El propósito del presente trabajo es llevar a la atención las innumerables situaciones políticas, económicas, comerciales, financieras y conflictos militares que ponen en peligro la seguridad colectiva y que afectan o perjudicarán sensiblemente, en un futuro mediato, a la comunidad internacional en lo general y a diversos Estados Nación en lo particular. Si bien es cierto que diariamente se puede uno enterar y seguirle la pista a estas situaciones a través de los diferentes medios de comunicación, precisamente por su cotidianidad el subconsciente humano tiende a desdeñarlas. En mi opinión, se debe prestar especial atención a conflictos de gran intensidad que se están presentando en Europa, Asia, Oriente Medio, Sudeste Asiático y Sudamérica.
En Europa, la inminente salida británica de la Unión Europea (UE), con acuerdo o, peor aún, sin acuerdo, indefectiblemente traerá consigo desestabilizaciones políticas, económicas, comerciales y financieras no solo para Gran Bretaña sino que éste suceso se reflejará severamente en ese ente europeo el que, por cierto, ya ha dado visos de no haber resuelto oportunamente conflictos a su interior: la caída de las economías de varios países que la integran; la no solución del estatus que merecen los miles de migrantes que por diversos motivos han solicitado asilo o refugio, porque un buen número de naciones unionistas se niegan a acatar las decisiones de Bruselas pero además, la UE tiene como “Espada de Damocles” la amenaza de Turquía de romper el acuerdo con Bruselas de retener otros tantos miles en su territorio.
Otra situación que está presente y a corto plazo influirá con gran fuerza en el contexto europeo, es la pérdida de liderazgo de Alemania y el intento francés de asumir ese papel en la UE, con la observación de que el Presidente Emanuel Macrón no ha podido solucionar ingentes y cada vez mayores problemas internos en su país, previéndose que, en muy corto plazo, haya un desfase en el liderazgo comunitario con consecuencias que aún no son previstas en su totalidad, pero que vaticinan serias inestabilidades en los campos más importantes del acontecer europeo.
Desde luego que también aparecen en el espectro europeo inquietantes desavenencias entre Washington y Bruselas por diferentes asuntos, entre ellas, la salida del Acuerdo de París de 2015 (Cambio Climático); del Acuerdo sobre Irán y del Tratado de Eliminación de Misiles de corto y mediano alcance (INF por sus siglas en inglés) y, muy probablemente, el abandono del START III (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas). En el primer caso (Irán), los europeos no ven motivo alguno para que los EUA hayan decidido salirse unilateralmente del Acuerdo, cuando hasta la fecha no existen pruebas fehacientes de que los iraníes estén irrespetando el mencionado documento, lo que incluye la opinión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que, en diversas oportunidades ha reiterado que Irán sigue cumpliendo con lo pactado. El enojo europeísta llegó a su máximo cuando distintos mandatarios coincidieron en señalar que le han perdido la confianza a los EUA por haber decidido imponer sanciones a aquellos países o empresas que comercien con Irán, toda vez que afecta sensiblemente a países de la UE.
En cuanto a los sanciones, Bruselas ha expresado públicamente que los estadounidenses han olvidado que los países de la UE son amigos, socios y aliados que merecen ser tratados como tal pero, ante la persistencia de los EUA, han creado un mecanismo basado en el sistema de pagos “instex”, que les permite esquivar las sanciones de ese país, lo que les posibilita seguir manteniendo su intensa relación comercial y petrolera con Irán. Al tenor de estos desencuentros entre “socios y aliados”, analistas internacionales coinciden en señalar la urgente necesidad de que la UE debe “cerrar filas” ante la permanente amenaza estadounidense no sólo de “OTANizar” aún más a la UE sino, inclusive, desplazarla definitivamente por no ser conveniente para los intereses hegemónicos del citado país.
Respecto a su salida del INF, la decisión estadounidense respaldó aún más la pretensión de los principales países de ese Continente de acelerar las conversaciones tendientes a formar su propio sistema de defensa, considerando que el país hegemón mundial no tiene la voluntad de defenderlos en caso de agresión y, por el contrario, los deja en una situación comprometida ante su decisión de instalar misiles de corto y mediano alcance en varios países europeos (hasta ahora en Polonia y Rumania) y, por supuesto, el peligro se acrecentará si también abandonan el START III.
Cambiando de región, otro aspecto importante a destacar, y que aparece como un espectro latente e intimidante para todo el mundo, es la “guerra comercial” entre los Estados Unidos de América (EUA) y la República Popular China. Sobre el particular, después de objetivos análisis de expertos en la materia, los mismos consideran que por diversas razones no habrá un absoluto ganador entre estas dos potencias, al contrario, presagian que este enfrentamiento causará una gran recesión económica a nivel mundial en 2020. Por si fuera poca esta amenaza, en forma concomitante se han ido recrudeciendo los “roces” militares (navales) en el Mar de China entre estos dos países y, sin llegar a la especulación, existe la probabilidad de que un “error de cálculo” conlleve a un enfrentamiento armado con el uso de armas convencionales.
En otro orden de ideas, pero siempre relacionado con la etapa de crisis que atraviesa el mundo, se encuentra la reactivación del conflicto congelado entre la India y Pakistán por el territorio de Cachemira. Si bien es sumamente preocupante que se produzca una confrontación militar de tipo convencional entre ambos países, el peligro real se acrecienta cuando ambos tienen el suficiente potencial nuclear para ser utilizado. Las dos naciones saben perfectamente que la utilización de este tipo de armamento no solo aniquilará a ambas naciones sino, peor aún, afectará sensiblemente la región donde están ubicados y, desde luego, pondrá en serio riesgo la paz y la seguridad mundiales.
En este recuento de los principales conflictos que afectan al mundo, mención especial merecen las permanentes acusaciones estadounidenses –sin fundamentos ni evidencias hasta la fecha- contra la Federación de Rusia, particularmente aquellas relacionadas con su intromisión en las elecciones presidenciales estadounidenses, la anexión rusa de Crimea y su participación en el conflicto ucraniano, todo lo cual sigue ocasionando que los estadounidenses y sus dóciles satélites europeos continúen imponiendo sanciones económicas y comerciales a Rusia, mismas que no han afectado a ese país y sí, en cambio, le ha permitido desarrollar con éxito su industria y economía interna. Cabe destacar que cada día aumentan los países europeos que desean se eliminen las sanciones contra los rusos al haber comprobado que las mismas no han causado los efectos deseados por el país hegemón y, por el contrario, los perjudicados han sido los europeos. No menos preocupante es la decisión estadounidense de ir cercando militarmente a los rusos utilizando para ello a la OTAN y a varios países de Europa Oriental que están convertidos en severos detractores de Rusia, aunque hay que destacar que los rusos han advertido y demostrado que están preparados para repeler y contra atacar de forma fulminante.
A estas preocupantes situaciones se aúna la presencia desestabilizadora y guerrerista de los EUA en dos zonas que se consideran un polvorín como lo son el Lejano Oriente y el Oriente Medio, en donde se destaca la ilegal presencia estadounidense (léase invasión), a quien acompañan países de la coalición integrada por Australia, Bahréin, Canadá, Francia, Países Bajos, Jordania, Arabia Saudita, Turquía, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido que, a todas luces, va en contra de lo estipulado en la Carta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), principalmente porque no ha habido un mandato del Consejo de Seguridad que respalde dicho accionar. Cabe destacar que la solución del conflicto se busca en dos plataformas: la de Ginebra bajo los auspicios de la ONU pero con una poderosa influencia de los EUA, y los países garantes del Proceso de Astaná (Rusia, Turquía e Irán), naciones que buscan el diálogo y la negociación entre todas las partes del conflicto como base para lograr la reconciliación en Siria, pero que los estadounidenses torpedean permanentemente, buscando la solución militar y dividir ese país en zonas de influencia.
Al mismo tiempo, destaca la pública intención estadounidense de atacar a Irán bajo cualquier pretexto, particularmente -sin probar- que continúa produciendo plutonio cuyo propósito final sería producir ojivas nucleares, aún cuando la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) y los países del Convenio de 2015 (Francia Alemania, China, Reino Unido y Rusia) hayan apoyado lo declarado por la OIEA. No se debe olvidar que los EUA se salieron unilateralmente de este Convenio. De la misma manera acusa a los iraníes de estar interviniendo directamente en la crisis de Yemen.
Sobre el particular, para nadie es novedad de Irán simpatiza y apoya logística y militarmente al movimiento Chií pero, también es cierto que este movimiento lleva mucho tiempo (2015) enfrentando las acciones bélicas de la coalición liderada por Arabia Saudí, a quien acompañan los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Egipto y Jordania, países todos que respaldan a los suníes. De acuerdo a los líderes chiís el bombardeo con drones contra las principales instalaciones petroleras de la empresa saudí en este mes de septiembre, es una respuesta a la intervención saudí en la guerra civil en Yemen pero; particularmente, por los constantes bombardeos contra la población inerme, haciendo notar la inoperancia de la ONU y la indiferencia de la comunidad internacional ante el genocidio que se está llevando a cabo en ese país.
Desde luego que otro foco de tensión en esa convulsiva zona es lo que sucede en el Golfo Pérsico, que no solo es famoso por haberse desarrollado la Guerra del Golfo y la Guerra Irán-Irak, sino porque los iraníes han manifestado que bloquearán el Estrecho de Ormuz si son atacados. Cabe destacar que este estrecho es estratégico ya que por ahí transitan barcos petroleros que transportan más del 35% de las exportaciones mundiales de ese energético.
Para cerrar esta serie de episodios con tintes guerreristas, aparece la presencia geopolítica de Turquía país que ha reafirmado su deseo de poseer armas nucleares, en lo que se puede considerar un anhelo turco de minimizar su dependencia de occidente, lo que también, en forma paralela, le permitirá fomentar su industria militar. Cabe resaltar que Ankara (al igual que los europeos) desconfía de la postura de la cúpula militar estadounidense hacia sus aliados de la OTAN y de su capacidad para protegerlos.
Como respaldo a su pretensión de entrar en el club nuclear, Turquía señala que ya hace tiempo los países no nucleares acusan a las potencias nucleares de no cumplir con sus obligaciones de desarme, además de que hay varios países que tienen estas armas y simplemente no firmaron el Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT por sus siglas en Inglés), refiriéndose claramente a Israel, Pakistán e India, como sí lo hicieron los turcos. Analistas internacionales consideran que, para llevar a cabo sus planes, Turquía podría recibir el apoyo técnico de Pakistán e inclusive de Corea del Norte, lo cual de ninguna manera lo permitirán estadounidenses e israelitas, no sólo por el hecho del surgimiento de otra potencia nuclear en la zona sino, porque se establecería el eje Turquía-Irán-Rusia-China.
Todo lo anterior daría lugar a una profunda desestabilización en esa zona geográfica que pondría de cabeza la estructura planeada por lo estadounidenses (seguir apoyando a Israel para que continúe siendo el “policía” de la región) pero, también, porque los estadounidenses no se pueden dar el lujo de perder un aliado estratégico en la OTAN como lo es Turquía.
A manera de síntesis en esta primera etapa del presente análisis, es necesario resaltar la desestabilizadora e irresponsable actitud de los EUA en los diferentes problemas que aquejan a las distintas zonas geográficas mencionadas con anterioridad y a ciertos países en lo particular, pudiéndose apreciar en forma inequívoca que este país continúa añorando la época de la denominada Guerra Fría y, desde luego, que “el holding armamentístico estadounidense necesita un enemigo y, si no lo tiene, lo inventa”[1]. En el peligroso desequilibrio mundial intervienen muchos factores pero, nos muestra como principal protagonista a los EUA.
LA PUESTA EN EJECUCIÓN DE LA PROXI WAR[2] EN LATINOAMÉRICA.
Antes de iniciar el análisis del presente sub inciso, cabe recordar que desde el fin de la II Guerra Mundial -pero específicamente desde el inicio de la Guerra Fría-, los estadounidenses han utilizado su poderío económico y militar, y desde luego su poderosa influencia política para atemorizar, sancionar o invadir a los países que no se alinean a sus intereses. Los argumentos esgrimidos para llevar a cabo sus propósitos van desde la contención del comunismo; la “defensa” de la democracia y el libre comercio; la protección de los Derechos Humanos; la lucha contra el terrorismo y, como respaldo aglutinador de sus agresivas acciones, la adopción de una política de intervencionismo desestabilizador, desde luego desde la perspectiva unilateral estadounidense, esto es, con el sello “Made in USA”.
En el marco de esta última política, hace tiempo que dicho país ha puesto en ejecución varias etapas de lo que se denomina guerra proxy, guerra subsidiaria o guerra híbrida, cuyo significado primario es cuando esta potencia utiliza –entre otros nuevos actores– a terceros Estados, grupos delincuenciales y organizaciones de cualquier orientación política o ideológica como sustitutos dirigidos a desestabilizar hasta su extinción política, comercial, económica y social a un objetivo (Estado) previamente seleccionado, sin necesidad de enfrentarse directamente por medio de sus fuerzas armadas.
En un sentido más amplio, la guerra subsidiaria es una combinación de enfoques y métodos que incluyen muchas variables, mismas que corresponden a las distintas formas de guerra no convencional. De acuerdo a expertos en este tema, lo importante de este planteamiento no es abordar las diferencias que existan en el terreno (objetivo) seleccionado, sino los elementos comunes que distinguen a un “enemigo”. Esta doctrina conjunta denominada “el dominio concreto del espectro o de amplio espectro”, consiste en la simultaneidad del ataque contra el “enemigo”, así como la combinación y permanencia de múltiples factores. En otras palabras, no se trata de una sumatoria de los componentes regulares de las Fuerzas Armadas, sino que los estadounidenses incluyen todo, es decir, los aspectos culturales, simbólicos, económicos, políticos, sociales, etc..
La idea central es no darle al enemigo ningún espacio de resguardo ni tampoco un momento para tomar respiro. Se busca el desgaste a través del ataque permanente por todos los flancos y, lo más importante, es que al agresor le brinda un sentido general a todas sus estrategias de todas las dimensiones, en todos los tiempos y espacios.
Para realizar este cometido se hace uso de nuevos actores, como bandas criminales, fuerzas de operaciones especiales, carteles del narcotráfico; a los que se puede agregar a partidos políticos, sindicatos u organizaciones obreras y campesinas descontentas, movimientos estudiantiles, grupos de la delincuencia organizada y Ong´s subvencionadas por agrupaciones y/o instituciones estadounidenses (Usaid-Agencia estatal Estadounidense para el Desarrollo Internacional).
En otras palabras, personas, grupos u organizaciones que hagan el trabajo sucio. La idea es utilizar a todos los actores posibles como vectores de descomposición política, económica y social de un Estado Nación buscando desarticular la unidad nacional o de una institución como las fuerzas armadas, en donde descansa la seguridad nacional y, desde luego, romper la institucionalidad política y quebrantar el orden constitucional.
Esta serie de acciones al interior de un país objetivo necesariamente requieren de un “apoyo” exterior, entre ellas el contar con países que obedezcan fielmente las instrucciones del país hegemón, aunque en ello dejen su soberanía; el uso de organismos regionales “afines” o dominados por los EUA (Vr.Gr. la OEA), así como la interpretación a modo de tratados o acuerdos internacionales que puedan ser manejados por los estadounidenses en contra del país objetivo (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca TIAR). Todo lo anterior, sin importar que se destruya el Derecho Internacional, se desconozca lo establecido en la Carta de la Organización de las Naciones Unidas y, desde luego, sin importar los sufrimientos y padecimientos de la población de ese o esos países que son objetivo pero, aún más, sabiendo de antemano que se está poniendo en riesgo de la estabilidad y la paz regional.
En una visión con perspectiva pragmática, se puede apreciar que la estrategia estadounidense es a nivel mundial pero, en la actualidad, va dirigida a los países “progresistas” latinoamericanos, y avanza desde distintos puntos del espectro de la agresión: por un lado se degradan las condiciones de vida de la población a través del bloqueo económico, así como de todo tipo de sanciones políticas, comerciales y financieras; se boicotean todas las posibilidades de lograr salidas pacíficas por medio del diálogo y la negociación con los grupos políticos de oposición a los gobiernos constitucionalmente reconocidos y, junto con lo anterior, se desata una campaña mediática permanente de injurias y engaños a nivel mundial (medios de comunicación dominantes, mayormente estadounidenses) y, finalmente, los estadounidenses trabajan en construir un incidente que justifique una acción militar través de un “falso positivo”. Esto es exactamente lo que se está produciendo en Venezuela y en menor grado en Nicaragua.
La agresión que se está llevando a cabo es de carácter multidimensional y sistémica, dirigida a la búsqueda de la implosión social, teniendo un alto componente sicológico y moral, pretendiendo deslegitimar a las principales instituciones y acrecentando la agudización de las contradicciones internas al interior de los países objetivo. Lo que estamos viendo en Latinoamérica es una “condensación” de los episodios que se viven en otras regiones del mundo pero, de alguna manera, relacionados con la “OTANización” de la Unión Europea, en donde los estadounidenses por principio están logrando dividir a los países comunitarios y, su siguiente paso, por cierto bastante avanzado, es insistir –ante la ceguera europea- de desaparecer a un ente regional que le hace competencia económica, comercial y financiera como lo es la UE pero en el fondo, su verdadero interés en ese Continente, es mantener su presencia militar que le permita refrendar su posición hegemónica sobre todos los países europeos.
Lo que están haciendo los estadounidenses en América Latina, es muy similar el escenario europeo. En efecto, los EUA hace mucho tiempo que tienen bajo su dominio a la OEA, al TIAR y a un buen número de países latinoamericanos entreguistas los que, independientemente de apoyar políticamente los planes del país hegemón, les han facilitado la instalación de bases militares en sus respectivos territorios:12 en Panamá, 12 en Puerto Rico, 9 en Colombia, 8 en Perú, 2 en Paraguay y 1 en Honduras; sin olvidar que tanto Argentina como Brasil, ya han dado su visto bueno para instalación de por lo menos una base militar en cada país. Las concesiones de los citados países han creado –como así lo planearon los EUA- una profunda división en el sistema latinoamericano y, desde luego, ya se percibe la “TIARización” del Continente.
Desde una perspectiva objetiva -en el caso específico de su agresiva política intervencionista hacia Venezuela-, no le va a ser fácil, ya que nunca antes (salvo Cuba) se había topado con la férrea oposición de un país que cuenta con un ejército y un pueblo unido que respalda con decisión a su Mandatario, ni mucho menos a un Estado Nación que cuenta con los suficientes recursos militares y humanos para hacerle frente a una invasión militar estadounidense.
Pero, ¿cómo detener al imperialismo estadounidense o, mejor aún, cómo los Estados pueden hacerle frente a los distintos tipos de agresión de ese país? Por principio, es necesario apuntar que resulta soberbia y cínica la actuación estadounidense en el contexto mundial, al haber perdido el respeto al Derecho Internacional y a la convivencia y cooperación internacional pero, más preocupante, es su decisión de ignorar y no acatar las disposiciones y mandatos de las Naciones Unidas y de otros organismos internacionales, amenazando inclusive con retirarse de ellos, por no convenir a sus “intereses nacionales”. Luego entonces, ¿qué hacer?
De acuerdo con las medidas adoptadas por los venezolanos (puestas en ejecución también por los cubanos), ya que no puede ser derrotada de forma puntual, los distintos tipos de agresiones de una Guerra Proxy, la más pragmática manera de hacerlo es contar con una doctrina de defensa integral, a través de una acción coordinada y concurrente, así como de una serie de políticas que aborden cada aspecto de la vida de una sociedad, sin olvidar lanzar una contra ofensiva mediática que trate de detener las agresiones del atacante y, todo lo anterior, pensando en llevar a cabo una guerra popular prolongada. En forma concomitante, es muy importante que el país atacado rescate sus valores primarios (ética, moral, principios, etc.) y que exista una real y verdadera unión del pueblo con los tres poderes del Estado y sus instituciones.
La victoria contra esta amenaza imperialista ya no se basa en la capacidad de infligir una destrucción masiva por la vía militar; cualquier ataque híbrido debe verse como el actuar contra una multiplicidad de elementos. En otras palabras: un ataque híbrido debe hacérsele frente con una red híbrida que detecte sabotajes, acciones terroristas, movimientos inusuales de actores no tradicionales pero, al mismo tiempo, todo este tipo de reacción debe complementarse con un mejoramiento en la prestación de todos los servicios públicos que permitan mejores condiciones de vida de su población.
Nunca nadie debe olvidar que los EUA no se van a cansar de llevar a cabo una política de hegemonía (imperialismo o colonialismo), misma que se seguirá proyectando mediante un acoso y una presión estratégica permanente sobre sus objetivos. Como reflexión final, no está por demás recordarle a los mexicanos que nuestro país vive al lado del hegemón mundial cuyo lema es que los EUA “no tienen amigos…sino intereses”[3].
- Artículo “La Caja de Pandora que abre EEUU al retirarse del tratado INF”. Periódico digital Sputnik Mundo del 2/agt/2019. ↑
- Artículo “Del Asedio al Asalto”, periódico digital Sputnik Mundo del 7/agt/2019. Nota del autor: Se parafrasean algunas expresiones vertidas por el sociólogo y ex guerrillero venezolano Carlos Lanz quien, al referirse a la proxy war, la define como la finalidad política de la doctrina estratégica de los EUA. ↑
- Afirmación de Jhon Foster Dulles, Secretario de Estado de Dwight Eisenhower en los años 50 del siglo XX. Esta frase se convirtió en una profecía autoconstruida no solo por Estados Unidos, sino por la actitud del resto del mundo en su relación con los estadounidenses. ↑
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