La Novena Cumbre de las Américas fue convocada por Estados Unidos, con sede en la ciudad de Los Ángeles, California, para el mes de junio de 2020. Participaron a nivel de jefes de estado: Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Ecuador, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Costa Rica y los países del Caribe. Esos países, junto con el anfitrión Estados Unidos, analizaron la delicada situación internacional e impulsaron la integración de América. Los países que no asistieron: Cuba, Nicaragua y Venezuela por no haber sido invitados; Bolivia, Honduras, El Salvador y México sí participaron a nivel de cancilleres, porque no se hizo una invitación general a todos los países del continente. Uruguay no envió a su jefe de estado porque dio positivo al Covid, pero participó a nivel de canciller y Guatemala se abstuvo de participar a causa de problemas jurídicos de su Fiscal General con Estados Unidos.
Una cumbre es una reunión de jefes de estado, (de ahí el término «cumbre» («summit» en inglés), para deliberar y decidir sobre una agenda previamente acordada. La Cumbre de Yalta en 1945, entre Churchill, Stalin y Roosevelt con motivo de la II Guerra Mundial, y la de Gorbachov y Reagan en Malta (1989) que puso fin a la guerra fría, son ejemplos históricos de este tipo de mecanismos eficaces en las relaciones internacionales. Estas «cumbres» son pasajeras por naturaleza. Concluidas, desaparecen, subsistiendo los acuerdos adoptados, pero no se espera que de ahí surjan acuerdos trascendentales, como se verá más adelante al revisar la Declaración de Los Ángeles, que deja en claro que las declaraciones no son vinculantes.
Con la Cumbre de las Américas (CAs) se le dio carácter permanente a un mecanismo coyuntural, de tal suerte que cada cuatro años se congregan los líderes de los países de América del Norte, Central, del Sur y el Caribe, a fin de promover la cooperación para la prosperidad de sus pueblos y avanzar en un proyecto de integración.
Lo anterior significa que la cumbre aglutina a los líderes de la región, pero acompañados por otros miembros de la sociedad, tales como organizaciones de la sociedad civil, representantes de comunidades indígenas, líderes cívicos, empresarios y jóvenes emprendedores. En esta edición, además de la cumbre con los líderes de la región, Estados Unidos realizó tres foros oficiales, los cuales reúnen a los miembros de la sociedad (es decir, las partes interesadas):
- El noveno foro de la sociedad civil;
- El sexto foro de jóvenes de las américas;
- La cuarta cumbre de CEOs de las américas (empresarios).
Ahora bien, esta Cumbre se vio condicionada desde la convocatoria, por el reclamo de la exclusión de algunos estados. México, pero no sólo nuestro país, elevó su voz para reclamar que si habría de realizarse una cumbre de todos los países de América, incluiría a todos los países de América, sin exclusiones. El Departamento de Estado expresó que entiende (así lo dijeron en Washington) la postura del presidente mexicano, pues es también lógico suponer que todos debe ser todos, sin excluir a nadie.
Claro que la congruencia falla cuando se reporta que en la reunión de Morena realizada en Toluca el siguiente fin de semana no estuvieron todos los aspirantes a la candidatura presidencial por dicho partido. ¿Eso no es exclusión?
Para efectos de claridad y de congruencia habría que señalar que ser o no una democracia ha sido una regla que ha funcionado desde mediados de los años ochenta en América Latina. El Grupo de Río excluyó a la dictadura pinochetista hasta 1990 y no aceptó a Cuba hasta 2008.
Cuba, Venezuela (más bien le reconocen representación a Juan Guaidó, no a Maduro) y Nicaragua, no son miembros de la OEA, y los dos primeros países tampoco lo son ya del BID. Parecería, pues, lógico, que los países no miembros de la OEA no serían invitados, máxime que es la OEA la encargada del secretariado ejecutivo de la cumbre.
En fin, dado que AMLO ha declarado de manera repetida que su intención es promover una integración continental que vaya más allá de los aspectos comerciales, tal como sucede en la Unión Europea – modelo a seguir como el ideal – sería prudente recordar que la UE le negó a Polonia 30,000 millones de euros para la lucha contra la pandemia, hasta que aceptó rehabilitar la independencia de su Poder Judicial.
Asimismo, la UE puso un sinfín de condiciones al acceso de Turquía; e hizo lo mismo con España, Grecia y Portugal hasta la caída de las dictaduras mediterráneas en los años setenta. En realidad, la no exclusión es un principio que existe sólo en la mente de AMLO, quien viajará a Washington en julio para explicarle a Biden cómo propone construir una “Unión de Las Américas”, similar a la Unión Europea.
Seamos claros, la Unión Europea es una unión política, con parlamento e instituciones propias de naturaleza supranacional. Para formar parte de la UE un país debe cumplir con los requisitos fundamentales de tener un gobierno democrático y de libre mercado, además de respetar los derechos y libertades de los ciudadanos, sean de izquierda o de derecha, conservadores o neoliberales. Todos deben observar valores democráticos y de derechos humanos para poder integrarse gradualmente: eliminar restricciones comerciales y de inversión, desarrollar una política agraria y comercial común, ejercer una política exterior y de seguridad común, mantener un área aduanera común, adoptar una moneda común, practicar la cooperación judicial y policial.
Todo lo anterior riñe de frente con la doctrina de no intervención en los asuntos internos de una nación soberana y no se vislumbra cómo se lograría alcanzar ambos extremos, es decir, el “no injerencismo” y la unión política al mismo tiempo. Más aún, habría que remarcar que la visión de AMLO como alternativa presupone un acuerdo de integración con Norteamérica, cuando en el cono sur del continente EUA ya no es el principal socio comercial, ese lugar lo ocupa China. ¿Habría realmente interés de los hermanos del sur en un arreglo de esa naturaleza?
Argentina se encargó de elevar su voz en protesta por las citadas exclusiones, pero lo hizo en el marco de la propia cumbre, no en ausencia. Habría que agregar que Belize (sic) y República Dominicana unieron sus voces de protesta a la de los argentinos y esta última se negó a firmar la Declaración de Los Ángeles. Además, habría que recordar que, si el propósito era lograr la presencia de todos, eso era inalcanzable de todas maneras, dado que por lo menos dos de esos jefes de estado (Maduro y Ortega) no pueden viajar a EUA pues hay orden de aprehensión en su contra y ambos declararon desde el principio que no irían a Los Ángeles, así que la meta buscada era inalcanzable de inicio.
Justamente el propósito de la primera Cumbre de las Américas celebrada en Miami en 1994, fue lanzar por parte de Clinton la idea de un Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Pero ese propósito fue destruido en Mar del Plata en 2005, por intervenciones de Kirchner, Chávez, Lula, etc. A cambio, más de una decena de países — México, Chile, Colombia, Perú, Panamá, Centroamérica y República Dominicana— firmaron acuerdos de libre comercio con EUA.
En realidad, la cumbre es un magno evento que se realizó en la ciudad que alberga a la mayor comunidad hispana/latina en Estados Unidos, donde se hablan 224 idiomas y tiene una población proveniente de 140 países.
El hecho de que el mecanismo de las CAs se haya mantenido ininterrumpidamente por más de 30 años y se haya extendido a las cuatro áreas geopolíticas del continente (norte, centro, sur y caribe) es una demostración de su importancia política, a pesar de sus limitados resultados.
Sería deseable que en la cumbre venidera se discutiera un mecanismo efectivo de seguimiento de acuerdos sobre temas concretos. En su discurso subrayó el Canciller Ebrard que debe trabajarse para que no se sigan discutiendo “bloqueos” y exclusiones en las siguientes cumbres, es decir, que sí debe haber otros capítulos sin esos temas en la agenda. Cabe precisar que lo que existe en Cuba no es un bloqueo, sino un embargo, cuya naturaleza es muy distinta a la de aquél.
A juicio nuestro, era importante la presencia del presidente en la cumbre porque además de las reuniones colectivas con sus pares habría tenido la oportunidad de estar en el cónclave que congrega exclusivamente a los jefes de estado para abordar temas sensibles. Durante los 3 días del evento se pactan infinidad de encuentros bilaterales para abordar temas de interés mutuo, pues conviven más de 30 dignatarios.
Cierro estos comentarios señalando mi sorpresa por la contundencia de la condena a la invasión rusa, contenida en la declaración conjunta de los cancilleres de América del Norte, también realizada durante la cumbre de marras. Vea usted si no parece corregir titubeos anteriores respecto de la condena a Rusia:
“Reafirmamos nuestro apoyo a la independencia, soberanía e integridad territorial de ucrania y condenamos la invasión no provocada de Rusia a su vecino soberano y democrático en violación del derecho internacional.
Canadá, México y Estados Unidos han condenado reiteradamente las muertes de civiles causadas por la invasión ilegal de Rusia en Ucrania y han expuesto la importancia de defender el derecho internacional, incluida la carta de la ONU. También enfatizamos la necesidad urgente de permitir y facilitar el paso rápido y sin impedimentos de ayuda humanitaria para los civiles necesitados. Estos son principios que sustentan nuestro orden basado en reglas.
Afirmamos la necesidad de garantizar la rendición de cuentas en los tribunales nacionales e internacionales pertinentes, por los delitos cometidos, sin excepciones, y apoyamos el trabajo del Fiscal de la Corte Penal Internacional y la Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre Ucrania, establecida por el Consejo de Derechos Humanos. Estamos unidos en nuestro continuo apoyo al pueblo de Ucrania. También expresamos nuestro compromiso de trabajar juntos en apoyo de quienes sufren en todo el mundo los impactos globales de esta invasión, en particular las poblaciones vulnerables que ahora experimentan una mayor inseguridad alimentaria y económica.
Nuestras respuestas coordinadas a la agresión rusa contra Ucrania, incluidos los llamamientos para establecer una ruta diplomática hacia adelante, demuestran la importancia de la solidaridad de América del Norte. Hacemos un llamado a la federación rusa para que retire inmediatamente todas sus fuerzas y equipos militares dentro de las fronteras internacionalmente reconocidas de Ucrania y regrese a un camino de diálogo y diplomacia.”
Debo remarcar que pocos de los rubros incluidos en la Declaración de Los Ángeles me impresionan, tal vez sí lo que se refiere a: Fortalecer y ampliar las vías para la migración temporal con fines laborales, conforme resulte viable, que beneficien a los países de la región, lo que incluye nuevos programas que promuevan los contactos entre empleadores y trabajadores migrantes, salvaguardas sólidas para el reclutamiento ético y protecciones legales para los derechos de los trabajadores. Mejorar el acceso a servicios públicos y privados para todos los migrantes, refugiados y personas apátridas con el fin de promover su inclusión social y económica plena en las comunidades receptoras.
Lamentablemente se remata todo con el agregado: Efectuamos esta Declaración sobre compromisos sin carácter jurídicamente vinculante.
Cabe agregar que las opiniones de mis compañeros embajadores “en retiro” contribuyeron generosamente a estructurar mis conclusiones, particularmente las inteligentes aportaciones de Arturo Sarukhán, Marta Bárcena, Carlos González Magallón, Miguel Ruiz Cabañas, Agustín Gutiérrez Canet, Benito Andión, Enrique Berruga y Rubén Beltrán. A todos les extiendo mi más cumplido agradecimiento.
Emb. Enrique Hubbard Urrea
Dejar una contestacion