(Páginas 119-124 del libro “Memoria del Andante”)
A partir de 1985 la ciudad de Denver, capital de Colorado, experimentó un crecimiento económico tan grande que se transformó, dejando de ser un pueblo vaquero del lejano oeste, para convertirse en una de las diez ciudades más importantes de la Unión Americana.
Además, como su crecimiento económico coincidió con una aguda recesión en California que le sirvió al entonces gobernador Pete Wilson como pretexto para lanzar su infame propuesta 187, culpando de la recesión a los residentes hispanos indocumentados, se generó una fuerte corriente migratoria de California a Colorado al grado de que varios automóviles de este último estado, como rechazo, portaban calcomanías en las defensas y en las ventanas que rezaban: Stop Californicating Colorado!
Como consecuencia de este crecimiento económico extraordinario, atribuible en buena medida a la gestión del alcalde de Denver, Federico Peña, de origen mexicano y a la del gobernador demócrata de Colorado, Roy Romer, a principios de la década de los noventa se construyó en Denver el aeropuerto más grande y más moderno de Estados Unidos, el DIA; se edificó un precioso estadio de beisbol, el Coors Field, que albergaría al equipo Rockies de Colorado, donde jugarían los estrellas mexicanos Vinicio Castilla, tercera base y gran bateador, y el lanzador potosino Armando Reynoso; se organizó el Día Mundial de la Juventud, encabezado por el Papa Juan Pablo II; y se adquirió posteriormente el equipo profesional de hockey sobre hielo Canadiens de Montreal, que se convertiría en El Avalanche de Colorado.
A las iniciativas anteriores se añadieron otras mucho menos exitosas, entre las que destaca, negativamente, la realización del Primer Maratón Internacional de Denver, que pretendía competir con el de Nueva York, el de Londres, el de Chicago, el de Los Ángeles y aun con el de la ciudad de México por su relativamente similar altitud sobre el nivel del mar.
En 1994, por decisión del entonces alcalde de Denver, Wellington Web, sucesor de Federico Peña, se otorgó la organización del citado maratón a un empresario privado de California que tenía supuesta experiencia en ese tipo de certámenes deportivos, pero de quien no se averiguaron antecedentes delictivos.
Como se puede suponer, a este maratón se inscribió una pléyade de corredores mexicanos, habida cuenta, además, de que se anunciaban jugosos premios en efectivo para los triunfadores en las diversas categorías. Fue entonces muy grato para el que esto escribe, como Cónsul General de México (1992– 1995), asistir un domingo por la mañana al banderazo inicial del maratón en compañía del cónsul alterno Juan José Salgado, gran colaborador y amigo y de otros funcionarios del consulado general, para darle ánimos y aliento a nuestros compatriotas y para felicitar al alcalde Wellington Web por su iniciativa.
Nuestra alegría creció hasta la euforia cuando, un par de horas después de su inicio, vimos ganar en las categorías abiertas a los atletas tlaxcaltecas Juan Salvador y Emma Cabrera. Además, otros atletas mexicanos también triunfaron en diversas categorías, como la de veteranos y la carrera de diez kilómetros.
La alegría no nos duró y se convirtió en una mezcla de depresión y rabia, cuando unos días después de concluidos los festejos asociados al maratón los deportistas mexicanos nos llamaron por teléfono al consulado para informarnos que, según les habían dicho, el organizador del maratón se había vuelto ojo de hormiga y se había pelado con el dinero de las inscripciones y de los patrocinios.
Manos a la obra
Al igual que en otros casos de protección consular de relativamente alto perfil, había que diseñar la estrategia a seguir a fin de lograr el mayor beneficio con el menor costo. Y había que actuar rápido, en caliente. Así las cosas, lo primero que hicimos fue reportarle lo sucedido al alcalde Wellington Web y preguntarle si, como se supondría, su oficina asumiría el daño y cubriría el importe de los premios anunciados, pues se trataba del Primer Maratón Internacional de Denver y él era el alcalde de Denver. Ante nuestra sorpresa, unos días más tarde nos llamó para decirnos que, tras consultar con los abogados de la alcaldía, éstos le habían asegurado que la ciudad, como tal, no tenía ninguna responsabilidad porque, mediante contrato, había transferido toda la responsabilidad al empresario encargado de la organización del maratón. Le preguntamos si él, como alcalde, perseguiría judicialmente al pillo o, de lo contrario, la imagen de su ciudad y de su administración se vería necesariamente dañada. Inferimos en el consulado que, tras hacer un análisis de daños, en la alcaldía habían concluido que el daño de imagen no podría ser tan grande, porque nos respondieron que ellos ya determinarían, en su oportunidad, si perseguían judicialmente al organizador del maratón o no.
Después de informar lo anterior a la Secretaría de Relaciones Exteriores en México, concluimos que teníamos que lanzarnos a fondo, a pesar de que se verían en riesgo las posibilidades de que los congresistas de Colorado siguieran apoyando a México en diversas iniciativas, como lo habían hecho un año antes para lograr la aprobación del Tratado del Libre Comercio de América del Norte.
Al día siguiente convocamos a una conferencia de prensa en el Consulado General, destacando que a varios deportistas mexicanos, quienes habían erogado ahorros personales para viajar a Denver y darle brillo a «su» Primer Maratón Internacional, se les estaban escamoteando los premios anunciados públicamente y ganados en buena lid delante de miles de espectadores.
La noticia ganó las ocho columnas en la sección de deportes de los dos diarios de la ciudad, el Rocky Mountain News y el Denver Post, con llamados en la página principal, además de notas y comentarios en varios medios escritos y audiovisuales de cobertura regional.
Curiosamente, los responsables en la alcaldía de Denver ni se inmutaron. Tuvo que ser el señor Morgan Smith, responsable del Comercio Exterior del estado de Colorado, quien se encargara de buscar una solución al problema, consciente del daño de imagen que podría resentir no solo Denver sino todo el estado.
Como Morgan Smith era un deportista consumado (alpinista y corredor de fondo) y un pragmático y eficiente servidor público, interesado en México, decidió hacer suyo el problema. Convocó a varios clubes de maratonistas aficionados y les pidió que organizaran tantas carreras semanales de 5 y 10 kilómetros como fuera necesario, no solo en Denver sino en otras importantes ciudades de Colorado, como Fort Collins, Pueblo, Colorado Springs, Boulder y Alamosa, cobrando inscripciones a todos los participantes y buscando patrocinios de empresas con intereses en y relaciones con México, en el entendido de que, a los deportistas vencedores de esas carreras tan solo se les premiaría con alguna copa o regalo en especie de bajo costo.
Fue así que, en abonos, le fueron enviando a los maratonistas mexicanos el importe de sus premios. Cuando concluí mi gestión como cónsul en Denver, en junio de 1995 y fui trasladado a Chicago, ya se les había cubierto la mayor parte del adeudo. El resto del trámite le correspondería a mi sucesor quien, según he sido informado, se encargó de que se les pagara hasta el último centavo.
Como conclusión sólo nos queda anunciar que el Primer Maratón Internacional de Denver se convirtió en el primero y en el único. Y reconocer que en todos lados se cuecen habas pues la honestidad o la deshonestidad no tienen nada que ver con nacionalidad ni raza ni con sexo ni religión.
Nota del Editor de la Asociación de Diplomáticos Escritores (ADE):
La reproducción del presente artículo se realizó con la autorización escrita del autor. Con la publicación del presente rendimos un merecido reconocimiento al embajador Ffrench Iduarte.
OPERA PRIMA
Respondió el Mié 13/03/2024 06:56 PM.
LF LEONARDO FFRENCH <leonfrei@yahoo.com.mx>
Para:Usted
Dom 10/03/2024 02:20 AM
Libro Ffrench 26 febrero 2024 (10) MEMORIA DEL ANDANTE.pdf
668 KB
Mi querido Embajador Pérez Manzano:
Con este mail pongo en tus manos a versión electrónica, en PDF. del libro MEMORIA DEL ANDANTE de mi autoría.
Confiado en que te gustará, puedes tomar de él cuanta cita quieras para otras publicaciones de ADE.
Te avisaré cuando aparezca la edición impresa, así como de las posibles presentaciones que haga de la obra.
Entretanto recibe un fuerte abrazo con mis mejores deseos.
Dejar una contestacion