VI. PAÍSES Y LINAJES.

Mientras me desempeñaba como Embajador de México en la República de Corea fui invitado por las autoridades de las fuerzas armadas de Estados Unidos estacionadas en aquel país, para fungir como orador especial de su Celebración del 12 de octubre -de 2006-, y discurrir sobre “El orgullo hispánico”.

A continuación transcribo el texto del Discurso que pronuncié en esa ocasión –rescatado de mis archivos en días recientes-, el cual se presenta a los lectores de ADE, por el interés que pudiese suscitar:

“En primer lugar deseo agradecer la amable invitación para participar en esta celebración. Es un gran honor y un privilegio para mí tener la oportunidad de compartir con ustedes algunas reflexiones sobre la “contribución latina” al futuro de Estados Unidos.

Debo confesar que en mi larga carrera diplomática esta invitación ha representado para mí un reto muy particular. ¿Por qué?, se preguntarán ustedes con razón. La respuesta es muy simple y se refiere al hecho de que debo tratar un asunto que no cabe en mi visión del mundo.

Lo que quiero decir es que desde siempre he considerado que la condición humana es sólo una, que todos los seres humanos, trátese de blancos, negros, cafés, rojos o amarillos; de cristianos, budistas musulmanes, hindúes o judíos, todos nacen iguales y participan de la misma libertad, dignidad y derechos y obligaciones.

Es innegable el hecho de que un obrero latinoamericano de la industria siderúrgica come, actúa, ora, ama, estudia o trabaja quizá de un modo ligeramente distinto a un agricultor del norte de China, de una docente en Soweto, de una diseñadora en Copenhague o de un abogado en Filadelfia.

No obstante, esas diferencias no trascienden los límites de la condición humana.

Los valores de la civilización occidental a la cual pertenecemos, emanan -grosso modo- de la combinación, principalmente, de dos culturas antiguas. En primer lugar, de la griega, que inventó el concepto y la sustancia misma de la democracia, así como todo lo valioso en arte y cultura.

En segundo lugar, de Roma. Los romanos crearon instituciones y leyes que todavía guían nuestra vida diaria. Los romanos establecieron los principios yla estructura republicana y de las libertades. A esos dos legados los israelíes añadieron la religión que profesa no sólo la mayor parte del mundo occidental.

Fueron la Corona española y el espíritu emprendedor del italiano Cristobal Colón quienes “descubrieron” el nuevo mundo, para hallar que las civilizaciones Inca, Maya, Azteca y otras, habían desarrollado ya culturas esplendorosas, tan antiguas como algunas de Asia o Europa. Junto con los conquistadores arribaron los misioneros, y fueron ellos, sobre todo, quienes introdujeron la lengua, la religión y la cultura que la mayoría de nosotros profesamos y hablamos.

Por su parte, los conquistadores sometieron a los líderes autóctonos, establecieron instituciones europeas y se mezclaron con nuestras bisabuelas.

Un poco más adelante, especialmente en el área del Caribe, se fue agregando un flujo de sangre africana.

En una nuez, es ése el espléndido pasado que la población latinoamericana carga en sus espaldas. ¿Qué significado tiene para la vida presente y cómo se ubica en la sociedad estadounidense? ¿De qué deberían sentirse orgullosos y cómo pueden contribuir al futuro de Estados Unidos?

Con sus valores familiares, en primer lugar. Hace poco tiempo la revista “The Economist” comentaba cómo los hábitos familiares -caracterizados por una integración familiar más sólida- de los latinos puede contribuir a mantener en Estados Unidos una sociedad más integrada, más cohesionada y firme.

La Fiesta, el ocio, también. Creo que en virtud de principios protestantes y calvinistas los estadounidenses trabajan en exceso y descuidan el ocio, fenómeno que cultivado, es terreno fertílisimo de la creación. Los latinos dedicamos demasiado tiempo al festejo, aprovechando el menor pretexto para disfrutar. Atado a la Fiesta viene el baile. Es popular la frasede que allí donde se reúnen más de tres latinos acaba en baile.

La combinación de ambas actitudes puede dar como resultado el dorado término medio.

Nuestra comida. Bien que la globalización ha posibilitado que en todas partes encontremos platillos de todas partes, hay pocos lugares como Estados Unidos donde es posible hallar la variedad de muestras y manifestaciones de todo tipo de restaurantes. Si somos lo que comemos, como se asegura, entonces los latinos ocupamos un buen sitio en esas jerarquías.

¿Y qué decir de nuestra música? Salsa, merengue, rumba, cumbias, rancheras, boleros, danzón, chachachá…indudablemente han enriquecido el enorme universo musical que ya existe en Estados Unidos. Quizás el Caribe produce la mejor música popular en el mundo.

Descendientes, en fin, de un linaje de pensadores y artistas, su contribución a la ya rica sociedad de Estados Unidos puede aportar algunos poetas, para emular a Walt Whitman o Edgar Allan Poe; arquitectos que sigan los pasos de Frank Lloyd Wrigth; forjadores espirituales que puedan inspirarse en las hazañas de Thomas Jefferson, y así sucesivamente. Hace falta un mayor número de diputados, senadores, gobernadores y, por qué no, un Presidente que surja de entre ustedes.

Por sobre todas estas consideraciones, la mejor contribución que pueden hacer a su país es ser ciudadanos ejemplares. La mayoría de sus ancestros emigraron a Estados Unidos en busca de una vida mejor. No los defrauden ni se defrauden ustedes mismos.

Muchas gracias.”


*Palabras del Embajador de México con motivo de la Celebración del 12 de Octubre de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en la República de Corea. Tegu, 11 de octubre de 2006. Original en inglés.

 

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