A los lectores de la revista de la Asociación de Diplomáticos Escritores
Este año en la última conversación de fondo que tuve con el Embajador Emérito Sergio González Gálvez—maestro y amigo fraterno— platicamos sobre el conflicto sino-japonés de los años 1930; quería conocer su visión como internacionalista, jurista y exembajador en Japón en dos ocasiones. Me impresionó su profundo conocimiento que tenía del tema y, en especial, sobre la posición de México. Coincidimos en que fue una gran tarea para la diplomacia mexicana ingresar a la Sociedad de Naciones y en el mismo mes de 1931 abordar en la Asamblea y un año más tarde en el Consejo, un tema tan complejo—incuestionablemente uno de los prolegómenos de la segunda guerra mundial— y tan sensible por los vínculos que México tenía con ambos países y con ciertas potencias, y que sólo gracias al talento de diplomáticos de la talla de Salvador Martínez de Alva, Isidro Fabela, Primo Villa Michel, Francisco Castillo Nájera y en la Cancillería, los Secretarios Encargados del Despacho Genaro Estrada, Manuel C. Téllez, José Manuel Puig Casauranc, Eduardo Hay, y, por supuesto, el presidente Lázaro Cárdenas, México pudo salir airoso en defensa de los Pactos suscritos en el derecho, la defensa de los pueblos agredidos y la soberanía del derecho.
Nuestra incipiente diplomacia multilateral en Europa que sólo había tentado aguas en La Haya se disciplinó e ilustró sensiblemente en sus facultades y, como dijera Antonio Gómez Robledo “el roce internacional hará su tacto fino y cauteloso para el complicado engranaje de la política.” Lo que así sucedió como en pocas páginas de la Historia Diplomática de México.
En el Volumen III de mi Historia Diplomática de México (1930-1940) —en proceso de elaboración desde hace un año— dedico el tercer capítulo al conflicto sino-japonés y una amplia exposición de la trayectoria mexicana desde la XII Asamblea de 1931 hasta la XIX Asamblea de 1938 de la Sociedad de Naciones. Este es el resultado de mis avances en esta investigación.
Cómo hubiere querido que Sergio hubiere leído estas líneas primigenias y haber oído de él las sensatas observaciones de un gran diplomático que dio un gran prestigio en los foros internacionales. Espero que para mis amigos lectores de ésta revista sea de interés esta página diplomática poco conocida. 2
CAPÍTULO III: MÉXICO Y EL CONFLICTO SINO-JAPONÉS
Antecedentes. Los primeros días del conflicto y nuestro ingreso a la Sociedad de Naciones.
México ingresó a la Sociedad en septiembre de 1931 y unos días después se examinó por primera vez ante el Consejo la cuestión sino-japonesa. México no participó en las reuniones 65ª, 66ª y 67ª del Consejo al no pertenecer a dicho órgano en sus dos primeros años. La Cancillería se informó de los hechos a través de los comunicados y documentos de la Sociedad, comunicados de prensa, comunicados emitidos por las embajadas de China y Japón en México, por los contactos de nuestra delegación en Ginebra e inclusive por las Embajadas de México en Tokio y Washington. Casi simultáneamente al acuerdo para la reducción de hostilidades entre China y Japón logrado en el Consejo el 30 de septiembre, el representante chino en México se dirigió al Secretario de Relaciones Exteriores, Genaro Estrada, informándole que el 5 de octubre, barcos de guerra japoneses habían desembarcado en el puerto chino de Chang-Hai, continuando así la invasión japonesa a China.1 La Legación japonesa a su vez, declaró a la prensa en México que tales noticias eran inventadas y divulgó en El Universal su versión histórica del origen del conflicto, señalando que no era un incidente casual, sino provocado por el gobierno chino que había continuado “con un movimiento anti japonés en Manchuria y por todas partes de China… y que era su deber proteger la vida y propiedades de sus súbditos”2 por lo que no retiraría sus tropas, comprometiéndose a que adoptaría las medidas necesarias para mantener la paz que deseaba el Consejo. Agregaba la Legación japonesa que, sólo después de que se hubiere terminado el arreglo y calmado los sentimientos nacionales, sus tropas se retirarían a la zona del ferrocarril del sur de Manchuria.
Informe del delegado Salvador Martínez de Alva.
Nuestro delegado en Ginebra, Salvador Martínez de Alva, informó a Relaciones que el día 13 de octubre se reuniría el Consejo y consideraba probable que la República de Irlanda, en razón de su relación con el Reino Unido, fuera uno de los pocos países que censurara la conducta del Consejo ante las grandes potencias, subrayando que podría haber semejanzas entre la posición irlandesa y la que adoptaría México. Nuestro representante advirtió que la Sociedad, con un buen sentido político, pretendería aprovechar la situación para obligar a los Estados Unidos a hacerse miembro. Subrayó Martínez de Alva que, hubo una opinión general favorable a China pese a la “suavidad de Lord Robert Cecil respecto a Japón y la ineptitud de Alejandro Lerroux.”3 Señaló nuestro delegado quem el representante francés, Aristide Briand, en la apertura del Consejo advirtió premonitoriamente que si la Sociedad fracasaba en este asunto “acarrearía gravísimas consecuencias de carácter universal.”4 Estaba en lo correcto el diplomático francés. Asimismo, dijo Briand que el Consejo “cumpliría con su deber empleando cuantos recursos le concede el Pacto.”5 En esa reunión, relató nuestro representante que, el delegado chino pidió la aplicación del artículo 16 del Pacto, relativo a las sanciones, y que a su vez, Japón insistió en negociaciones directas con China pero, se oponía a retirar sus tropas con el argumento de que había un marcado sentimiento anti-japonés en China y debía proteger a sus ciudadanos y propiedades. El 14 de octubre, tras bambalinas, el Consejo se reunió en secreto sin las dos partes en el conflicto, pero con la presencia como observador del delegado norteamericano utilizándose como pretexto para su participación que se trataría en el aquel la aplicación del Tratado de Paris. Dijo Martínez de Alva que, el Consejo estaba dividido en cuanto a si convenía o no dejar crecer a Japón para convertirlo en un contrapeso con Estados Unidos. El mismo informe narró que el Consejo reasumió públicamente sus sesiones dos días después e invitó a Estados Unidos a hacerse representar con voz pero no con voto. Varios países como Polonia, Yugoslavia y Noruega tenían reservas respecto a la ilegalidad de esa invitación. Martínez de Alva no se unió a esa idea y afirmó que la entrada de Estados Unidos, aunque fuera sólo de carácter consultivo, constituía un obstáculo para el posible arreglo de la situación debido a los desagradables antecedentes en la relación Washington-Tokio, por lo que consideró que Estados Unidos debía entrar en la Sociedad “del todo o se retirara.”6 Además, el Consejo mencionó la propuesta de invitar a Rusia como Estado interesado en Manchuria para hacer contrapeso a los Estados Unidos. Era evidente, decía nuestro delegado que, la Sociedad había cometido un grave error al mezclar varias cuestiones como el ingreso de los Estados Unidos, el asunto de Manchuria y hasta el tema de Galicia, que acababa de vivir una breve independencia en junio de ese mismo año.
El Consejo realizó sesiones privadas los días 17 y 18 de octubre, donde varios representantes examinaron la posibilidad de recordar a Japón el cumplimiento del artículo II del Tratado de París. En esa fecha, Martínez de Alva que al parecer participó en las sesiones privadas del Consejo7, señaló que había seguido con inquietud el desarrollo de los acontecimientos en Manchuria y que desde el 18 de septiembre habían creado entre China y Japón una situación preocupante y llamó a la atención de dichos gobiernos, el cumplimiento del Pacto Briand-Kellog, del que eran signatarios, en especial, el artículo II referente a la solución pacífica de conflictos. Al decir del delegado mexicano, bajo la gestión personal de Briand en el Consejo, parecían avanzar las negociaciones e inclusive se pensaba que el asunto se resolvería muy pronto, creyendo los delegados que Japón cedería. Lo no ocurrió de ninguna manera.
Informe de Emilio Portes Gil, primer delegado de México ante la Sociedad.
En el informe confidencial de Emilio Portes Gil del 18 de diciembre de 1931 al Secretario Genaro Estrada desde Paris comunicó su criterio respecto a la creación de la Comisión Lytton, aprobada por el Consejo. En él advirtió que, dado que las agencias periodísticas de México transmitían diariamente amplia información sobre el conflicto, evitaría informar sobre la historia del mismo o de las reuniones celebradas en el Quai d´ Orsay por los miembros del Consejo. En cambio, dijo que a pesar del silencio oficial, el conflicto seguía en pie y por eso su interés persistió y examinó los seis párrafos de la resolución aprobada el 10 de diciembre. A su juicio, el documento “sale del paso sin lastimar las susceptibilidades de los litigantes pero, en el fondo sin conceder a China ninguna razón en sus quejas y sobre todo, sin definir las protestas del Consejo contra el atropello cometido por las tropas japonesas.” Creía que la resolución leída por Briand “es una consagración de la tesis japonesa” y la intervención del Consejo, se limitó “a recomendar a las partes interesadas que procuren arreglar la situación como mejor lo entiendan; en la inteligencia de que la Sociedad se resiste a tomar cualquier medida práctica contra la invasión japonesa.”
Destacó el expresidente de la República que, la Comisión Lytton “sólo podrá observar e informar a Ginebra, sin que sus informes tengan ninguna fuerza en la práctica y sin que la misma Comisión pueda intervenir directamente cerca de los interesados, en los asuntos militares; como si este conflicto presentara otros peligros que no fuesen precisamente las actividades militares.” Agregó que, el conflicto evidenciaba la debilidad ascendente de la Sociedad, que olvidaba por completo la actitud enérgica con que tomó el tema originalmente y señaló que, El trabajo diplomático de la Sociedad sólo consistió en encontrar una fórmula para disculpar el atropello japonés: la ocupación japonesa se había extendido escandalosamente. La complicidad, o en último caso, la debilidad del Consejo dieron alas a los militares japoneses que habían ido robusteciendo su influencia en el gobierno imperial.
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NOTAS:
1 Samuel Sung Young a Genaro Estrada, 8 de octubre de 1931, México, AHGE-SRE, III-500 y III-501
2 Declaración de la Legación japonesa, El Universal, 12 de octubre de 1931, México, AHGE-SRE, III-500 y III-501 3
3 Martínez de Alva a Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), 13 de octubre de 1931, Ginebra, AHGE-SRE, III-500-1 (I)
4 Martínez de Alva a SRE, 13 de octubre de 1931, Ginebra, AHGE-SRE, III-500-1 (I)
5 Martínez de Alva a SRE, 13 de octubre de 1931, Ginebra, AHGE-SRE, III-500-1 (I) 4
6 Martínez de Alva a SRE, 18 de octubre de 1931, Ginebra, AHGE-SRE, III-500-1 (I)
7 Legación de la República Francesa en México al Secretario de Relaciones Exteriores Genaro Estrada, 19 de octubre de 1931, México, AHGE-SRE, III-500 y III-501
Abril, 2020
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