel la Católica; condecoración húngara “Estrella al Mérito”; por la República Italiana, “Medalla de Oro al valor civil” y la condecoración “Gran Oficial de la Orden al Mérito”. La historia de este héroe Perlasca surgida después de casi 50 años de silencio, cuyo nombre se puede encontrar hoy en Jerusalén entre los «justos» de la Nación, es una prueba de que para cada individuo es posible asumir la responsabilidad personal de la defensa de la vida y la humanidad. Giorgio Perlasca, también conocido como Jorge (nació en Como, Italia, el 31 de enero de 1910 — falleció en Padua, Italia, el 15 de agosto de 1992). Su vida inspiró una película, El cónsul Perlasca (Italia-Hungría, 2002) (T. Perlasca, un héroe italiano), dirigida por Alberto Negrin, protagonizada por Luca Zingaretti y con música de Ennio Morricone.[5]
Comentario final.
Las catástrofes bélicas entre toda su crueldad permiten los contrastes, como el hecho de que surjan personas o instituciones que defiendan los derechos de los seres humanos que están siendo vulnerados. El altruismo y la heroicidad que en muchos casos llega hasta el sacrificio, lo encontramos a pesar de la ruindad de ciertos gobernantes y personal armado que solo busca la destrucción y la aniquilación de seres a los cuales desprecian.
Nunca es tarde para mostrar nuestra gratitud a quienes lograron dar protección y salvar vidas, en situaciones difíciles. Algunos de nuestros “héroes humanistas” han sido aquellos que se han rebelado en contra de los tiranos que ordenan el aniquilamiento de semejantes; otros como el caso de los diplomáticos, en su actuación llevan la mística de proteger al perseguido, asilar a quienes corren peligro de ser encarcelados y posiblemente asesinados, el caso más patente es el del Cónsul (después embajador) Gilberto Bosques Saldívar, de México.
Finalmente, otros héroes que no formaban parte de un gobierno o agrupación militar, sino que se dedicaban a otras actividades, se vieron impulsados a participar en labores de rescate humanitario, como los casos de Shindler y el “Cónsul” Perlasca, por mencionar solo unos cuantos; inclusive, muchas de ellas fueron mujeres.[6]
Tampoco podemos omitir de dicha labor a los religiosos y religiosas de diferentes creencias, que salvaron un gran número de vidas, especialmente de los judíos perseguidos durante la 2ª Guerra Mundial: Maximilian Kolbe: fraile franciscano polaco, proporcionó refugio a los perseguidos en su monasterio, incluyendo a 2000 judíos. También fue un destacado radioaficionado, condenando y despreciando las actividades de los nazis en sus emisiones de radio. Murió ofreciéndose como voluntario en el lugar de otro refugiado del campo de concentración. Igualmente, Damaskinos, arzobispo de Atenas durante la ocupación alemana, protestó formalmente ante la deportación de judíos y ordenó discretamente a las iglesias bajo su jurisdicción que emitieran falsos certificados de bautismo a los judíos que huían de los nazis. Miles de judíos griegos se salvaron haciéndose pasar por cristianos. Hugh O’Flaherty: sacerdote católico irlandés que salvó a más de 4000 judíos y soldados aliados. Fue conocido como «La Pimpinela Escarlata del Vaticano«. Sára Salkaházi: una monja católica húngara, que acogió a unos 100 judíos en Budapest. Posteriormente fue beatificada. Otras Hermanas del Servicio Social también permitieron la salvación de miles de judíos húngaros. Andrey Sheptytsky: arzobispo metropolitano de la Iglesia greco-católica de Ucrania, que acogió a cientos de judíos en su residencia y en monasterios ucranianos. También escribió una carta pastoral «No matarás» para protestar ante las atrocidades nazis.
Nuestro agradecimiento eterno para todos estos nobles personajes.
Referencias:
- ↑ El Real Decreto del Directorio Militar del general Primo de Rivera, de 20 de diciembre de 1924, otorga la ciudadanía española a los «antiguos protegidos españoles o descendientes de éstos, y en general a individuos pertenecientes a familias de origen español que en alguna ocasión han sido inscritos en los Registros españoles».
- ↑ Sella, Joan (25 de mayo de 2012). RTVE, ed. «Sanz-Briz, El Ángel De Budapest». RTVE. Consultado el 9 de agosto de 2012.
- Diario personal de Giorgio Perlasca: “Las expectativas de los alemanes ante el desarrollo de la guerra se van tornando cada vez más pesimistas. La derrota se va mostrando cercana, y ello hace que se incremente el ensañamiento de los nazis hacia los judíos. La situación se hace más y más difícil, pero Perlasca, que se ve amenazado no solo por los nazis sino también por los rusos debido al bando en que luchó en España, es consciente de que aquellas gentes no tienen otra protección que la que él, aún de forma precaria, les ofrece, por lo que renuncia a regresar a su país junto a su familia y sigue jugándose la vida por ellos. Perlasca logró evitar la destrucción total del Ghetto de Budapest en la retirada del ejército nazi hasta la llegada del Ejército Rojo.”
Bibliografía:
- Ysart Alcover, Federico (1973). España y los judíos en la Segunda Guerra Mundial. Barcelona: Dopesa. ISBN 978-84-7235-083-0.
- Carcedo, Diego (2005).
- Un español frente al Holocausto. Madrid: Temas de Hoy. ISBN 978-84-8460-347-4.
- Walllemberg arquitecto de profesión trabajó en una empresa dirigida por un judío húngaro, Koloman Lauer, quién dirigía una empresa de importación y exportación especializada en productos alimenticios. Por esa razón viajaba seguido a Hungría y pronto se consolidó en la empresa, llegando a ser considerado como socio. Para el año 1944 Alemania había endurecido sus acciones en contra de la población judía –que en el territorio húngaro ascendía aproximadamente a 700 mil-. Se filtró información sobre la llamada “solución final” que planeaba Hítler, por lo que era apremiante salvar el mayor número de vidas. En virtud de que Hungría pretendió dejar la Alianza con Alemania, este último decidió invadir el territorio magyar e incrementar la deportación de ciudadanos hebreos hacia los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau en el sur de Polonia, donde les esperaba una muerte segura. En Estocolmo, la capital sueca, se celebró el Congreso Mundial Judío. El tema más importante en el orden del día era organizar una acción de rescate para los judíos de Hungría; entre los asistentes estaba el judío húngaro, socio de Wallemberg. Se buscaba nombrar en la Legación sueca en Budapest a un representante acreditado con categoría diplomática para llevar a cabo la labor de rescate de judíos. Hubo varias propuestas que el gobierno húngaro rechazó, hasta que se propuso a Raoul Wallember, quien fue aceptado y nombrado como Primer Secretario de la representación diplomática sueca en Hungría. La primera tarea de Raoul Wallenberg fue diseñar un pasaporte de seguridad para ayudar a los judíos en sus relaciones con las autoridades. En un comienzo Wallenberg sólo tenía permiso para emitir 1.500 pasaportes. Sin embargo, logró persuadir a las autoridades húngaras para que le permitieran emitir otros 1.000 y, a través de amenazas vacías al Ministerio de Relaciones Exteriores de Hungría, logró elevar la cantidad a 4.500 ejemplares. Multiplicó las “Casas Suecas” hasta el número de treinta. Se trataba de edificios situados en el distrito de Pest, donde los judíos podían buscar asilo. Una bandera sueca ondeaba sobre la puerta de las viviendas, cada una de ellas declarada por Wallenberg como territorio sueco. En estos refugios llegaron a residir 15.000 personas. Mientras esto sucedía, Adolph Eichmann comenzó sus brutales marchas de la muerte. Llevó a cabo su prometido programa de deportación al forzar a grandes contingentes de judíos a abandonar Hungría a pie. Dos días después llegaron los rusos y encontraron 97.000 judíos vivos en los dos ghettos de Budapest. Junto a otros que pudieron evitar el exterminio, el número aproximado de judíos sobrevivientes se estimó en 120.000.De acuerdo con Per Anger, amigo y colega de Wallenberg, el diplomático sueco es responsable de haber salvado alrededor de 100.000 judíos. Se afirma que al asumir el control de Hungría los ejércitos soviéticos, El 13 de enero de 1945, soldados soviéticos se encontraron con un hombre que los estaba esperando, solo y parado junto a la entrada de un edificio en cuya fachada flameaba la bandera sueca, Walllemberg fue a entrevistarse con el oficial de más alto rango y después de eso no se le volvió a ver. Luego de intensas búsquedas, se supo que estuvo prisionero de los soviéticos y que en 1947 había sido encontrado muerto. Luego de sus incomparables esfuerzos humanitarios, Raoul Wallenberg terminó siendo un prisionero de por vida, un destino cruel e irónico para un hombre que lo sacrificó todo para darle al prójimo una oportunidad de vivir en libertad. Visto en https://www.raoulwallenberg.net/es/wallenberg-44/biografia-raoul-wallenberg/ ↑
- Ángel Sanz-Briz, llamado el Ángel de Budapest, fue un diplomático español, nombrado embajador en Hungría por el gobierno de Francisco Franco, durante la Segunda Guerra Mundial. En 1944, actuando por cuenta propia según algunos autores, «oficialmente» con independencia del Gobierno, salvó la vida de unos cinco mil judíos húngaros durante el Holocausto, proporcionando pasaportes españoles, en un principio a judíos que alegaban origen sefardí en virtud de un antiguo Real Decreto de 1924 del directorio militar de Primo de Rivera, y posteriormente a cualquier judío perseguido, haciéndolos pasar por sefardíes. Por estos hechos, fue reconocido por Israel en 1989 como «Justo entre las Naciones». (Hasta el 1 de enero de 2019, un total de 27.362 personas de 51 países distintos habían sido declaradas «Justas de las Naciones» siendo cada uno de sus nombres registrado por el Yad Vashem e inscrito en el «Muro de Honor del Jardín de los Justos» en Jerusalén. En 2010, el Memorial de Yad VaShem ha reconocido a unos 28 000 “justos”. Visto en: Justos entre las Naciones – Wikipedia, la enciclopedia libre ↑
- Enciclopedia del Holocausto https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/oskar-schindler-abridged-article ↑
- El Corpo di Truppe Volontarie, también conocido por sus siglas, CTV, fue una fuerza italiana de combate del ejército de tierra, junto con la Regia Marina y la Regia Aeronautica constituyó la ayuda más importante que la Italia fascista aportó a los sublevados contra la Segunda República Español y participó en la invasión de Abisinia (Etiopía). Visto en:https://www.google.com/search?q=corpo+truppe+volontarie&source ↑
- El Cónsul Perlasca es una película basada en hechos reales, ambientada en el invierno de 1944, en la Budapest de la II Guerra Mundial ocupada por los nazis, y que gira en torno a la figura de Giorgio Perlasca, ciudadano italiano que se hizo pasar por cónsul español en Hungría para salvar la vida de miles de judíos del Holocausto nazi.Datos técnicos: Se trata de un largometraje producido para televisión caracterizado da una alta calidad cinematográfica, técnica e interpretativa. Dirigida por el escenógrafo italiano Alberto Negrin (Casablanca, 1940), autor de la miniserie El secreto del Sahara (1987), está protagonizada por Luca Zingaretti (serie de TV Comisario Montalbano) en el papel de Giorgio Perlasca. El guion, elaborado por Sandro Petraglia y Stefano Rulli (autores de varios guiones entre los que destaca La mejor juventud), se nutre de una historia real y de un libro de Enrico De Aglio, La banalidad del bien.
Argumento: Giorgio Perlasca es un ciudadano italiano que se encuentra en Hungría por negocios de importación y exportación de carnes, y que posee la doble nacionalidad española e italiana a raíz de su participación en la Guerra Civil Española. Traba amistad con una judía, pero esta resulta capturada por los nazis junto con su hijo. Perlasca decide servirse de su pasaporte español y recurrir al embajador de ese país, Ángel Sanz Briz, para rescatarla. Al llegar al consulado se da cuenta de que allí hay numerosos judíos refugiados. Perlasca va alcanzando cada vez una conciencia más profunda del trato inhumano que sufren los judíos por parte de los nazis (detención indiscriminada, envío a campos de concentración y exterminio), y se implica en una labor humanitaria que pondrá en peligro su integridad física.
Después del desalojo del consulado, Perlasca invierte el dinero que tenía para comprar ganado en sobornar a húngaros y nazis con el fin de rescatar al mayor número de judíos posible, sin dejar de lado la búsqueda de su amiga. Para garantizar la protección de los refugiados.
- «Mujeres de valor». Historias de mujeres que salvaron judíos durante el Holocausto – Justos de las Naciones – Yad Vashem. Un poco más de la mitad de los Justos de las Naciones reconocidos por Yad Vashem son mujeres. Algunas de ellas actuaron en conjunto con otros miembros de sus familias; otras de esas mujeres valerosas fueron las iniciadoras del rescate y actuaron de forma independiente. Por ejemplo Sofka Skipwith, la princesa rusa que salvó judíos mientras estaba encarcelada en el campo de Vittel, Francia; Jeanne Daman, maestra belga que indignada ante la persecución de los judíos se incorporó a una red de rescate; Irena Sendler, La activista de la organización Zegota que sacó subrepticiamente a niños del gueto de Varsovia; Marie Agnese Tribbioli, la madre superiora de un convento en Florencia donde eran escondidos judíos durante las redadas alemanas. Asimismo, Caecilia Loots, directora holandesa de un colegio privado que ocultó judíos en el edificio escolar; Karolina Juszczykowska, mujer polaca ejecutada por ocultar a dos judíos en su casa. ↑
Muy oportuno el «tocar» este importante tema de Humanitarismo, y crear conciencia positiva al respecto ante los conflictos actuales.
Felicidades Don Antonio.
Estimado ingeniero Iñaki,
Agradezco sus amables comentarios, a la vez que deseo para usted y su familia, salud y bienestar.
Antonio Pérez Manzano