III. ERNESTO MADERO. ANECDOTARIO: NO ES LO MISMO EMPEZAR DESDE ABAJO

Segunda Parte.

Recopilación Antonio Pérez Manzano

Después de su aventura periodística como corresponsal de guerra en España, durante la guerra civil. Madero regresa a México.

En cierta ocasión en la que conversaba con el que esto escribe, me confesó que hacía tiempo lo rondaba el gusanito de alguna vez formar parte del Servicio Exterior Mexicano (SEM), lo que estuvo muy cerca de lograr al reincorporarse a su actividad periodística en México.

No obstante, la suerte le jugó una mala pasada y viene a cuento otra anécdota de su vida.

Don Ernesto: –esbozando una sonrisa, pero denotando un tono melancólico y cierta resignación-: “No, Compañero: ¡No es lo Mismo Empezar Desde Abajo!”

Yo en calidad de interlocutor le pregunté: ¿Por qué me dice eso? En la medida que seguíamos conversando, llegué a comprender el mensaje.

Con la expresión anterior, se refería a cierta confusión circunstancial, que se produjo entre él y su hermano periodista Luis Octavio Madero (“El Güero”, como le decía de cariño), quien para esas fechas ya había publicado varias obras literarias.

Madero narraba un acontecimiento que tuvo como actores al entonces Presidente de la República, General Lázaro Cárdenas y a su hermano El Güero:

“El señor Presidente estaba muy complacido por los reportajes de Madero, sobre el conflicto en España. Por dicha razón el mandatario dio órdenes a un oficial del Estado Mayor Presidencial, para que fuera al domicilio del “periodista y escritor Madero,” para decirle que quería platicar con él. Las circunstancias determinaron que en esos momentos, se encontrara en casa Luis Octavio y al preguntarle si él era el escritor Madero, respondió afirmativamente y acto seguido lo condujeron ante el Presidente, sin conocer el motivo del llamado.”

Como resultado de la conversación sostenida, Luis Octavio Madero[1] salió a Barcelona, España, como Cónsul General de México (1938); donde por cierto desempeñó un importante papel, a pesar de los rigores de la guerra.

Cabe mencionar que, en dicha ciudad, la destacada labor de Luis Octavio Madero no se limitó al despacho de los asuntos burocráticos propios de la oficina a su cargo; sino que, además, se preocupó por atender el lado humano de la contienda que en esos momentos desangraba al pueblo español, con el enfrentamiento entre franquistas y republicanos. El periódico catalán “La Vanguardia” ofrece testimonios sobre los trabajos literarios del Consulado General de México, destinados principalmente a los combatientes republicanos, que contenían narraciones breves, poesías y otros trabajos literarios.

Sobre el nombramiento de Luis Octavio como Cónsul General, don Ernesto confesaba que sentía “envidia de la buena”, por lo que le dieron a su hermano, pues él también anhelaba ser representante de nuestro país en el exterior y no perdía las esperanzas de lograr algún día esa meta, como efectivamente ocurriría tiempo después. De todas maneras, afirmaba que quería y admiraba a su hermano, de quien decía: “es un modelo de inteligencia”.

Primer Nombramiento en el Servicio Exterior Mexicano.

Sería hasta el 1º de marzo de 1939, cuando “la Revolución le hiciera justicia” -aunque parcialmente, podríamos agregar-. Por esas fechas, fue nombrado en La Habana, Cuba, como “Canciller de Tercera Interino”. Es decir, “escribiente de oficina” (como era escritor). El 31 de marzo llegó a Cuba, en un vapor de la línea naviera “Ward”, acompañado de su esposa y de su madre[2], para ponerse a las órdenes del Embajador de México en dicho país, don José Rubén Romero, con quien conservaba una estrecha relación laboral y de amistad, lo que seguramente influyó para que lo comisionaran en La Habana.

El mismo Madero contaba que, durante su estancia, se desarrolló una gran actividad de protección y ayuda a cientos de refugiados españoles que huían de la dictadura franquista.

Una Tregua en el Camino.

Su estancia en Cuba (1939-1943), fue una etapa muy productiva en el terreno literario. Escribió varios artículos sobre personajes del exilio español, como el Sr. Alcalá Zamora, Presidente de la Segunda República; don Indalecio Prieto (“El Político Indalecio Prieto”. Ed. Carteles, Mayo 25 de 1941). También mostró su admiración por don José Martí, lo que plasmara en varios artículos: “La última Carta escrita en Veracruz”; “Martí en México. Primicias del Apóstol” (Ed. Carteles, 1º Febrero de 1942); así como también escribió uno más, sobre la vida del músico mexicano Juventino Rosas, compositor del conocido “Vals Sobre las Olas”;[3] (bajo el título “Figuras de México”, fue publicado en la Revista “HOY” y como “Vida de Juventino Rosas”, en La Gaceta de Cuba). Las Grandes Entrevistas de “HOY”: “Paul van Zeeland”; “El Padre de Pito Pérez”, (Ed. Carteles, Agosto 3 de 1941); “Somos los Mesmos” (Narrativa de la Revolución Mexicana, Ed. Carteles, 8 de Noviembre de 1943); otro trabajo sobre el autor de “Por quién Doblan las Campanas”: “Hemingway. Un tipo Extraordinario”, (publicado en HOY el 15 de enero de 1944).

Una serie de artículos que le trajeron más pena que gloria (por aquellas épocas), fue la que dedicó al entonces gobernante dominicano Rafael Leónidas Trujillo, a los que puso por título:

“La Historia de un Hombre que se Proclamó Igual a Dios. Testimonios de un Viaje a la Española”.

Como consta en el documento original, Madero había titulado a su trabajo: “La Isla Inverosímil. Testimonios de un Viaje a La Española” y empieza haciendo una narración del viaje por avión (un Electra) que lo transporta desde La Habana, pasando por “Port-au-Prince” a la temible altura de “cinco mil pies”.

Al sobrevolar territorio de República Dominicana, Madero trae a su memoria pasajes históricos y exclama: ¡Esta es la tierra que amó Colón!, donde al final sus restos descansarían.

A manera de introducción el autor nos ofrece un aperitivo de lo que será su obra:

“Vamos a visitar Santo Domingo de Guzmán, la de las calles antiguas y españolísimas; a contemplar el reloj de sol que está dando las horas hace 450 años; o descubrir la Ceiba carcomida, a cuyo tronco amarró Cristóbal Colón sus naves marineras; a visitar el Alcázar de su hijo Diego y a contemplar desde sus almenas, la corriente del Ozama. Vamos, en fin, a discurrir calladamente bajo las arcadas del Convento de San Francisco, para poder escuchar, en rumor emocionado de siglos, los pasos y las voces de Tirso de Molina…”

Después de aterrizar en San Pedro de Macorí, 80 kilómetros más al Este de la capital, Ernesto Madero reflexiona sobre la vida de los pueblos americanos y se cuestiona qué tanto nos conocemos unos a otros; seguidamente hace señalamientos sobre las luchas de los 21 (para esas fechas) naciones americanas independientes a favor de la democracia:

“Estamos dizque desesperados por defender la democracia en el Hemisferio Occidental. Para ello, se han celebrado dos brillantes reuniones de Cancilleres; los oficiales latinoamericanos han recorrido el territorio –las bases navales y aéreas- de nuestro común Tío Samuel; han menudeado los empréstitos (para los pueblos latinos) y las concesiones (para la Casa Blanca). Desgañitados ya de tanto gritar en defensa de la Democracia, es hora de que nos hagamos una breve, insignificante, olvidada pregunta: ¿En cuántos países de América se conoce la Democracia que vamos a defender?”

Cuando Madero reflexiona sobre la situación que se vive en República Dominicana, a la sombra del dictador Rafael Leónidas Trujillo, plasma sus pensamientos en lo que finalmente sería el texto de uno de sus artículos:

“Salgan ahora a la luz –estas páginas- como una aportación más a la tarea de denunciar ante la conciencia americana, la existencia y manejos de los verdaderos nazis que minan nuestro Continente con mayor vigor aún que el de los quintacolumnistas al servicio de Hitler, Mussolini y de Franco. En los riñones del Hemisferio, en las avanzadas del Atlántico, un hombre-bestia –el Generalísimo de los Ejércitos Dominicanos y Benefactor de la Patria, Gran Cruz del Valor, Doctor y Académico, don Rafael Leónidas Trujillo y Molina-, más feroz que Hitler, más ridículo que Mussolini y más traidor que Franco, oprime a un pueblo hace más de diez años. Un hombre-bestia cuya locura sifilítica, ya comprobada científicamente, le ha llevado a proclamarse por disposiciones oficiales, igual a Dios”.

El texto termina con las siguientes palabras:

“Estas páginas van dirigidas a la conciencia americana. Son un llamado a favor de un pueblo que está gimiendo y sangrando bajo una bota aplastante y una espada sanguinaria. ¡Ojalá que en algo ayuden a la libertad y a la verdadera independencia de La Española. E. M.” [4]

Reacciones y consecuencias por la publicación de los textos:

Sucedió que, el 13 de septiembre de 1943, el entonces Embajador de la República Dominicana en México, se entrevistó con el Secretario de Relaciones Exteriores para presentar una nota formal, acusando al Canciller de Segunda Ernesto Madero, de haber escrito varios artículos “ofensivos al Presidente Trujillo Molina”, publicados en varias revistas mexicanas.

La respuesta al reclamo del Embajador dominicano, no se hizo esperar, ya que tuvo lugar solamente 11 días después de entregada la mencionada nota diplomática.

La Cancillería sospechaba que Ernesto Madero había escrito los artículos y le preguntó su opinión sobre ellos, a lo que respondió: “Yo dije que me parecían interesantes y apegados a la verdad, no podía mentir a mis superiores, a quienes confesé que yo los había hecho” [5].

Como consecuencia de lo anterior, el 24 de septiembre de 1943 el Secretario de Relaciones Exteriores, Ezequiel Padilla, firmó el “Acuerdo de Cese”, en contra del Canciller de Segunda Ernesto Madero Vázquez.

Como antes se dice, la orden de despido se cumplió y “Maderowsky” regresó a México, pero la pena de haber sido despedido del Servicio Exterior, se vio un tanto mitigada, con las reacciones de la prensa de México y de algunas personalidades. De ese modo, el sueño de Ernesto Madero en el Servicio Exterior, duró escasos cuatro años.

Reacciones de la prensa de mexicana, donde aparecieron titulares como los siguientes:

“Trujillazo. La Secretaría de Relaciones Exteriores Resolvió Cesar la Semana Pasada, al Periodista Ernesto Madero” (Revista “Mañana”, del 30 de octubre de 1943).

“A Mañana, Tarde y Noche. Premio: Ernesto Madero recibió el cese como premio por referirse a cierta tiranía” (17 de noviembre de 1943).

“Hoy”. Cese. Bajo el cargo de haber sido el autor de una serie de reportajes sobre Trujillo, el corresponsal estrella en el Caribe, acaba de ser cesado” (6 de noviembre de 1943).

También se publicaron otras notas pequeñas en diferentes periódicos y revistas, apoyando a E. Madero. Asimismo, el Partido Revolucionario Dominicano, en el exilio, se encargó de encuadernar y distribuir los artículos del “Reportero Estrella…” y entregó a Madero un reconocimiento, en el que se inserta la siguiente leyenda: “Por su valioso aporte a la libertad del pueblo dominicano”.*

*Nota del Editor. Agrego un pensamiento del filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana, dirigido a los visitantes del campo de concentración de Auschwitz, Polonia: “Quien olvida su historia, está condenado a repetirla”.

En ese sentido, el gobierno de México desconociendo las atrocidades cometidas por el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, le otorgó en 1954 (11 años después de haber cesado a Ernesto Madero) la condecoración mexicana del Águila Azteca, en grado de Collar.


[1] Luis Octavio Madero: Hijo del poeta michoacano Manuel Madero. Clérigo frustrado, periodista y poeta. Es autor de la narración Claustro (1932); Crónicas de Guerra (1935); Sindicato (pieza teatral en dos actos, estrenada en Bellas Artes) 1936; Los Alzados, Editorial México Nuevo, 1937, 80 pp; y, Llanto por la Vida Transitoria (poemas), 1945; así como diversos artículos en la prensa nacional y reseñas de su estancia en Barcelona, durante la Guerra Civil Española. El periódico barcelonés “La Vanguardia”, del 24 de noviembre de 1938 difunde el artículo titulado “Los Amigos de España. Cuadernos Literarios del Consulado General de México”, en el que se habla de la labor del Cónsul Madero, a quien se le califica como: “Un Espíritu Fino y Cultivado”. Dichos folletos se distribuían a los combatientes republicanos. El 2 de diciembre del mismo año, el diario catalán publica otro artículo escrito por el Cónsul Luis Octavio Madero, en el que se destaca el apoyo de México a los Republicanos españoles. En forma compartida con su hermano Ernesto Madero escribieron: “Homenaje a Carlos Marx” (1935).

[2] Su primera esposa, nacida el 10 de agosto de 1911, se llamaba Teresa Casuso Morín, de nacionalidad cubana, quien estuvo acreditada en la Misión de Cuba ante las Naciones Unidas. La madre de don Ernesto, la señora Josefina Vázquez de Madero (1877-1979), lo acompañó durante buena parte de la carrera diplomática, hasta que su salud se lo impidió.

[3] Además del vals mencionado, Juventino Rosas compuso: “El Sueño de las Flores”, “Ensueño Seductor”, “Mi Laud”, “Las Juanitas”, “Eva” y “Carmen”. Tomado de “La Gaceta de Cuba”, Periódico Mensual de Arte y Literatura publicado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, No. 186, junio de 1980.

[4] Nota del autor de la presente biografía. La obra completa comprende otros capítulos que en orden cronológico son los siguientes: Los Abuelos de Dios (árbol genealógico de la familia Trujillo-Monagas-Chevalier-Molina-); La Belén de América; Juventud del Mesías; De Tal Palo, Tal Astilla; El Generalato; El Hombre Inevitable; Celos de Neptuno: ¡Rivalidad de Dioses!; Habla el Santo Padre; ¡Sursum Corda!; Hombre, Genio, Héroe, Maestro… (Obra inédita con anotaciones y correcciones originales del autor 59 pp.)

[5] Bertha Fernández, reportera de El Universal de México. Entrevista en dos partes: “Ernesto Madero, vida diplomática iniciada en la guerra de España” y, “Los 4 de Contadora han evitado la internacionalización del conflicto”.

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