V. ASESORÍA EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA: HERRAMIENTA NECESARIA DE POLÍTICA EXTERIOR

‘Science diplomacy’ is still a fluid concept that can usefully be applied to
the role of science, technology and innovation in three dimensions of
policy: informing foreign policy objectives with scientific advice (science
in diplomacy); facilitating international science cooperation (diplomacy
for science); using science cooperation to improve international relations
between countries (science for diplomacy). 

The Royal Society. Science Policy Centre.

“La experiencia internacional muestra que el desarrollo de los países se
basa cada día más en su capacidad para generar, asimilar y transferir
conocimiento, pues de esa manera se crean bienes y servicios de mayor
valor agregado que enriquecen sus posibilidades de desarrollo interno
y elevan su posición en un entorno global cada día más
interconectado y competitivo.”

CONACYT. Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación 2014-2018.

 

Como continuidad a lo planteado en colaboraciones previas respecto a la necesidad de fortalecer los mecanismos de vinculación con la diáspora mexicana calificada que radica de manera preponderante en los Estados Unidos -aunque también con presencia en otros países-, se vislumbra como una acción de oportunidad el establecimiento una oficina, un panel de expertos o al menos la designación de un asesor que, en el ámbito inmediato del titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, se encargue de los temas de la Ciencia y la Tecnología.

Esta modalidad, visible desde hace varios años en Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Nueva Zelanda y otros países, permite a las cancillerías fortalecer sus capacidades para responder a la creciente importancia de esos temas en el conjunto de intereses de su respectiva política exterior. Es un aspecto medular en los temas de la agenda internacional contemporánea –de forma preponderante en los vinculados con el desarrollo sustentable-, ya que permite trascender de la decisión política característica de las cancillerías, hacia acciones o posturas con sustento metodológico y de conocimiento que coadyuvan tanto en el bienestar nacional como universal.

Tal asesoría consiste en vincular el trabajo de las cancillerías con la comunidad científica y tecnológica nacional e internacional a fin de asumir acciones y posturas informadas y fidedignas. De acuerdo a la experiencia de otros países, su ejecución puede lograrse a través de dos vías: a) ofreciendo estancias de expertos nacionales en ciencia y tecnología en las unidades de asesoría creadas al interior de las cancillerías, o b) nombrando a personal del servicio exterior con experiencia en esos ámbitos, bien por su formación académica o por su trayectoria profesional en organismos internacionales especializados en esos temas. En cualquier caso la tarea fundamental para esos actores es proporcionar una perspectiva basada en la ciencia y la tecnología para afrontar los retos globales de la actualidad. El precepto nodal en sus funciones sin duda es promover la ciencia y la tecnología como motores del crecimiento económico, así como reconocerlos como medios o instrumentos idóneos para resolver problemas sociales de diversa índole.

Entre las tareas que realizan esas unidades y asesores en los países donde han sido creadas destacan: identificar tendencias mundiales en esos ámbitos y vincularlas con la política exterior, sugerir programas o líneas de acción con impacto en el desarrollo nacional y mantener vínculos con las diásporas calificadas que radican en el exterior a fin de identificar oportunidades de colaboración que repercutan en el bienestar interno, tanto local como regional y nacional (la concreción de la llamada circularidad del conocimiento).

Lo anterior no significa que las solicitudes y propuestas de los actores involucrados con la ciencia y la tecnología no hayan sido tomadas en consideración con anterioridad (bastaría observar su labor de cabildeo y el activismo en ciertos ámbitos), por el contrario, lo que es necesario y cada vez más visible en los países que han recurrido a este tipo de asesoría, es la necesidad de contar con asistencia científica y tecnológica permanente. En otras palabras, el estado actual de cosas en el mundo obliga a recurrir a estos actores para asegurar credibilidad e integridad en el momento de abordar tales temas y su respectivo efecto en la postura internacional que cualquier actor nacional asuma.

En el caso de México, la entidad generadora, promotora y articuladora de la Ciencia, la Tecnología, la Innovación y la Calidad, es el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), organismo público descentralizado del gobierno federal mexicano con responsabilidad oficial para elaborar las políticas de ciencia y tecnología nacionales. Como parte de sus atribuciones, esta dependencia también se encarga de concertar los esfuerzos científicos, tecnológicos, de innovación y de calidad nacionales, con los que se realizan en el extranjero, promoviendo las redes de investigación y desarrollo de los mismos. Adicionalmente, apoya la formación y consolidación de grupos de investigadores en todas las áreas del conocimiento, impulsa el fortalecimiento de las capacidades tecnológicas de la planta productiva nacional y asesora en materia de ciencia y tecnología a dependencias y entidades de la Administración Pública Federal.

Un rasgo singular para el tema que nos ocupa es que el CONACYT implementa el programa de repatriación, que consiste en apoyar a empresas e instituciones de educación superior en México a fin de cubrir la inversión en contratación de un científico mexicano durante un año, con la expectativa de que conserve su plaza al término de este periodo con un sueldo igual o superior al que tenía. Con esta estrategia ha conseguido el retorno de alrededor de 2 500 investigadores en los pasados 11 años.

Al interior de la cancillería, destaca lo que realizan sobre este tema la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID) y el Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME). En el primer caso, sobresalen la vinculación con actores y las acciones de cooperación tendientes a impactar el desarrollo nacional y el de otros países a través de diversos esquemas y modalidades. Se debe recordar que como parte de sus labores de coordinación, la agencia cuenta con un Consejo Consultivo, conformado por representantes de 18 Secretarías de Estado, el CONACYT y la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI); su función es hacer recomendaciones sobre el Programa de Cooperación Internacional para el Desarrollo (PROCID) y sobre los proyectos, programas y líneas de acción específicas.

En el mismo ámbito de la AMEXCID, se debe mencionar que el Programa de Cooperación Internacional para el Desarrollo 2014-2018 establece como mecanismos de coordinación nacional en las actividades de cooperación internacional para el desarrollo al Consejo Consultivo, a los Consejos Técnicos y a diversos mecanismos con contrapartes extranjeras: comisiones binacionales, comisiones mixtas, reuniones preparatorias y de seguimiento, grupos técnicos de trabajo y las comisiones ejecutivas, a través de los cuales es viable el emprendimiento de programas y proyectos conjuntos.

En el caso del IME, ante la importancia creciente de la diáspora calificada y con la finalidad de aprovechar el conocimiento, las experiencias y el talento de estos mexicanos en beneficio de nuestro país, en 2005, en colaboración con el CONACYT inició un programa de participación voluntaria integrado por asociaciones y grupos de profesionales mexicanos radicados en el exterior. Inicialmente este programa se denominó Red de Talentos de Mexicanos en el Exterior y se concentró en el área de ciencia y tecnología, posteriormente se amplió el concepto y se incluyeron otras áreas adicionales. A partir de la nueva configuración de los flujos y del perfil profesional de los migrantes mexicanos, en 2013 la estrategia de vinculación con los talentos de México resididos en el extranjero cambió su nombre a Red Global MX, considerada una red de redes cuyo objetivo es la identificación y organización de los mexicanos altamente calificados que residen en el exterior, para promover actividades de cooperación que fomenten el desarrollo de México. En la actualidad la Red cuenta con 57 capítulos en 28 países y más de 6 mil miembros. Adicionalmente cuenta con 10 nodos (sociedad civil organizada en comunidades de origen que actúa como enlace con los capítulos de la red) en 11 estados de la república.

Es pertinente señalar que además de estas estrategias, a nivel federal el tema de la ciencia y la tecnología, aunado al de innovación, ha cobrado importancia creciente, prueba de ello son la creación de la figura de la Coordinación de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Oficina de la Presidencia de la República (2013), el establecimiento del Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación 2014-2018 y las reformas a la Ley de Ciencia y Tecnología (LCT, 2015).

Todo lo señalado confirma la pertinencia de proponer la creación de una unidad o de un asesor en estos temas al interior de la cancillería. Su composición y funciones podrían ser establecidas por el Consejo General de Investigación Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación, (establecido por la LCT) o, en un nivel distinto de atribuciones, ser establecido por el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores al interior de su coordinación de asesores a fin de garantizar el análisis estratégico de estos asuntos. Al margen la exhaustividad, entre los objetivos y las acciones que podría incluir cualquier labor de asesoría como la mencionada destacan:

  1. Fortalecer la visión que al interior de la cancillería se tiene acerca de estos temas. Tanto un científico como un tecnólogo, o un miembro del servicio exterior, atendiendo estos temas de manera permanente, definitivamente enriquecerían las propuestas y posturas que emerjan en este ámbito.
  2. Consolidar las labores de coordinación que corresponden a la cancillería respecto de las acciones en el exterior, que realizan las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal. Siendo un tema multisectorial y transversal, el diálogo permanente y amplio con otros actores nacionales involucrados en esta temática, así como la interacción con las unidades administrativas que dan seguimiento a los mismos al interior de la cancillería es necesario a fin de maximizar los resultados.
  3. Identificar a los países o regiones con capacidades científicas y tecnológicas interesados en desarrollar acciones que coadyuven en el logro de los objetivos vinculados con los intereses de política exterior y del crecimiento económico nacional.
  4. En el mismo sentido, vincular a nuestro país –de forma local o regional o a través de núcleos académicos o de investigación- con sectores y actores internacionales –tanto públicos como privados-, que estén a la vanguardia en investigación, desarrollo y tecnología a fin de estimular acciones de beneficio común.
  5. Vincularse con actores similares que existan en otros países a fin de adoptar prácticas y métodos exitosos en esta materia. Al respecto, desde 2015 existe una red que aglutina a asesores sobre estos temas en algunas cancillerías del mundo: (ForeignMinistriesScience and TechnologyAdvisorsNetwork).
    http://www.ingsa.org/chapters/fmstan/
  6. Estrechar los vínculos que actualmente se tienen con la diáspora mexicana calificada. Aunque es loable la labor realizada por el IME y el CONACYT en años recientes, es fundamental asegurar alianzas con nuevos actores en los ámbitos local y regional, a fin de garantizar que sus acciones tengan un mayor impacto en sus lugares de origen.

En un contexto más amplio, la creación de una oficina, un panel de expertos o de un asesor en temas de ciencia y tecnología al interior de la cancillería mexicana también permitiría sumar esfuerzos para superar lo que el Programa Especial de Ciencia y Tecnología 2014-2018 plantea como los grandes desafíos nacionales en este rubro: lograr una inversión nacional en Investigación Científica y Desarrollo Experimental (IDE) que represente al menos 1% del PIB (en 2015, de acuerdo al Banco Mundial fue de 0.55%), la formación de capacidades nacionales, regionales y locales de capital humano e infraestructura así como el fortalecimiento institucional del ámbito local, con el propósito de conseguir desarrollo regional equilibrado y aprovechar el conocimiento creado a través de la vinculación de los diversos actores, un renglón particularmente rezagado en México.

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