INTRODUCCIÓN
Para comprender a cabalidad el grado de relación que ha existido y existe en la actualidad entre México y Guatemala, debemos asomarnos al proceso histórico transcurrido desde la época prehispánica, pasando por la colonial, hasta la etapa en que ambos países alcanzan la independencia y la consolidación como Estados. Para entonces, se considera que ambas naciones comprenden una población unida, relativamente homogénea, identificada por afinidades históricas, políticas y culturales. Asimismo, contaban con un territorio debidamente delineado y un gobierno establecido, con capacidad de regir su destino bajo sus propias leyes, ejerciendo su completa soberanía.
México y Guatemala son dos pueblos que se identifican por numerosos elementos. Geográficamente formamos parte de una misma masa continental, la naturaleza en buena medida se continúa de uno a otro lado; no se observa al paso de la frontera mayor cambio en el paisaje, ni en los accidentes geográficos. Como anotó el escritor guatemalteco José Mata Gavidia, en sus “Anotaciones de Historia Patria Centroamericana”.
“La vecindad ha sido una circunstancia que ha contado en la vida de México con Guatemala; pero se trata de una vecindad sin separación clara, geográfica o cultural; (así como tampoco aparecen) montañas o ríos insalvables, raza, idioma, o religión. Es más, muchísimo antes de que surgieran Guatemala y México como naciones independientes, existía, sobre todo en lo que hoy es la frontera chiapaneca, pueblos indígenas antiquísimos, que se movían de un lado a otro en la actual línea divisoria según sus necesidades o caprichos en una tierra que por no ser de nadie nacional o individualmente hablando, ellos consideraban como suya.”
Por otra parte, la identidad observada en los aspectos históricos es muy grande, manifestándose en nuestro origen y en la evolución de la cultura indígena; así como en la circunstancia de haber sido conquistados, colonizados y evangelizados por la misma potencia, lo cual dejó profundas marcas en ambos países.
Las corrientes migratorias mayas se extendieron desde Centroamérica hacia la península de Yucatán y del mismo modo, la influencia ejercida por los toltecas en su incursión al sur fue muy marcada. Se nota por ejemplo entre los vestigios arqueológicos de Tikal, Guatemala, la adopción de Kukulkán o “Serpiente Emplumada”, como parte de su teología. Asimismo, en la actualidad se observa cómo algunos nombres de importantes ciudades guatemaltecas conservan raíces nahuas: Quetzaltenango, Escuintla, Jalapa, Chimaltenango, Amatitlán, Atitlán y otras.
La conquista y colonización española trajo consigo elementos que con el tiempo nos unirían e identificarían aún más, como la religión católica, el idioma español, la educación, la arquitectura colonial y otras formas de vida en general. Un ejemplo de lo anterior, en la jerarquía eclesiástica el obispado de Guatemala dependía del de México, hasta que se procedió a nombrar un obispo destinado a la capital guatemalteca. Durante dicha etapa se llevaron a cabo programas conjuntos de evangelización y se procedía a nombrar obispos para cubrir sedes vacantes.
En el terreno cultural también se llevaban a cabo intercambios, ya fuera de la Nueva España, como el caso del científico biólogo Martín Sessé enviado a la Capitanía General de Guatemala; o bien, jóvenes que venían a la capital mexicana a estudiar al Colegio de Tepotzotlán, algunos como don Rafael Landívar (nacido en Antigua, Guatemala, en octubre de 1731-falleció en Bolonia, Italia, en 1793, que alcanzaría la fama como sacerdote y como poeta.
En una nota tomada de la biografía publicada en Bibliografía de Rafael Landívar, se asienta: “Tomó en Tepotzotlán (México) la ropa de jesuíta el 17 de febrero de 1750, según aparece en el Catálogo general de la Provincia del año siguiente, en calidad de novicio escolar y de maestro de filosofía (en dicho registro se dice que ingresó en la Compañía en mayo de aquel año). Según el Catálogo de 1755 se hallaba en e\ Colegio Seminario de San Jerónimo de Puebla (por equivocación en él se le da como fecha de nacimiento 1732) y era maestro de disciplinas, y a más de ser novicio escolar servía la cátedra de retórica. Pronunció en México (1766) la oración panegírica en latín de los funerales del primer arzobispo de Guatemala, ilustrísimo señor Figueredo y Victoria.” La actividad académica más destacada la desarrolló en la Universidad de San Carlos, Guatemala.
Por otra parte, el historiador y literato Rafael Helidoro Valle, nacido en Honduras en 1891 y falleció en México el año 1959 escribió lo siguiente: “No puede estudiarse la historia Centroamericana desvinculándola de la de México. Sus pueblos tienen un solo denominador común, en la cultura y en la vida política, económica y social. Personalidades como el poeta Landívar, o la del sabio médico José Felipe Flores siguen teniendo aquí y allá la misma carta de ciudadanía y pertenecen orgullosamente al mismo patrimonio”…
La etapa de la lucha por la independencia, nos unió en los ideales libertarios, emanados de la Revolución Francesa y algunos pensadores de la época, exacerbados por el hecho de que los ejércitos de Napoleón Bonaparte invadieron España, obligando a la abdicación del monarca español. Dichas acciones provocaron distintas reacciones en las colonias del Continente Americano, empezando por México y otros países latinoamericanos.
El historiador mexicano Vicente Riva Palacio, en la obra “México a Través de los Siglos”, tomo IV, consignó esta parte de la historia mexicano-guatemalteca:
“Desde que España colonizó en el Nuevo Mundo echó en él los gérmenes de una sociedad nueva también: La mezcla de conquistadores y conquistados forzosamente hubo de producir otra raza igualmente diversa de la española y de la india; engendrándose familias semejantes, pero no iguales a las de la metrópoli, y apareció otro pueblo con distintas necesidades, otra entidad, en fin, que más tarde o más temprano se hallaría dotado de fuerza propia e impulsada necesariamente a reclamar su autonomía”.
El germen de la independencia se esparció por los territorios de México y Centroamérica. La lucha armada en México fue encabezada por el cura Miguel Hidalgo y Costilla, apoyado por pensadores liberales y algunos con formación militar como Ignacio Miguel Allende. En el mes de septiembre de 1810 inicia la rebelión y el enfrentamiento armado.
Como ha consignado la historia el proceso independentista tuvo avances y retrocesos, triunfos y derrotas. En el camino mueren algunos de los líderes, pero surgen otros que mantienen viva la esperanza de la victoria. El caso es que en 1821, los ejércitos enfrentados logran establecer diálogos con el propósito de poner fin a la cruenta guerra. Agustín de Iturbide por el ejército realista y Vicente Guerrero por el ejército libertador, aceptan la creación del “Ejército Trigarante” y desfilar pacíficamente el 27 de septiembre, para ingresar a la capital mexicana, como símbolo de unión y paz. Con dichas acciones se considera que se alcanza la “consumación de la independencia”. Al día siguiente, el 28 de septiembre se procedió a firmar el Acta de Independencia del Imperio Mexicano, tras de lo cual la Junta Suprema del Imperio declara que es nación soberana e independiente de la antigua España.
Seguidamente, se formó un Congreso que eligió a Iturbide como emperador de México. El 21 de julio de 1822 fue coronado con el nombre de Agustín I. Dicha elección fue muy discutida y el nuevo monarca gobernaba con dificultades. Con la intención de consolidarse y lograr la expansión del imperio, Iturbide instruyó a sus colaboradores para iniciar negociaciones diplomáticas con los líderes de los países centroamericanos, invitándolos a adoptar el Plan de Iguala y formar parte del nuevo Imperio Mexicano.
Dicha propuesta fue recibida en América Central de diferente manera, en tanto que algunos gobernantes veían ventajas en la unión, otros preferían la independencia de España, de México y de cualquier potencia extranjera. Después de seguir un proceso que duró varios meses, la Capitanía General de Guatemala o Provincias Unidas de Centro América, a través de una proclama de las élites criollas, firmó el Acta de Adhesión al Imperio Mexicano el 5 de enero de 1822. Junto con ellos estaban varias reparticiones de Costa Rica, Nicaragua y Honduras. El Salvador y otras regiones se opusieron.
La efervescencia política en el seno del Imperio Mexicano, mostraba signos de agravamiento y el emperador Agustín de Iturbide decidió disolver el Congreso Mexicano, causando gran malestar y el enfrentamiento con facciones que estaban en desacuerdo con dicha medida. Tras la derrota del ejército imperial, viene la abdicación o renuncia del primer emperador del México independiente, el 19 de marzo de 1823.[1]
La unión imperial tuvo una duración de poco más de un año y tras la disolución del imperio, las provincias centroamericanas optaron por la independencia total y decidieron la creación de la República Federal de Centroamérica.
La etapa anterior tuvo momentos enriquecedores, pues cada una de las provincias centroamericanas nombró sus representantes al Congreso Mexicano, participando de los debates sobre los destinos del nuevo imperio. Los intercambios de todo tipo se multiplicaron y solo la distancia y lo difícil del transporte significaron barreras difíciles de salvar.
Por otra parte, también se produjeron roces y enfrentamientos armados difíciles de sanar, cuando el imperio envió tropas para tratar de someter a los rebeldes salvadoreños que se negaban a incorporarse al Plan de Iguala y a ser súbditos de Agustín de Iturbide.
Otra herida que dejó secuelas en las relaciones de México con dichas provincias, fue el hecho que igual como las demás provincias de la región fueron decidiendo libremente su separación del Imperio Mexicano, la provincia de Chiapas y la región del Soconusco (que políticamente formaban parte de la Capitanía General de Guatemala). La historia consigna que el 3 de septiembre de 1821 se declara independiente de España y de Guatemala. Posteriormente, optaron por permanecer unidos a México; esta decisión ha sido muy criticada, pues se afirma que hubo manipulación de las distintas votaciones realizadas, así como presiones y amenazas (de ambos bandos). No obstante, junto con Guatemala aceptaron libremente formar parte del Imperio de Iturbide. De la misma manera, al producirse la caída del imperio, votaron por permanecer al lado mexicano. El hecho se consumó cuando la Junta Provisional Gubernativa citó a elecciones en enero de 1824, decidiéndose la adhesión definitiva a México; es decir su adhesión al Pacto Federal. Esta incorporación fue decidida en aquel 14 de septiembre de 1824; dos días antes, el 12, a través de un plebiscito donde la idea de prosperidad marcaría una anexión donde las clases criollas y mestizas obtendrían, a la larga, privilegios mayores a las de las comunidades indígenas.[2]
Para finalizar esta parte de la historia de las relaciones mexicano-guatemaltecas, viene al caso citar un párrafo citado en la página misma de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México:
“Al asumirse como mexicanos irredentos, en lucha por consumar su
emancipación, los coletos fincaron las bases de una alianza firme y
mutuamente provechosa con el Gobierno mexicano, el cual alegó la
presunta voluntad del pueblo chiapaneco de unirse a la República como
excusa para intervenir en los asuntos de la provincia y de este modo
concretar sus propios planes de control territorial.”
Mario Vázquez Olvera
“Chiapas mexicana”[3]
Una reseña del catedrático Joel Pérez Mendoza, del Colegio de México sobre la obra de Vázquez Olvera, destaca lo siguiente: “A pesar de esto, México y Centroamérica se mantuvieron en conflicto por el control del Soconusco, lo que los llevó al borde de la guerra. La disputa por este territorio llegó a convertirse en una cuestión de honor para el gobierno centroamericano, que finalizó con su ocupación por tropas mexicanas en 1842, facilitada por el desmembramiento de la República Federal de Centro América años atrás. Gracias a la diferencia de recursos económicos, políticos y militares México pudo consolidar la posesión de Chiapas y el Soconusco, en detrimento de una relación amistosa con Centroamérica.*
*Después de la disolución del Imperio mexicano las provincias centroamericanas constituyeron la República Federal de Centro América, proyecto que comenzaría a desintegrarse en 1838, hasta su total disolución en 1840.
De tal forma que la mexicanización de Chiapas, clave en la gestación de la frontera, se convirtió en un elemento fundamental en las relaciones entre México y Centroamérica incluso en la actualidad.”[4]
Evolución de las relaciones entre México y Guatemala. Pasado el episodio de la adhesión de Chiapas y Soconusco a la República Mexicana, las relaciones bilaterales transitaron por altibajos durante el siglo XIX. El punto principal de diferencias era el de la fijación de los límites fronterizos, dado que estaba latente la cuestión separatista chiapaneca y el sentimiento guatemalteco de despojo por parte de las autoridades mexicanas. Durante algunos momentos se produjeron tensiones entre los negociadores de ambos países, por lo que en septiembre de 1858 se decide la clausura de la Legación de México en Guatemala. Se afirma que durante el periodo de gobierno del Presidente Benito Juárez por México y M. García Granados de Guatemala; así como durante el largo periodo de gobierno de Porfirio Díaz, quien mantuvo buenas relaciones con los gobernantes guatemaltecos de su época. Y los incidentes producidos por el paso natural de las personas y mercancías y eventualmente, algunos perseguidos de la justicia.
El 27 de septiembre de 1882, en la Ciudad de México, se firmó el Tratado sobre Límites entre los Estados Unidos Mexicanos y la República de Guatemala, mediante el cual ésta cedió a nuestro país alrededor de 27,949 km2 de territorio y recibió a cambio aproximadamente 3,105 km2 , además de rescindir de toda reclamación sobre Chiapas y el Soconusco. En el tratado de límites de 1882 se acordó realizar trabajos para mantener la brecha fronteriza; sin embargo, éstos no se habían desarrollado de forma completa, por lo que la línea fronteriza no estaba definida oficialmente. Ante esto era necesario atender las carencias de la Comisión Internacional de Límites y Aguas.[5]
Lo anterior representó un paso importante para disminuir las tensiones en ambos lados de la frontera, no obstante no faltaron incidentes que pusieran en peligro la paz. En el mes de enero de 1893 tuvo lugar un hecho de la mayor importancia, dado que el gobierno guatemalteco otorgó algunas concesiones para la explotación de maderas en la región del Petén. La que provocó la alerta fue el jefe de la Comisión de Límites de Guatemala ordenó colocar un tipo de monumentos para fijar los límites, pero lo hicieron sin respetar los derechos mexicanos; la empresa Jamet y Cia. beneficiaria de la concesión pidió el apoyo de soldados guatemaltecos para prender fuego a las llamadas “monterías” que llevaban el nombre de Constancia, Agua Azul y San Nicolás; al mismo tiempo que les decomisaban la madera obtenida por los mexicanos con su trabajo.
De inmediato hubo fuertes reacciones en todos los sectores de la sociedad mexicana y se hablaba de una posible guerra, en caso de que el gobierno guatemalteco no ofreciera suficientes satisfacciones. Siendo parte de las negociaciones en este asunto, el General Porfirio Díaz hace pública la siguiente declaración:
“Deseo que reflexionen y se retiren, comprendiendo que todo se podrá evitar antes de disparar el primer tiro, porque si esto llega a suceder, como no podemos exponernos al ridículo, necesitamos consumar grandes sacrificios pecuniarios… y aunque ya llevo gastados por cuenta de Guatemala algunos centenares de miles de pesos, todavía puedo dar garrote” (Visto en Cosío Villegas, Daniel. Historia Moderna de México. Pp. XXIII, AMR. F 2303).
Finalmente, Guatemala declara que la invasión de territorio mexicano fue creyendo que estaba en el uso de sus derechos, pero que no era su intención ofender a México y en aras de la buena amistad quedaban dispuestos a indemnizar a los afectados en el monto que fijase un árbitro nombrado por las dos partes. El proceso de arbitraje lo inició Mr. Ramson Ministro plenipotenciario de los Estados Unidos en México, quien inicialmente fijó un monto relativamente alto, pero por razones de salud no logró culminar la resolución. Fue sustituido Por el Duque de Arcos, Min. Plenipotenciario de España, quien diluyó de manera importante las responsabilidades de las autoridades guatemaltecas y propuso una cantidad simbólica. Con ello se dio fin al problema limítrofe.
Por cuestiones de espacio daremos un salto en el tiempo para situarnos en la quinta década del Siglo XX, asomándonos al contenido del artículo escrito por mi colega el Embajador Everardo Suárez Amezcua, cuyo título es el siguiente: “EL DIFERENDO MÉXICO-GUATEMALA DE 1959.” Tema referente a la captura ilegal de camarones, por parte de pescadores mexicanos, que nos transporta a tiempos lejanos, cuando en México gobernaba el Presidente de la República Adolfo López Mateos y en Guatemala, el general Miguel Ydígoras Fuentes. Este trabajo se publicó en esta misma revista, en ADE No. 87, correspondiente al tercer bimestre de 2023.
Desde la óptica oficial México y Guatemala celebran 175 años de relaciones diplomáticas:
Boletín de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
“México y Guatemala cuentan con una nutrida agenda bilateral sobre diversos temas que van desde el ámbito económico hasta el cultural. Ante esta importante celebración, México reitera su interés de continuar fortaleciendo la relación bilateral.
La Secretaría de Relaciones Exteriores se congratula por el 175 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas con la República de Guatemala, instauradas el 6 de septiembre de 1848.
México y Guatemala están unidos por fuertes lazos históricos y culturales, a la vez que mantienen una sólida relación de amistad y cooperación como vecinos, al compartir una frontera de 960 km.
El 12 de abril de 1848, Guatemala designó a Felipe Neri del Barrio primer ministro plenipotenciario en México. Mientras que el primer representante diplomático acreditado por México en Guatemala fue Juan Nepomuceno Pereda, nombrado el 11 de junio de 1853 y quien presentó sus cartas credenciales el 28 de diciembre de ese año.
Las representaciones se elevaron a rango de Embajada el 10 de marzo de 1926, siendo la mexicana la primera representación diplomática a nivel de Embajada establecida en Guatemala. Alfonso Cravioto fue el primer embajador mexicano en ese país y Eduardo Aguirre Velásquez el primer embajador de Guatemala en México.
Actualmente, México y Guatemala cuentan con una nutrida agenda bilateral sobre diversos temas que van desde el ámbito económico hasta el cultural, en la que impera el diálogo político al más alto nivel, la corresponsabilidad y la cooperación.
Ante esta importante celebración, México reitera su interés de continuar fortaleciendo la relación bilateral, en un marco constructivo basado en el respeto mutuo entre ambos países.”
Ceremonia en el Senado de la República:
Por otra parte, en sesión solemne, el Senado de la República celebró el 175 aniversario del inicio de relaciones diplomáticas entre México y Guatemala, las cuales se formalizaron a partir del 6 de septiembre de 1848. Dentro del evento donde se conmemoró la profunda y dinámica relación, se destacó la intención por construir puentes a favor de la política binacional por lo cual hasta el momento se han formalizado 40 acuerdos entre ambos países.
A la ceremonia asistió el Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso guatemalteco.
Boletín de prensa. Ciudad de México, 25 de abril de 2023. El Gobierno de Guatemala participó hoy en una celebración solemne que el Senado de México ofreció por los 175 años de relación entre los Gobiernos de ambos países.
La ceremonia, que se llevó a cabo con el objetivo de reafirmar los excelentes vínculos de amistad y cooperación que unen a nuestros países, contó con la participación de funcionarios de la Embajada de Guatemala en México y del presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de la República, Manuel Conde Orellana.
En su intervención, el diputado guatemalteco agradeció la histórica solidaridad que ha caracterizado a México hacia Guatemala, y resaltó: «Guatemala y México sabemos de dónde venimos, sabemos en dónde estamos y sabemos hacia dónde vamos. Y eso nos une aún más».
También mencionó que Guatemala y México son socios estratégicos que, a lo largo de las décadas, han demostrado su plena disposición para afrontar retos en común de manera conjunta, a fin de encontrar formas de progreso.
Como parte del acto, ambos países refrendaron su compromiso de continuar trabajando en todos los niveles para seguir afianzando la relación diplomática y de amistad como una de las más sólidas en la región.
“Guatemala y México comparten una relación de hermandad como ninguna otra en el mundo”, aseguró Raúl Rocha Cantú, Cónsul Honorario de Guatemala para el Estado de México, durante un evento cultural para celebrar los 175 años de vínculos bilaterales entre ambos países.
Ante la presencia de embajadores, presidentes municipales y funcionarios de diversas entidades del país, Rocha Cantú refirió que pese a los desafíos a los que actualmente nos enfrentamos, las dos naciones han logrado avances significativos en los ámbitos comerciales, sociales y migratorios.
Marco Tulio Chicas Sosa, Embajador de Guatemala en México, quien también estuvo presente en el evento, agregó que los dos países están pasando por el mejor momento de vínculos diplomáticos. Por ello, la celebración de este aniversario busca fortalecer las comunicaciones entre naciones, con el objetivo de potenciar las alianzas comerciales, económicas y, sin duda alguna, culturales: “somos países hermanos que mantenemos una relación milenaria de base sólida, tanto que ya estamos pensando en cómo serán los siguientes 175 años”, añadió.
La relación entre ambos países está fortalecida, tanto que el 63% de la inversión que México destina a Centroamérica se concentra en Guatemala, representando una economía de 3,450 millones de dólares. Mientras que el país centroamericano se ha posicionado como el cuarto socio comercial más importante de México en América Latina.
Una relación que se fortalece
La relación bilateral que se consolidó el 6 de septiembre de 1848, y que ha dado como resultado la celebración de 40 acuerdos bilaterales, se ha mantenido gracias a la dedicación y el compromiso de los cuerpos diplomáticos de ambos países. Es por ello que funcionarios de México y Guatemala aprovecharon el evento para reafirmar el trabajo en conjunto, asegurando que la colaboración es esencial para la creación de más empleos y el bienestar de los dos países.
José Pablo Montemayor, Coordinador de Asuntos Internacionales para el Estado de México, quien asistió al evento en representación del gobernador Alfredo del Mazo, reiteró su compromiso por continuar con el fortalecimiento de las relaciones diplomáticas entre México y Guatemala: “Tenemos la firme convicción de que la cooperación, el intercambio de buenas prácticas y las buenas relaciones internacionales se traducen en desarrollo para nuestros países, y en el fortalecimiento para nuestras sociedades”.
Al evento, que tuvo lugar en el Museo Galería Arte Mexiquense Torres Bicentenario, en el Estado de México, asistieron José de Jesús Rodríguez, Presidente de la Cámara de Comercio de la Ciudad de México (Canaco-CDMX); Rubén Nájera Contreras, Embajador de Guatemala en El Salvador; Armando Cheng, Embajador de Taiwán en México; además de representantes de la Embajada de Ucrania en México.
NOTAS:
- https://es.wikipedia.org/wiki/Anexi%C3%B3n_de_la_Capitan%C3%ADa_General_de_Guatemala_al_Primer_Imperio_mexicano ↑
- https://www.cndh.org.mx/noticia/incorporacion-de-chiapas-al-pacto-federal ↑
- Ídem ↑
- https://historiamexicana.colmex.mx/index.php/RHM/article/view/4146/4309 ↑
- https://www.asf.gob.mx/Trans/Informes/IR2014i/Documentos/Auditorias/2014_0066_a.pdf Secretaría de Relaciones Exteriores Límites Territoriales y Aguas Internacionales entre México y Guatemala, y entre México y Belice. ↑
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