Hola, el emba se hace presente para desearles que el 2019 llegue pletórico de bienestar y prosperidad para todos. Y al grano: se comentó recientemente en una columna política que la cancillería mexicana estaba considerando modificar el sistema para la contratación de empleados locales, según esto para “profesionalizarlo”. Claro que el emba, fiel a su inveterada costumbre de inmiscuirse donde nadie lo llama y contestar preguntas que no le han formulado, cuestiona la nota, aunque podría ser una de esas ya casi míticas “fakenews”. Pero, “porsiaca”, ay les va lo que escribió el ínclito emba.
La cosa está así: todas las misiones diplomáticas en y del mundo, contratan empleados locales. Por lo general son trabajadores domésticos, de servicio, o intérpretes que deben hablar su propia lengua y, además, por lo menos, inglés. Así, sabemos de mucamas, amas de llaves, cocineras, choferes, jardineros, etc., que trabajan en embajadas y consulados. Nada extraño es que sus relaciones laborales se rijan por el derecho de su país, pues queda claro que no son nativos del Estado al que pertenece la representación donde trabajan. ¡Peeerooo! Ese no es el caso de los empleados de nuestros consulados en Estados Unidos, como quedará en claro -espero- enseguida.
Mire usted -y usted también, no se haga- nuestro país cuenta con 50 consulados en EUA y como la incorporación de empleados administrativos del SEM va muy a la saga, los cónsules reclutan, con la venia de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), personal local para tareas de oficina. Son, que quede claro, mexicanos. Al principio eran señoras cuyo marido trabajaba por su lado y ellas tenía tiempo libre para dedicarse a otra actividad productiva y así fueron cubriendo puestos secretariales y cargos de atención en ventanilla, cada vez más numerosos a causa de la cómoda actitud de nuestra cancillería, que no quiso invertir en el reclutamiento de empleados administrativos y favorecieron la contratación de empleados llamados “auxiliares”.
Las ventajas eran muchas: No había que pagar traslados, menajes de casa, vacaciones, seguro de gastos médicos, pensión por retiro, etc. A esos empleados locales se les contrata por un año, con honorarios muy bajos en comparación con el mercado laboral de EUA, sin seguro médico para sus familias, ni derecho a jubilación.
Son mexicanos contratados por el Estado Mexicano, pero sin los derechos mínimos de un trabajador mexicano. El contrato se vence en diciembre y si no es renovado se van sin recurso alguno, pues México reclama inmunidad si recurren a tribunales laborales norteamericanos.
Como la SRE renunció a reclutar personal administrativo en números suficientes, cada vez fue más necesaria la presencia de esos mexicanos, ya no solamente para labores secretariales, sino incluso para colaborar en tareas de protección o tareas más técnicas, como actos notariales o de registro civil, previa capacitación in situ.
Muy pronto, los cónsules también se vieron presionados por la falta de personal consular de carrera y recurrieron a la contratación -importación- de jóvenes profesionistas, a quienes les parecía atractivo laborar en un consulado aunque el pago fuese bajo y sin prestaciones, pues el consulado les gestionaba una visa “oficial”. Aquello era algo así como una beca para prácticas profesionales.
Después surgió la práctica de favorecer a un amigo del cónsul, o a un recomendado de algún funcionario de la cancillería, o de un legislador -muchas veces su pariente-, para quien se abría una plaza en diciembre al no renovarse el contrato a un empleado local, que quedaba en notoria desventaja frente a un profesionista. De esa guisa, poco a poco se fue agravando la división entre los locales y los importados, lo cual motivó que los primeros se organizaran para pedir respeto a logros laborales reconocidos por el derecho mexicano. Dado que los reclamos se hicieron públicos, se procedió a analizar la situación y quedó en claro la injusticia cometida, así como la irregularidad de tramitar visas oficiales para empleados “locales”. Si se trata de un “local” no requiere visa y si la necesita no es local, es enviado y debería tener todos los derechos y obligaciones de un empleado de carrera -técnico administrativo -, entre ellos el periódico traslado.
La cancillería ha dejado claro que no pretende reforzar las filas del SEM, aunque sea la causa del problema laboral. Para acabar de complicar el asunto, el Departamento de Estado se percató de la tendencia a hacer permanente el recurso de las visas oficiales, lo cual provocó que patentara su inconformidad y hasta molestia por esa indebida práctica. Parecía, pues, inevitable rectificar, idear alguna fórmula que resolviera el impasse.
La Oficialía Mayor de la SRE estudió el problema y recomendó poner un alto a la contratación de “importados”, sin embargo, no se reconoció que había que aumentar el número de técnicos administrativos.Eso llevaría varios años y sería muy costoso, así que mientras tanto, se tenía que atender el justificado reclamo de los empleados locales. Lamentablemente el enunciado de la columna política de marras apunta hacia otra salida, confusa, ilógica, inexplicable.
Se dice ahí que, por orden del presidente, se procederá a profesionalizar la plantilla del personal consular para hacerlos funcionar como auténticas defensorías, por lo que la selección daría preferencia a profesionales titulados, con perfiles de abogados o internacionalistas. En otras palabras, otra vez los importados. Por añadidura, se agrega, tal vez por error del comentarista, “que ya se prepara por primera vez un examen para todos los empleados locales y personal del servicio exterior de carrera”, como si no fuera precisamente ese el sistema actual para ingreso al SEM.
Criticar el predicado del comentario resulta hasta molesto, dado el obvio tinte político del mismo. Vean si no: “hacer una limpia de aquellos que no conocen su función y se han dedicado sólo a cobrar y buscar la foto en vida social diplomática en cócteles y fiestas privadas a costa del erario.” ¿Conocen a muchos cónsules que califiquen?
Huelga decir que todo eso confunde dos asuntos completamente distintos. Se pretende someter a los empleados locales a examen de ingreso, como a los del SEM, pero entonces ¿cuál sería la diferencia entre unos y otros? Peor aún, se habla de un concepto de ventanilla única que revela el total desconocimiento de la naturaleza de las tareas consulares. Según esto, un mismo empleado recibiría solicitudes de pasaporte, procesaría registros de nacimiento, celebraría matrimonios, tramitaría poderes notariales, expediría certificados de matrícula consular y, sobre todo, ofrecería protección a los paisanos. Verdaderamente genial.
La recomendación era que se eliminara la práctica de importar empleados y se regularizara la situación laboral de los locales, por lo menos mientras se instauraba un nuevo sistema de reclutamiento de empleados de carrera, pero lo que se propone ahora es hacer todo lo contrario, importar empleados que se sometan a examen, exactamente igual como se hace ahora para el ingreso de los técnicos administrativos.
Eso sin considerar que existe una genuina necesidad de empleados que apoyen con tareas de ventanilla siempre congestionadas, cuya demanda crece al ritmo del de la población mexicana y para las cuales no se requiere profesionales, cuestan mucho menos y no hay que trasladarlos.
Ya en el colmo de la especulación, se afirma que el recorte de miles de empleados que se dará en nuestros consulados obedece a la necesidad de colocar a los despedidos de Proméxico y Sectur. ¿En serio? ¿Alguien conoce la clase de chambas que desempeñan los locales, así como el monto de su remuneración?
Mejor así lo dejo, el emba está tan indignado que ya planea irse al exilio, sólo que tiene la mira puesta para su destierro en Mazatlán, con lo cual demuestra saber tanto de geografía como los autores de ese plan saben de servicios consulares. Ta claro.
El emba, y Rita Di Hicimo
Dejar una contestacion