IX. EL PROTECCIONISMO: SU INCIDENCIA EN LA SOBERANÍA Y LA SEGURIDAD NACIONAL

Introducción

Es indudable que el mundo continúa sufriendo profundas transformaciones políticas, económicas, financieras y comerciales. Como consecuencia, se aprecia un acelerado proceso de reacomodo político, el surgimiento y la estructuración de un nuevo orden comercial con características proteccionistas, todo lo cual ha terminado por romper las viejas relaciones políticas internacionales, mismas que ahora tratan de readecuarse a ese nuevo orden económico/comercial internacional que, por si acaso, está siendo impuesto por los Estados Unidos de América (EUA) a través de un proteccionismo “nacionalista” que parte de una de las promesas de campaña de Donald Trump: “Hacer de Estados Unidos grande de nuevo”, promesa que está dirigida a sacar a su país de todos y cada uno de los acuerdos que él considera desleales, de tal manera que los EUA nivelen el supuesto desequilibrio comercial con sus “socios”.

El obstinado deseo presidencial está creando tensiones y riesgos geopolíticos, y desde luego guerras comerciales al imponer los estadounidenses sanciones unilaterales contra aquellos países que no acepten las condiciones impuestas por los EUA, sean estos Estados “socios”, competidores o adversarios.

No obstante lo anterior, y en forma paradójica, el antídoto para hacer frente al proteccionismo que está siendo utilizado tanto por algunos Estados, como por organizaciones como los BRICS, reside en el establecimiento de zonas económicas especiales y, ciertos Estados afectados como los rusos, también están optando por deshacerse de la deuda pública estadounidense (bonos del Tesoro), al tiempo de comprar oro y realizar transacciones comerciales sin utilizar dólares americanos en sus intercambios bilaterales, mecanismos que están demostrando su eficiencia por lo menos de forma temporal pero, de alguna manera, se convierten en una detente del proteccionismo estadunidense.

Independientemente de lo anterior, China está tratando de formar una muralla asiática contra el proteccionismo estadounidense al atraer hacia su causa a Corea del Sur, India, Bangladesh, Laos y Sri Lanka. El intento suena positivo.

Desarrollo

De esta manera, en el campo político internacional se comienzan a definir las normas, las instituciones, así como el tipo de fuerzas y esfuerzos requeridos para conjurar la amenaza del proteccionismo y otras “nuevas amenazas” que surjan de esta situación, así como las áreas de responsabilidad de los principales actores del sistema (Estados y organizaciones internacionales). La línea ordenadora central de estas transformaciones es la creciente adecuación –simetría y sincronización- entre la expansión de los cambios económicos/comerciales ya iniciados, los movimientos políticos derivados en curso y las visiones que permitan reorganizar el “nuevo” orden económico/financiero/comercial global que aún no emerge con claridad.

Ahora bien, las interminables sanciones contra Rusia, la permanente escalada comercial contra China, las restricciones económicas contra Irán pero, principalmente el incremento sostenido a los aranceles al acero y al aluminio hacia sus socios y aliados (Unión Europea/ Turquía), no hacen sino convertirse en acérrimas críticas contra el país líder y paladín del Consenso de Washington y creador de Breton Woods y, por lo tanto, fundador del actual sistema económico-comercial mundial e impulsor de la Organización Mundial de Comercio (OMC). La paradoja sería que los países y regiones citadas construyan sus propios sistemas de defensa y fortalezcan sus posiciones financieras, económicas y comerciales, lo cual no hubieran podido hacer sin la presión estadounidense.

Ahora bien, una de las primeras conclusiones a que llegan investigadores y analistas políticos en materia geoeconómica/comercial, es que aún no existe consenso para definir con claridad cómo afecta el proteccionismo a la seguridad nacional de los países, ni tampoco la forma en que incidirá en un futuro cercano en la soberanía de los Estados. Por lo anterior, el presente análisis se concentrará en insertar al proteccionismo, en el marco del Derecho Internacional y de las Relaciones Internacionales, ya que ambos pilares de la convivencia internacional definen con mayor claridad la seguridad y la soberanía de los Estados-Nación.

Para efectos de metodología, nos referiremos a lo que se debe de entender por seguridad, con sus diferentes connotaciones, donde se incluyen los patrones de poder, seguridad nacional, interés nacional y, consecuentemente, se asentarán conceptos tales como geopolítica, contención, seguridad y soberanía nacional para, finalmente, emitir las conclusiones pertinentes, ligadas a la realidad actual.

Los patrones de poder.

Todo Estado tiene patrones de poder, entendiéndose como tal las maneras en que los Estados individuales organizan y usan su poder para aumentar al máximo su seguridad y para lograr sus intereses nacionales en competencia con otros Estados. Estos patrones incluyen: el unilateralismo, es decir, la dependencia del propio poder; las alianzas, esto es, la configuración de poder de un grupo contra otro; la seguridad colectiva, o sea, un sistema universalizado de poder de “uno para todos y todos para uno”, y el gobierno mundial cuya pretensión sería una estructura cooperativa federal o un imperio mundial dominado por un gobierno[2], que es lo que siempre han pretendido los estadounidenses.

La geopolítica.

Esta contempla el análisis de las relaciones de poder entre los países. Como método de análisis político se puso en boga en Europa Central durante la primera mitad del Siglo XX. El término “geopolítica” fue utilizado por primera vez en 1916 por el científico político sueco Rudolf Kjeflen, y más adelante por Karl Haushofer. Los trabajos pioneros más importantes anteriores a la introducción formal de la geopolítica son los de Fiedrich Ratzel (1844-1904) y los de Sir Halford John MacKinder (1861-1947).

Vista la geopolítica como el estudio de las relaciones de poder y del dominio de los accesos marítimos y fluviales más importantes de la geografía, así como del control de zonas de influencia y de contención de potencias rivales, puede concluirse que muchas doctrinas expansionistas coinciden con las consideraciones de la geopolítica: desde el “destino manifiesto” de los Estados Unidos de América, hasta la doctrina de la soberanía limitada de Brezhnev[3].

Por otra parte, la geopolítica ha tenido más que ver con temas de estrategia militar que, por ejemplo, con los de la distribución de la riqueza en el mundo, los de la democracia o los derechos humanos, aunque ya hace algún tiempo estos temas se han insertado –con percepciones polarizadas y en constantes debates- en la nueva agenda internacional. En el largo plazo, la geopolítica interrelaciona el tamaño de la población y el territorio de los países con el desarrollo económico y, el poder militar tiende a quedarse a la zaga del poder económico.

En el contexto de creciente globalidad económica y tecnológica que prevalece en la actualidad, difícilmente se darán condiciones para que se desarrollen conceptos geopolíticos de gran envergadura, lo cual es considerado afortunado para quienes ven a la geopolítica como una herramienta inadecuada para resolver cuestiones como el desarrollo sustentable, o las desigualdades de la división internacional del trabajo.

La contención.

Este esquema, es tal vez el punto medular de la geopolítica, ya que emergió en el marco de la denominada Guerra Fría y por ende del bipolarismo, pero no finalizó con esa misma era. Por el contrario, aún persiste y persistirá al estar inserto dentro de este esquema conceptos y doctrinas tales como estrategia, gran estrategia, táctica, disuasión, equilibrio, soberanía, seguridad nacional, interés nacional, así como otros factores de la nueva agenda internacional que se han venido insertando en este esquema, sin olvidar las alianzas que emergieron y giraron en torno al mismo. Si bien la mayoría de estos conceptos y doctrinas son importantes, para efectos del presente trabajo solamente se tratará de visualizar el concepto que George Kennan dio desde un principio a la contención.

Aunque el fundador de la contención no enunció en un solo lugar el alcance completo de su visión estratégica, y a pesar del cambio de su pensamiento durante el transcurso de los años, los especialistas que han estudiado sus escritos sostienen que su visión del concepto presenta cohesión interna y de manera general es coherente a lo largo del tiempo. Por lo anterior, podríamos concluir que la contención tiene como fundamento inicial y final establecer y defender conceptos y doctrinas como “soberanía”, “interés nacional” y “seguridad nacional”[4], todos ellos no son difíciles de homogeneizarlos sino, inclusive, de trasladarlos o ubicarlos en la nueva agenda internacional, donde los temas de la globalización económica(comercial), drogas y derechos humanos –entre otros temas-, no permiten una aplicación concreta o “exacta” en la actualidad, ya que el concepto y la aplicación varía de acuerdo a los intereses nacionales de cada país y, por ende, a la interpretación de acuerdo a lo que entiende y defiende como tal cada Estado.

Así por ejemplo, en este aspecto práctico tiene una historia particularmente difícil en América Latina, pues en los años de la Guerra Fría un buen número de gobiernos antidemocráticos de la región (regímenes militares) lo hicieron suyo para justificar la destrucción política y física del llamado “enemigo interno”.

En las nuevas circunstancias, la idea de la seguridad nacional en América Latina tiene, por fin, la posibilidad de librarse de su pasado conservador anticomunista, y en buena medida ilegítimo, y centrarse en otros temas de mayor interés y relevancia para el conjunto de los actores políticos de la región. Si en cambio, los conceptos de “seguridad nacional”, “interés nacional” y “contención” tienen una aplicación cuando en América Latina, el país hegemónico los sitúa en los ámbitos político (consolidación de las democracias), económico-comercial (Tratados de Libre Comercio) y “sociales” (drogas, migración, etc.).

Seguridad Nacional.

El término puede tener diferentes significados, pero el discurso político habitual rara vez lo restringe a la capacidad de un Estado-Nación de defender sus fronteras de la invasión extranjera[5]. La connotación habitual de seguridad es la de estar libre de peligro o, en términos más amplios, libre de ansiedad, preocupación o temor.

El concepto tradicional de seguridad nacional debe mucho a los escritos de los seguidores de la escuela realista que se popularizó en la posguerra, como Hans Morgenthau, y a definiciones anteriores como las de Walter Lippmann: “Una nación está segura cuando no tiene que sacrificar sus legítimos intereses para evitar la guerra y cuando es capaz, si fuera necesario, de mantenerlos a través de la guerra”. En otras palabras: “Una nación está asegurada cuando su gobierno tiene el suficiente poder y capacidad militar para impedir el ataque de otros estados a sus legítimos intereses y, en caso de ser atacada, para defenderlos por medio de la guerra”, es decir, se busca la seguridad nacional a través de la aplicación real o potencial del poder militar, económico y político[6].

Ahora bien, es necesario señalar que la concepción tradicional le confiere al Estado (al gobierno nacional) el papel de agente que proporciona seguridad a la colectividad, a la Nación o a la sociedad. En segundo lugar, esta conceptualización supone que el propósito específico de la acción del Estado es la protección de los “legítimos” intereses nacionales. Tercero, se considera que las amenazas a los intereses nacionales emanan de acciones y políticas de otros estados que, por su parte, están actuando para proteger lo que consideran como sus propios intereses legítimos[7]. Hay que anotar asimismo, que algunos estudiosos de las relaciones internacionales y la seguridad nacional tienden a equiparar la seguridad del Estado con la seguridad nacional. También hay que destacar que la mayoría de los gobiernos y analistas están de acuerdo en que la integridad territorial y la soberanía son intereses nacionales legítimos.

La soberanía en cuanto al Derecho Internacional.

De acuerdo con Don César Sepúlveda, “…el término soberanía es complejo y difícil, ya que se desenvuelve en una serie de conceptos, cada uno de los cuales es susceptible de representarse por otra palabra o fórmula…pero, además, su esencia toma a veces tintes místicos, provoca sentimientos nacionalistas e inflama la retórica política…De igual manera, la soberanía se encuentra vinculada con una teoría política que establece que en cualquier sistema de gobierno debe necesariamente de existir un poder absoluto de decisión final, que se ejerza por una persona u órgano al que se reconozca como competente para decidir en última instancia, y para ejecutar esa decisión. A tal persona u órgano se le denomina soberano. Y ésta es una condición esencial para toda la organización política”[8].

De lo anterior surgen algunos principios fundamentales:

1.- Aunque no hayan participado en su creación, los sujetos de derecho internacional deben observar las normas del derecho de gentes consuetudinario, o creadas por algún tratado, o que fluyen de la existencia de una comunidad de Estados; 2.- Pueden imponerse a un sujeto del orden legal internacional obligaciones internacionales adicionales sólo con su consentimiento; 3.- El ejercicio de la jurisdicción territorial es exclusivo para cada Estado, a menos que estuviere limitado o exceptuado por normas del derecho internacional; 4.- En ciertos y especiales casos, los sujetos del derecho internacional pueden pretender jurisdicción sobre cosas y personas situadas fuera de su jurisdicción territorial; y, 5.- A menos de que existan reglas que lo permitan, la intervención de un sujeto de derecho internacional, o de una institución internacional, en la esfera de la exclusiva jurisdicción doméstica de otro sujeto constituye una ruptura del orden jurídico internacional.

Para dar un sólido respaldo a esta serie de principios fundamentales del derecho internacional, será necesario recordar que la Asamblea General de las Naciones Unidas encargó en 1949 a la Comisión de Derecho Internacional que formulara un proyecto de Declaración de Derechos y Deberes de los Estados. Posteriormente, la Asamblea General expidió esa Declaración el 6 de diciembre de 1949 (375IV), la cual recomendó “a la atención de los Estados miembros y de los juristas de todas las naciones”, y en cuyo artículo 14 se dice: “Todo Estado tiene el deber de conducir sus relaciones con otros Estados de acuerdo con el derecho internacional y con el principio de que la Soberanía del estado está subordinada a la supremacía del derecho internacional”.

Finalmente, Don César Sepúlveda menciona que: “De lo anterior podría concluirse que la cuestión terminológica sobre la soberanía podría extinguirse, en lo que hace al derecho internacional, si se admitiera generalmente por los tratadistas que la soberanía es el poder supremo de un Estado dentro de su territorio, y su independencia de cualquier potestad o autoridad externa, consistente con el derecho internacional que obligue a ese Estado”[9].

El concepto de seguridad nacional en el plano internacional.

Las definiciones e interpretaciones actuales de la seguridad nacional se derivan de la escuela de política internacional conocida como realismo[10]. Los escritos de Hans Morgenthau y Kennet Waltz son los que mejor articulan y formulan los supuestos más refinados del realismo. En esencia, se trata de extensiones lógicas del dilema fundamental de seguridad de los estados-nación y pueden resumirse así: 1) Los estados-nación son los principales actores de la política mundial; 2) Se entiende mejor a los estados-nación como entidades regionales que piensan en sus intereses y, 3) El ejercicio del poder es, en el último de los casos, el medio a través del cual el Estado-Nación promueve y protege sus intereses. Por consecuencia, desde la perspectiva realista, la defensa de la seguridad nacional generalmente se entiende en términos de los recursos a disposición del poder –principalmente militares- y que esta defensa usualmente se coloca en la cúspide de la escala de prioridades de los estados-nación.

Ahora bien, la seguridad nacional, por un lado, es un concepto que bien se puede dominar central o nuclear en la teoría de las relaciones internacionales pero, por otro lado, es un término de manejo difícil porque no hay un acuerdo sobre su definición. La importancia del concepto no sólo es teórica sino también práctica, pues con él se puede intentar dar o restar legitimidad a políticas nacionales fundamentales.

Conclusión

Si tomamos en consideración los razonamientos y diferentes connotaciones emanados de la seguridad y la soberanía de los Estados-Nación señalados con anterioridad, la primera conclusión es que tanto directa, como indirectamente, el proteccionismo incide y afecta al sistema mundial de comercio y, por ende a los países en general, así como a su soberanía y a su seguridad nacional.

Ahora bien, profundizando sobre la seguridad nacional, en términos generales existe la necesidad de identificar tres grupos principales de amenazas, entendiéndose que las amenazas a los intereses nacionales emanan de acciones y políticas de otros estados que, por su parte, están actuando para proteger lo que consideran como sus propios intereses legítimos: 1) las económicas/comerciales; 2) las creadas por una escasez de energía y materia prima, o por cambios en el medio ambiente mundial o regional y, 3) las amenazas a la seguridad nacional o internacional derivadas de problemas sociales internos, como el subdesarrollo, la inestabilidad política y la incapacidad de los gobiernos de satisfacer las demandas de bienestar mínimo de sus ciudadanos[11].

Sobre el significado de seguridad internacional, en la actualidad se observan propuestas que argumentan que ésta debe incluir cuestiones relacionadas con la preservación del medio ambiente, la lucha contra el crimen organizado, la protección de los derechos humanos, el manejo de la migración, la salud pública, la erradicación de la pobreza, etc[12].

En lo concerniente al concepto de soberanía, éste ya no tiene la misma interpretación de antes, es decir, si bien es cierto que en contexto internacional aún existe una definición sobre la misma (autodeterminación e independencia), en la actualidad los estados han tenido que ir cediendo parte de esta o, en el último de los casos, la han transformado para ganar terreno y obtener ventajas de la misma en aquellos asuntos que son vitales para la supervivencia de las naciones. Caso específico es cuando se firman los tratados de libre comercio. En síntesis, el debate sobre seguridad sigue abierto.

En lo tocante a la política del proteccionismo, la guerra comercial y las sanciones unilaterales estadounidenses, para aquellos expertos en estos temas esta posición del país hegemón es considerada como neocomercial con características neoimperiales. Al respecto, se citan las expresiones del Canciller ruso, Serguei Lavrov, al señalar que:

Moscú considera que la política de reforzar las sanciones proviene en gran medida de las aspiraciones estadounidenses de dominar en todo y en dondequiera, de dictar su política, de orquestar los asuntos mundiales sin acordarlo con nadie con el fin de obtener privilegios en los mercados mundiales, lograr beneficios unilaterales para sus empresas…los Estados Unidos están dispuestos a mantenerse como la gran potencia hegemónica mundial a toda costa…”.[13]

Los expertos internacionales también coinciden en señalar que, las sanciones estadounidenses, están provocando que varios países se estén alejando del dólar, al tiempo de tratar de irse desprendiendo paulatinamente de las riendas financieras dominadas por Washington (FMI-BM) acelerando con esto, el declive del orden político internacional y del sistema financiero y comercial liderado por los estadounidenses.

i Artículo “El peligro de la guerra nuclear es el mayor que ha habido desde la crisis los misiles”. Periódico digital Sputnik del 15/08/2018.

De las anteriores reflexiones emergen dos interrogantes que el mundo en general y los países afectados por el proteccionismo en lo particular deben de responder a la brevedad posible: ¿Qué medidas adoptar o a que foros recurrir ante la persistencia de la aplicación extraterritorial de las leyes o de los designios estadounidenses, recordando en este sentido que Donald Trump amenaza sacar a los EUA de la OMC; y, ¿los países y regiones deberán sumarse a la política proteccionista a costa de la pérdida de su soberanía y de su seguridad nacional?

Víctor Hugo Ramírez Lavalle


  1. Varas, Augusto. “La Seguridad Hemisférica”, en “Paz y Seguridad en América Latina y el Caribe en los 90”, Naciones Unidas. pp 44-45.
  2. C. Plano, Jack y Orton, Roy. “Diccionario de Relaciones Internacionales”. Ed. Noriega, Limusa. p. 193.
  3. Dorpacen, Andreas. “The World of General Haushofer: Geopolitic in action”. New York-Toronto. Farrar & Rinehart Inc. 1942. pp. 3-22.
  4. Dei, Terry L y Lewis Gaddis, John. “La Contención. Concepto y Política”. Grupo Ed. Lat. Colección de Estudios Internacionales.
  5. Rockwell, Richard c. y Moss, Richard H. “La reconceptualización de la seguridad: un comentario sobre la investigación”. p. 43
  6. Ibidem. p. 44.
  7. Ibidem. p. 45.
  8. Sepúlveda, Cesar. “Algunas consideraciones en torno al vocablo soberanía en la Teoría Política y en el Derecho Internacional”. Revista Mexicana de Política Exterior, No. 34, IMRED. 1992. pp. 21,25.
  9. Sepúlveda, César. Op. Cit. pp. 21-25.
  10. Meyer, Lorenzo. En el prólogo de “Los usos, abusos y retos de la seguridad nacional mexicana: 1946-1960”.
  11. Rockwell, Richard C. y Moss, Richard H. Op. Cit. p. 56.
  12. Guedes de Costa, Thomas. “América Latina y los nuevos retos para crear un régimen de seguridad internacional en la Posguerra Fría”; en “La Seguridad Internacional en América Latina y el Caribe”. Olga Pellicer, comp. IMRED, 1995.

 

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