Es imposible volver la cara a otro lado cuando compañeros del Servicio Exterior Mexicano (SEM), que recientemente han pasado a acogerse a “los beneficios de la jubilación”, nos cuentan sus experiencias en el paso de su vida profesional activa, al retiro, que podríamos homologarla con el olvido.
Cada caso nos lleva a la reflexión y a la conclusión de que en su gran mayoría cada compañero del SEM que se jubila, vive un verdadero drama en su vida personal y familiar. Para puntualizar el término empleado en el encabezado del presente artículo, viene al caso reproducir una de las definiciones del término drama, incluida en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: “Suceso de la vida real capaz de interesar y conmover vivamente.”[1]
En otras de sus acepciones dicho diccionario nos dice que en algunos casos el término se puede acercar a la tragedia. Y la realidad es que muchos colegas viven cerca de esa situación y que el teatro de la vida los ha llevado a desempeñar un papel de pobreza, después de haber entregado su vida a la profesión de representar a su país durante 30, 35, 40 años o más; para terminar en el olvido de los gobiernos que los utilizaron para mejorar su imagen en el exterior, así como para lograr beneficios de todo tipo para nuestro país.
· ¡Cuánto orgullo representar a México ante reyes, presidentes, primeros ministros, estudiantes, empresarios y demás miembros de la sociedad nacional e internacional!
· ¡Cuánto valor se ha requerido para enfrentar los peligros cada día mayores en los países de adscripción, como enfermedades desconocidas, tomas de embajadas, atención a solicitantes de asilo y muchos otros riesgos que abarcan a las familias del funcionario!
Lo que arriba se afirma sobre el olvido o ingratitud de los sucesivos gobiernos para compensar los servicios prestados por los funcionarios del SEM, alcanza a la sociedad, a las organizaciones civiles que no conocen, ni les interesa conocer la situación de estos trabajadores al servicio del Estado, que terminan su vida olvidados y sin los recursos suficientes para llevar una vida digna al final de su existencia.
Sin embargo, debo destacar una excepción a lo anteriormente dicho, hace algunos meses las esposas de miembros del SEM, se organizaron y crearon una Asociación Civil a la que la burocracia nacional les permitió bautizar con el nombre de “Cónyuges de Funcionarios de Asuntos Exteriores de México, A.C.” (COFAEM).
Dicha Asociación que se encuentra debidamente registrada y regida por estatutos consensuados entre sus propios integrantes, comprende a todos los cónyuges de miembros del SEM activos o jubilados y en sus propósitos y principios busca lograr beneficios para todos; en especial para aquellas personas olvidadas por las leyes y los funcionarios que han transitado por la Secretaría de Relaciones Exteriores, de Hacienda y el Congreso de la República, a quienes les ha faltado sensibilidad para arropar por ejemplo a las viudas de miembros del SEM y a las esposas que por alguna razón sin ser nacidas en México –pero que sí lo han representado al lado de su cónyuge-, se han quedado a vivir en nuestro país, o en otro lugar del mundo; así como a los hijos de los funcionarios que regresan comisionados a México, cuyo sueldo no les alcanza para inscribirlos en un colegio particular, como había sido en todos los lugares donde había trabajado, más aún si son varios, que la sola colegiatura puede absorber las percepciones del funcionario. En ciertas ocasiones, dependiendo de influencias y conexiones, al funcionario le llegan a otorgar algún incremento mediante la llamada “re-homologación”, lo cual no es la regla general.
Además de dar la bienvenida a esta agrupación y desearle muchos éxitos en su labor altruista, esperamos que las autoridades correspondientes y la sociedad misma, apoyen sus proyectos, con lo cual se podría mejorar o dignificar al SEM.
El que esto escribe, no puede desligarse del asunto de que se trata en el presente artículo, dado que, desde hace ocho años se encuentra en la posición de jubilado, sujeto a la pensión que le corresponde de acuerdo con las normas del Instituto para la Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores al servicio del Estado (ISSSTE). Por lo tanto, se me puede considerar como parte de los “protestantes” beneficiados con el sistema actual de pensiones y de retiro forzado a los 65 años de edad, sin mediar un análisis sobre su posible utilidad para el país, aprovechando su experiencia y preparación de muchos años.
Por mi parte, ya he compartido mi experiencia traumática del proceso jubilatorio, el cual duró más de siete meses –durante los tres meses de pre-jubilación que nos concede la Secretaría de Relaciones Exteriores, no se puede iniciar ningún trámite oficial-. Denuncié malos tratos en las oficinas del ISSSTE y vine recibiendo mi primer cheque al séptimo mes de haber pasado a retiro.[2]
Eso en lo personal no me afectó demasiado, pues contaba con el dinero de la liquidación y algunos ahorros, pero me encontré con algo que no habíamos calculado cuando estábamos en activo, pues entonces contábamos con un seguro médico de gastos mayores, lo que significa que podíamos consultar a los mejores médicos, o ir a los mejores hospitales, amparados por dicho seguro. Al momento de la jubilación cuando estamos con más problemas de salud, cuando el organismo en términos generales se ha deteriorado –inclusive por haber estado en países de riesgo-, solo quedamos al amparo de la seguridad social, que no por desdeñar sus servicios o eficiencia, vamos a restarle méritos por conservar la salud de cientos de miles, o millones, de empleados al servicio del Estado. Lo que sí hemos constatado en la práctica es que su capacidad ha sido rebasada, al grado de que para conseguir una cita con un especialista pueden pasar hasta tres meses y para los estudios requeridos varias semanas. Algunos colegas podrían narrar sus experiencias traumáticas al tener que someterse a una cirugía o algún tratamiento para el cual la institución no cuenta con los medicamentos necesarios y el asegurado debe buscarlos en el mercado.
Finalmente, diré que en mi caso, llegué a la edad de la jubilación con algunos ahorros que fueron reforzados con mi liquidación. Por ello pensando en mi esposa y en mí mismo, decidimos contratar por nuestra parte un seguro médico de gastos mayores grupal -como parte de la Asociación del Servicio Exterior Mexicano (ASEM), el cual resulta menos caro que uno contratado en forma individual-, pero en términos generales, me viene costando algo así como el 50% de mi pensión anual. Como se observa en lo anteriormente escrito, mi caso realmente no es dramático, para dramas los que me han contado algunos compañeros que entre otras cosas, saben que dirijo una revista dedicada a los asuntos internacionales, pero que, también se interesa por lo que pasa en el SEM y en otros cuerpos de servidores similares de otros países.
Resulta obvio que al no mencionar nombres de los funcionarios involucrados en los casos que a continuación presento, es porque no tengo la autorización de los mismos para publicarlos; aunque ellos saben que si se decidieran a denunciar lo que les ha ocurrido, con gusto publicaríamos su testimonio en ADE.
· Persona A. El primer caso me lo confió un compañero de la rama técnico-administrativa que después de muchos años de servir en el exterior, la “inhumana” burocracia de la Secretaría, lo regresó a México para terminar los meses o años que le faltaban para jubilarse. Él como todos los funcionarios del SEM –que para algunas cosas se someten a un régimen de tipo militar- tenía que obedecer las órdenes. El caso es que, como él mismo lo narra, al llegar el momento de calcular el monto de su retiro, le explicaron que le correspondían los meses que señala la Ley, pero con el sueldo que estaba recibiendo en su adscripción actual. Para ejemplificar lo anterior, viene al caso citar que este servidor público recibía en su pasada adscripción como coordinador administrativo en un consulado de México, alrededor de 4,500.00 dólares de los Estados Unidos, los cuales de acuerdo con la Ley del SEM se multiplicarían por 24 meses (para quien trabajó más de 30 años), esa operación nos daría la cantidad de Dls. 108,000.00 (ciento ocho mil dólares). La situación se presenta diametralmente diferentes si en el mejor de los casos dicho compañero estuviera recibiendo en México algo así como $15,000.00 pesos mensuales, con lo que efectuando la misma operación los multiplicaríamos por 24 meses que le corresponderían y arroja un total de $360,000.00 pesos mexicanos. Desde luego, en dicha operación se observa una diferencia importante.
· ¿Quién o quiénes fueron los desalmados a quienes no les importó la diferencia? Seguramente pensaron que aplicando la Ley o el Reglamento a “raja tabla” estarían ahorrándole al patrón varios cientos de miles de pesos, pero nunca se interesaron por conocer las condiciones en que el jubilado llegaría a esa etapa de la vida. El propio “beneficiario” jubilado comenta su situación haciéndome llegar una comunicación vía internet, cuyo texto he modificado a propósito para que dicha persona no pueda ser identificada, pues como antes digo, no estoy autorizado para hacer público el drama personal y familiar que vive:
· Sr. Embajador:
Como sabrá yo también ya estoy jubilado, pero en mi caso la jubilación no se dio como era de esperarse ya que me jubilaron en México y me tocó aparte de una jubilación muy pequeña un finiquito también bastante bajo, así que tuve que hacer malabares para tratar de salir adelante, sin embargo no lo pude conseguir y como tenía algunas deudas adquiridas con anterioridad con tarjetas de crédito estas se dispararon y tuve la necesidad de empezar a trabajar de nuevo y lo hice consiguiendo un taxi, el cual estoy pagando pero las deudas contraídas han crecido muchísimo. En estos momentos lo único que tengo es un departamento pequeño en un fraccionamiento del estado de México, una camioneta que traje de los Estados Unidos y una parte de la propiedad de mis padres que nos heredaron a mis hermanas y a mí.
El motivo de esta carta es para preguntarle si no conoce alguna persona que quiera invertir en mí, una cantidad X y yo le devolvería en dos años o menos esa cantidad más intereses… hago hincapié en dos años o menos, porque se está vendiendo la propiedad de la cual soy co-dueño y pagaría en el momento que se realizara dicha venta la cantidad restante.
Como parte de ese trato, dejaría como Aval las escrituras de mi departamento y firmaríamos una carta ante notario con los términos señalados y firmaría 60 letras que se irían pagando mensualmente y cada dos meses compraría de las ultimas letras para asegurar que en un máximo de dos años terminaría de pagar el préstamo o antes si se realiza la venta arriba señalada. En la carta compromiso se dejaría claramente especificado que de no cumplir en los dos años acordados se procedería a vender la propiedad para recuperar lo que faltara en ese momento de la cantidad pactada.
Sr. Embajador le agradezco de antemano la atención prestada a la presente y quedo a sus órdenes para cualquier duda que tuviera al respecto. Atentamente.
Como digo al principio del texto, es imposible permanecer insensible ante dramas expuestos por un compañero del SEM, quien tuvo qué pasar la vergüenza de desnudar su realidad que seguramente lo abruma, pues aparte de deudas anteriores, tiene qué sostener a una familia, que de alguna manera cuando estaban en el exterior vivían con cierta comodidad.
PERO, DESAFORTUNADAMENTE ESE NO ES EL ÚNICO CASO.
· Persona B. Recientemente regresó a México –después de haber estado comisionado en países de Asia- un compañero de la rama diplomática-consular, que no alcanzó un rango superior del SEM (digamos que llegó a la media carrera), pero cumplió la edad de la jubilación obligatoria y tuvo qué realizar los trámites burocráticos indispensables. Para empezar se enfrentó al problema del monto de su pensión que fue fijado en algo así como $7,000.00 pesos mexicanos; seguidamente las liquidaciones resultaron bien, solamente que por alguna razón le retuvieron o descontaron varios ciento de miles de pesos, al parecer el SAT. Luego debería recibir un fondo de una aseguradora y se encontró con que esta empresa había sido adquirida por otra y el pago no lo podían efectuar. El caso es que este compañero tuvo que recurrir a la asesoría de un abogado y junto con él están siguiendo una demanda para que se corrija lo que de acuerdo a sus derechos le corresponde. Esto significa o representa un gasto extra, que viene a restarle su ya de por sí menguado patrimonio.
Otro colega de profesión me ofreció contarme la versión que él conocía, sobre otro funcionario que tuvo graves problemas.
· Persona C. Se trata de un funcionario que alcanzó el rango de primer secretario del SEM y estando en activo tuvo un accidente que le ocasionó la pérdida de una pierna. Fue atendido debidamente y se le concedió una licencia médica con goce de sueldo por varios meses (al parecer el ISSSTE cubre hasta seis), pero después de ese periodo traumático el funcionario ya no pudo seguir desempeñando su trabajo de manera normal, por lo cual procedió su retiro y la correspondiente liquidación, con una pensión similar a la del compañero que menciono en el caso B; lo que obviamente lo postró a vivir situaciones difíciles por el trauma sufrido y de remate, tiene que padecer limitaciones económicas. Ojalá que en algún momento el afectado se atreviera a contarnos su drama tal como lo vivió, junto con su familia.
En las páginas de ADE hemos publicado algunos artículos que relatan otros problemas que hemos enfrentado miembros del SEM. Como ejemplo de lo anterior, el embajador Leonardo Ffrench, publicó en el No. 47 de ADE, correspondiente al trimestre julio-septiembre de 2013 el artículo titulado: “Pobre Servicio Exterior Mexicano de Carrera” y, posteriormente en septiembre de 2014 publicamos otro artículo de su autoría titulado “Golpazo Fiscal a Jubilados”. Asimismo, se puede citar el artículo escrito por el Embajador Sergio Romero Cuevas, publicado en mayo de 2014 y que fue titulado “Ley del Servicio Exterior Jubilación y Derechos Humanos.”
Finalmente, el también embajador jubilado Mario Velázquez Suárez escribió para nuestra revista el artículo titulado “DE BELICE A MÉXICO. NUESTRO PAÍS CAMBIA, PERO SUS SERVICIOS NO SE AJUSTAN A LA MODERNIDAD QUE LOS TIEMPOS DEMANDAN.”
En dicho artículo publicado en ADE No. 54 de abril-junio de 2015, el embajador Velázquez Suárez narra las peripecias sufridas durante su traslado final a México.
El autor cuenta con lujo de detalles sus recientes experiencias al llegar a la Ciudad de México. “Luego de 39 años de trabajar en el Servicio diplomático de carrera tomé la difícil decisión de dejar el SEM (Servicio Exterior Mexicano) y radicar definitivamente en México. No era la primera ocasión que regresaba a mi país para laborar en las oficinas centrales, ya en tres ocasiones anteriores me había correspondido el regreso y no recuerdo en ninguna de ellas haber pasado tantas tribulaciones para lograr instalarme. Como lo he venido acostumbrando, luego de las duras experiencias que por desconocimiento enfrentamos en los albores de nuestra carrera, programé con detenimiento las fechas de empaque y salida de todas mis pertenencias; así como mi propia salida del país en el que me encontraba y que fue mi última adscripción, de tal manera que mi arribo a México ocurriera en la víspera del arribo del menaje…” (Nota: Para leer el artículo completo ir a www.diplomaticosescritores.org posteriormente a la ventana Revistas de ADE, No. 54 trimestre abril-junio de 2015).
Esos son otro tipo de problemas, regresar a su país pensando que es en su lugar de origen donde mejor va a disfrutar del tiempo que le queda de vida, en ocasiones se vuelve una ilusión o lo contrario. Tiene que vivir otro proceso de adaptación en un lugar donde piensa que sus amigos y familiares lo siguen esperando y que tanto sociedad, como autoridades, lo van a tratar con respeto y que habrá algún reconocimiento por la labor desarrollada a favor de México durante tantos años, durante los cuales tanto él como su familia disfrutaron de beneficios y privilegios, pero también tuvieron que sacrificar algunas cosas.
El paso a retiro, a la jubilación, no debería de ser traumático. Debería ser precisamente como el nombre lo dice: motivo de júbilo, porque va a descansar, a dedicarse a la familia, a recorrer su país, ir por los lugares que tantas veces promovió aún sin conocerlos físicamente. Pero el hecho de verse limitado económicamente y con poca protección médica para él y su familia, termina encerrándose y llevando una vida inactiva, durante la cual a los gobiernos no les interesa sacar provecho de sus experiencias y en la academia, de una u otra forma, el funcionario del SEM termina siendo un extraño del cual en ciertas ocasiones y en forma temporal se puede obtener un provecho. Por otra parte, hay que reconocer que las nuevas generaciones reclaman su lugar en todos los campos.
No existe una institución, un programa, ni una asociación que hasta el momento se haya preocupado por defender los derechos de los miembros del SEM de manera efectiva, en particular los que llegan a la obligada jubilación y de vigilar el proceso del retiro para evitar abusos, errores u omisiones que perjudiquen al funcionario; o porlo menos, no se ha dado a conocer suficientemente. Como antes se señala, son varios los funcionarios que tienen que pagar los servicios de abogados si quieren que sus reclamos tengan posibilidades de éxito.
Mucho menos existen quienes pudieran exigir una modificación a las leyes para que se asignara una pensión digna a los jubilados, como algunos de los arriba descritos.
Quizá muchos no sepan que nuestras pensiones se calculan en base al salario mínimo general y dependiendo de la categoría le pueden corresponder 5, 6 y hasta 10 salarios como máximo.
· ¿Parecería irracional pedir que se fije un salario mínimo profesional a los miembros del SEM, considerando las diferentes categorías?
Es una vergüenza la desproporción que existe entre lo devengado en el exterior y en México como jubilado. No estaría lejano si digo que en el caso de la Persona A. que cito arriba, en el extranjero percibía Dls. 4,500.00 mensuales, seguro médico de gastos mayores, ayuda para renta, ayuda para estudios (entre otros beneficios) y aquí en su propio país reciba de pensión una cantidad similar, pero en pesos mexicanos, pero sin los beneficios arriba mencionados. En realidad somos ¡Candil de la calle y oscuridad de la casa!
· ¡México, querido México. Ojalá algún día cambien las cosas… pero para bien!
Espero que el presente mensaje llegue a los más altos niveles y sus receptores muestren la suficiente calidad humana, como para reaccionar positivamente ante los dramas descritos.
Qué así sea!
Es la desigualdad que no entiendo: los ex ministros de la Corte, Expresidentes, etc…porque los pensionan con sueldo integrado. En el poder judicial se cotiza con la compensacion, en el ejecutivo los tienen como borregos. Hasta cuando se van a dejar? hagan un paro exigiendo que su compensacion garantizada cotice… o que tienen miedo?