VII. BREXIT… ¿DE VUELTA AL PROTECCIONISMO?

En contra de todos los pronósticos oficiales, el Brexit se ha consumado y el Reino Unido se prepara para salir de la Comunidad Económica Europea.

Para la opinión pública internacional, esta decisión tendrá severas consecuencias económicas, no sólo en Europa, sino a nivel internacional, incluyendo a México y demás países de América Latina.

Así pues, en infinidad de medios de comunicación, se afirma que tras el “Brexit”, el dólar se apreciará respecto a las monedas nacionales debido a su alta demanda ante la volatilidad del euro. Cosa que hasta el momento ha resultado ser cierto. Con la apreciación de la moneda norteamericana, los servicios y productos importados o los producidos con alguna materia prima importada, tenderán a incrementar su valor. Es importante anotar, que, al menos en México, los incrementos en los precios tienden a ser más significativos cuando la gasolina aumenta su valor, aspecto que sucedió a principios de este mes y que coincide con los efectos económicos negativos ocasionados por el dichoso Brexit.

De esta forma, tras su salida de la UE, en Reino Unido dejarán de estar en vigor los tratados de libre comercio alcanzados con la UE por México, Colombia, Perú y Chile, algo podrá afectar el comercio mutuo. En el caso de México, el comercio con el Reino Unido, representa sólo el 0.7% de las exportaciones totales que nuestro país realiza a nivel mundial, por lo cual, de acuerdo a los expertos, esto no será significativo.

Sin embargo, es probable que un golpe tan duro como el “Brexit” haga que en los próximos años la UE deje de negociar los nuevos tratados de libre comercio a gran escala como el que el Mercosur está tratando de alcanzar con Europa desde 1999, o incluso el propio TTIP.

Por otro lado, es importante hacer notar que el proyecto más ambicioso de unión política y de integración comercial en el mundo ha entrado en severa crisis ya que el peso de Reino Unido en términos geopolíticos, es clave, no solo por su ubicación geográfica, sino por el papel que ha desempeñado desde la Segunda Guerra Mundial, más aún cuando ha sido el socio principal de los EE.UU. en Europa.

Más allá de factores coyunturales, se han hecho visibles otros problemas de fondo. La estructura institucional asentada en Bruselas no está dando respuestas oportunas a los problemas que aquejan a una parte de los países miembros de la Unión Europea. Más allá de los avances que se han logrado en los últimos años como Unión Económica, entre los que se destacan los aspectos de seguridad y paz, integración económica y política, genera rechazo la cuasi imposición de medidas de austeridad en los países, las restricciones de tener una moneda y una política monetaria común y las acciones insuficientes para reactivar las economías europeas.

Sin embargo, para los defensores de la globalización, la balanza es más positiva que negativa. Por ello, es incongruente decir sí, al proyecto económico de integración, y NO, al político. La libre circulación de personas es y debe ser responsabilidad de todos los países miembros, así como otros aspectos incómodos. Ante la crisis que se avecina, Europa debe reaccionar de una manera responsable y comenzar a resolver los problemas acumulados que durante décadas debilitaron la estructura de la Unión Económica.

Asimismo, el regreso de las políticas proteccionistas a nivel internacional, aspecto que se opone por completo a la globalización, amenazan con crear un peligroso movimiento que, en caso que líderes como Donald Trump (un impulsor del proteccionismo, al menos en el discurso) llegasen al poder, afectaría aún más a la economía global. Pero esto, no es necesariamente malo.

Desde el punto de vista económico, el proteccionismo como política nacional, ayuda al desarrollo de las economías internas para que éstas puedan fortalecerse y hacer frente a los mercados internacionales, cosa que justifica de manera sensata la salida del Reino Unido al verse afectado por la grave crisis económica por la que atraviesan los demás miembros de la Unión Europea.

De manera paradójica, la decisión del Reino Unido ha ensombrecido el crecimiento económico global, ya que en la actualidad, la imposición de nuevas barreras comerciales en cualquier gran economía del mundo puede tener efectos desastrosos.

Por su parte, el FMI, cuyo mayor miembro accionista es EE.UU., apoya las iniciativas del actual Gobierno estadounidense para que se concrete el nuevo tratado de libre comercio, conocido como “Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica”, mejor conocido como TPP, del cual, de manera oportuna, Reino Unido no formará parte, sobre todo si lo que se dice de este tratado, respecto a la imposición de medidas para la erradicación del Estado-Nación, resultara ser completamente cierto.

Para muchos, la tendencia al proteccionismo a lo largo de la historia ha dañado el crecimiento económico, la integración y a las personas. Sin embargo, de acuerdo a lo que establecía el economista británico, David Ricardo, en lo que respecta a las ventajas comparativas de las naciones, es necesario primero fortalecer éstas para después incurrir en una competición más justa y con las menos desventajas posibles.

Asimismo, si vemos al Brexit de una manera meramente económica y con el antecedente que la Unión Europea necesita con urgencia un plan de rescate de 150,000 millones de euros, unos 166,000 millones de dólares, para recapitalizar sus bancos, entenderemos las razones por las cuales una economía como la Británica -una de las más poderosas del mundo-, prefiere frenar de tajo el avance de la enfermedad utilizando como medicina una política proteccionista. Aunque esto signifique el desahucio de la UE. Al puro estilo del adagio mexicano que dice: “de que lloren en mi casa, a que lloren en la tuya… ¡pues que lloren en la tuya!” Queramos aceptarlo o no, esa es la manera de pensar de la mayor parte de la sociedad mundial.

De acuerdo a lo anterior, podemos concluir que Europa está muy enferma y debe comenzar a resolver sus problemas de forma extremadamente rápida, de lo contrario, puede ocurrir un verdadero desastre. Grecia, Italia y España, son sólo el comienzo.

Pero… ¿cuál es entonces la solución?

A lo largo de la historia, hemos sido testigos que los rescates bancarios, es decir, la creación de dinero fiduciario, solo calman el problema de manera temporal, sin embargo, el problema persiste y en la siguiente crisis, empeora sobremanera.

Tras la votación del Brexit en el Reino Unido, el centro de atención de los economistas europeos se ha trasladado al sector bancario de Italia, que se ha desplomado un 30% después del referéndum británico y acumula ya 360 millones de euros de réditos vencidos.

Este tipo de sucesos, así como también la crisis que vive el banco alemán Deutsche Bank, continuarán si cada miembro de la comunidad europea no adopta una política proteccionista. Ojo, esto no quiere decir que cierre las puertas al mundo, sino que debe comenzar por fortalecer su economía interna y vislumbrar a qué sectores dar cabida de manera internacional y a cuáles no.

El proteccionismo como política insignia de un país, no debe ser visto como una cerrazón o aislamiento respecto al mundo, sino como un proceso lógico para resolver la serie de conflictos y crisis económicas a las que ya nos estamos acostumbrando.

Desde mi punto de vista, esto es el Brexit. Simplemente, una acción proteccionista que sin duda ha sembrado el caos en Europa y el mundo, pero que a la larga, y si más países deciden adoptar este tipo de medidas, volverá a hacerse productiva y competitiva la economía global.

Garrafal es el error que ha cometido la sociedad mundial… “apostar todo a un sistema global donde la integración nunca supliría las desventajas comparativas de cada una de las naciones”.

Apegarse a la teoría económica original, no suena mala idea… ¿o sí?

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