Uno de los acontecimientos más importantes, no sólo del Siglo XX, sino de la historia de la humanidad, es el periodo comprendido entre 1953 y 1962 denominado como “La Guerra Fría”. Así pues, tras la muerte de José Stalin, las dos ideologías dominantes en el mundo, el capitalismo y el comunismo, dieron paso a un enfrentamiento de índole político, económico, social y militar entre las dos naciones más poderosas del mundo: Estados Unidos y, la en ese entonces, Unión Soviética.
Para muchos, el origen principal de este tenso conflicto de alcance global, se dio a causa de la contraposición de posturas políticas e ideológicas, defendidas a capa y espada por los nuevos rectores del mundo de la postguerra.
Así pues, las apuestas por lograr la supremacía internacional, corrieron a través de la imposición de las corrientes socialista y capitalista en el mundo, mediante la financiación de conflictos bélicos cuyo objetivo fue, y sigue siendo, el control de los Estado-Nación y el fortalecimiento de las economías norteamericana y soviética.
De esta forma, durante 9 años, la sociedad mundial vivió una de sus peores crisis de identidad, misma donde el miedo a una nueva guerra, pero ahora mucho más devastadora, fue la principal herramienta de control social que permitió fortalecer y prevalecer los argumentos e idearios capitalistas. Por casi una década, Estados Unidos y la Unión Soviética se montaron en una cruzada por el control de puntos estratégicos que les permitieran expandir sus territorios, pero sobre todo, sus propias ideologías. Corea, Vietnam y Cuba, fueron los duelos indirectos más significativos.
54 años han pasado y al parecer, con una Rusia muy fortalecida y con aliados de peso, parece que la historia podría volverse a repetir y, para muchos, un nuevo conflicto podría sobrepasar en dimensiones al ocurrido ya hace más de medio siglo.
Como se sabe, el bombardeo norteamericano sobre soldados del ejército sirio en DeirEzzor del pasado 17 de septiembre, se ha convertido en el desencadenante de la situación actual en el conflicto sirio, que ha desembocado finalmente en el fin de la cooperación entre los Estados Unidos y Rusia. De hecho, ha representado el punto de inflexión del conflicto y ha abierto las puertas a una escalada bélica de consecuencias imprevisibles.
Sin duda, el espectro de una posible guerra directa entre los Estados Unidos y Rusia, con epicentro en Siria, aumenta por momentos. Hace sólo unos días, el pasado sábado 1º de octubre, la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, realizó unas declaraciones inequívocas al respecto: “Si hay una agresión directa de Estados Unidos contra Damasco y el Ejército sirio, llevará a peligrosos cambios tectónicos no solo en el territorio de este país, sino en la región”.
Esta declaración verbaliza una posibilidad que hasta hace unos meses parecía aún improbable: que EE.UU. interviniera directamente sobre el terreno en el conflicto sirio. Bien, pues ahora Rusia ya advierte directamente de tal posibilidad, y amenaza con respuestas que provocarían un terremoto geopolítico de magnitudes aún incalculables en la región.
Mientras siguen expandiéndose las discrepancias entre EE.UU. y Rusia sobre Siria, el Ejército ruso no pierde el tiempo e incrementa el número de sus aviones de guerra en el país árabe. Asimismo, de acuerdo con Reuters, citando a funcionarios de EE.UU. bajo condición de anonimato, sostiene que el colapso del último alto el fuego en Siria ha aumentado la posibilidad de que los Estados árabes del Golfo Pérsico o Turquía, armen a la llamada “oposición moderada” con sistemas portátiles antiaéreos para derribar a los cazas sirios y rusos.
El factor ISIS
Algo que hay que tomar en cuenta, es el papel de ISIS dentro de esta incipiente “Guerra Fría” que tiene como epicentro Siria. Así pues, Steven Kelley, ex contratista de la CIA, afirma en una entrevista para AP, que Rusia es la única respuesta para acabar con Estado Islámico y afirma que EE.UU. está fingiendo luchar contra ISIS cuando en realidad no lo está haciendo y más aún, argumenta que Estados Unidos siempre ha sido el principal promotor y creador del Estado Islámico, por lo que esta farsa que están sosteniendo, no tiene nada que ver con la lucha contra ISIS en Siria. ¿Escalofriante no lo cree usted?
Por su parte, según afirma un comandante del grupo yihadista, el Frente Al Nusra, en una entrevista con el diario alemán “Kölner Stadt-Anzeiger”, Estados Unidos ha estado suministrando sistemas de misiles guiados TOW y asesores militares a la organización terrorista que opera en Siria (ISIS). Según Abu Al Ezz, Washington patrocina a ese grupo extremista de forma indirecta, a través de países que apoyan al Frente Al Nusra.
Así pues, sorprende una declaración del representante oficial del Departamento de Estado de EE.UU., John Kirby, en la que había señalado que los grupos extremistas continuarán explotando los vacíos que hay en Siria para ampliar sus operaciones, que podrían incluir ataques contra los intereses rusos, tal vez incluso en ciudades de Rusia, un país que, de acuerdo con Kirby, “seguirá enviando soldados a casa en bolsas y perdiendo recursos, quizá hasta aviones”.
Sin duda, estas declaraciones dejan mucho en que pensar respecto a la autonomía del terrorismo internacional y su papel como herramienta para justificar la intervención norteamericana en el mundo; en este caso en Medio Oriente y concretamente en Siria, un territorio estratégico disputado desde tiempos del Imperio Romano.
Adiós a la diplomacia: forzando el conflicto.
Sin duda, la diplomacia ha sido uno de los grandes logros de la civilización moderna al solucionarse por este medio grandes problemas y conflictos, que pudieran llevar a la humanidad a padecer consecuencias irreversibles. Sin embargo, parece que ante la obstinada actitud del verdadero poder norteamericano, este recurso está siendo pasado por alto.
Así pues, de acuerdo con Stanislav Tarasov, jefe de un grupo de investigación sobre Oriente Próximo y el Cáucaso, el acuerdo de alto el fuego en Siria firmado por Washington y Moscú, podría fracasar debido a la intervención de una “tercera fuerza” en el conflicto, esta fuerza es el Pentágono, quien trata de obstaculizar el trabajo de los cuerpos diplomáticos estadounidenses.
Así pues, la ex asesora del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca, Gwenyth Todd, afirma que oficiales militares norteamericanos trabajaron en secreto para sabotear los esfuerzos de cooperación con Rusia en la aplicación de un alto el fuego en Siria. Además, por si esto fuera poco, existen un conjunto de agentes regionales dispuestos a complicar la situación mucho más, hasta el punto de provocar un caos generalizado.
Quizá, lo más alarmante de todo esto, además de estar dejando a la diplomacia de lado, es que la retórica de enfrentamiento entre Rusia y EE.UU. está empezando a utilizar cada vez con más insistencia la palabra “NUCLEAR”, y “para muestra basta un botón”. Hace unos días, el secretario de Defensa norteamericano, Ashton Carter, ha declarado ante las unidades militares estadounidenses, que el país debe estar preparado para un posible enfrentamiento nuclear con Rusia. Carter, afirma que Estados Unidos mantiene la prerrogativa de ser el primero en activar una bomba atómica en caso de conflicto. Como anotación, sabemos que algunas potencias nucleares, como China, se comprometieron a no ser los primeros en emplear armas atómicas, pero Estados Unidos y sus socios de la OTAN no van a renunciar a esta opción.
Algo que realmente preocupa, es el anuncio por parte del Departamento de Estado norteamericano respecto al fin de las negociaciones con Rusia sobre el alto el fuego en el conflicto de Siria, abandonando así los canales diplomáticos (y de toda índole) bilaterales de comunicación con Rusia.
La razón por la que Washington ha tomado la decisión de cortar el contacto con Moscú, se debe a que la Casa Blanca considera que el Kremlin ha dejado de cumplir sus obligaciones respecto al acuerdo mutuo sobre la destrucción del plutonio, cuando Vladímir Putin firmó un decreto para la suspensión del acuerdo debido a las acciones “inamistosas” de Washington.
Lo verdaderamente sorprendente de esto, es que la retórica de este conflicto es muy similar a la llevada a cabo durante el transcurso de la Guerra Fría. Nuevamente se emplea el concepto de “posible enfrentamiento militar directo entre Estados Unidos y Rusia” y el término que pone a temblar al mundo: “NUCLEAR”. De esta forma, ante esta situación, las puertas para un conflicto están completamente abiertas.
Se encienden los ánimos.
La retórica belicista entre EE.UU. y Rusia se está calentando y parece haber entrado en un nivel más alarmante. Como indicaron algunos medios norteamericanos, particularmente el Washington Post, la Administración de Obama debía decidir este pasado miércoles 5 de octubre, qué medidas tomar contra Damasco, tras suspender su cooperación con Moscú, para terminar con las hostilidades en Siria.
El medio estadounidense especulaba que entre las medidas que podrían tomar, se podrían incluir bombardeos contra las infraestructuras de las Fuerzas Aéreas sirias con misiles de crucero y otras armas de largo alcance, desde aviones y barcos militares de la coalición dirigida por los norteamericanos.
Para los analistas internacionales, resulta difícil pensar que las acciones militares en contra del régimen del presidente de Siria, Bashar Asad, para solucionar lasituación en Alepo, alcancen los objetivos y reduzcan la violencia. Sin embargo, resulta más probable que surjan consecuencias inesperadas que afecten los intereses nacionales estadounidenses.
De acuerdo a lo anterior, parece ser que hay un claro desacuerdo en el interior del gobierno de EE.UU. al respecto de cómo actuar. Parece como si la Casa Blanca no estuviera de acuerdo con atacar directamente a Siria, debido a las consecuencias que esto acarrearía. El hecho de no descartar claramente los ataques, pone de manifiesto que quizás la Casa Blanca es incapaz de controlar a los poderes del Pentágono, que en cualquier momento podrían realizar ataques por su cuenta, como el que inició este conflicto en DeirEzzor.
Por su parte, Rusia está considerando la cuestión de su posible regreso a Cuba y Vietnam, donde en el pasado se encontraban bases militares soviéticas y así incrementar las presiones hacia territorio norteamericano. Para Vladimir Putin, de acuerdo con el analista ruso Rostislav Íshchenko, es importante cerrarle las opciones a los norteamericanos, haciéndolos tomar uno de dos caminos: cumplir sus amenazas y comenzar una guerra nuclear o bien, aceptar el hecho de que el mundo ya no es unipolar y empezar a integrarse en el nuevo formato.
El ultimátum
Después de la suspensión de la cooperación con Washington en materia de investigaciones nucleares y energéticas, Putin ha anunciado la única manera en cómo Rusia retomará el camino a la colaboración pacífica entre estas dos naciones.
Las condiciones impuestas por el líder ruso fueron las siguientes:
• Cancelación de todas las sanciones estadounidenses contra Rusia.
• Pago de una indemnización por los daños sufridos por Rusia a causa de las sanciones y las contra-sanciones.
• Eliminación de la ley Magnitsky (aprobada en 2012, misma donde se lanzó la actual confrontación de Estados Unidos contra Rusia, mucho antes de las crisis en Ucrania y Siria).
• La reducción de la presencia militar estadounidense en Europa del Este.
• El abandono de la política de confrontación con Moscú.
Con un poco de sentido común, lo anterior significaría que los Estados Unidos dejaran a un lado su orgullo y política imperialista, accediendo a las peticiones del Gobierno Ruso, mismas que, viéndolo desde el punto de vista norteamericano, serían prácticamente incumplibles ya que esto significaría cambiar toda la política estadounidense e incluso, compensar a Rusia las pérdidas sufridas por las acciones aprobadas oficialmente por EE.UU., es decir, una especie de exigencia de rendición incondicional en una guerra que aún no ha comenzado formalmente.
Estados Unidos ha estado tratando de intimidar a Rusia mediáticamente con un conflicto nuclear, mientras que Moscú afirma que está preparada para este escenario y NO desistirá en sus demandas.
Así pues, todo parece indicar que la situación en Siria está lejos de solucionarse y la tensión se encuentra en su máximo grado, dando paso esto a una versión contemporánea, corregida y aumentada, de “La Guerra Fría”.
[1] Nota del Editor. Dicha situación de confrontación entre los bloques citados, se prolongó por varias décadas, durante las cuales la humanidad permaneció como rehén de las potencias nucleares y no sería sino hasta el año 1989, cuando simbólicamente es derribado el “Muro de Berlín” que había sido construido en 1961. En diciembre de 1989 se celebró un encuentro entre el Presidente de los Estados Unidos George Busch y el dirigente soviético Michael Gorvachov, después de lo cual proclamaron oficialmente el inicio de una “nueva era en las relaciones internacionales” y el fin de las tensiones que habían definido a la guerra fría.
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