VII. EL SERVICIO EXTERIOR MEXICANO. EL SENTIR DE UNO DE SUS MIEMBROS.

En el año 2006, previo a conocerse entonces el resultado de las elecciones presidenciales, escribí un artículo para Forosem (antigua publicación de la ASEM), en el que expresé opiniones sobre la decadente situación en la que, desde mi punto de vista, se encontraba el SEM (Servicio Exterior Mexicano de Carrera).

La situación del SEM (en pleno 2025), lamentablemente no ha mejorado, más bien todo lo contrario; y de ello son incontables los ejemplos. Me referiré a sólo dos de ellos (sin hacer referencia a que llevan 25 años sin mejora en sus salarios):

Primero.- Las relaciones internacionales, con motivo de las decisiones económicas que se toman al norte de nuestro país, van a cambiar por completo el sistema de equilibrios creado al término de la Segunda Guerra Mundial, y México no está preparado para enfrentar la nueva realidad; en tanto que sus representaciones en el exterior han sido mayoritariamente puestas en manos inexpertas. Es tiempo de admitirlo: El orgullo que sentíamos por los logros, dedicación y profesionalismo de nuestro SEM de Carrera, quedó en el pasado.

– Segundo.- Como seguimos sin saber cómo entender los principios de nuestra Constitución Política y con ello cómo atender el tema de la igualdad entre mujeres y hombres, para la última convocatoria a examen de admisión para ser miembro de carrera del SEM, se publica que los seleccionados deberán ser, aproximadamente, un tercio hombres y el resto mujeres. Desde mi punto de vista, esto, por discriminatorio, resulta ilegal para los hombres; y un insulto para las mujeres, a quienes ahora se les admitirá por cantidad y no por calidad.

A continuación transcribo el artículo inicialmente referido y diga usted si en algo hemos cambiado para bien, y/o mejorado:

“Soy un miembro del Servicio Exterior Mexicano (SEM) y eso para mi es motivo de orgullo. En esta Institución he brindado mis servicios por más de dos décadas, siempre interesado por defender los más altos intereses de mi país y de mis compatriotas, con quienes, juntos, conformamos una gran nación.

Pertenezco a un gremio honesto, que se ha superado y ha caminado en todo momento al lado de nuestro país, de su Pueblo, de las políticas que establece su Gobierno; que ha vivido tiempos felices y difíciles de nuestra nación, luchando sin temor ni cansancio para mejorar o apoyar a nuestros compatriotas en etapas de aflicción o dolor y que entendemos, por vivirlo día a día, la importancia de insertar nuestra presencia en los foros y escenarios mundiales, donde solo nosotros como mexicanos, con posturas propias, podemos enviar nuestros mensajes o interpretar nuestras posiciones y necesidades.

Cuando ingresé al SEM lo hice por convicción propia, como lo han hecho la gran mayoría de mis compañeros; lo hice sin ningún interés partidista, como lo hace también la gran mayoría de mis compañeros –que, además y de manera general, no pertenecemos a ningún partido político-. Quienes sí tienen alguna preferencia, ésta no los condiciona ni en su actitud ni en su compromiso con el país. La lealtad a México ha sido la característica más valiosa de los miembros del Servicio Exterior. Las preferencias personales jamás han viciado nuestro trabajo nacionalista.

Nuestra labor, siguiendo siempre las instrucciones de las autoridades que nos dirigen, ha sido invariablemente para favorecer y defender las políticas y posturas del gobierno para el cual servimos, sea cual sea el partido al que este pertenezca.

No, no somos acomodaticios. Nuestro Servicio obedece a una política que se fundamenta en principios constitucionales y nunca a favor de intereses personales o de grupo. En el exterior apoyamos a los funcionarios federales, estatales o municipales, sea cual sea su partido o la religión que profesen, es nuestra convicción y lo hacemos así por razón de la representación que ostentamos y no por creencias o preferencias personales. Esto se llama Institucionalidad.

Si, en efecto, somos institucionales, servimos a un país, a las leyes que lo rigen y somos leales al gobierno que lo representa. Si alguno de nosotros tiene una preferencia partidista o creencia personal, como seres humanos, nunca, nunca, las antepone a sus obligaciones para con nuestro Servicio.

Me duele saber que algunos mexicanos dedicados a la política, que seguramente están preocupados por los  mas altos intereses de nuestra nación y de su población, no consideren necesario contar con profesionales de las Relaciones Internacionales y del Derecho que las organiza; y crean y por ello  anuncien planes de exclusión o inutilización de los cuerpos de carrera del Servicio Exterior, privando al país de nuestro trabajo constante, perseverante y experimentado. Sin falsas modestias, manifestamos con lógica comprometida y preocupación justificada, la necesidad de que se reconsideren esas opiniones expresadas sobre nuestra actuación en el ámbito de la Política Exterior y la noble causa de situar a México entre las grandes naciones del mundo; los otros, por creer que la experiencia de esos profesionales no es un bagaje importante para enfrentar con mayores posibilidades de éxito el trabajo vital que como Nación deberían de comprenderse para llevar a México hacia mejores niveles internacionales de desarrollo.

Me pregunto: ¿En verdad creen que funcionarios sin experiencia y sin oficio podrían reemplazar a los miembros del SEM? No es juego, se trata de la Política Exterior de un Estado que, como México, en estos momentos del devenir histórico y del acelerado desarrollo que muestra la humanidad, no podemos darnos el lujo de desconocer para empezar de cero, de despreciar experiencia y conocimientos –que no son pocos y que han sido adquiridos con base en vivencias propias y de grupo, a lo largo de muchos años–, de desconocer la lealtad que los miembros del SEM han mantenido siempre y de manera invariable hacia su País, su Pueblo y todo lo que a ellos caracteriza.

¡Que lástima! En ambos casos sería un desprecio para sus propios compatriotas, que se han formado con base en valores históricos y que cuentan con experiencia con la cual, por años han servido a sus connacionales y al estado al que pertenecen.

¡Que lástima! Que su premio por ello fuera la exclusión, la limitación de sus derechos y facultades. Que su participación sea reducida y su experiencia desaprovechada.

¡Que lástima¡ Que como mexicanos nos aniquilemos entre nosotros mismos. Así, es difícil  alcanzar el desarrollo, cuando la experiencia y el buen quehacer de otros se menosprecia o se desconoce, por prejuicios, soberbia o temor a reconocer que están mejor preparados para cumplir con su misión.

¡Que lástima¡  Que fuera por  mezquindad que se les aparta. Los miembros del SEM somos un grupo pequeño, en número, pero no por ello en calidad, buen quehacer e impacto en la gestión de Política Exterior.

Nuestro trabajo, nadie duda, cuando se nos permite hacerlo, da buenos resultados, ha dado prestigio a nuestro país y ha coadyuvado de manera responsable y comprometida a apuntalar la Política Interna del gobierno que la encabeza.

Analicemos con detenimiento, objetivamente y sin prejuicios, hagámoslo por el bien de nuestro País, porque es grave confiar responsabilidades a personas que no obstante su valía y profesionalismo, su compromiso puede encontrarse encasillado a una política momentánea, no general, cualquiera que esta sea, que por razón de sus convicciones y las demandas que se les hagan no estarán en posibilidad de actuar de manera objetiva y, por ende, asesorar eficientemente a sus autoridades, para beneficio  de la población.

¡El País lo hacemos todos!

No desconozcamos derechos de servidores públicos capaces y honestos ni la conveniente trascendencia de una experimentada continuidad, digna y responsable, que en innumerables ocasiones se ha demostrado útil. No interrumpamos, por el contrario, retomemos la respetada Política Exterior.

¿Por qué no, antes de experimentar con una Política Exterior reinventada, no se concilia esta de manera objetiva y honesta, con los artífices que día  a día la viven, la enfrentan y encausan hacia los mejores intereses de nuestro País y de nuestros compatriotas?

¿Por qué no proponemos nuestras ideas ante quienes están en la mejor posibilidad de analizarlas por razón de su experiencia, de sus vivencias y de su propio conocimiento profesional y así encontrar una respuesta objetiva y desinteresada?
Los miembros del SEM son un cuerpo comprometido con el País, con sus más altos intereses y con sus nacionales. Conoce, entiende y actúa dentro de las normas que establece el Derecho Internacional. Las conoces, las respeta y, con base en las mismas, su política se abre paso ante los demás estados.

Déjenlo ser. Nos beneficia a todos.

Apóyenlos. No busquen construir fantasías sobre realidades innegables. Hoy, aun sin conocer el resultado final de la votación que elegirá un nuevo presidente de nuestro país, me manifiesto confiado en que la sabiduría de nuestro Pueblo sea interpretada correctamente y nuestros autoridades cuenten siempre con los mejores elementos para beneficio de la gestión pública, confirmando nuestra tradición democrática y apegados a la legalidad y así alcanzar una gestión exitosa para México y para sus nacionales.”

Mario Velázquez Suárez
Ministro del SEM

México, 2006.

 

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