Los saluda con afecto el mentado Emba, hundido en la marejada de violencia que azota a mi tierra, en especial a Culiacán, pero sin perder el optimismo aunque naufrague frecuentemente.
No, no voy a hablar de eso, aunque es grande la preocupación por ello, pero no voy a arrojar diesel al incendio, por sí solo puede subsistir y multiplicarse, según demuestran las pavorosas noticias a diario.
Esta vez sobran temas que abordar en este convulso mundo, especialmente los de origen “trumpista”, pero no en exclusivo, de suerte que no hubo ningún titubeo a la hora de enfrentar el papel, pero sí se hace menester ser selectivo, pues ni modo que hablemos de todo. Ni el ínclito Emba saldría bien librado ante tal tarea.
Mejor hagamos un esquema: en materia internacional los ubicuos aranceles saltan al primer lugar de inmediato y no basta con tener conocimiento de la materia económica o que todos los comentaristas y analistas abordan alegremente el tema, así como el bursatil, y desmenuzan y desnudan todos los aspectos de la “mothernidad”.
Resistiré, pues, la tentación de inmiscuirse en esos ángulos, pero todavía queda muchísimos más qué comentar… y criticar.
Empecemos por lo nuestro, el SEM. Ha sido notorio como se habla de la materia internacional no solamente en la Cancillería, también desde la mismísima presidencia se escuchan las estentóreas voces hablando de la tarea que enfrentan los cónsules en su trato con los paisanos.
Dado que la experiencia del Emba fue precisamente desde esa perspectiva, tanto en un Consulado “pequeño” (Brownsville) como en oficinas grandes como Chicago Miami o Dallas, sin olvidar a las que se ubican más allá del vecino del norte (Sao Paulo), podría asegurar que nada de lo consular le ha sido ajeno y probablemente le quede pequeño el genérico término.
Más allá de la voz del Secretario de Relaciones Exteriores, podríamos preguntarle a Marcelo Ebrard y sabríamos que el tema es de notable resonancia. Por eso impactan especialmente las inquietantes noticias respecto de la falta de pago del personal local en los consulados en Estados Unidos. La prensa se ha hecho presente en las protestas y de esa manera nos hemos enterado del problemón que eso implica, incluso se publicaron noticias alarmantes que hacen referencia a una huelga por ese motivo en dos Consulados Generales.
Obviamente los comentaristas de los medios aprovechan tal coyuntura para atacar las frecuentes declaraciones previas de la presidenta, en el sentido de que se estaban reforzando los consulados (¿todos?) y que se perfilaban cambios en los consulados.
Y aún hay más.
El tema de los empleados locales siempre ha sido controvertido, pero creo que nadie niega que desempeñan una labor vital para el SEM, tal vez nunca valorada justamente y menospreciada, rutinariamente, su tarea.
Cabe hacer un paréntesis para agregar que es el personal consular quien administra y resuelve los asuntos propiamente consulares, pero también quien atiende personalmente a la paisanada son precisamente los empleados locales. Eso significa que se ha descargado en ellos el delicado encargo anunciado por la presidencia, es decir, atender pacientemente y sin demoras a quienes acuden a las oficinas.
También se anunció que se reforzarán los consulados y casi inmediatamente surgió el problema de los pagos. No cerremos los ojos, los consulados no pueden funcionar sin el apoyo de los empleados locales, hay que hacer un esfuerzo mayor para garantizar que se contará con su apoyo en la ayuda a los connacionales. Si el problema es de la Secretaría de Hacienda, habrá que recurrir a ella.
Ese cuerpo de colaboradores se compone también de paisanos, por lo menos en su mayoría, lo cual parecería confirmar que cuentan con la aprobación y el respaldo de la titular del Poder Ejecutivo, pero apenas llegamos a esa conclusión, curiosamente se presenta una noticia que parece contradecir todo lo expuesto.
Sorprendentemente se ha presentado una iniciativa de reforma al art.19 de la Ley del Servicio Exterior Mexicano para permitir que la presidente(a) nombre a los Cónsules Generales de entre los habitantes de la comunidad mexicana y la sorpresa consiste en que dicha iniciativa no proviene del SEM o de la Cancillería.
Sin embargo, sí se ha pedido la participación de la ASEM, lo cual me ha hecho dudar si hago bien en escribir estas reflexiones. En fin, abordaré el tema sólo para ilustrar algunos de los aspectos que no quedan claros de la iniciativa.
En primer lugar, obviamente se trataría de seleccionar a los paisanos que no se han naturalizado o que posean la doble nacionalidad. Pero da la casualidad que para ser aceptados los así nombrados tendrían que renunciar a su residencia permanente, lo cual plantea ya de entrada un fuerte obstáculo.
Por otro lado, parecería evidente que se trataría de buscar a los más capacitados y a la vez representativos, salvo que hay un aspecto de la vida de nuestras comunidades que podría resultar difícil de superar: la oriundez.
En efecto, usualmente las organizaciones de connacionales se agrupan por Estado y casi siempre queda en evidencia cuál es la organización más numerosa (y poderosa), peor aún, por ejemplo en la circunscripción de Dallas dicha comunidad es la zacatecana, que está asentada en Forth Worth, es decir, el titular del Consulado General no estaría radicado en la sede de la representación y seguramente habría oposición.
Y apenas estoy arañando la superficie, hay muchísimas razones de peso para cuestionar tal iniciativa, seguramente los colegas aportarán más argumentos en contra, de ser el caso.
El emba se limita a llamar la atención de quienes deben velar por el buen desempeño de los cónsules, quienes subsisten plagados de carencias, insuficiencias e incomprensión.
Se los dejo de tarea.
Saludes
El Emba, consularizado
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