I. EL MURO DE MERLÍN

La semana pasada, antes de esta, invitaron al emba los alumnos de la clase de ciencias políticas de la Universidad del Tercer Mudo, perdón, del Tercer Mundo. Deseaban que les explicara con detalle por qué México se opone firmemente a la construcción del “Muro de Merlín”, o lo que es lo mismo, una barda a lo largo (ni modo que a lo ancho) de la frontera de EUA con México. Pobres ilusos, creen que el emba le entiende a asuntos esotéricos como esos, pero ducho como es en el complicado arte de hablar mucho sin decir nada, se dio a la tarea de preparar una bien documentada y bastante convincente argumentación, con tan buena fortuna que nadie le entendió y pudo escapar del compromiso incólume.

Pero le sudó el cuero cabelludo (sic).

Pues bien, después de una serie de incomprensibles referencias a la muralla china, les dijo que la idea no era nueva, pues ya desde los tiempos de “El Zorro”, o sea hace mucho, se quejaban los primos del norte de que la frontera es porosa y pavorosa, así como otros se quejan de la existencia de cierta línea divisoria por allá por el sur, por el rumbo de Chiapas. En determinado momento el emba hizo una pausa y reflexionó (¿?) sobre la incongruencia gramatical resultante de los nombres de los puntos cardinales. Si un punto cardinal es norTE, decía, otro es esTE, otro más es oesTE, ¿no debería haber uno que se llamara surTE? Menos mal que el micrófono se desconectó “accidentalmente” y no le escucharon nada.

Pero volviendo al tema (¿?), con su acostumbrada elocuencia explicó el emba que las protestas contra la idea de separar a los pueblos con una barda han sido numerosas, frecuentes y estridentes, tanto porque hablar de un muro trae malos recuerdos de la ya casi olvidada “Cortina de Hierro” (que no era cortina ni era de hierro, pero para el caso es lo mismo); también porque sale muy cara (a menos que la construyan nuestros paisanos); porque obviamente los que ya estén allá de aquel lado se va a quedar para siempre; y por motivos ecológicos.

¡Ahí sí que los pescó desprevenidos! Ni se imaginaban que eso del muro tuviese levantados en armas a los del partido verde. Bueno, no en armas, pero sí en pancartas. Resulta que a lo largo de la frontera hay varios parques nacionales, mismos que son habitat natural de ciertas especies marinas. ¡Salinas, salinas! (es que es en el mero desierto). Mucho peor resulta el plan cuando la zona fronteriza es también rivereña, de “river”, dicho en inglés, porque en español se dice Río en Breña. Sí, después de una serie de deslumbrantes descubrimientos y deducciones lógicas, se ha sabido que hay mamíferos que cruzan el desierto y no se mojan. Atónitos escucharon los estudiantes cómo declaraba el emba que varias especies dependen del río para su supervivencia y una barda impediría El Paso (Texas) de mis animales a sus aguajes,

Pero ya saben, agregó el emba, que nunca falta un roto para un desconocido (no se sabe el dicho), se presentó al gobierno estadounidense una propuesta de solución consistente en ponerle a la barda, cada cincuenta metros, una puertita de esas que se usan para que los perros y gatos salgan a hacer sus necesidades necesarias en el pasto del vecino.

¡Eureka!

Quién sabe de dónde sacó el emba que unos chaparritos mexicanos que famosos durante los terremotos del 85 habían ofrecieron sus servicios voluntarios para supervisar la obra. Dijo que ellos no cobrarían por la transferencia de tecnología y además vigilarían que no se fuera a quedar por ahí atorado un brigadista de la Cruz Roja (no de la Verde porque eso es asunto de ecologistas).

La mentada puerta tendría que ser giratoria, pues en algunas áreas de la frontera el agua está del lado de acá. Los jóvenes no daban crédito a sus oídos. El emba propuso que faltaría poner unas lucecitas arriba de la barda, porque las aves podrían estrellarse contra el muro por falta de visibilidad. Claro que a los gringos lo que les preocupa es otra cosa, ellos planean contratar albañiles mexicanos que coloquen pedazos de vidrio encima de la barda. Por supuesto acudirían artistas urbanos que la adornarían con profusión de graffiti.

Ya encarrerado, el emba les dijo que habría que poner letreros de ambos lados que prohíban orinarse allí, a menos que se trate de especies protegidas, como el gavilán pardo (¿orinan los gavilanes?). Los letreros estarían escritos en inglés, español y norteño. Lo que no dijo es que si se generaliza la costumbre de ir allí a orinar, va a haber que cubrir los letreros soeces que siempre surgen como hongos en las paredes de los baños públicos.

Ya para terminar, el emba dejó profundamente meditabundos a los pobres estudiantes al señalar que se debe reglamentar el uso de la barda en corridos musicales. Con desentonada voz puso por ejemplo el final de un corrido que ahora diría: “vuela, vuela palomita ve y párate en aquel muro, estas son las mañanitas del que cruza estando oscuro”.

Bueno, creemos que lo que quiso decir el emba es que oscuro el muro, no el que cruza…. ¿o los dos?

Saludes

El Emba, deseándoles paredes finas.

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