CONTINUACIÓN
ÍNDICE
XI. La Yugoslavia No Alineada Página 2
XII. La desintegración de Yugoslavia Página 3
XIII. Ataques de la OTAN contra Yugoslavia Página 7
XIV. Desaparición de la República Federal de Yugoslavia Página 9
XV. Relaciones Bilaterales Página 10
XVI. Impacto Cultural de México en los Balcanes Página 13
XVII. México y el conflicto bélico en Yugoslavia Página 15
XVIII. Relaciones con Yugoslavia (1992-1996) Página 17
XIX. Relaciones con Yugoslavia/Serbia Página 18
XX. México y los ataques de la OTAN Página 19
XXI. Desintegración Final de la República Federal de Yugoslavia. Página 21
XXII. Consideraciones Finales Página 22
XXIII. Bibliografía Página 23
*Embajador de México en retiro.
XI. La Yugoslavia no alineada
Antes que se diera esta ruptura, se pensaba que los países socialistas presentaban un bloque monolítico bajo el absoluto control de Stalin. En este sentido, muchos pensaron que el rompimiento de Tito con Stalin no iba a durar; o que incluso podría representar una gigantesca conjura para engañar al bando capitalista y hacerle creer que existían fisuras en el campo socialista.
Tito se encargó de que no pasara mucho tiempo para tomar decisiones que claramente mostraban una ruptura total con el régimen stalinista. Tito, a excepción de otros países del llamado “bloque soviético”, permitió el libre tránsito de ciudadanos yugoslavos, lo que contribuyó a tener un flujo regular de trabajadores de ese país a países desarrollados, sobre todo a la entonces Alemania Occidental.
Permitió asimismo la entrada al país de ciertas manifestaciones culturales de occidente, censurando solamente aquéllas que pudieran subvertir el peculiar régimen socialista de Tito. En marcado contraste, el resto de los países socialistas mantuvieron un control casi completo sobre sus nacionales; restringiendo la libertad de tránsito, y tratando de cerrar a sus respectivos países a todo tipo de influencia cultural e intelectual de occidente.
Yugoslavia y Tito personalmente (Stalin envió sicarios en dos ocasiones a Yugoslavia, quienes fallaron en su intento de asesinar al líder yugoslavo) temían una represalia militar de la Unión Soviética; pero la muerte de Josef Stalin en 1953 disipó totalmente estos temores. Para entonces, Tito había abandonado tácitamente las pretensiones territoriales yugoslavas sobre Trieste y Carinthia.
Austria, que había declarado su neutralidad en 1955; después de la renuncia de Tito sobre Carinthia, se convirtió en un país muy cercano a Yugoslavia. De hecho, al establecer una cercana relación, ambos países mandaron una clara señal de su independencia de los dos bloques ideológicos. Se puede decir que esta relación con Austria, acabó de convencer a los países occidentales que Yugoslavia era en efecto un país totalmente independiente.
Todo estaba listo para que Josip Broz Tito convocara en 1961 en el propio Belgrado a una conferencia para formar el Movimiento de Países No Alineados. El antecedente inmediato de esta reunión ocurrió en 1955 en Indonesia, reunión a la que no acudió Tito por estar inmerso en graves problemas domésticos que le exigían su presencia en Belgrado. Sin embargo, a partir de 1961 y hasta su muerte, Tito fue el principal abanderado de la causa de los países no alineados
En 1955,el líder soviético Nikita Kruschev visitó Belgrado donde declaró que “existían diferentes caminos para constituir el socialismo”, simbolizando así la reconciliación entre Yugoslavia y la U.R.S.S. A partir de esta fecha, y hasta la muerte de Tito, Yugoslavia vivió un período de relativa prosperidad económica marcada sin embargo por los problemas subyacentes que estaban a punto de estallar.
XII. La desintegración de Yugoslavia.
XII.1 Antecedentes
La muerte de Tito en 1980, en medio de claros signos de descontento en el país, presagió el final de Yugoslavia. Ni siquiera durante la crisis en 1948 con la U.R.S.S. se pudo notar el surgimiento de un verdadero nacionalismo yugoslavo. Los serbios y croatas simplemente conformaron una tácita unión para enfrentar la grave amenaza al país que representaba Stalin. Con la apertura de las fronteras con Austria e Italia, tanto eslovenos como croatas obtuvieron beneficios fuera de proporción con el resto de las repúblicas yugoslavas, lo que exacerbó el afán separatista de estas dos etnias.
Tito, consciente de estos problemas, impulsó la adopción en 1974 de una constitución federal que tenía la intención de ayudar a disminuir las tensiones entre las etnias que constituían a Yugoslavia. El parlamento federal adoptó una nueva constitución en la que se otorgaba mayor autonomía a dos grupos étnicos o religiosos, a saber: musulmanes en Bosnia-Herzegovina, y albano-kosovares en Kosovo.
Pero es preciso indicar que el complicadísimo mecanismo para designar en forma colegiada al presidente de la república federal fue el principal detonante de la desintegración yugoslava. Es claro que al impulsar esta constitución, Tito no deseaba que surgiera un líder que pudiera controlar al país después de su muerte; ya sea porque, a decir de sus críticos, simplemente no quería que surgiera otra personalidad histórica como la suya, o porque tenía la intención de evitar que el grupo del que surgiera el presidente fuera a dominar a los demás.
En este sentido, la constitución estipulaba que Tito seguiría siendo presidente de por vida; y que a su muerte se establecería una complicada estructura presidencial, en la que cada una de las repúblicas, y los dos grupos autónomos mencionados, elegirían a un “delegado” a una “presidencia colegiada”. Uno de estos delegados, en orden alfabético de la república o grupo autónomo que representaba, fungiría como presidente por un año. Las repúblicas elegirían presidentes que ejercerían sus mandatos en el ámbito interno de las mismas de manera independiente y paralela a la designación de delegados a la presidencia colegiada.
XII.2 El inicio del fin de Yugoslavia.
Si se quiere buscar al principal instigador de la desintegración yugoslava; esa persona tendrá que ser el serbio Slobodan Milosevic. Desde mediados de los ochentas, Milosevic se estableció como el líder serbio más poderoso. Fue entonces cuando enarboló las causas nacionalistas serbias de siempre: el concepto de la “Gran Serbia” que buscaba unir a los serbios dispersos en otras repúblicas en un territorio contiguo. Para entonces, resultó claro que Milosevic se había percatado que los cada vez más tenues lazos que unían a la república federal yugoslava no podían mantenerse por mucho tiempo.
Abusando de su cargo como presidente de la república de Serbia, Milosevic de forma unilateral y sin el consentimiento del gobierno federal, decidió en 1989 abolir la autonomía de los albano-kosovares. Asimismo, decidió trasladarse a Kosovo el 28 de junio de 1989, la fecha en que se conmemoraba el 600 aniversario de la batalla de Kosovo Polje, para mandar un claro mensaje no solo a los albano-kosovares, sino también al resto de los grupos étnicos en Yugoslavia, en el sentido de que a la dirigencia serbia ya no le importaba la unidad de la república federal.
XII.3. Las guerras yugoslavas
Otro de los principales instigadores de las guerras yugoslavas fue el líder croata Frandjo Tudjman quien en 1990 se hizo elegir presidente de la república de Croacia con una agenda francamente independentista. Su contraparte en Eslovenia, Milan Kucan, hizo lo propio con una agenda idéntica a la del líder croata. El parlamento croata declaró su independencia el 19 de mayo de 1991; mientras que el esloveno aprobó la independencia eslovena el 25 de junio de ese año.
Aprovechando que en junio de 1991, Serbia ocupaba la “Presidencia de la República Federativa de Yugoslavia” (PCY); debido a la instigación de Milosevic, el ejército federal yugoslavo invadió Eslovenia utilizando solamente 2000 soldados, en la creencia que el gobierno rebelde iba a ser fácilmente sometido. Fue entonces cuando se inició el conflicto; el más sangriento en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial que iba a dejar en cuatro años más de 140,000 muertos, cientos de miles de heridos y cientos de miles de desplazados en el fenómeno que se conoció como “limpieza étnica”.
Las tropas del ejército federal fueron rápidamente derrotadas en Eslovenia, ante la movilización de 35,000 elementos de la guardia eslovena. De forma calculada, Slobodan Milosevic, quien para entonces controlaba abiertamente y sin tapujos la hasta entonces República Federativa Socialista de Yugoslava, decidió reconocer la independencia eslovena. Era una tácita admisión que Eslovenia no era importante para el esquema de la “Gran Serbia” de Milosvic, dada la escasa presencia de serbios en esa república.
En medio de este proceso, Slobodan Milosevic y Frandjo Tudjman, en forma abierta y descarada negociaron la “repartición” de parte del territorio de Bosnia-Herzegovina para crear enclaves de serbios y croatas que serían incorporados a Serbia y Croacia, respectivamente, en detrimento de la mayoría musulmana (bosniaca) del país.
No obstante esta negociación, los serbios invadieron Bosnia-Herzegovina tanto con tropas del remanente del ejército federal yugoslavo (para entonces, prácticamente todos los oficiales y soldados croatas habían desertado) como con milicias serbias de Bosnia-Herzegovina. Fue con mucho la etapa más sangrienta de las llamadas “guerras yugoslavas” y en la que se dio el mayor número de desplazados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
La etapa más complicada y sangrienta de las “guerras yugoslavas” se dio a raíz de la declaración de independencia del parlamento de Bosnia-Herzegovina el 9 de enero de 1992, quien ordenó la salida del ejército federal yugoslavo (JNA) del territorio. El JNA acantonado en Bosnia se encontraba al mando del General serbio-bosnio Ratko Mladic quien, lejos de acatar esta orden, unió sus fuerzas a las milicias serbio-bosnias comandadas por el líder de la llamada “Republika Srpska” (República Serbia), Radovan Karadzic.
Estas fuerzas combinadas fueron culpables de atrocidades cometidas en el sitio de Vukovar y en el asedio de Sarajevo que duró años y que arrojó el mayor número de víctimas civiles desde la Segunda Guerra Mundial. El grupo étnico croata también formó su milicia de “auto-defensa” y al principio de las hostilidades, los croatas y bosniacos se enfrentaron en forma separada; aunque para 1993 se unieron para combatir a los serbios.
En febrero de 1992, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ordenó la creación de una fuerza especial conocida como la “Fuerza de Protección de las Naciones Unidas (UNPROFOR, por sus siglas en inglés) para poner fin a los combates. Sin embargo, las matanzas continuaron y la limpieza étnica, no solo de bosniacos, sino también de croatas, e incluso de serbios, continuó ante la incapacidad de la UNPROFOR por detenerla.
En medio de estos enfrentamientos la República Federativa Federal de Yugoslavia dejó de existir; Serbia y Montenegro decidieron unirse el 28 de junio de 1992 para formar la República Federal de Yugoslavia.
En el período de 1992 a 1995 fue cuando irónicamente ocurrieron los mayores crímenes de la guerra. En Sarajevo se dio el sitio más prolongado de las llamadas guerras yugoslavas. El sitio lo iniciaron las fuerzas combinadas del General Mladic; las de Karadzic, y de las fuerzas paramilitares del serbio-bosnio Stanislav Galic (quien dirigió las operaciones de francotiradores que ultimaron miles de civiles, hombres, mujeres y niños) en contra no solamente del ejército bosnio, sino también de civiles. Se calcula que en este sitio murieron más de 12,000 personas, el 80% de las cuáles eran civiles.
En 1995, la OTAN bombardeó objetivos serbios debilitando así a las fuerzas sitiadoras. Mientras tanto, en otras regiones del territorio bosnio se dieron múltiples atrocidades; la mayor de las cuáles fue la matanza de Srebrenica en julio de 1995en la cual murieron más de 7000 bosniacos, la mayoría varones, pero que también incluyó niños, mujeres y ancianos.
XII.3.1 Los acuerdos de Dayton.
Debido principalmente a la intervención aérea de la OTAN, las partes en el conflicto finalmente se sometieron a la presión de los países occidentales, principalmente de los Estados Unidos, y se reunieron en diciembre de 1995 en la base aérea de Wright-Patterson en la ciudad estadounidense de Dayton, Ohio. Por parte de Bosnia-Herzegovina participó el presidente de ese país, Alija Izetbegovich; por Croacia Franjo Tudjman y por parte de la República Federal de Yugoslavia, Slobodan Milosevic.
En estos acuerdos, que terminaron las “guerras yugoslavas”, tanto la RFY como Croacia reconocieron la existencia de Bosnia-Herzegovina y todas las partes se comprometieron a observar mecanismos de solución pacífica de conflictos, consagrados en la Carta de las Naciones Unidas. El territorio de Bosnia-Herzegovina fue dividido en dos partes: la “Federación Bosnia-Herzegovina”, constituida esencialmente por bosniacos, y la “Repúblika Srpska” (o República de los Serbios).
XII 3.2 Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia
El 22 de febrero de 1993, al adoptar la resolución 808, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas creó el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia. Entre los casos más notables que ha examinado, ha sido el del propio presidente serbio, Slobodan Milosevic que fue detenido en abril de 2001 tras la elección de Vojislav Kostunica, el último presidente de la República Federal de Yugoslavia. En una aparente negociación con los abogados de Milosevic, el ex dirigente serbio fue trasladado a La Haya, donde falleció por causas naturales el 11 de marzo de 2006, mientras cursaba un proceso en su contra por crímenes de guerra.
Radovan Karadzic fue sentenciado el 24 de marzo de 2016 a 40 años de prisión por haberse determinado que fue el principal responsable de la matanza de Srebrnica. Stanislav Galic recibió cadena perpetua (la máxima penalidad que impone el tribunal), ya que se estableció que sus francotiradores disparaban casi exclusivamente contra civiles: hombres, mujeres y niños, en el largo asedio de Sarajevo. El 22 de noviembre de 2017, el tribunal declaró culpable a Ratko Mladic de 10 de los 11 cargos que le fueran imputados (el más grave de genocidio). Ratko Mladic fue sentenciado a cadena perpetua.
Como era de suponer, los serbios más radicales se quejaron que las sanciones del tribunal estuvieron sesgadas en contra de los serbios. Invocando el carácter de víctimas, estas voces señalaron que el tribunal no impuso sanciones graves a los croatas, cuando se comparan a las que recibieron los serbios. Sin embargo, el croata Slobodan Praljak se suicidó el 29 de noviembre de 2017 en forma dramática ingiriendo un veneno en frente del tribunal que lo había sentenciado a 20 años de prisión por crímenes de guerra cometidos contra los musulmanes de Bosnia-Herzegovina.
XII.3.3 México y el Tribunal Penal para la ex Yugoslavia.
Al adoptarse la resolución 808 del Consejo de Seguridad, México hizo los siguientes señalamientos respecto a la creación del mencionado tribunal:
-México lamenta el hecho que el Consejo de Seguridad no haya consultado a la Asamblea General de las Naciones antes de proceder a crear el tribunal.
-México propone ciertos principios para el funcionamiento del tribunal: debe establecerse la imparcialidad de los miembros que lo integran, y en los procesos judiciales que ventila.
-El tribunal debe integrarse con personas de reconocida competencia jurídica y probidad moral.
-La competencia del tribunal debe circunscribirse únicamente al territorio de la antigua Yugoslavia.
-El tribunal debe juzgar únicamente aquellos delitos tipificados en el derecho internacional.
– México expresó reservas respecto a la competencia y a las reglas de procedimiento del tribunal.
Adicionalmente, México señaló que el derecho internacional no ha podido resolver cuáles son los límites de la soberanía estatal y la definición del término “agresión”. Dijo que no existen antecedentes históricos del tribunal, ya que el mismo fue creado por la voluntad de las llamadas potencias occidentales.
En la Carta de las Naciones Unidas, no existe disposición expresa que permita establecer con carácter obligatorio una jurisdicción penal especial, por lo que la creación del tribunal debe entenderse como una medida limitada a poner fin al conflicto en la ex Yugoslavia,
Por haber sido creado en circunstancias extraordinarias, el tribunal debe revestir un carácter especial y por ello no debe constituir antecedente alguno para el establecimiento en el futuro de una jurisdicción penal internacional con carácter obligatorio, universal y permanente.
XIII. Ataques de la OTAN contra Yugoslavia
Desde la mitad del siglo XX, los musulmanes (albano-kosovares) eran mayoría en Kosovo, y para finales de ese siglo constituían más del 90% de la población, en el territorio considerado como la cuna de la cultura serbia. Como hemos visto, Slobodan Milosevic decidió en 1989 retirar la autonomía que la constitución de 1974 había concedido a Kosovo.
Para la década de los noventas del siglo pasado, debió haber sido evidente que era demasiado tarde para siquiera intentar un proceso de “limpieza étnica” tendiente a desalojar a la aplastante mayoría albano-kosovar; pero aparentemente eso fue lo que pretendió Milosevic al emprender operativos policíacos y militares en Kosovo. Como reacción a estas acciones, dirigentes albano-kosovares crearon a mediados de los noventas el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) que, como suele suceder, para unos fue un grupo de luchadores por la libertad, mientras que para otros -no solamente para los serbios-, fue un grupo terrorista.
Desde 1989 y a inicios de 1999, las operaciones militares y paramilitares de los serbios habían provocado el desplazamiento de cientos de miles hacia Macedonia. Al mismo tiempo, las acciones terroristas del UCK contra los serbios habían a su vez desplazado hacia Serbia a los serbios, al grado que para entonces la población serbia representaba menos del 10% del total de la población.
Para la administración del presidente estadounidense Bill Clinton, los Estados Unidos habían tenido que intervenir de forma más decidida para terminar el conflicto armado en Bosnia-Herzegovina ante la incapacidad de las Naciones Unidas y de los países europeos. Esta percepción fue precisamente la que motivó a ese país a activar mecanismos de coerción para obligar a Milosevic a poner fin a las atrocidades en Kosovo.
El principal mecanismo de coerción fue la Conferencia de Rambouillet que se celebró en el castillo francés de ese nombre a finales de enero de 1999. Esta conferencia fue significativa por muchos motivos. El principal fue que la misma fue organizada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), ya que los Estados Unidos quisieron mandar un mensaje muy claro que para ese país la OTAN dejaba de ser una organización exclusivamente militar, y que a los 50 años de su establecimiento, era también una poderosa herramienta política al servicio casi exclusivo de los intereses estadounidenses.
A la conferencia, que fue presidida por el Secretario General de la OTAN, Javier Solana, acudieron en representación de la República Federativa Socialista de Yugoslavia, el presidente de Serbia Milan Milutinovic; el líder albano-kosovar, Ibrahim Rugova junto con el guerrillero de la UCK, Hashim Thaci y el llamado “Grupo de Contacto”, integrado por representantes de Estados Unidos, la Unión Europea y la Federación Rusa.
Los serbios se negaron a firmar el proyecto de acuerdo emanado de la conferencia, ya que a su entender, el “Grupo de Contacto”, avalado por la fuerza militar de la OTAN, pretendía que los serbios otorgaran paridad a Kosovo con las otras dos repúblicas que en ese entonces integraban la República Federal Yugoslava (Serbia y Montenegro). El documento que los serbios llamaron “el ultimátum de Rambouillet”, y que se negaron a firmar, pretendía otorgar a la OTAN el uso irrestricto del espacio aéreo yugoslavo y la ocupación de Kosovo por sus fuerzas terrestres.
Ante esta negativa, OTAN inició ataques aéreos contra Yugoslavia el 24 de marzo de 1999, que se prolongaron hasta el 10 de junio de ese año. Estos ataques se iniciaron sin que se hiciera una declaración formal de la existencia de un estado de guerra; y sin que los Estados Unidos u otros miembros de la OTAN acudieran al Consejo de Seguridad para buscar el respaldo del mismo a estos ataques.
Durante los primeros días del ataque, turbas enfurecidas de jóvenes serbios atacaron las sedes diplomáticas y oficinas de las representaciones de los países integrantes de la OTAN que participaban en los ataques. Además de los destrozos causados a la embajada de los Estados Unidos; los mayores destrozos los sufrieron las embajadas y oficinas culturales de Francia y Alemania. En el primer caso, se debió a que los serbios, desde la Primera Guerra Mundial, consideraron siempre a los franceses como sus más cercanos aliados; mientras que en el caso de Alemania, era debido a que todavía se conservaba la memoria histórica del brutal ataque de la Lutwafe a Belgrado durante la Segunda Guerra Mundial
Sin lugar a dudas, las acciones militares contra Yugoslavia fueron completamente inéditas por lo que a conflictos armados se refiere. Las mismas ocurrieron exclusivamente mediante ataques aéreos sin la intervención de fuerzas terrestres de uno u otro bando. Las fuerzas de la OTAN no sufrieron una sola baja, mientras que los bombardeos ocasionaron más de 3000 muertos en la población civil y Yugoslavia reportó la muerte de 462 soldados serbios y 114 policías, además de 10,000 heridos entre soldados, policías y civiles serbios. El Comandante de las fuerzas de la OTAN, el general estadounidense, Wesley Clark, al referirse a estos ataques, señaló en septiembre de 1999 que los mismos “no fueron una guerra, estrictamente hablando”.
Existieron numerosos incidentes en el curso de los ataques que son difíciles de explicar. Entre ellos, quizá el más extraño fue el ataque el 7 de mayo a la embajada china en Belgrado, que causó la muerte a 3 diplomáticos chinos. Voceros de la OTAN de inmediato señalaron que este ataque se debió a un “lamentable error”.
Desde el inicio de los ataques, los voceros de la OTAN señalaron que los mismos iban dirigidos exclusivamente a objetivos militares y que se ejecutarían por la noche “para evitar o minimizar víctimas civiles”. Sin embargo, después de un mes del inicio de los ataques, la OTAN empezó a atacar, por ejemplo, fábricas de cigarrillos (los serbios estaban entre los mayores fumadores del mundo) y estaciones de radio y televisión con el propósito de provocar la desmoralización de la población. En efecto, después de la destrucción de las principales fábricas de cigarrillos del país, el gobierno tuvo que racionar los cigarrillos entre la población.
Finalmente, Slobodan Milosevic claudicó el 11 de junio, aceptando los términos de Rambouillet, y permitiendo el ingreso a Kosovo de fuerzas de la OTAN.
XIV. Desaparición de la República Federal de Yugoslavia.
Además del reconocimiento de independencia otorgado a Croacia y Eslovenia; otra de las repúblicas que integraban a la RFY, Macedonia, declaró su independencia en 1991 con el nombre de República de Macedonia. Grecia objetó la creación de una república con el nombre de Macedonia, ya que creaba confusión con la provincia griega del mismo nombre. El rechazo griego llevó a bloquear el ingreso de Macedonia a las Naciones Unidas. En 1995, se llegó a un compromiso: Grecia aceptaría la admisión de su vecina a las Naciones Unidas, siempre que se hiciera con el nombre provisional de “Antigua República Yugoslava de Macedonia” (FYROM, por sus siglas en inglés).
La desaparición total del nombre de Yugoslavia en forma oficial, que como recordamos existió desde 1929, se dio a partir de la declaración de independencia de Montenegro. Recordemos que en 1992, debido a la desaparición de la República Federativa Socialista de Yugoslavia, Montenegro se había integrado a Serbia formando la República Federal de Yugoslavia; finalmente, tras la celebración de un referéndum, los montenegrinos optaron por separarse de Serbia. La independencia absoluta de Montenegro se proclamó el 3 de junio de 2006.
El 17 de febrero de 2008 el parlamento de Kosovo declaró de forma unilateral la independencia de Serbia. Muchos países, entre ellos el nuestro, no han reconocido la independencia de la que fuera territorio serbio por cientos de años.
XV. Relaciones Bilaterales (1946-1980)
Las relaciones bilaterales entre México y la República Socialista Federativa de Yugoslavia, se establecieron el 24 de mayo de 1946 y se nombró a Alfonso de Rosenzweig Díaz como el primer embajador mexicano en Yugoslavia. El Gobierno mexicano, al anunciar el establecimiento de relaciones con ese país, señaló que el establecimiento de estas relaciones obedeció a la necesidad de robustecer nuestra soberanía mediante la diversificación de nuestras relaciones bilaterales.
Fue en la década de los sesentas cuando existió una gran convergencia a nivel internacional entre ambos países en diversos foros internacionales. Si bien nuestro país no llegó a ser parte del movimiento de países no alineados, participó como observador en las reuniones de esa organización, y sus contribuciones en materia de asuntos económicos fueron significativas. Junto con Yugoslavia y 75 países en desarrollo, ayudó a crear el llamado “Grupo de los 77” en el seno de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) para crear un frente común de los países en vía de desarrollo.
XV.1 Visitas de Estado
En esta misma década, y hasta finales de los ochentas, se iniciaron viajes de presidentes mexicanos a Belgrado y visitas que incluyeron dos viajes a nuestro país de Tito y de uno de los últimos presidentes de la RFY, Lazar Mojsov, en 1987. La frecuencia de estos viajes y la alternancia de mandatarios en los mismos, realzaron las óptimas relaciones que existieron entre México y Yugoslavia hasta la muerte de Josip Broz Tito.
La primera de estas visitas la realizó el Presidente Adolfo López Mateos en marzo de 1963. El Presidente López Mateos inauguró una etapa inédita en las relaciones internacionales al viajar a 16 países durante su mandato. Antes de López Mateos, se puede decir que los mandatarios mexicanos viajaban casi exclusivamente a Estados Unidos, en ocasiones en visitas realizadas en puentes fronterizos para no abandonar territorio mexicano. Por su parte, Tito realzó el hecho de que la visita era la primera de un mandatario latinoamericano a Yugoslavia.
No fue casualidad que López Mateos visitara a tres países que fueron claves para la formación de los países no alineados: India, Indonesia y Yugoslavia. Sin embargo, en ninguno de ellos estableció relaciones personales más estrechas que las que estableció con Tito. El mensaje fue muy claro: si bien México no había ingresado como miembro de pleno derecho al movimiento de países no alineados, mantenía estrechas relaciones bilaterales con países claves que lo integraban, y sobre todo con Yugoslavia.
La estrechez que se estableció entre los mandatarios mexicano y yugoslavo, se vio reflejada en la rapidez con la que Josip Broz Tito viajó a nuestro país (octubre de 1963) para reciprocar la visita que hizo a Belgrado López Mateos. El mensaje político por parte de Tito durante su visita a México también fue muy claro: a Yugoslavia le interesaba mucho solidificar relaciones con un país en Latinoamérica que se significaba por su política exterior independiente, mostrada al negarse a aceptar en 1962 la expulsión de Cuba de la OEA.
Poco tiempo después de esta visita, se dio un devastador terremoto en la ciudad de Skopje, la capital de Macedonia. México otorgó una ayuda simbólica al enviar casas prefabricadas en ayuda de las miles de personas que quedaron sin vivienda. Ese mismo año, el gobierno mexicano construyó en el puerto montenegrino de Bar la escuela “México”. En reciprocidad, en su visita a México en 1976, el Mariscal Tito inauguró la escuela primaria “República de Yugoslavia” en el entonces Distrito Federal, que aún existe con ese nombre.
La cordialidad y la cercanía entre ambos mandatarios y entre ambos países, se pueden colegir de los pronunciamientos que hicieran tanto en sus respectivas visitas. El 30 de marzo de 1963, el presidente Adolfo López Mateos, en el brindis de la cena en Belgrado que se ofreció en su honor señaló:
“A la existencia de las excelentes relaciones que existen entre nuestros países, contribuye mucho la circunstancia de que las respectivas políticas internacionales de México y Yugoslavia están fundadas en el respeto a los principios de la Carta de las Naciones Unidas, y de que nuestros pueblos y gobiernos cultivan siempre ideales de paz”. Adolfo López Mateos se refirió al hecho de que las diferencias entre los países desarrollados y los que están en proceso de desarrollo son una de las causas de la inestabilidad mundial.
Josip Broz Tito, por su parte, en el brindis de la cena en México dijo: “No es casual que México ocupe un lugar destacado en el mundo; que goce de prestigio y respeto, cuando se tienen en cuenta sus acciones e iniciativas constructivas por alcanzar los ideales de alcanzar la paz, y por su rechazo a la no intervención en los asuntos internos de los Estados”. Durante su discurso en la XVIII período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas pronunciado el 22 de octubre de 1963, a pocos días de su visita a nuestro país, Tito dijo: “Estimo altamente el pensamiento expresado por el presidente Adolfo López Mateos, en el sentido que las Naciones Unidas sean las iniciadoras del acuerdo de todos los Estados sobre la no intervención y la no injerencia en los asuntos internos”.
El sucesor de Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), no dio continuidad a esta relación con Yugoslavia. No solamente no “pagó” la visita de Tito a México en 1963, sino que se distanció claramente de la política exterior de su antecesor consistente en buscar lazos en el exterior. Después de los enfrentamientos en foros multilaterales con los Estados Unidos, principalmente en la OEA, que se dieron antes de su mandato, Díaz Ordaz decidió alejarse de muchos de los contactos en el exterior que estableció López Mateos. En varias ocasiones, Díaz Ordaz señaló que lo que importaba para México era estrechar sus relaciones con sus vecinos. Era claro que para Díaz Ordaz, la política exterior tenía que tener un claro fin utilitario y que, aparentemente, no deseaba seguir “provocando” a los Estados Unidos al identificar demasiado a México con las políticas de los países no alineados.
Con la asunción al poder de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) la política exterior de México tuvo un giro de 180 grados respecto a la de Díaz Ordaz. Llegó a acercarse aún más a los principales líderes del movimiento de los países no alineados, particularmente con Josip Broz Tito. Sin embargo, México no solicitó su ingreso como miembro de pleno derecho al movimiento, muy probablemente debido a la política observada en esa época de no ingresar a un movimiento en el cual nuestro país no hubiese participado en su formación.
La visita del Presidente Luis Echeverría a Belgrado, celebrada del 13 al 15 de febrero de 1974 se dio en el marco arriba descrito: para Echeverría era la ocasión para buscar el apoyo de Yugoslavia para diversas iniciativas mexicanas en el ámbito internacional; entre ellas, la más importante en ese momento, a decir del propio presidente mexicano, era la adopción de la “Carta de los Deberes y Derechos Económicos de los Estados” que buscaba un nuevo orden económico internacional.
En la declaración conjunta adoptada al final de la visita se puede deducir fácilmente cuáles eran los principales temas para ambos países, que eran por demás muy cercanos. Se habló del hecho de que ambos países tenían aspiraciones similares en cuestiones tales como la igualdad jurídica de los Estados; el desarme; el derecho de los países en desarrollo sobre sus recursos naturales, entre otros. Para Luis Echeverría, el hecho de que se realzara la importancia de la adopción de la “Carta de los Deberes y Derechos Económicos de los Estados” fue un importante logro; mientras que para Tito lo fue también la mención a la importancia que tenía el movimiento de países no alineados.
En los años posteriores a 1974, se dieron la visita de Tito a México en 1976; la de Sergej Kraigher a nuestro país en 1981; la del Presidente Miguel de la Madrid a Yugoslavia en 1985, y la de Lazar Mojsov, la última de un presidente yugoslavo, a México en 1987. Aquí debemos observar lo que podemos llamar una anomalía en las relaciones bilaterales de ambos países, representada por el hecho de que el Presidente José López Portillo decidiera visitar Bulgaria en mayo de 1978 en lugar de visitar Yugoslavia, omitiendo “pagar” la visita que hiciera a nuestro país el Mariscal Tito en 1976.
Al analizar los resultados de las frecuentes visitas recíprocas, se puede decir que las mismas tuvieron, como hemos afirmado, el propósito principal de acercar a dos países que deseaban reafirmar sus respectivas condiciones de independencia respecto a terceros países. Si bien, como es normal que suceda, en el transcurso de esas visitas se firmaron diversos instrumentos tendientes a aumentar el intercambio comercial; los intercambios de tipo cultural; la cooperación científica y técnica, entre otros, los resultados concretos en estos rubros (con la salvedad de los intercambios culturales) no fueron relevantes. En este sentido, se puede afirmar que en la época que nos ocupa (1946-1980) las relaciones políticas, tanto bilaterales como multilaterales entre los dos países rebasaron enormemente las relaciones económicas y comerciales.
XVI. Impacto Cultural de México en los Balcanes.
Es difícil creer la ignorancia que existe en nuestro país acerca del enorme impacto cultural que ha tenido nuestro país, y que sigue teniendo en los Balcanes en general, y en los países que integraron la antigua Yugoslavia en particular. Ya mencionamos que, debido al rompimiento de Tito con Stalin, Yugoslavia se abrió a manifestaciones culturales de países que no pertenecían a la llamada “esfera soviética”. Si bien esta apertura no fue total, como veremos adelante, si fue mucho mayor que la de otros países del Cominform.
En particular, las autoridades yugoslavas al iniciar la década de los cincuentas, analizaron cuidadosamente cuáles películas estadounidenses y europeas se podían exhibir en el país, mismas que deberían cumplir con la condición de no poner en riesgo al socialismo, y que no tuvieran un abierto cariz propagandístico a favor del capitalismo y/o del “imperialismo”.
En el marco de la apertura que permitió a yugoslavos estudiar en países europeos, un ex partisano serbio, Mosa Pijade, tuvo la oportunidad de estudiar en París en los años cincuentas. Ahí fue que pudo presenciar películas mexicanas que se produjeron en la llamada “época de oro del cine mexicano”. En forma entusiasta, regresó a Belgrado para informar a las autoridades yugoslavas encargadas de la censura, que precisamente las películas mexicanas cumplían con los requisitos arriba enunciados y que podían ser exhibidas en su totalidad y sin censura en el país.
Mosa Pijade observó el hecho de que las películas mexicanas de la época estaban fuertemente imbuidas con temas de la revolución mexicana, la primera del siglo XX, que reflejaban las luchas armadas que se dieron en nuestro país, y que pudieran tener una gran resonancia entre el pueblo yugoslavo que acababa de sufrir los estragos de la Segunda Guerra Mundial.
Los temas de la revolución mexicana, con un alto contenido de reivindicaciones sociales, tuvieron una enorme acogida entre las autoridades socialistas de Yugoslavia; mientras que el pueblo yugoslavo se identificaba de inmediato con el colorido de los films, y sobre todo con la música que acompañó a estas películas. El resultado fue un extraordinario éxito de nuestras películas en Yugoslavia. Aquí se puede decir enfáticamente que el éxito de las películas mexicanas fue el mismo entre eslovenos, croatas, serbios, macedonios y montenegrinos. Por tanto, no resulta exagerado decir que las películas mexicanas tuvieron más éxito que las mismas películas estadounidenses.
Entre todas las películas de la “época de oro del cine mexicano”, ninguna tuvo tanto éxito como la película “Un Día de Vida” (Jedan Dan Zivota) del cineasta mexicano Emilio “El Indio” Fernández. Su éxito fue tan grande que la misma tuvo cientos de exhibiciones por muchos años desde su exhibición en 1952, rompiendo todos los récords de taquilla existentes. Fue simplemente la película más taquillera de todos los tiempos hasta épocas recientes, más incluso que la estadounidense “Lo que el viento se llevó”.
La película, conocida también como “Mamá Huanita”, impactó profundamente a los yugoslavos y su influencia se ha sentido por varias generaciones. Los temas de lealtad, patriotismo y, sobre todo, del valor al enfrentar la muerte, impresionaron enormemente a los yugoslavos. Los antiguos partisanos, curtidos por la guerra contra los nazis, no tenían problema en admitir que se habían conmovido hasta las lágrimas al ver “Mamá Huanita”.
El film tuvo también otra no menos importante aportación a la influencia cultural mexicana en Yugoslavia. En la película, el protagonista principal interpretado por Roberto Cañedo (Lucio Reyes), cuando se encontraba esperando ser fusilado, solicita como último favor, un permiso para visitar a su madre “Mamá Juanita” (Rosaura Revueltas) para llevarle serenata el día de su cumpleaños empeñando su palabra de honor que no intentaría huir. Cumplido su deseo, Lucio Reyes regresó a enfrentar la muerte según lo había prometido.
La canción que le cantaron a “Mamá Huanita” fue la canción popular mexicana “Las Mañanitas” y su influencia aún se siente en la música popular de lo que fuera Yugoslavia, y forma parte inseparable, en su versión libre serbo croata, del folclor de esa región. La canción “Mamá Huanita” inició de forma casi instantánea un nuevo género musical en el país que se conoce desde entonces como “Yu-Mex”. Este género consiste en canciones mexicanas interpretadas indistintamente en español o serbo croata; pero también contiene un gran número de canciones originadas en la región y que fueron inspiradas por las canciones folclóricas mexicanas.
Llama la atención el hecho de que “Un Día de Vida” haya pasado casi desapercibida en México, mientras que en Yugoslavia tuvo el enorme éxito ya descrito. También es importante señalar que la única copia de este film que existía en México fue destruida en el incendio ocurrido en 1982 en la Cineteca Nacional y que ahora, la única copia del mismo está bajo custodia de la Cineteca de Belgrado, considerada como la quinta más importante del mundo, ya que guarda más de 80,000 películas.
En 1997, la embajada mexicana, con el apoyo de la Cineteca Nacional de Yugoslavia, invitó a Belgrado a la actriz Columba Domínguez, la principal protagonista femenina de esta cinta. Fue impresionante ver la enorme cantidad de personas que acudieron a una más de las exhibiciones de “Un Día de Vida”; incontables personas no pudieron ingresar a la sala cinematográfica y fueron miles los que acudieron a escuchar a la actriz en sus ruedas de prensa. Este evento puso de manifiesto que el fervor que despertara la mencionada película sigue vigente; si bien principalmente en personas de la tercera edad, también en personas que pertenecen a generaciones posteriores.
XVI.1 Las Telenovelas Mexicanas.
Tampoco podemos soslayar el enorme impacto de las telenovelas mexicanas en la cultura popular de la que fuera Yugoslavia. La corresponsal de Televisa en los Balcanes, Kasia Wyderko, que cubriera las guerras de Yugoslavia a principios de los años noventas, se refirió al enorme impacto que tuvo la telenovela “Los Ricos También Lloran”, transmitida en la zona en 1992, en medio de las más cruentas batallas de estas guerras. La Sra, Wyderko relató que mientras se transmitía esa telenovela se producía una especia de tregua en las regiones en conflicto; mientras que Zagreb y Belgrado se paralizaban durante estas transmisiones.
Desde entonces, si bien es cierto que también se exhiben telenovelas de otros países latinoamericanos, las telenovelas mexicanas han formado también parte de la cultura popular de la región. “Los Ricos También Lloran” fue con respecto a las telenovelas lo que fuera “Un Día de Vida” a las películas. A partir de esta telenovela, la demanda de este género de televisión ha sido insaciable. Se puede constatar fácilmente al visitar la región que muchas personas en lo que fuera Yugoslavia han aprendido el idioma español viendo telenovelas con subtítulos en serbo croata.
Las autoridades serbias, durante los ataques de la OTAN a Yugoslavia en 1999, prohibieron a la televisión estatal transmitir todo tipo de programas provenientes de los países que participaban en los ataques. El resultado de la prohibición de transmitir programas europeos y estadounidenses en la televisión serbia, fue que en la práctica se exhibieran telenovelas mexicanas.
XVII. México y el conflicto bélico en Yugoslavia
El 30 de mayo de 1992, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó la resolución 757 imponiendo sanciones a la República Federal de Yugoslavia. En el párrafo resolutivo 8, la resolución dispone que los países que mantenían representaciones diplomáticas y/o consulares deberían rebajar el nivel de las mismas. En congruencia con este párrafo resolutivo, y con el derecho internacional, la Secretaría de Relaciones Exteriores decidió rebajar el nivel de su representación de embajador a encargado de negocios, y decidió no nombrar substituto de Agustín García López Santaolalla, que había terminado su misión como embajador de México el 14 de mayo de 1992.
El Consejo de Seguridad adoptó la resolución 777 del 19 de septiembre de 1992, en la que se establecía que, debido a que la República Federativa Socialista de Yugoslavia había dejado de existir con la disgregación de cuatro repúblicas que la integraban, la República Federal de Yugoslavia no tenía derecho a “heredar” su membrecía en la organización. Los Estados Unidos, los países de Europa occidental, y por supuesto Croacia y Eslovenia, que habían ingresado a la O.N.U. el 22 de mayo de ese año, se oponían tajantemente a esta “herencia”.
La Asamblea General de las Naciones Unidas abordó este tema y adoptó la resolución 47/1 del 22 de septiembre de 1992 con 127 votos a favor, 6 en contra y 26 abstenciones, entre ellas la de México. En su explicación de voto, la delegación mexicana señaló su imparcialidad sobre la suspensión de la República Federal de Yugoslavia de la organización, al tiempo que exhortaba a las partes en el conflicto a continuar el diálogo y abstenerse al uso de la fuerza.
Debido a la presión de Rusia y otros países, la organización permitió a Yugoslavia mantener una representación en la misma sin derecho a voto. Como lo solicitaba esa resolución, la República Federal de Yugoslavia solicitó su admisión al organismo, que le fue concedida el 11 de enero de 2000, misma que mantiene hasta la fecha con el nombre de Serbia, debido a la separación de este país con Montenegro.
El 29 de febrero de 1996, el Secretario General de las Naciones Unidas, Boutros Boutros-Galli, envió una carta al Secretario de Relaciones Exteriores de México, José Ángel Gurría, invocando la resolución A/RES/50/51 del 29 de enero de 1996, “Aplicación de las disposiciones de la Carta relativas a la asistencia a terceros Estados afectados por la aplicación de sanciones”. En esta carta se solicitaba a los Estados miembros de la organización tomar medidas para aliviar la situación económica de los llamados Estados Sucesores y Estados Vecinos de la antigua Yugoslavia, que se vieron afectados por las sanciones impuestas a la República Federal de Yugoslavia.
El Secretario Gurría respondió que el gobierno mexicano había tomado, o estaba en el proceso de tomar, las siguientes medidas:
-El 27 de febrero de 1996, el gobierno mexicano levantó la prohibición de la importación o exportación de mercancías que tengan como procedencia o destino los países de la ex Yugoslavia.
-El gobierno de México reconoció la independencia de Croacia y Eslovenia y acreditó a la Embajadora Roberta Lajous ante los gobiernos de ambos países, en forma concurrente desde la embajada en Austria.
El Secretario Gurría anunció la apertura de la embajada de México en Bulgaria, “el segundo semestre de 1996”. Es preciso señalar que esta promesa no se cumplió.
El gobierno de México abrió un Consulado Honorario en Liubliana, Eslovenia, en diciembre de 1995.
El gobierno de México abrió una embajada en Bucarest, Rumania el 20 de diciembre de 1995.
XVIII. Relaciones con Yugoslavia (1992-1996)
La representación mexicana en Belgrado durante la aplicación de las sanciones contra Yugoslavia se mantuvo a nivel de encargado de negocios acatando la resolución 757. Durante este difícil período, México evitó establecer contactos de alto nivel con funcionarios yugoslavos, en Belgrado y se rehusó a recibir en nuestra capital a funcionarios yugoslavos que pretendían visitar nuestro país.
En seguimiento a la resolución 757 del Consejo de Seguridad, y ante la percepción entre los países de la Comunidad Europea y los Estados Unidos de la falta de voluntad política de las autoridades yugoslavas de cumplir con las exigencias de detener a las fuerzas serbio-bosnias que cometían atrocidades en Bosnia-Herzegovina, el Consejo de Seguridad adoptó la resolución 820 del 17 de abril de 1993, en la que exigía a la República Federal de Yugoslavia detener las acciones emprendidas por los serbios en Bosnia-Herzegovina, principalmente aquéllas consideradas como acciones de “limpieza étnica”.
Esta resolución imponía un virtual bloqueo naval y comercial (permitiendo solamente el ingreso a Yugoslavia de material humanitario), y solicitaba a los países miembros de la O.N.U. abstenerse de tener todo tipo de intercambio financiero y/o comercial con empresas yugoslavas y con el gobierno de ese país. La resolución imponía un virtual bloqueo naval y terrestre a Yugoslavia.
En ese sentido, el primer ministro yugoslavo, Radoje Kontic, envió una carta fechada el 21 de abril de 1993 al entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, carta que fue dirigida a muchos mandatarios extranjeros, en la que se señalaba “las injustas medidas impuestas en contra de Yugoslavia” por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas contempladas en su resolución 820 del 17 de abril de 1993, y se solicitaba que los países “reconsideraran” levantar dichas medidas.
En los archivos de la Secretaría de Relaciones Exteriores no existe una respuesta por parte del presidente Salinas de Gortari a la carta del primer ministro Kontic, seguramente porque se consideró que una respuesta por escrito del presidente mexicano podría interpretarse como una violación al espíritu de la resolución 757, en el sentido de abstenerse a mantener vínculos de alto nivel con el gobierno yugoslavo, como lo estipula el párrafo 8 a) de la citada resolución.
Existen, sin embargo, lineamientos para un proyecto de respuesta a la mencionada carta, que se pueden resumir de la siguiente manera y que fueron seguramente utilizados en contactos con funcionarios yugoslavos de bajo nivel que habrían tenido tanto los funcionarios mexicanos de la Cancillería de México, como los diplomáticos mexicanos en Belgrado:
-México externa su profunda preocupación por la situación existente en Yugoslavia, especialmente en Bosnia-Herzegovina.
-México considera que solamente se establecerá la paz en el marco de las conversaciones organizadas por las Naciones Unidas y la Comunidad Europea, emanado de la Conferencia Internacional de Paz sobre Yugoslavia.
-México ha apoyado las resoluciones del Consejo de Seguridad que imponen sanciones a Yugoslavia, por considerar que las mismas contienen fundamentos jurídicos sólidos.
-México expresó su imparcialidad acerca de la expulsión de la República Federal de Yugoslavia de la Organización de las Naciones Unidas, al abstenerse cuando se votó la resolución 47/1 del 22 de septiembre de 1992 de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
-La crisis yugoslava no afecta de manera directa a nuestro país; por lo que es aconsejable mantener una actitud cautelosa.
-La adopción de la resolución 757 no implica la ruptura de relaciones con Yugoslavia
Por lo que toca a la representación yugoslava en México, la S.R.E. recibió durante el período en el que se mantuvieron sanciones a ese país, diversas comunicaciones y expresiones verbales de parte de la encargada de negocios de ese país, Zorana Bastic. Entre ellas destaca la queja presentada en contra de la cadena “Televisa”; ya que en opinión del gobierno yugoslavo, “Televisa desinforma de manera deliberada sobre la situación en Bosnia-Herzegovina, para presionar al gobierno y al pueblo de México con el objeto de que se acepte la idea de una eventual intervención militar extranjera en la guerra civil en Bosnia”. No existe constancia de una respuesta escrita o verbal a la Sra. Bastic; sin embargo es de suponer que la misma se habría dado en el sentido que el gobierno mexicano no controlaba a empresas privadas, como era el caso de Televisa.
Esta misma funcionaria envió una comunicación el 17 de febrero de 1994 a la Cancillería mexicana proponiendo la visita de trabajo a nuestro país del ministro de relaciones exteriores de Yugoslavia, Vladislav Jovanovic, con el propósito de buscar el apoyo político de nuestro país. Tampoco existe constancia de una respuesta escrita a dicha comunicación; sin embargo existe un memorándum interno en el sentido que la aceptación de la visita del funcionario yugoslavo contraviene la resolución 757 que solicita que los Estados miembros de la O.N.U. deben bajar el nivel de sus contactos oficiales con ese país.
XIX. Relaciones con Yugoslavia/ Serbia
El director para América del Ministerio de Relaciones Exteriores yugoslavo, en una conversación sostenida el 6 de diciembre de 1995 con el Encargado de Negocios Carlos Ferrer, expresó el deseo de su gobierno de normalizar las relaciones entre ambos países, a raíz de la adopción de la resolución 1022 del Consejo de Seguridad, adoptada el 21 de noviembre de 1995 en la que levantaban las sanciones impuestas a la República Federal de Yugoslavia mediante la resolución 757 del propio Consejo, en particular la relativa al párrafo 8, inciso “a” en el que se solicitaba a los Estados miembros reducir el nivel de sus representaciones en Belgrado.
Esta petición fue bien acogida por nuestro gobierno, y se dio un intercambio de mensajes entre los cancilleres de México y Yugoslavia que derivó en la emisión en ambos países de sendos comunicados de prensa fechados el 27 de mayo de 1996, con motivo del quincuagésimo aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países, y en los que se sentaban las bases para una restauración general de las relaciones políticas y diplomáticas entre México y la República Federal de Yugoslavia. En este sentido, el 4 de diciembre del mismo año, el Embajador Carlos González Magallón presentó sus cartas credenciales al Sr. Zoran Lilic, presidente de la República Federal de Yugoslavia, restableciendo de esta manera el nivel de las relaciones con ese país al nivel de embajador.
XX. México y los ataques de la OTAN
Hemos abordado la manera en que se dieron los ataques de la OTAN a Yugoslavia, que se iniciaron el 24 de marzo de 1999; y hemos mencionado que los mismos se hicieron sin el aval del Consejo de Seguridad, dado que ni los Estados Unidos u otro país europeo, presentaron al Consejo el tema para cuando menos intentar obtener la autorización del organismo con el propósito de hacer uso de la fuerza militar en contra de Yugoslavia.
Siguiendo un principio de la política fundamental de nuestro país, en el sentido que las acciones que el uso de la fuerza colectiva; el mantenimiento de la paz; el sistema de seguridad colectiva, y por ende las acciones colectivas para mantener o restablecer la paz, solamente pueden ser emprendidas a través del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, como lo establecen los artículos 24 y 25 de la Carta de las Naciones Unidas, el embajador mexicano en Belgrado recibió instrucciones de la Cancillería en la que le solicitaban mantener funcionando la embajada durante el transcurso de los ataques de la OTAN.
Estas instrucciones permitían al embajador ejercer su criterio, en el sentido de que, si juzgaba que los ataques ponían en peligro su integridad física o la de los dos diplomáticos mexicanos adscritos a la embajada, podría de inmediato abandonar Yugoslavia en compañía de sus colegas mexicanos. Las instrucciones respecto a los familiares de los tres diplomáticos adscritos a la embajada fueron muy claras: los mismos deberían ser evacuados del país para que no corrieran riesgo alguno.
De inmediato el embajador comunicó estas instrucciones a los dos diplomáticos mexicanos adscritos a la embajada, el Ministro Enrique Maldonado Díaz, y el Técnico Administrativo Ramón Flores Castillo. Los dos funcionarios mencionados acompañaron al embajador durante los ataques y cumplieron a cabalidad y en forma ejemplar con su deber.
Se procedió de inmediato a la evacuación a la ciudad de Budapest de las respectivas familias de los tres diplomáticos mexicanos, debido a que, si bien la Secretaría de Relaciones Exteriores había ofrecido pasajes a la Ciudad de México, las esposas de los funcionarios mexicanos decidieron permanecer lo más cerca posible de sus esposos.
Semanas antes de los ataques, la embajada de México tenía localizados a los nacionales mexicanos y a sus familiares, a los que se les preguntó si deseaban ser evacuados a México. El 22 de marzo, aproximadamente 42 personas, entre mexicanos y sus familiares, fueron evacuados a México, a través de la ciudad de Budapest, con la excepción de dos mexicanas que prefirieron quedarse en Belgrado con sus respectivos esposos serbios.
La embajada de México había recibido previamente instrucciones de la Cancillería en el sentido de recibir por separado a los embajadores de España y Canadá, dado que los gobiernos de esos países habían solicitado que la embajada mexicana se hiciera cargo de los intereses de ambos países durante los ataques de la OTAN, tomando en cuenta que España y Canadá eran miembros de esa organización.
El embajador de España, dos días antes de los ataques, entregó en custodia al embajador de México los archivos de su embajada. Antes, el gobierno de España había invocado el “Tratado General de Cooperación y Amistad entre los Estados Unidos Mexicanos y el Reino de España”, específicamente al Capítulo V, Artículo 11, incisos “a” y “b”, relativos a la Cooperación Jurídica y Consular, que señalan la asistencia recíproca en casos de protección consular.
Debido a este tratado, la embajada de México tuvo que intervenir para ayudar a la evacuación de una nacional española que vivía en Serbia y a la localización de dos periodistas de esa nacionalidad que ingresaron a Kosovo sin documentos, y por supuesto sin autorización, a través de Macedonia el 30 de marzo; y de los cuáles se desconocía su paradero. Las autoridades serbias, a instancias de nuestra embajada, localizaron a estos periodistas y accedieron a expulsarlos inmediatamente después de su localización a Macedonia.
El 24 de marzo de 1999, horas antes que se iniciaran los ataques de la OTAN, la embajada de México ofreció una recepción en el Museo Nacional de Yugoslavia a la que asistieron los embajadores latinoamericanos adscritos en Belgrado, a saber: Argentina, Brasil, Chile, Cuba y el Encargado de Negocios del Perú. En esa recepción, los diplomáticos latinoamericanos acordaron reunirse cuando menos dos veces por semana para seguir los acontecimientos en torno a los ataques de la OTAN.
La primera de esas reuniones se llevó a cabo en la sede de la representación mexicana. Los diplomáticos latinoamericanos pudieron constatar que todos habían recibido idénticas instrucciones de parte de sus gobiernos; teniendo cada uno de ellos la facultad de abandonar el país si consideraban que sus vidas corrían peligro. Desde ese momento se hizo evidente que ninguno de ellos tomaría esa decisión. Todos ellos permanecieron en Belgrado hasta el final de los ataques.
Como hemos relatado, los primeros días de los ataques a Belgrado, turbas de jóvenes se lanzaron a las calles a causar destrozos a muchas de las representaciones diplomáticas de los países de la OTAN. Como es lógico, los autos oficiales y privados de las embajadas y de diplomáticos de países que decidieron como el nuestro permanecer en Belgrado circulaban con placas diplomáticas, y por tanto corrían peligro de ser atacados.
Además, durante los primeros dos días de los ataques, algunos vehículos con placas diplomáticas fueron detenidos por agentes de policía serbios con el pretexto de revisarlos. Ante esta situación, los embajadores latinoamericanos hicieron del conocimiento de funcionarios esta situación que resultaba inaceptable, y solicitaron que se pusiera un alto a esas detenciones de forma inmediata.
Los funcionarios yugoslavos ofrecieron profusas disculpas a los diplomáticos latinoamericanos y ofrecieron solicitar a las respectivas autoridades que instruyeran a sus agentes para que se evitaran detener a los vehículos con placas diplomáticas.
Para evitar estos incidentes, un funcionario de la cancillería sugirió que se colocaran letreros en los vehículos diplomáticos con el nombre del país al que pertenecían. Desde ese momento, no solamente cesaron las detenciones de vehículos, sino que, en el caso de nuestro país, los vehículos con el nombre de México fueron detenidos constantemente para recibir por parte de muchos belgradenses muestras de afecto que se dieron de forma cálida y espontánea. Una vez más se hizo fehaciente el afecto que siente el pueblo serbio por nuestro país.
Por otra parte, y para mantener una semblanza de normalidad en las oficinas de nuestra representación, se solicitó al personal de la embajada que acudiera diariamente a cumplir un horario reducido, habida cuenta que los ataques ocurrían solamente en las noches. Debido a que las comunicaciones telefónicas y por la internet no se interrumpieron completamente (funcionaban intermitentemente) la embajada nunca dejó de enviar mensajes a la Secretaría de Relaciones Exteriores y estuvo en condiciones de hacer y recibir llamadas telefónicas. Se puede consultar en los archivos de la Cancillería para comprobar que la embajada nunca dejó de informar oportunamente a la Secretaría de Relaciones Exteriores acerca de los acontecimientos cotidianos en Yugoslavia, desde el 24 de marzo al 10 de junio de 1999.
Por lo que a nuestro país se refiere, la permanencia del personal mexicano en Belgrado a lo largo de los ataques de la OTAN, además de reafirmar el apego de México a principios esenciales del derecho internacional, que era la razón más importante de esta permanencia, sirvió para también reafirmar, e incluso aumentar, el enorme afecto del pueblo serbio hacia nuestro país.
XXI. Desintegración Final de la República Federal de Yugoslavia.
De todas las repúblicas que integraron la antigua Yugoslavia, las repúblicas de Serbia y Montenegro son las que más tenían en común: compartían una religión, un idioma y prácticamente las mismas tradiciones. Todo hacía pensar que la fusión de ambas repúblicas en la República Federal de Yugoslavia iba a ser de larga data. Sin embargo, muy pronto los montenegrinos se dieron cuenta que las sanciones impuestas a la RFY se habían dado debido a la percepción que existía en gran parte de la comunidad internacional de que Serbia había sido el agresor durante el conflicto armado más cruento desde la Segunda Guerra Mundial, y de que Montenegro estaba pagando las consecuencias de estas sanciones y del ostracismo de buena parte de la comunidad internacional junto con su vecina Serbia. Esta realización de parte de los montenegrinos, aunada a veladas promesas por parte de la UE, e incluso de la OTAN, en el sentido de que Montenegro sería aceptada como miembro en estas organizaciones, hicieron que se adoptaran iniciativas para lograr la independencia de la pequeña república.
En este sentido, el 3 de junio de 2006 Montenegro declaró su independencia, después que el 55.5% de la población montenegrina apoyara la independencia respecto a Serbia en un plebiscito llevado a cabo el 21 de mayo de ese mismo año. El ingreso de Montenegro a la UE se dio en 2007, mientras que Montenegro ingresó a la OTAN hasta junio de 2017. Por su parte, Serbia, al reconocer la independencia montenegrina, mediante un acto de la Asamblea Nacional de Serbia también en junio de 2006, se constituyó oficialmente en la República de Serbia. Es importante añadir que dada la cercanía que aun mantienen Serbia y Montenegro, la República de Montenegro ha aceptado desde el inicio de su independencia que nuestro país esté representado por la misma persona que esté acreditada ante el gobierno de la República de Serbia.
XXII. CONSIDERACIONES FINALES
Haciendo un análisis de las relaciones bilaterales con la antigua Yugoslavia desde 1946 a la fecha, es fácil deducir que las mismas tuvieron el propósito principal desde ese año hasta 1980, aproximadamente, de reafirmar principios torales de nuestra política exterior que eran compartidos por la Yugoslavia de Tito. A partir del proceso de desintegración de Yugoslavia, y sobre todo en el período de 1992 a 1996 donde se redujo el nivel de nuestras relaciones bilaterales, en apego a las resoluciones del Consejo de Seguridad, los contactos bilaterales e incluso multilaterales se redujeron a su mínima expresión.
Al reiniciarse en 1999 las relaciones a nivel de embajadores, se puede decir que las relaciones bilaterales tuvieron una reanudación efectiva y normal. Es fácil ver que ambas partes desplegaron esfuerzos para tratar de restablecer las relaciones cuando menos al nivel del período anterior a 1992. Es evidente que este propósito no pudo lograrse. Las condiciones existentes en Yugoslavia (en Serbia desde 2006) no pueden ser las mismas. No es necesario decir que el país ha dejado de tener un papel protagónico en el ámbito internacional.
Es probable, sin poder afirmarlo, que hubiera existido en años recientes la tentación, por llamarla de alguna manera, de cerrar nuestra representación en Belgrado. De llevarse a cabo un eventual cierre de esta oficina, el mismo sin duda alguna hubiera representado un serio error. Hasta el momento de completar este documento, Grecia, Serbia y Rumania son los únicos países de la región que cuentan con embajadas mexicanas en la península balcánica.
Resulta obvio aseverar que, lejos de cerrar alguna embajada en esa zona, nuestro país debería esforzarse por abrir cuando menos otra embajada en esa región. A pesar de los esfuerzos que despliegan las representaciones diplomáticas concurrentes en Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia y Montenegro, nunca podrán representar en forma debida a nuestro país. La presencia física y constante de una representación es indispensable para el manejo cotidiano de las relaciones bilaterales y para impulsar nuestros intereses comerciales, prácticamente inexistentes en la región.
Tenemos que considerar también el gran impacto cultural de México en esa región, que se viene dando desde hace muchos años y que, huelga decirlo, nunca ha sido aprovechado por nuestro país. El llamado “soft-power” en la ex Yugoslavia es relevante, e incluso mayor de muchos países de mayor desarrollo al nuestro. De los tres países con representaciones en la Península Balcánica, solamente en Serbia tenemos una embajada en lo que alguna vez formó parte de la antigua Yugoslavia. Como la mayoría de nuestras oficinas diplomáticas, no es arriesgado decir que estas embajadas no cuentan con los recursos humanos y materiales suficientes para desarrollar a plenitud el enorme potencial de las relaciones culturales.
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Compendio de Relaciones México-Yugoslavia. Acervo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Nota: El autor del presente trabajo es el Embajador de México en retiro, Carlos González Magallón.
12 de Julio de 2023.
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