VI. ANTES CANADÁ NOS IMPUSO LA VISA, AHORA LA UNIÓN EUROPEA

Visa es un término internacionalmente reconocido que entendemos como “visto bueno”. En español lo utilizamos también como sinónimo del término “visado”. En otras palabras, la visa es un concepto y no un papel o sello inserto en un documento de viaje. Se trata por tanto de un permiso previo al inicio de un viaje.

Por otra parte, es un atributo de la soberanía de los Estados la facultad discrecional de permitir o no el ingreso de extranjeros en su territorio. En su caso y por tanto, de establecer reglas o condiciones para tal ingreso.

Es con esas bases que los Estados celebran acuerdos bilaterales o multilaterales de supresión de visados, o simplemente establecen, de manera unilateral, prohibiciones, condiciones o requerimientos específicos para la admisión de nacionales de otros países en su territorio.

En los últimos años, ante las crecientes oleadas migratorias (que comprenden personas buenas y otras probablemente no ajustadas a ciertas exigencias) y una mayor preocupación internacional por el respeto a los llamados “derechos humanos”,[1] venimos observando un reclamo para que cambie la actitud de los Estados y estos flexibilicen sus reglas migratorias; sin embargo, es un hecho que éstos, cuando así lo requieren y sin más, hacen uso de su facultad discrecional para admitir extranjeros en su territorio. Mientras subsistan las fronteras y los seres humanos nos sigamos diferenciando por conceptos tales como nacionalidad, idioma, raza, color de piel, etcétera, las regulaciones migratorias serán clave para atender necesidades o reclamos de nuestras respectivas sociedades.

Como sabemos, los mexicanos, antes de 2009, no requeríamos de ningún “visto bueno” (visa) para ingresar a Canadá, por lo que su imposición llamó internacionalmente la atención, máxime porque el entonces Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) mostraba un incremento importante en las relaciones comerciales entre los tres países firmantes. Pero este éxito implícitamente acarreó también un incremento migratorio, sobre todo de mexicanos hacia el Norte; mexicanos que, a fines del siglo pasado, en su mayoría no ofrecían trabajo calificado, más bien personas recursivas e ingeniosas en diversos tipos de labores como la construcción o el campo, lo que posiblemente orilló a la decisión canadiense. Canadá, en su momento, trató de aminorar el impacto de su noticia diciendo que no se trataba de una visa sino de un simple aviso previo de viaje y su consiguiente respuesta que, de no ser positiva, dejaba al interesado en imposibilidad de viajar, al menos por la vía aérea.

Los políticos mexicanos, siguiendo su costumbre, ante su fracaso para brindar mejores condiciones de vida y desarrollo a la población, prefirieron morder el anzuelo canadiense y aceptar de buena manera que no se trataba de lo que en realidad se trataba: la imposición de un visado, antes inexistente.

Pero el asunto salió a relucir del 17 al 19 de febrero de 2014, durante la visita a México del Premier canadiense Stephen Harper y del presidente estadounidense Barack Obama, con motivo de los veinte años de existencia del TLCAN; y que coincidía con los setenta años de relaciones diplomáticas entre Canadá y México. Al respecto, Juan Carlos Barrón Pastor, en su trabajo titulado “Visa canadiense para mexicanos: Una reflexión sobre la construcción mediática de Canadá sobre México”

(https://ru.micisan.unam.mx/bitstream/handle/123456789/21836/L0123_0089.pdf?sequence=1&isAllowed=y) observó y escribió lo siguiente:

En los medios informativos de los tres países, el énfasis lo marcaron las notas que explicaban algunos indicadores económicos y mostraban que la actividad comercial en la región ha crecido considerablemente desde 1993 a la fecha (… ) En cambio, en México se siguió con mucho interés lo que pareció ser el eje de la agenda diplomática mexicana respecto de la canadiense: el tema de las visas que Canadá impuso a los visitantes mexicanos desde 2009”.

En su estudio mencionado, Barrón Pastor agregó: “el tema de la visa canadiense para mexicanos fue ampliamente difundido en radio, televisión e Internet; incluso, el presidente de México se presentó ante periodistas el 18 de febrero; y la agencia Efe, en una nota reproducida en varios medios —incluyendo CNN—, aseguró que “Canadá se comprometió a dialogar con México para buscar mecanismos que permitan ‘en un futuro próximo’ eliminar la necesidad del visado para los mexicanos que van a ese país, informó […] el presidente Enrique Peña Nieto” (CNN, 2014)”.

Con el paso de los años la realidad se impuso y hoy la tenemos a la vista: si los mexicanos queremos viajar a Canadá debemos previamente obtener un “visto bueno”; y aunque su tramitación sea muy rápida y el proceso muy simple no deja de ser lo que es, un visado que anteriormente no requeríamos.

Ahora es la Unión Europea la que nos anuncia su European Travel Information Authorisation System (ETIAS), cuyo funcionamiento se espera inicie para mayo de 2023, con carácter obligatorio. El objetivo del ETIAS, según anuncia en su propio portal, es atender razones de seguridad, pues se utilizará para fines sanitarios e identificación de migración irregular. Sin duda, un nuevo sistema para el visado de visitantes al espacio Schengen, cuya tramitación exigirá un pago de siete euros.

El ETIAS no está dirigido a los mexicanos y el embajador de la Unión Europea (UE) en México, Gautier Mignot, como hicieron los canadienses en su momento, se esfuerza por decir que la UE “no va a exigir visa a los viajeros mexicanos”, como expresó por medio de un tweet el 9 de junio de 2022.

En principio, lo que sí sabemos es que la nueva modalidad del visado europeo comprenderá a un número amplio de nacionalidades y que su implementación acarreará cambios. Por ejemplo, la facilidad actual del visitante mexicano de permanecer en el espacio Schengen hasta seis meses, pasará a sólo noventa días; así como la posibilidad de que el trámite del visado no sea siempre expedito en todos los casos. Paralelamente, se escuchan voces en el sentido de que algunas nacionalidades sí quedarán exentas de tal procedimiento, pero esto se habrá de confirmar cuando la nueva política migratoria europea sea implementada.

El hecho es que la UE ha analizado la problemática migratoria y ha decidido actualizar sus prácticas, establecer nuevas y definir cuáles nacionalidades le resultan aceptables y cuáles no. Los mexicanos, ahora, estamos entre estas últimas.

De lo anterior, considero hay dos cosas que deberíamos aprender y emprender:

La primera, que al menos en lo que va del presente siglo el desarrollo de nuestra sociedad sigue siendo un tema pendiente de gobierno. El crecimiento de la pobreza y el retraso en la educación son asuntos que realmente deberían ocuparnos.

La segunda, que en la situación actual y dada nuestra posición geográfica, deberíamos analizar con seriedad el tema migratorio, revisar nuestras prácticas ya caducas, implementar nuevas modalidades, atender nuestra lamentable emigración y observar los problemas que ya nos acarrea la inmigración, hoy fuera de todo control.

Creo que lo anterior es tan grave que amerita un análisis amplio y sincero que nos lleve a consensuar una verdadera política de Estado.

Julio de 2022.


  1. “Derechos Humanos” es un término político que no admite la pregunta: ¿Y cuáles son los derechos inhumanos? En tanto que, “Garantías Individuales” es el concepto jurídico que, en su momento, adoptó nuestra Constitución Política.

 

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