Los llamaron filibusteros. Sin apoyos
institucionales, sin recursos, se lanzaron
como lobos para desposeer de territorios
a un México indefenso.
Rolan Pelletier Barberena.
Una constante en la historia de México fue la serie de agresiones e intervenciones armadas provenientes del exterior. Algunas de estas tuvieron forma de conflictos y guerras contra otros países, como fue el caso de la primera guerra de intervención francesa en los años 1838-1839, la guerra contra los Estados Unidos en 1846-1847 o la segunda guerra de intervención francesa durante los años 1862-1867. Otra forma de agresión ocurrió con las expediciones militares como la que envió España en septiembre de 1829, compuesta por 3,500 hombres al mando del general Isidro Barradas, para tratar de volver a imponer el régimen colonial en la naciente república mexicana.
Otra expedición fue la llamada punitiva que enviaron los Estados Unidos a Chihuahua con el pretexto de capturar al general Francisco Villa. El operativo transcurrió de marzo de 1916 a febrero de 1917 y agrupó a 15,000 soldados. La ocupación de los puertos de Veracruz y Tampico por parte de la armada norteamericana de abril a noviembre de 1914, movilizando a 4,000 soldados e infantes de marina, fue otra agresión que se llevó a cabo sin mediar un estado de guerra. En ambos casos fueron acciones militares de corte unilateral por parte del gobierno de los Estados Unidos.
La Nueva España primero y luego el México independiente sufrieron las incursiones y los ataques de piratas y bucaneros que azotaron los puertos de Veracruz y Campeche en el Golfo de México y de Acapulco y San Blas en el Pacífico durante los siglos XVII y XVIII. A principios del siglo XIX y aún antes de la independencia las agresiones estuvieron a cargo de filibusteros, mercenarios y aventureros que buscaban fortuna con la ocupación de territorios y la explotación de la minería principalmente.
En esta parte resulta de interés destacar que según el profesor Joseph A. Stout, académico de la Texas Christian University, autor del libro “Schemers and Dreamers: Filibustering in Mexico 1848-1921”, editado en 2002, el término de filibustero proviene de la expresión holandesa “vribuiter” (“freeboter” en inglés y “filibustier” en francés) y se empleaba originalmente para referirse a un bucanero o corsario en busca de botín. En los Estados Unidos, a partir de 1850, se empezó a utilizar para referirse a una expedición organizada y patrocinada ilegalmente por intereses particulares, en territorio neutral, para participar en acciones bélicas en países vecinos. La expresión también hacía referencia a los integrantes de esas expediciones y a las naves en que viajaban.
De esta forma, se puede aseverar que la primera incursión filibustera que registra la historia de México fue la que encabezó el norteamericano James Long en junio de 1819, en plena guerra de independencia, para tratar de arrebatar al virreinato de la Nueva España el territorio de Texas. Se trató de una reacción de oposición de Long al tratado Adams-Onis que definió la frontera entre los Estados Unidos y la Nueva España. James Long encabezó una fuerza de 200 mercenarios, procedentes en su mayoría de Luisiana, que invadió Texas, ocupó la región de Nacogdoches y proclamó la república de Texas. Cuatro meses después la figura de Long y su movimiento se desgastaron, sin el apoyo de los colonizadores anglo- sajones y el grupo se dispersó.
En abril de 1820 Long organizó una segunda incursión al mando de 300 filibusteros. En octubre de ese año lograron sitiar la guarnición de Presidio La Bahía, pero tropas virreinales los derrotaron y Long fue llevado a prisión a San Antonio y Monterrey. Long fue asesinado en la Ciudad de México en abril de 1822.
Unos detalles adicionales de esta aventura fueron que Long trató de reclutar al pirata francés Jean Lafite y a su tripulación, reunió a un grupo de soldados veteranos franceses que tuvieron su cuartel en Champ d´Asile en Texas y tuvo entre sus filas a personajes que figurarían años más tarde en la guerra de independencia de Texas como Benjamin Milam y Jim Bowie.
Acerca del aventurero Ben o Benjamin Milam se puede señalar que además de formar parte de la expedición de Long para ocupar la Texas española, participó en la guerra de independencia de México, llegó a ser coronel en el ejército mexicano, juró la constitución de 1824; Antonio López de Santa Anna lo recluyó en prisión, huyó, se unió al llamado ejército texano e intervino en el sitio de San Antonio Béjar en 1835. Murió en diciembre de ese año en un enfrentamiento con tropas mexicanas. Un dato interesante de Milam fue que en 1821 fue aprehendido por tropas del ejército trigarante y luego puesto en libertad por las gestiones realizadas por el enviado diplomático de los Estados Unidos Joel R. Poinsett.
De acuerdo con el historiador Faustino A. Aquino Sánchez el inicio del siglo XIX fue turbulento para México. El país surgió como una nación independiente, definida como una nación moderna por la constitución de 1824 cuando en realidad no lo era en modo alguno. Aquino Sánchez refiere que la inestabilidad creada por constantes crisis y guerras civiles acabaron por crear en el extranjero la impresión de que los mexicanos no eran capaces de gobernarse a sí mismos, con la ficción de que se aspiraba a crear una élite moderna en medio de una sociedad tradicionalista, lo que resultaba patético a los ojos de los observadores extranjeros contemporáneos. En opinión de ese autor la convulsiva vida política mexicana propició frecuentes conflictos diplomáticos y bélicos con las grandes potencias cuando éstas se arrogaron el derecho de determinar el destino de la joven nación.
Otro punto de vista de Aquino Sánchez señala que luego de su independencia México se convirtió en un campo de batalla entre Estados Unidos, Francia e Inglaterra por dominar su vida política y económica. La lucha contra el extranjero resultaría ser a la larga un elemento que ayudaría a unir a la población y a dar a México una personalidad definida. En esa tarea – según el historiador- la diplomacia mexicana, como parte de la élite ilustrada gobernante, jugó un papel de primera línea, pues antes de que surgiera una conciencia nacional, la negociación por vía diplomática era la primera trinchera de defensa ante el extranjero. Los principios jurídicos abstractos esgrimidos por los diplomáticos mexicanos eran las mejores armas disponibles para defender a una nación igualmente abstracta. (“Intervención Francesa 1838-1839. La diplomacia mexicana y el imperialismo del libre comercio “. INAH. 1997.).
La guerra por la independencia de Texas no puede observarse estrictamente como un conflicto armado entre el ejército mexicano y fuerzas de irregulares que trataban de separar ese territorio del país. También tuvo su ingrediente filibustero. Así, resulta necesario anotar que el bando secesionista estaba integrado por colonos de origen anglo-sajón, por rancheros mexicanos desencantados con el régimen republicano de corte centralista y la tiranía de Santa Anna y por aventureros norteamericanos procedentes de estados esclavistas como Luisiana, Missouri, Kentucky, Tennessee y Virginia. Estos personajes que cumplieron papeles de mercenarios o filibusteros llegaron a Texas atraídos por los recursos naturales de la zona y por las promesas de dotarlos de grandes superficies de tierra.
Para comprender mejor la naturaleza de la guerra de Texas es de interés destacar lo expuesto por el autor Paco Ignacio Taibo II en su libro “El Álamo. Una historia no apta para Hollywood “. (Editorial Planeta. 2011), en términos de que de los 58 firmantes de la declaración de independencia de Texas solo dos eran originarios de la provincia, se registró la firma de un yucateco, un inglés, un español, un irlandés, un escocés, un canadiense y cincuenta ciudadanos de los estados sureños y esclavistas de los Estados Unidos, entre ellos once de las Carolinas. Esto es, el 86.2% de los que se decían representantes texanos eran estadounidenses.
El intento de establecer una llamada República del Río Grande fue una tentativa de secesión de los estados de Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y partes de Texas entre enero y noviembre de 1840. Se trató de una reacción de descontento político contra el gobierno centralista de Anastasio Bustamante.
Después de la separación de Texas en 1836, en marzo de 1839 se desató una rebelión encabezada por Antonio Canales Rosillo, José María González y Antonio Zapata, terratenientes de la región, cuyo fin fue el de proclamar la República del Río Grande. Estos individuos se trasladaron a Texas en busca de apoyos financieros y materiales a cambio de concesiones de tierras. Las autoridades de la entonces república de Texas simpatizaron con el movimiento, pero se negaron a apoyarlo abiertamente. Sin embargo, consintieron en que se organizaran sendos batallones al mando de Reuben Ross (el norteamericano) y Samuel Jordan (el texano). Estas unidades agruparon a cerca de 600 mercenarios y en octubre de 1839 ocuparon las poblaciones de Villa Guerrero y Mier en Tamaulipas. A principios de diciembre de ese año fueron derrotados al tratar de ocupar Matamoros. En enero de 1840 esa fuerza filibustera fue derrotada por las tropas del general Mariano Arista en Monterrey y días después volvieron a ser derrotados en San Fernando Agua Verde, Coahuila. Los sobrevivientes de la fuerza invasora fueron capturados y fusilados.
Para marzo de 1840 Antonio Canales Rosillo reanudó su plan de separar esos estados y proclamar una nueva república. En esta ocasión estableció su cuartel general en San Patricio, Texas y reclutó a 500 filibusteros texanos y estadounidenses al mando de Samuel Jordan y W.S. Fisher. En esta nueva incursión ocuparon Laredo, Mier y Ciudad Camargo, avanzaron hasta Linares y Ciudad Victoria, Tamaulipas y en Saltillo, Coahuila fueron derrotados por las tropas del general Rafael Vázquez, obligando a los invasores a replegarse hasta Texas. Canales Rosillo fue derrotado en Santa Rita, Coahuila a finales de marzo, en tanto que Antonio Zapata fue capturado y decapitado por traición.
Canales Rosillo reclutó más filibusteros para volver a Ciudad Victoria, pero fue derrotado nuevamente por el ejército mexicano. En plena derrota moral y táctica este personaje decidió no apoyar el expansionismo de los colonos esclavistas anglo-sajones y se rindió a las fuerzas mexicanas en noviembre de 1840 en Ciudad Camargo. Su lugarteniente, W.S. Fisher, y sus fuerzas texanas fueron derrotados en Ciudad Mier el 26 de diciembre de 1842 y con este episodio concluyó la intentona de separar a los estados del norte del país para establecer una república y ulteriormente, como ocurrió con Texas, unirse a los Estados Unidos.
En el registro histórico de las incursiones filibusteras en México se puede apreciar que el estado de Sonora fue, con toda seguridad, el botín más buscado por las expediciones de mercenarios y aventureros. El tamaño del territorio, sus riquezas naturales y su proximidad con los Estados Unidos fueron los factores determinantes.
La primera incursión de filibusteros norteamericanos en Sonora ocurrió en 1851. Estuvo al mando de Joseph C. Moorhead. Se trató de una acción armada de corte punitivo contra el pueblo de Yuma. En noviembre de ese año esa fuerza fue expulsada del país y obligada a internarse en Arizona.
En el mismo año de 1851 el aventurero francés Charles de Pindray organizó una colonia compuesta por 88 filibusteros franceses en la población de Cocospera, pero el experimento terminó en fracaso. En 1852 Lepine de Segondis condujo a 150 mineros y aventureros franceses para tratar de explotar un yacimiento de cobre en la zona de Santa Cruz, aprovechando una concesión del gobierno condicionada al combate de las tribus apaches. Como la anterior, está expedición fracasó.
Una vez abordada la presencia de nacionales franceses en Sonora, en función de aventureros, mercenarios o filibusteros, resulta necesario exponer que por esa época su país de origen se encontraba en un proceso de transición de una economía rural, aún con rasgos feudales, hacia un modelo industrializador que estaba propiciando desempleo en el campo, además de la baja de precios de los productos agropecuarios ante los bienes industrializados. Este cambio produjo contradicciones en la economía francesa. Una de ellas fue la creación de un gran ejército laboral de reserva que no encontraba espacio en la naciente industria. Los grandes propietarios rurales, aristócratas en su mayoría, también resintieron los principios de la revolución industrial.
Esos agricultores y terratenientes desplazados creyeron encontrar nuevas oportunidades en la explotación del oro en California. Atraídos por la llamada fiebre del oro se encontraron en una zona inhóspita para la cual no estaban preparados ni contaban con la experiencia en la prospección de minerales. Miles de franceses se vieron atrapados por su fracaso como gambusinos, sin oportunidades para volver a sus labores agrícolas y obligados a buscar la supervivencia con oficios como zapateros, panaderos, barberos, cocineros o empleados de todo tipo. Ese sector laboral y social fue el caldo de cultivo propicio para que aventureros, con algo de capital, cierta visión y capacidad de liderazgo, encontraran el ingrediente principal, pero bruto, para organizar sus ambiciosas expediciones, reclutando auténticos parias y ofreciéndoles las fortunas que no pudieron encontrar en California.
Uno de los casos más conocido de filibusterismo en Sonora fue el que emprendió el francés Gastón de Raousset-Boulbon, un aristócrata rural venido a menos, desplazado por la revolución industrial y quien decía ser un teórico del colonialismo francés en África y Asia. En la zona de San Francisco, California reclutó a 250 aventureros franceses, ofreciéndoles grandes beneficios por la explotación de minas de oro y cobre en Sonora, asegurando que contaba con una concesión del gobierno mexicano. Raousset- Boulbon intentó introducir disciplina militar en su grupo aduciendo que enfrentarían a tribus rebeldes de indios yaquis y apaches.
El financiamiento para esta aventura procedió de la agencia Jecker, que se hizo conocida por su participación en la intervención francesa y la proclamación del imperio de Maximiliano.
El 1 de junio de 1851 Raousset-Boulbon y su banda de filibusteros desembarcaron en Guaymas y simulando dirigirse a la mina Arizona avanzaron hacia Hermosillo y Saric con el propósito de ocupar esas poblaciones. Ignorando las órdenes del general Miguel Blanco de retirarse y desarmarse, los franceses atacaron y tomaron Saric y en ese lugar declararon la independencia de Sonora. Semanas después, el 14 de octubre, atacaron y ocuparon Hermosillo para iniciar su “revolución separatista”.
Sin embargo, la ocupación de Hermosillo no resultó exitosa a causa de una epidemia de difteria que redujo y debilitó a la facción filibustera. Los franceses se retiraron a Guaymas y fueron expulsados a California en noviembre de 1852.
Sin duda alguna la aventura de Raousset-Boulbon fue una agresión armada y violatoria de la soberanía nacional, sin embargo, tuvo otros episodios extraños. Por ejemplo, este personaje solicitó a Antonio López de Santa Anna una compensación económica para su “compañía”, pero en cambio recibió una acusación de intento de golpe de estado; en 1852 el propio Santa Anna le ofreció una concesión de tierras condicionada a que sus reclutas se enlistaran en el ejército mexicano y que aceptaran combatir a los apaches y a otros filibusteros. De manera falaz Raousset-Boulbon simuló aceptar la propuesta, pero se dedicó a preparar su segunda incursión en Sonora. Para 1853 hasta la prensa californiana se encargaba de difundir los intereses del aventurero por ocupar ese territorio.
En junio de 1854 un nuevo grupo de filibusteros franceses desembarcó en Guaymas. El 13 de julio de ese año se enfrentaron con las fuerzas del general José María Yáñez (una tropa reducida en número apoyada por 2,000 civiles entre los que figuraron inmigrantes europeos e indios yaquis y guaimas. El caudillo yaqui Cajeme participó en ese episodio). La banda de filibusteros franceses fue derrotada y Raousset-Boulbon resultó capturado, juzgado por un consejo de guerra y fusilado el 12 de agosto de 1854.
Para ampliar la información sobre la aventura de Gaston Raousset-Boulbon en Sonora se pueden consultar mayores detalles informativos en el libro “México perdido. La patria que nunca fue”, de Rolan Pelletier Barberena, Ediciones B,2009, en donde el autor relata las peripecias y el carácter de ese filibustero francés, pormenores que no fueron debidamente abordados por la historia oficial del país, por tratarse, seguramente, de hechos que tuvieron lugar durante los gobiernos conservadores y dictatoriales de Santa Anna. No deja de sorprender, asimismo, que este capítulo siga parcialmente ignorado por historiadores y expertos a pesar de que la defensa de los intereses nacionales contra las incursiones de filibusteros y mercenarios extranjeros contribuyó a la consolidación de la identidad nacional.
Para reforzar el comentario inherente al interés de banqueros, filibusteros y soldados de fortuna franceses por Sonora, resulta de utilidad agregar que esas ambiciones persistieron hasta la instauración del llamado Imperio Mexicano de Maximiliano. Durante los cinco años que duró el régimen imperial en México el gobierno de Napoleón III estuvo presionando a Maximiliano para que cediera Sonora a Francia y anexarla como colonia o provincia de ultramar. Maximiliano evadió esas presiones a pesar de que se llegó a plantear un acuerdo compensatorio que condonaba las deudas contraídas con Francia.
Con William Walker se inició la segunda etapa de las incursiones filibusteras procedentes de los Estados Unidos. A este personaje, oriundo de Tennessee, convencido de la doctrina del destino manifiesto, seguidor de la política del expansionismo y partidario del esclavismo, lo alcanzó en 1850 el interés por la colonización de Sonora y Baja California y la explotación de sus recursos mineros. Trató de propiciar una asociación con Raousset-Boulbon en los planes de organizar una expedición a México, pero al final se impuso su convicción de que eran los norteamericanos los indicados para ocupar México y no los franceses.
A partir de 1853 Walker empezó a difundir en medios políticos sureños su proyecto de conquistar Sonora, promulgar una nueva república y luego integrarla a los Estados Unidos (alineada con los estados sureños y esclavistas).
En octubre de 1853 Walker reunió a un grupo de 50 vagabundos y se embarcó con ellos con dirección a La Paz. Ocupó esta pequeña población, declaró la nueva república, proclamó que Baja California era libre, soberana e independiente y después recibió refuerzos consistentes en 230 mercenarios.
El 18 de enero de 1854 Walker se nombró presidente de Sonora, con dos provincias: Sonora y Baja California y declaró que la nueva república se regiría por las leyes de Luisiana (se aprobaba el esclavismo).
Mientras William Walker se encontraba ocupando esos territorios y proclamaba una nueva república, los gobiernos de México y de los Estados Unidos se encontraban negociando el tratado de la Mesilla, por medio del cual la parte mexicana cedía a la norteamericana una franja de terreno, estableciendo una nueva línea fronteriza entre Sonora y Arizona. Walker no tuvo conocimiento de esas negociaciones y al final de éstas el gobierno estadounidense lo declaró transgresor de las leyes federales.
En Ensenada Walker y 135 filibusteros trataron de movilizarse hacia Sonora para iniciar una revuelta. Walker tenía el plan de atraer a su causa a los hacendados sonorenses, pero para estas fechas, febrero de 1854, su banda estaba diezmada por deserciones, enfermedades e insubordinación. Los últimos 34 filibusteros de Walker cruzaron la frontera hacia los Estados Unidos y se rindieron al ejército norteamericano el 8 de mayo de 1854. Walker fue hecho prisionero, trasladado a San Francisco y enfrentó un tribunal de justicia acusado de violar leyes federales. Al final del juicio el jurado lo declaró no culpable por la presión ejercida por la opinión pública que favorecía la doctrina del destino manifiesto.
El 12 de septiembre de 1860 William Walker fue fusilado en Trujillo, Honduras después de sus fracasadas aventuras en Nicaragua, Costa Rica y Honduras.
Juan Napoleón Zerman encabezó una expedición filibustera que ocupó La Paz, Baja California en 1855. Zerman y su grupo zarparon de San Francisco a bordo de las embarcaciones Archivald Grace y Rebeca Adams con el objetivo de ocupar los puertos mexicanos del Pacífico. En La Paz y Cabo San Lucas. Zerman y su banda fueron hechos prisioneros por las tropas del general José María Blancarte. Los filibusteros fueron llevados a Mazatlán en donde fueron juzgados por un tribunal que no los encontró culpables y se declaró que la expedición no tenía fines filibusteros, a pesar de que Zerman se ostentaba como almirante de la marina mexicana, ya que, al parecer, éste negoció arreglos secretos con el general Juan Álvarez y con su sobrino Diego Parra Álvarez.
La proclamación de la llamada República de la Sierra Madre fue un segundo intento de separar a Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas de México e independizarse. Este episodio tuvo lugar en 1855 y fue organizado por el gobernador de Nuevo León Santiago Vidaurri, como una forma de oposición al régimen del dictador Antonio López de Santa Anna. Se puede aseverar que esta república fue una entidad hipotética. La población de la zona no se consideraba separatista, el estado de Nuevo León combatió en el bando liberal durante la guerra de Reforma y más adelante Vidaurri se alineó con el imperio de Maximiliano, negando recursos al presidente Juárez y al ejército republicano. Vidaurri llegó al extremo de desconocer a Juárez como presidente y en 1864 huyó a Texas. En este lugar trató de reclutar una fuerza mercenaria para invadir México. La guerra civil en los Estados Unidos (1861-1865) impidió esos planes. En Texas estaban más ocupados en combatir al norte que participar en aventuras intervencionistas.
En 1867 Santiago Vidaurri fue capturado en la ciudad de México y fusilado por traición el 8 de julio de ese año.
Otro partidario de la República de la Sierra Madre fue José María Carvajal. Opositor al régimen de Santa Anna, este personaje fue considerado como el principal promotor del plan de separación y formación de otro gobierno. Carvajal fue un político polémico, oriundo de Texas, partidario de Juárez, acusado de guerrillero en los Estados Unidos, simpatizante de los estados esclavistas del sur en la guerra civil norteamericana y al final gobernador militar de Tamaulipas.
Ricardo Flores Magón es considerado, aún por la historia oficial, uno de los precursores intelectuales de la Revolución Mexicana. Desde 1906 promovió el recurso de la lucha armada contra la dictadura de Porfirio Díaz.
En mayo de 1911 los hermanos Flores Magón encabezaron un grupo de 300 combatientes que tomaron y ocuparon las poblaciones de Tijuana, Mexicali y Tecate en Baja California. El contingente de voluntarios, mercenarios y filibusteros estaba auspiciado por el sindicato Industrial Workers of the World que se caracterizaba por reunir a anarquistas y simpatizantes de la prensa obrera de Nueva York.
En el grupo de combatientes de los Flores Magón figuraron elementos procedentes de los Estados Unidos, Canadá, Australia, Sudáfrica y Europa. Una tercera parte de ellos eran conocidos por su filiación de “wobblies” como miembros del sindicato Industrial Workers. El escritor norteamericano John Keneth Turner fue el principal promotor de esta fuerza de combate.
En el mismo mes de mayo de 1911 los voluntarios de Flores Magón fueron derrotados por el ejército federal de Díaz y obligados a retirarse a los Estados Unidos en donde fueron acusados de violar las leyes de neutralidad y promover la rebelión en México. La Corte de Los Ángeles encontró a los Flores Magón y a sus seguidores culpables de filibusterismo.
Se puede aseverar que la última incursión de aventureros y filibusteros en México ocurrió en 1921, cuando un grupo armado compuesto por mexicanos y norteamericanos cruzó la frontera, ocupó Tijuana y posteriormente fueron derrotados y dispersados por las fuerzas federales dirigidas por el ex gobernador de Baja California Esteban Cantú. No se tienen claros los motivos de la expedición. Se presume que se trató de una aventura relacionada con el contrabando, el cobro de cuentas entre bandas de delincuentes o el asalto de bancos y negocios No se lanzó ninguna proclama ni se hizo referencia a un plan político.
En este raro episodio se puede advertir que en el caso de Esteban Cantú se trató de un militar de filiación porfirista, luego huertista y hasta partícipe de acciones filibusteras. Cantú vivió exiliado en los Estados Unidos por negarse a entregar el gobierno de Baja California a Adolfo de la Huerta y desde ese país hizo un llamado a la rebelión contra el gobierno federal.
“La lucha con el extranjero fue un
elemento que ayudó a unir a la
población y a dar a México una
personalidad definida.
La necesidad de defender intereses
nacionales dio a los mexicanos
la conciencia de formar una
nación distinta, que ocupaban un
territorio que debía ser defendido y
que tenían que hacer respetar la
soberanía de la nación.” Faustino A. Aquino Sánchez.
Everardo Suárez Amezcua.
Julio de 2019.
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