Entre los compromisos asumidos por los países para afrontar el cambio climático destacan las políticas de fomento al uso de autos eléctricos (EV, en su acrónimo inglés). La tendencia al uso de este tipo de transportación va en aumento, alcanzando una producción de 10 millones de unidades en 2022 y 14 millones en 2023, según la Agencia Internacional de Energía (AIE). Un volumen moderado frente a los autos de gasolina e híbridos, pero que representó entre 15 y 18% de las compras totales de autos en todo el mundo en 2023.
Esta tendencia, benéfica sin duda en la reducción de la contaminación ambiental, paradójicamente ha estimulado la explotación de minerales estratégicos, en menor medida de tierras raras[1], a fin de afrontar la creciente demanda de esos insumos para producir baterías para los EV.
Es importante destacar que esas mismas materias son utilizadas también en otros ámbitos vinculados con la transición energética que se observa en el orbe, principalmente en las tecnologías vinculadas con el almacenamiento energético y en las cadenas de producción de energía renovable (solar, geotermal, eólica, hidroeléctrica). Minerales como el litio, el cobalto, el grafito, el níquel y el cobre, entre otros, son esenciales para la creación de paneles solares, turbinas eólicas, y para el almacenamiento de energía y baterías, todos elementos sustantivos en la conformación de las economías bajas en carbono, principal objetivo de los Acuerdos de París (2016).
Hasta ahora la obtención de esas materias primas es a través de la actividad minera de los fabricantes de acumuladores energéticos, mayoritariamente allende de sus fronteras. Un breve muestrario de producción mundial en 2023 incluye a China, como principal productor de grafito (70%); Australia, de litio (47%); República Democrática del Congo, de cobalto (74%), Indonesia, de Níquel (49%), y Chile, de cobre (24%).
La creciente demanda de esos insumos ha motivado sobrexplotación minera, nuevas modalidades de asociación de los entes nacionales del llamado Sur Global con los principales productores de los insumos y un aumento acelerado de sus precios. Sobre este último aspecto, la AIE ha señalado que, desde 2010, la cantidad promedio de minerales necesarios para cualquier nueva unidad con capacidad de generar energía ha aumentado en un 50 % a medida que aumenta su participación en las energías renovables. Respecto a la demanda, la misma agencia asegura que si el objetivo mundial para lograr el neto cero de emisiones de carbono no varía, el crecimiento para el caso del litio superaría el 40% y para el grafito, cobalto y níquel fluctuaría entre 20 y 25%.
La rentabilidad y la creciente demanda que conlleva el tránsito hacia una nueva matriz energética global, ha colocado en primer plano de atención yacimientos minerales localizados en un área explorada, más todavía no explotada: los fondos marinos.
La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), creada en 1994 a partir de la suscripción de la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar), tiene en la actualidad 31 contratos vigentes para la exploración de los recursos mineros con 22 contratistas, tanto gubernamentales, como de la iniciativa privada[2] para extraer, sin fines comerciales, minerales del fondo del mar, particularmente nódulos polimetálicos.[3] Sin embargo, no ha aprobado ningún proyecto de explotación comercial debido a la falta de evidencias sobre el impacto ambiental que ese tipo de minería causaría en los ecosistemas marítimos.
Desde su fundación la ISA ha exhibido gran efectividad en la gobernanza global referente a la gestión de los recursos minerales localizados en los fondos marinos más allá de las jurisdicciones nacionales. A través de resoluciones y posicionamientos ha reafirmado que esos ámbitos son patrimonio común de la humanidad y por ello ha subrayado que la regulación de las actividades de exploración y explotación de esos recursos sea de manera equitativa y sostenible para contribuir a la preservación del medio ambiente marino y al desarrollo económico sostenible de la comunidad internacional.
La loable tarea de la ISA ha presenciado en época reciente desafíos planteados, tanto por algunos de sus 169 miembros, como por entes nacionales y actores no gubernamentales ajenos a su membresía.
Así, en 2022, Nauru, isla del Pacífico, activó una cláusula legal que obligó a la ISA a considerar solicitudes de permisos de minería comercial bajo el marco estructural de la exploración y revisar un conjunto de salvaguardias. La acción evidencia la asociación gubernamental con ciertas empresas ya que las empresas que quieran explotar en aguas internacionales deben conseguir un patrocinador estatal antes de solicitar una licencia minera a la ISA. En este caso se trató de un patrocinio a The Metals Company (TMC), minera con sede en Vancouver que busca la autorización de la extracción a escala comercial.
Planteamientos similares también han sido utilizados por la minera Glencore, que planea utilizar un robot para aspirar nódulos polimetálicos en una vasta llanura del Océano Pacífico entre Hawaii y México conocida como la Zona Clarion-Clipperton (CCZ), y la contratista submarina Allseas, que ya completó una recuperación exitosa de nódulos polimetálicos con un colector integrado y un sistema de elevación sofisticado, marcando un hito tecnológico en la marcha hacia la minería comercial en aguas profundas.
Otros países europeos parecen estar ganando tiempo. Francia, Alemania y España patrocinan licencias de exploración de aguas profundas, pero en reuniones celebradas en junio pasado, en Montego Bay, Jamaica (sede de la ISA) abogaron por una pausa preventiva en la minería de los fondos marinos. Hasta ahora al menos una docena de países del continente han solicitado una suspensión temporal reconociendo el consejo de los científicos, respecto a que el papel del fondo marino en el almacenamiento de carbono y el sustento de la vida silvestre aún no se analiza plenamente.
Reino Unido financia proyectos de investigación científica en sus propias zonas de exploración en el Pacífico, pero no apoya la minería comercial en estas áreas hasta que la ISA establezca reglas globales. Por su parte, China patrocina más licencias de exploración que cualquier otro estado, pero, según analistas, su dominio de las cadenas de suministro de minerales críticos podría verse amenazado si la minería en aguas profundas no se resuelve próximamente.
Estados Unidos no es miembro de la ISA, sólo tiene estatus de observador y, sin embargo, actores de ese país están manifestando a favor de una mayor apertura hacia la explotación de los minerales marinos. Así, en noviembre de 2022, los senadores Mazie Hirono, Lisa Murkowski y Tim Kaine presentaron una resolución instando al Senado de los Estados Unidos a ratificar la Convención sobre el Derecho del Mar. En el mismo sentido, en marzo pasado, 350 ex diplomáticos, funcionarios y líderes militares, incluida la ex secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton, firmaron una carta dirigida al Comité de Relaciones Exteriores del Senado respaldando el llamamiento de los senadores.
También en marzo, los representantes Carol Miller y John Joyce presentaron el proyecto de “Ley de Uso Responsable de los Recursos del Fondo Marino”, a fin de asignar como tareas al Departamento de Comercio y a la Oficina de la Casa Blanca de Política Científica y Tecnológica, la producción de: 1) informes sobre la legislación relacionada con la minería del fondo marino, y 2) análisis sobre los beneficios de importar los recursos del fondo marino y luego procesarlos en el país.
En el mismo sentido, recientemente una treintena de miembros republicanos del Congreso escribieron una carta al Secretario de Defensa de Estados Unidos, defendiendo la minería en aguas profundas y el procesamiento de minerales dentro de Estados Unidos y advirtiendo contra el control de China sobre el sector de minerales críticos. Al respecto, el Departamento de Defensa de Estados Unidos elabora un informe para revisar la capacidad de Estados Unidos en el procesamiento de minerales extraídos en aguas profundas en su propio suelo.
En este contexto, los miembros de la IAS se reunieron en marzo pasado para discutir los pasos finales de un código de minería que eventualmente debería conducir a las reglas y regulaciones finales para la minería en aguas profundas. Como no se logró algo concreto, una segunda sesión sobre el mismo tema tendrá lugar en julio próximo.
Algo también visible desde hace varios años es la oposición a cualquier acción de explotación por parte de organizaciones no gubernamentales como Greenpeace y el World Wild Fund, las cuales han reiterado durante varios años su postura respecto a que ese tipo de minería causaría daños irreparables al fondo marino ya que los nódulos de interés para las empresas mineras son hábitats importantes para la vida marina.
A las variantes del contexto actual -mayor interés de Estados Unidos sobre el tema, anuncios de próxima explotación en aguas territoriales (Noruega, Japón, China, Islas Marshall), y futuro establecimiento de un reglamento de explotación de esos recursos en aguas internacionales suma un dilema mayor: la inexistencia de una industria minera para aguas profundas, y cuestiones clave de viabilidad técnica y económica en cualquier operación futura. Es evidente que la tecnología y la innovación representan un desafío mayor para actuar, si fuera el caso, en armonía con el medio ambiente marino.
Más allá del equilibrio de una gobernanza internacional en este ámbito, y desde una perspectiva de mayor alcance, la transición energética global que busca aminorar el uso de los combustibles fósiles para contener el cambio climático, enfrenta como disyuntiva la sustitución de fuentes energéticas sin perjuicio a uno de los bienes comunes de la humanidad: los fondos marinos.
- Las llamadas tierras raras comprenden 17 en total y entre ellas se encuentran escandio, itrio, lantano, cerio y otras), todas esenciales en la producción de los imanes permanentes que requieren también las turbinas eólicas y los motores de tracción eléctrica. ↑
- Las principales nacionalidades de los inversionistas son China, Japón, Polonia y Rusia. En menor medida, Alemania, Brasil Canadá, India y Singapur. Los depósitos con mayor potencial de extracción se ubican principalmente en la zona Clarion-Clipperton, situada en la parte central del océano Pacífico, aunque en el océano Índico también existen estos materiales. ↑
- El fondo marino está cubierto de rocas con forma de papa, conocidas como nódulos polimetálicos que contienen metales utilizados para fabricar baterías de iones de litio para vehículos eléctricos. Compuestos de manganeso, níquel, cobre, cobalto y otros rastros. minerales, estos nódulos contienen algunos de los ingredientes clave necesarios para impulsar la transición energética. ↑
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