IV. TRAZOS SOBRE EL SERVICIO EXTERIOR MEXICANO.

Indudablemente el Servicio Exterior Mexicano (SEM) es una institución de amplio reconocimiento, no solamente en el país sino también en el ámbito diplomático internacional, por la alta capacidad de sus funcionarios y profesionalismo. Cuenta con su propia Ley del Servicio Exterior (LSEM) y su Reglamento. Sin embargo, esta Institución no ha estado ajena a retos y algunas veces marginación de la propia Cancillería y la oficina de la presidencia.

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Como lo establece la LSEM, el Servicio Exterior Mexicano es el cuerpo permanente de servidores públicos, encargado de representar a México en el exterior, cuyos objetivos están enfocados a promover y salvaguardar los intereses nacionales y velar y fortalecer el prestigio de México, integrado por diplomáticos especializados, abocados a una carrera de larga duración, profesional y de reglas estrictas y rigurosas.

El SEM depende del Ejecutivo Federal, bajo la Dirección de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y está conformado por dos ramas: la diplomática-consular y la técnico-administrativa. En ambas se ingresa por oposición mediante concursos públicos; el personal que la integra está sujeto a evaluaciones permanentes sobre preparación, competencia, capacidad y superación, evaluaciones realizadas mediante exámenes escritos, orales, de idiomas, nuevos estudios y expediente personal de méritos y eficiencia. Una mala valoración puede cercenar drásticamente los ascensos y la carrera.

En la rama diplomática–consular, los funcionarios, que deben contar por lo menos con licenciatura y el manejo de idiomas, inician la carrera desde el rango de agregado diplomático hasta embajador, o su equivalente a cónsul general. Dichos funcionarios, en las condiciones actuales, pueden tardar en promedio alrededor de 30 años en llegar a la cúspide de embajador, si es que se logra, algunos se jubilan con rangos menores.

Para el ingreso a la rama técnico–administrativa, los aspirantes deben contar al menos con la posesión de un idioma. Inician la carrera con el rango de agregado administrativo “D” y finalizan con el de coordinador administrativo.

La LSEM también contempla “personal temporal”, que sin pertenecer al SEM de carrera es contratado por un tiempo determinado en las representaciones mexicanas y, “personal asimilado”, compuesto por servidores públicos de diversas instituciones mexicanas, como son los agregados militares, navales y aéreos, entre otros.

Si bien el tema no es nuevo, en la presente administración se ha agudizado diametralmente la falta de atención y compromiso de las altas autoridades de la Cancillería mexicana, para fortalecer y atender las necesidades del servicio exterior y sus miembros, en torno a sueldos, prestaciones, carencia de plazas y ascensos, así como un escalafón diplomático saturado. Tradicionalmente las autoridades de la Secretaría han argumentado escasez de recursos económicos, sin embargo, se percibe que no ha habido interés ni habilidad para negociar el tema con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

La situación anterior no deja de crear desaliento y frustración en los integrantes del SEM, que a pesar de estar sujetos a evaluaciones demandantes y una constante profesionalización, sus esfuerzos no siempre son recompensados, lo que deriva también en daño a esta institución diplomática.

Recientemente la próxima presidenta, Claudia Sheinbaum, informó sobre el nombramiento del próximo Canciller mexicano, Juan Ramón de la Fuente, quien tendrá entre sus retos gestionar plazas que permitan una adecuada movilidad escalafonaria, creación de nuevas plazas, revisión salarial acorde al costo de vida en los países de adscripción y dar cumplimiento al Plan de Carrera estipulado en la LSEM (Artículo 27-Ter), si en verdad quiere atender un servicio exterior profesional, que se ha forjado en muchos años.

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El nombramiento desmedido y descuidado de embajadores políticos que se ha observado en la presente administración, ha incidido dramática y negativamente en una institución profesional como lo es el SEM y sus miembros de carrera, que son marginados. Estos nombramientos han respondido generalmente al pago de favores políticos o relaciones amistosas, sin preparación diplomática para un desempeño adecuado, a lo que se agregan personajes advenedizos, aferrados a los cargos diplomáticos durante años, sin formar parte de la diplomacia de carrera.

Si bien la SRE impulsa una política llamada Diplomacia Feminista, con el fin de favorecer al personal femenino del SEM, muchos esfuerzos se ven truncados por la gran cantidad de nombramientos políticos que impiden ascensos y titularidades en las embajadas.

El presidente está facultado tanto por la Constitución como por la LSEM a nombrar embajadores y cónsules generales, con la aprobación del Senado, sin embargo, la misma LSEM determina que estas designaciones deberán hacerse preferentemente entre los miembros del SEM de carrera de mayor competencia, categoría y antigüedad. Si bien el Senado debe constituir un filtro para la selección de embajadores y cónsules generales idóneos, muchas de las designaciones actuales, así como en el pasado, han respondido a intereses políticos y partidistas.

Desde que inició el actual sexenio y hasta la fecha, se ha podido observar un escenario insólito en torno a los nombramientos de embajadores políticos en América Latina, quienes han ocupado alrededor del setenta u ochenta por ciento de las embajadas mexicanas, sin una trayectoria profesional y especializada, ni una política exterior hacia la región que incentive la integración y los vínculos bilaterales de México con los países latinoamericanos. En Europa ocurre algo similar con las embajadas emblemáticas de México.

En América Latina y el Caribe las embajadas mexicanas se encuentran atiborradas de nombramientos políticos, léase Argentina, Belice, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. A las que se agregan las ubicadas en China, Corea y Japón. En este entorno, también destacan miembros del SEM, que, sin haber alcanzado el rango, han sido nombrados embajadores, como son los casos de las embajadas de México en Bolivia (Consejero del SEM), Guyana (Segundo secretario) y Paraguay (Ministro).

Las embajadas de Estados Unidos y Canadá están ocupadas también por embajadores que no son de carrera, a las que se agregan las representaciones diplomáticas mexicanas en Alemania, Bélgica, España, Federación de Rusia, Francia, Noruega, Países Bajos (situación insólita y privilegiada, ocupada por Carmen Moreno, jubilada del SEM hace 21 años a los 65 años y aún en funciones con nombramiento político), Reino Unido, Santa Sede y Turquía.

En cuanto a los organismos internacionales con titular que no es de carrera, se encuentran la O.C.D.E; U.N.E.S.C.O y O.N.U. (ocupada hasta hace poco por Juan Ramón de la Fuente). A lo anterior se suma también una lista de consulados mexicanos, que por razones de espacio en esta ocasión omito abundar. El exceso de nombramientos políticos impide el desarrollo del SEM de carrera, en funcionarios que aspiran a la titularidad de una embajada o de embajadores de carrera que se encuentran en la banca en espera de una oportunidad.

Actualmente el SEM está integrado por 848 miembros de la rama diplomático–consular y 408 de la rama técnico-administrativa, un total de 1,256 miembros, servicio exterior que resulta pequeño para la importancia de México en el contexto internacional y el papel que debe desempeñar. México cuenta 80 embajadas en el exterior, 30 consulados generales, 42 consulados de carrera y 2 agencias consulares. Se cuenta a la vez con representación en organismos internacionales.

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En conversación con varios diplomáticos mexicanos, un amplio sector considera que durante la presente administración, particularmente en la concerniente al entonces Canciller Marcelo Ebrard, el SEM de carrera habría sido marginado, despreciado y maltratado, lo que habría forzado a que varios embajadores de carrera decidieran dejar el SEM mediante la jubilación anticipada. La LSEM establece la edad de 70 años para la jubilación.

De acuerdo a datos disponibles al mes de abril del año en curso, el número de embajadores que se jubilaron anticipadamente en la presente administración asciende a 45; miembros con rangos inferiores a embajador de la rama diplomático–consular suman 18 y de la rama técnico–administrativa 37.

En pasillos de la propia Cancillería mexicana se comenta sobre el mal momento que habrían pasado varios embajadores de carrera, quienes habrían sido conminados por la Subsecretaría del ramo, entonces a cargo de Carmen Moreno, a desocupar sus embajadas de adscripción mediante la jubilación adelantada, a efecto de recobrar plazas para ajustes diplomáticos y políticos.

Agregan que, el poco interés y desconocimiento del presidente mexicano de los asuntos internacionales y la política exterior de México, también se vio reflejado en la Cancillería y en el escaso apoyo proporcionado al SEM de carrera, a la par de un canciller vehementemente abocado a una posible candidatura presidencial, que nunca llegó, y no interesado realmente en la política exterior del país.

Algunas áreas imprescindibles para el funcionamiento de la política exterior y el SEM de carrera, fueron ocupadas por personal ajeno a la Cancillería, sin el conocimiento necesario del funcionamiento diplomático, léase algunas subsecretarias, nombramientos de embajadores políticos y áreas esenciales como la Dirección del Servicio Exterior y Recursos Humanos.

Tal ha sido la desorganización y la falta de experiencia y pericia en la SRE, que, insólitamente y como nunca había ocurrido, fueron extraviados o dañados alrededor de 120 contenedores de menaje de casa de personal diplomático que retornaba a México o partía a sus nuevas adscripciones diplomáticas, abandonados en aduanas o empresas de mudanzas internacionales, quedando en evidencia el pésimo manejo en estos traslados y dudas sobre el destino financiero en estas operaciones. Gran parte de estos contenedores tardaron en llegar a su destino uno o dos años, con el consecuente deterioro de su contenido.

Pese a su importancia, estipulada en la propia LSEM, no ha habido regularidad en la promoción de concursos de ingreso y ascenso en el SEM de carrera, lo que ha impedido que esta institución se fortalezca y enriquezca con mayor número de funcionarios para atender los retos que presenta la política exterior del país, así como atender los necesarios ascensos de los funcionarios diplomáticos.

A abril de 2024, durante esta administración sólo ha habido un examen de ingreso y otro de ascenso en la rama diplomático – consular y dos exámenes de ingreso y uno de ascenso para la rama técnico-administrativa, lo que ha contribuido aún más a la saturación escalafonaria, la inhibición de merecidos ascensos y falta de personal diplomático.

El SEM de carrera ha sido una institución de gran valor en el país, que deberá fortalecerse y no debilitarse, en la cual se forman diplomáticos profesionales y especializados como lo requiere la diplomacia internacional y México, lejos de la improvisación.

Tradicionalmente el SEM ha sido un referente internacional en asuntos multilaterales y bilaterales en defensa del interés nacional. Ante la caótica improvisación actual en política exterior y el debilitamiento de la imagen de México, es indispensable fortalecer y reorientar la política exterior como una política de Estado y dar cabida a la diplomacia especializada.

Uno de los mejores legados que puede dejar un secretario de relaciones exteriores, es un servicio exterior sólido.

*Agradezco los valiosos comentarios en este documento del Embajador Raúl López Lira y del Ministro Jaime Martin.

Ciudad de México, julio 2024

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