V. EL EPISODIO DEL BUQUE ESPAÑOL “MAR CANTÁBRICO” Y LA EJECUCIÓN DE VOLUNTARIOS MEXICANOS.

En rememoración del doctor
Salvador Allende Gossens.
Fue hace 50 años.

Para marzo de 1937 la guerra civil de España tenía 8 meses de continuidad. El conflicto que se inició en julio de 1936 con la sublevación de la mayor parte del ejército y el intento de un golpe de estado, ya se había extendido por el país. El historiador español Bernardo Gil Mugarza expuso en su monumental obra intitulada “España en Llamas 1936” (Ediciones Acervo, Barcelona, 1970) que para esos meses el territorio nacional se encontraba dividido en dos partes de similar tamaño, las fuerzas republicanas ocupaban la zona oriental y los sublevados la occidental.

El citado autor registró que el gobierno republicano mantenía el control de los principales centros urbanos como: Madrid, Barcelona, Valencia, Santander, Bilbao, Murcia y Oviedo; en tanto que los golpistas falangistas tenían presencia en Sevilla, Burgos, Vigo, Málaga, Salamanca, Huelva, las islas Canarias y las Baleares. En esos primeros meses de 1937 ya habían ocurrido las batallas de Guadalajara, Jarama, Huesca, Majadahonda y Madrid era asediado.

Al inicio de la guerra la Sociedad de las Naciones estableció un Comité de No Intervención en el que figuraban los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia. Las principales disposiciones de este comité estaban dirigidas a no permitir la venta de equipos y armamento a los dos bandos en conflicto, a impedir el reclutamiento de voluntarios extranjeros y a bloquear operaciones financieras en el exterior tanto del gobierno como de los insurrectos.

Los gobiernos norteamericano, inglés y francés se empeñaron en cumplir con lo pactado, a pesar de que en el caso del gobierno republicano se trataba de la autoridad legítima y constitucionalmente elegida, miembro del organismo internacional por añadidura. En abierta desobediencia la Alemania nazi y la Italia fascista no solo otorgaron créditos y reconocimiento diplomático a los rebeldes, si no que les suministraron enormes cantidades de armas, municiones, piezas de artillería, aeronaves y apoyo naval. El respaldo no fue solamente material, también incluyó el envío de asesores militares, aviadores y combatientes.

Lo anterior obligó a la República a buscar otras opciones para abastecerse de materiales bélicos, incluyendo vías no convencionales y hasta un tanto subrepticias. Los países en donde la República encontró solidaridad, apoyo diplomático, suministro de armas y voluntarios combatientes fueron México y la Unión Soviética. En el caso de nuestro país el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas concedió, por las coincidencias ideológicas prevalecientes, respaldo político, promoción diplomática de los intereses de la República en el foro de la Sociedad de las Naciones y facilidades para la adquisición de materiales de guerra y su posterior envío a España.

El doctor Héctor Perea, académico del Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, anotó en su libro “Jugarse el Cuero Bajo el Brío del Sol” (UNAM, 2008) que poco más de 400 voluntarios mexicanos se enlistaron en las brigadas internacionales para combatir contra los fascistas. Según Perea, regresaron al país no más de 60, añadiendo que “con todos ellos, México cantó en patio ajeno”.

En su libro el doctor Héctor Perea relata un episodio en el que los voluntarios norteamericanos del batallón Lincoln de las brigadas internacionales recibieron sus fusiles del tipo máuser de 7mm., especulando que se trataba de rifles del viejo ejercito zarista de Rusia por el águila que aparecía grabada en la recamara del fusil, cuando en realidad se trataba del águila del escudo nacional mexicano, ya que se trataba del primer lote de 20,000 rifles que el gobierno de México había suministrado a la República y que fueron destinados a la base de adiestramiento de las brigadas internacionales en Albacete.

La autora mexicana Constancia de la Mora anotó en su libro “Doble Esplendor” (México, 1944) que esos 20,000 fusiles suministrados por el gobierno de México a la república española fueron entregados a las milicias y brigadas internacionales que impidieron el avance de las tropas franquistas en la sierra de Guadarrama y detuvieron el intento de tomar Madrid en agosto de 1936.

Las entregas de armas, municiones, piezas de artillería, aeroplanos desarmados, vehículos, alimentos y medicamentos al ejército republicano se hacía, principalmente, por la vía marítima. De la Unión Soviética los barcos zarpaban de Odesa en el Mar Negro navegando por el mar Mediterráneo y desde México lo hacían de Veracruz cruzando el Atlántico.

Ese fue el caso de los buques “Mar Cantábrico”, “Motomar”, “Mexique” e “Ipanema” Los dos últimos fueron conocidos por transportar refugiados de España a México y regresar cargados de suministros de guerra.

El “Mar Cantábrico” fue construido en los astilleros de Bilbao en 1930 para la empresa naviera Nervión que tenía una flota de 7 barcos, todos con nombres de mares. Tenía una eslora de 128 metros y una capacidad de carga de 7,500 toneladas. Fue incautado por las autoridades republicanas en julio de 1936 y en un principio fue utilizado como transporte de tropas.

El historiador español Xosé Manuel Suárez expuso en su libro “Armas para la República: la Aventura del Mar Cantábrico”, que el gobierno republicano decidió enviar el buque a América para recoger en Nueva York una carga consistente en 11 aviones de combate (uno de transporte), 32 cocinas de campaña, lotes de uniformes y alimentos. Según Suárez estos bienes se pagaron con recursos provenientes de la empresa Vimalert de Jersey City, que en realidad era una fachada soviética para hacer transacciones. El capitán de este barco era Serafín Santa María Ruiz, un joven marino de 30 años de edad.

Continuando con los datos ofrecidos por Suárez, el “Mar Cantábrico” zarpó de Nueva York el 7 de enero de 1937 con rumbo a Veracruz. La salida habría sido un tanto precipitada porque un día antes había entrado en vigor una ley que prohibía al gobierno de los Estados Unidos vender armas a España y mantenía la neutralidad estadounidense en el conflicto. El zarpe apresurado impidió la carga de 10 aviones de combate y canceló una operación para adquirir 18 aviones del tipo Wright Cyclone que había concertado el embajador de España en México, Félix Gordon Ordaz.

La accidentada salida del “Mar Cantábrico” de Nueva York fue un serio fracaso para los planes del diplomático Gordon Ordaz ya que se trataba del envío más importante y costoso de armas y suministros para España. A este embajador se le dotó de un fondo de 9 millones de dólares para la adquisición de armas y equipos y se pusieron a su servicio 10 barcos cargueros para transportar los materiales a la zona republicana.

Es importante dejar anotado que, desde su salida de Nueva York, el “Mar Cantábrico” estuvo vigilado por el servicio de inteligencia del bando nacional falangista y los consulados de Alemania e Italia en ese puerto. En consecuencia, sus comunicaciones ya eran interceptadas. Se puede agregar que los franquistas contaban con una sección de información integrada por militares, marinos, telegrafistas y descifradores reclutados que intervenían las comunicaciones entre el Ministerio de Marina de la República y las embajadas de España en México y los Estados Unidos.

El” Mar Cantábrico” arribó a Veracruz el 13 de enero de 1937 y hasta el mes de febrero permaneció anclado en ese puerto esperando los suministros que transportaría a Santander y haciendo maniobras de carga en la medida en que ésta llegaba a la terminal. El plan contemplaba que el buque “Motomar” zarpara simultáneamente con dirección a Burdeos.

Las operaciones de carga del “Mar Cantábrico” en Veracruz fueron casi exclusivamente de armamento. Los materiales embarcados fueron: 10 millones de cartuchos de calibre 7mm., 2.5 millones de municiones de 30mm., un hidroavión del tipo Fairchild (desarmado), 16 cañones de 7 cm., 11 cañones de 7.5 cm., 2 cañones de 37 mm., 2 cañones Betlemilton de 57 mm., 4 ametralladoras Browning, 6 ametralladoras Semag Derlikon, 20 ametralladoras Colt, 5 fusiles ametralladoras Hotcilfiss, 967 fusiles Enfield y 990 fusiles Remington. La carga también incluyó obuses para artillería, granadas de mano, herramientas, trípodes para ametralladoras, termos, acumuladores, armones para cañones y también 288 toneladas de alimentos (principalmente garbanzo), todo el material procedía de los arsenales del ejército mexicano. La estancia del barco fue aprovechada para instalar un cañón de 37 mm. en la popa.

La factura por esos materiales militares fue cubierta por el gobierno de México a cuenta de la deuda por la construcción en astilleros españoles de navíos militares para la armada de México. Los cañoneros Guanajuato y Querétaro fueron construidos en los astilleros de El Ferrol; el Potosí en Matagorda; el Durango en Valencia y el Zacatecas en Cádiz. Para 1986 el Guanajuato y el Durango todavía estaban en servicio. El Zacatecas fue incautado por el bando franquista y rebautizado como Calvo Sotelo.

El “Mar Cantábrico” zarpó de Veracruz el 19 de marzo de 1937 con rumbo a Santander. El “Motomar” inició su travesía el 11 de marzo con dirección a Burdeos. Es importante dejar anotado que el gobierno republicano había acordado que todo el material de guerra transportado por el “Mar Cantábrico” fuera entregado a las autoridades del País Vasco para apoyar la defensa de esa zona ante los avances de los franquistas.

Desde el arribo del “Mar Cantábrico” a Veracruz y su posterior zarpe para España sus operaciones estuvieron observadas por agentes confidenciales franquistas ubicados en México, asimismo por los consulados de Italia y Alemania en el puerto.

De acuerdo con los autores españoles Lucas Molina Franco y Rafael Permuy López, autores del libro “Objetivo: Mar Cantábrico” (Galland Books), la llegada del barco a Veracruz estuvo monitoreada desde Nueva York y celosamente vigilado en el puerto mexicano. Según estos investigadores el operativo para detectar y seguir el trayecto del buque no se limitó a la información obtenida por los servicios de inteligencia franquistas y los radios escuchas en zonas del Atlántico y el Cantábrico, sino también por errores cometidos en el ministerio de Marina de la República, en el gobierno del País Vasco, en la embajada de España en México y hasta de la tripulación, ya que utilizaban una vieja clave para cifrar sus mensajes telegráficos, avisando de llegadas y salidas, rutas a seguir y describiendo los cargamentos. En el caso de los tripulantes su indiscreción los delató al arribar a Veracruz porque colocaron una gran manta en el puente del buque que decía: “Gloria a México, la España Antifascista os Saluda”, lo que fue advertido por el cónsul de Italia en el puerto y reportado de inmediato a sus superiores.

Como ya se anotó líneas atrás, el “Mar Cantábrico” inició su travesía el 19 de marzo de 1937. Abordo viajaban, además de los 42 miembros de la tripulación, 7 futuros voluntarios para las brigadas internacionales (5 mexicanos, un norteamericano y un búlgaro) y otro personaje en funciones de comisario político, de nombre José Otero, que llevaba consigo varios miles de pesos aportados por sindicatos, cooperativas y organizaciones mexicanas para respaldar a la república española.

En un intento un tanto tosco de la tripulación para encubrir su buque se trató de modificar la estructura con lonas pintadas, cambiaron su nombre por el de “Adda”, simulando ser una embarcación inglesa registrada en Newcastle, que cubría la misma ruta de México a España. El problema radicó en que el radio operador no tenía buen desempeño en el idioma inglés y eso empezó a delatarlos. Por ejemplo, en sus mensajes telegráficos separaba el nombre de su puerto de registro anotando new castle.

De esta forma, la travesía por el Atlántico del “Mar Cantábrico” y su aproximación a los litorales de España fue registrada y monitoreada por unidades navales de los franquistas. El autor antes citado Xosé Manuel Suárez publicó un artículo intitulado “La Tragedia del Mar Cantábrico y Otros Apresamientos Navales en la Guerra Civil”, revista Drassana, número 18 de 2010, en el que expone que el “Mar Cantábrico” fue apresado por el crucero “Canarias” de la flota franquista, precisamente en el mar Cantábrico antes de su llegada a Santander. Suárez expuso que la prensa norteamericana de la época informó que los reportes de los cónsules italianos en Nueva York y Veracruz habían permitido la identificación del buque y su carga.

Una vez interceptado el “Mar Cantábrico” por el crucero “Canarias” y otros buques auxiliares se suscitó un incendio a bordo del carguero, debido, seguramente, a un intento de la tripulación por destruir el material de guerra y hundir el barco. El incendio se controló y la tripulación fue tomada prisionera, excepto el comisario político José Otero que arrojó el dinero al mar y luego se suicidó.

El “Mar Cantábrico” fue conducido, fuertemente escoltado, al puerto de El Ferrol, en Galicia, que ya era considerado como la retaguardia franquista, en donde se localizaba una base naval y era el lugar de origen del general sublevado y cabeza de la rebelión Francisco Franco.

Los 42 tripulantes españoles y los pasajeros extranjeros fueron hechos prisioneros e internados en la prisión de la base conocida como el Arsenal. Los pasajeros mexicanos fueron: José Carlos Gallo, Alejandro Franco Santana, Manuel Zavala, Ricardo Solórzano y Socorro Barberena; además del norteamericano Martin Jay Golden y el búlgaro Izvetan Koutechev, estos últimos se embarcaron en Nueva York.

El historiador y ex funcionario de la secretaria de Relaciones Exteriores José María Muriá publicó un artículo intitulado “La Tragedia del Mar Cantábrico” en la revista La Aventura de la Historia, número de octubre de 2021, en el que expone que en los casos de los jóvenes Gallo de 23 años, Solórzano de 20 y Zavala de 21, se trataba de estudiantes de la Escuela Preparatoria de Jalisco, de la Universidad de Guadalajara. Estos estudiantes eran miembros del Frente de Estudiantes Socialistas de Occidente (FESO) y de las brigadas antifascistas, además estaban concientizados por los efectos de la guerra cristera y el enfrentamiento entre el Estado y la iglesia católica.

El cuarto pasajero era otro estudiante, Alejandro Franco Santana, de 20 años de edad, originario de Zacatecas, pero residente en la ciudad de México.

La quinta pasajera, Socorro Barberena Palomino, era una joven de 19 años, originaria de Veracruz, que viajaba a bordo del “Mar Cantábrico” porque había contraído matrimonio con uno de los oficiales del barco, Eugeni Llorens Caballer.

Los estudiantes Gallo, Solórzano, Zavala y Franco, en su condición de antifascistas y de filiación comunista, fueron invitados por el Comité del Frente Popular de la ciudad de México, sus oficinas estaban en la calle de Regina, en el centro de la ciudad, para enrolarse en el ejército republicano o en las brigadas internacionales y combatir al fascismo en España. Los planes originales indicaban que estos voluntarios viajarían a España a bordo del buque “Motomar” pero se decidió que lo hicieran en el “Mar Cantábrico”.

A finales de marzo de 1937 se inició el proceso en contra de estos voluntarios y los tripulantes españoles, en forma de consejo de guerra, acusados de traición a España y de rebelión contra el ejército nacional. En su defensa los mexicanos argumentaron que el interés de su viaje a España radicaba en buscar trabajo en Francia.

Como fiscal del caso actuó el comandante José Gómez Barreda quien calificó a los presos como “una pequeña torre Babel de siniestros individuos”, agregando que a bordo del carguero se vivía un “régimen marxista puro” y pidió la pena de muerte para todos.

El historiador Xosé Manuel Suárez señaló que otro argumento que presentó el fiscal indicó que “los acusados habían embarcado conociendo el cargamento y la naturaleza del mercante, con la intención de servir al Frente Popular. Como combatientes eran rebeldes y en aplicación de códigos militares se pedía la pena de muerte para todos”. El fiscal terminó su alegato diciendo que “su intención de ser combatientes, aunque no llegaran a disparar un solo tiro, ameritaba su ejecución”.

El académico de El Colegio de México Mario Ojeda Revah escribió que, una vez sentenciados, los voluntarios mexicanos fueron exhibidos por las calles de El Ferrol, desde la base naval hasta la parte céntrica de la ciudad, encerrados en una jaula metálica, sobre un camión, con un letrero que decía “estos son los invasores comunistas mexicanos”, recibiendo gritos e insultos de la masa fanatizada, que además les arrojaba piedras y frutas podridas.

Socorro Barberena Palomino fue indultada por el consejo de guerra señalándose que por su condición de mujer “no podía saber bien a bien a dónde y a qué iba”. Barberena permaneció retenida 6 meses, obligada a trabajar en el hospital de Marina de Esteiro y posteriormente expulsada a Portugal. No se volvieron a tener noticias de ella.

El 17 de abril de 1937, a las 7:00 horas, fueron fusilados en el Arsenal los cuatro voluntarios mexicanos en presencia de una perversa multitud. En opinión de Xosé Manuel Suárez El Ferrol era el destino de los barcos incautados por los franquistas, pero también era el lugar en donde se mataba a tal velocidad que el cementerio local de Canido no tenía lugar para tanta fosa común.

La noticia de la ejecución de los mexicanos en El Ferrol se conoció en México hasta el mes de julio de ese año. La secretaria de Relaciones Exteriores informó que los cuatro habían sido torturados, humillados y ejecutados.

El doctor José María Muriá incluyó en su artículo antes citado una parte de un poema de Marco Antonio Campos que dice “no obtuvieron ni tan solo la dignidad de que se les recordara como héroes o mártires o, al menos, como ingenuos o equivocados”.

En agosto de 1937 se rindió un homenaje a estos voluntarios mexicanos en el aula mayor de la Escuela Preparatoria de Jalisco y se colocó una placa que dice: “a los compañeros Carlos Gallo, Eduardo Solórzano y Manuel Zavala, victimas del fascismo español, caídos en El Ferrol, España en 1937”. En la actualidad esa placa se conserva en el recinto conocido como el Oratorio de San Felipe Neri de la Universidad de Guadalajara.

Finalmente, resulta de interés dejar anotado que el buque “Mar Cantábrico” fue artillado en mayo de 1937 y convertido en crucero auxiliar. En 1939 fue devuelto a la naviera Nervión, matriculado como “Río Pisueña” en Bilbao. En septiembre de 1940 se encontraba navegado en el Golfo de México por el llamado canal de Port Arthur, Texas, transportando azufre con destino a España, cuando se registró un incendio que provocó serios daños al barco.

La empresa naviera lo declaró pérdida total y una vez reflotado fue llevado al puerto de Amberes en donde fue desmantelado en 1963.

Ellos habían venido a combatir al

fascismo por amor a la democracia

y a la causa del proletariado español

¡ni un instante de cobardía ni una

sombra de deslealtad!

Murieron fusilados por los rebeldes

pero al morir se cubrieron de gloria.

Eran voluntarios auténticos del

ejército libertador…loor a esos

mexicanos que venían a luchar en

pro de la España republicana y eran

sencillamente caballeros del ideal.

Elogio fúnebre publicado en la prensa

republicana española, citado por el doctor

José María Muriá.

Everardo Suárez Amezcua.

Octubre de 2023.

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