Hola, los saluda el inefable Emba, que se embarca en otra de sus usuales incursiones en temas del todo ignotos para él. Allá ustedes si se atreven a seguirlo hasta el final.
Avram Noam Chomsky nació en Filadelfia el 7 de diciembre de 1928. Algo parecía predestinarlo pues exactamente 13 años después Japón atacó a Pearl Harbor y Estados Unidos entró a la Segunda Guerra Mundial. Verdadero prodigio intelectual, escribió su primer ensayo a la edad de 10 años, cuando publicó en el periódico escolar un sentido lamento por la caída de Barcelona durante la guerra civil de España. En1945 entró a la Universidad cuando apenas tenía 16 años de edad. Su tesis de maestría causó sensación, pero solamente entre los expertos, pues el tema es algo denso, a juzgar por el título de dicha tesis: “La Estructura Lógica de la Teoría Lingüística”. Chomsky tiene un doctorado de la Universidad de Pennsylvania y nunca ha dejado de estudiar y producir. Profesor en MIT desde 1955, ha creado muy controvertidas teorías sobre la lingüística “humana.”
Pero su verdadera puerta de entrada a la fama – y la fortuna – en realidad empieza en los sesenta, cuando se torna la conciencia del sentir americano sobre la guerra de Vietnam. Él nunca la llamó la Guerra, sino la invasión norteamericana en Vietnam. A partir de ahí empieza a analizar y criticar el escenario político de su país, – y de otras naciones capitalistas – particularmente la forma como las corporaciones y sus gerentes de élite protegen y mejoran constantemente sus privilegios económicos y su poder político.
Fue el primero en acuñar y difundir el concepto de neoliberalismo.
Su ideología es muy peculiar. Profesa una especie de sindicalismo anárquico o bien podría llamarse socialismo libertario. Según esto, la mejor forma de organización política permitiría al pueblo la más amplia oportunidad de realizar actividades cooperativas y de coadyuvar a la toma de decisiones que les afecten. Es un despiadado crítico de los medios y éstos resienten y resisten sus ataques, en particular porque niegan que exista o pueda existir una conspiración de TODOS los medios. Chomsky ha recurrido a un método distinto de los demás intelectuales para difundir sus ideas. Con la finalidad de sacar provecho de su extraordinaria elocuencia, ha dado numerosas entrevistas que se han video-grabado, luego se han convertido en documentales y éstos a su vez han servido de base para la producción de libros.
Réquiem para el Sueño Americano. Es precisamente eso, varias entrevistas que se conjuntaron en un documental que se convirtió en libro. Es tal su fama y tanta la lealtad de sus seguidores, que el documental de marras se puede encontrar en Netflix. ¿Qué pretende decirnos o más bien enseñarnos en esta ocasión?: Que el mítico sueño americano está agonizando. Arranca con una descripción de ese sueño basado en su propia experiencia durante la época de la recesión. El sueño se basa en la existencia de un sendero que conduce al progreso económico y que está disponible para todos.
“Somos pobres, pero si trabajamos duro saldremos de la pobreza y podremos tener una casa, un automóvil y nuestros hijos podrán estudiar en una universidad”. La legendaria casita con una cerca de madera blanca se volvió el símbolo de ese sueño. Con gran amargura describe cómo los europeos huyeron de sus países y encontraron en “América” las oportunidades negadas allá en su patria, pero ahora la movilidad social en Europa supera a la de “América”. El sueño no es más que propaganda política usada por candidatos que ofrecen restaurarlo si votan por él o ella. Resuena actualmente la frase usada por Trump para convencer a los electores: “Haz a América Grande otra vez”.
La “época dorada” – finales de los cincuenta y principio de los sesenta – resuena como el ideal al que hay que aspirar, pues la desigualdad actual da al traste con las aspiraciones de los desposeídos. El ingreso real lleva treinta años estancado, denuncia. Con su acostumbrada elocuencia invita a ver a Estados Unidos desde afuera -tal vez desde el planeta Marte-, propone, y desde esa perspectiva empieza a hacerle la disección al sistema, empezando por la democracia misma. Con gran habilidad retórica nos conduce a recordar las ideas de Aristóteles, luego se salta hasta Adam Smith y más tarde escudriña las aportaciones de James Madison al texto de la Constitución. Su análisis crítico los basa en 10 principios en los que basan su éxito los poderosos y opulentos en concentrar el poder y la riqueza.
PRINCIPIO 1. ACOTAR LA DEMOCRACIA. Básicamente se traduce en prevenir que se instaure una democracia verdadera, por medio del control de los medios de producción y de comercio por el sector más rico de la sociedad y además asegurarse de que lo sigan siendo. James Madison consideraba que el sistema estadounidense debía concebirse –como acabaría concibiéndose, gracias a su iniciativa–, de forma que el poder recayera en manos de los ricos. Por eso el Senado acaparaba la mayor parte del poder y era también la cámara más alejada de la población. Había que establecer un sistema que frenara la democracia –“la tiranía de la mayoría”, como se la llamaba entonces – para asegurar que no se tocasen las propiedades de los ricos. La última vez que surgió un movimiento democratizador fue en la década de los sesenta, pero no se previó que sobrevendría una reacción, un contra ataque.
PRINCIPIO 2. DARLE FORMA A LA IDEOLOGÍA. Chomsky argumenta que se ha producido una ofensiva dirigida por las empresas, que arranca desde los años setenta y busca someter a la sociedad en general y adoctrinar a la juventud. La más clara evidencia de eso que cree ver es el famoso Memorando Powell, que afirmaba que la clase más perseguida era la clase capitalista. La izquierda pretende dominarlo todo, pero no tienen el poder económico. Asegura que como el riesgo mayor se percibía en las juventudes, el sistema educativo fue encareciendo y complicando el acceso a las universidades, de tal suerte que casi todos los graduados hoy acumulan una enorme deuda por préstamos para pagar colegiaturas y así son “apaciguados”. Aunque confiesa que no cuenta con evidencias concretas y verificables de que todo eso sea parte de una conspiración, sí sentencia que el creciente uso del término “antiamericano” es un concepto totalitario que jamás debería usarse en una sociedad democrática y sin embargo se usa para condenar a todo crítico del sistema. Vale apuntar que en este rubro Chomsky lanza sus dardos no sólo contra los conservadores, sino también contra los liberales.
PRINCIPIO 3. REDISEÑAR LA ECONOMÍA. El autor describe cómo antes sólo existían las instituciones bancarias a la manera tradicional, es decir, los bancos comerciales estaban claramente separados de los de inversión, que además representaban una parte del servicio bancario. Eso cambió radicalmente para permitir el incremento de la participación de las instituciones financieras en la economía. Las financieras ya representaban en 2007 el 40% de las ganancias corporativas, a pesar de que no se ha comprobado que aporten algo sustantivo, sólo mueven dinero de un lado a otro o exportándolo a paraísos fiscales. De los bancos tradicionales se derivó hacia inversiones especulativas, complejos instrumentos financieros y manipulación de divisas.
Me llama la atención que no vea nada malo en el lucro de los bancos tradicionales a través de las tasas de interés, pero describe muy bien la gran diferencia entre una y otra entidad bancaria: sólo en una están los depósitos garantizados por el Estado. Toda esa financiarización (vaya término) va de la mano con el desplazamiento de la producción, que se va en busca de gastos menores en salarios. Ahí señala a México como uno de esos destinos. Según él, ya no hay regulación del funcionamiento de esas instituciones financieras y además se ha golpeado al sector obrero sumiéndolo en la precariedad.
PRINCIPIO 4. DESPLAZAR LA CARGA FISCAL. En la actualidad existe una plutonomía, según reconoce Citigroup, que ha creado una cartera de inversiones reservada a ella. En otras palabras, no hay más una democracia, ha sido reemplazada por una plutocracia. En ella, el precariado vive una existencia cada vez más apurada. Por añadidura, la tendencia va hacia la reducción de los impuestos a los más ricos.
Y todavía echan mano de los impuestos de los trabajadores y los consumidores para rescatar a las financieras quebradas. La carga fiscal se aleja de las empresas y se desplaza hacia el resto de la población.
PRINCIPIO 5. ATACAR LA SOLIDARIDAD. Aquí Chomsky refuta el concepto de crisis que se atribuye al sistema de seguridad social americano. La institución funciona bien, alega, pero los amos no la quieren porque se basa en el concepto de solidaridad, mismo que a los ricos no les sirve de nada. Algo similar ocurre con la educación pública, pago impuestos para que el que vive enfrente pueda mandar a sus hijos a la escuela, dice la norma, pero hay muchos que razonan de otra manera, ¿si no tengo hijos en edad escolar por qué tengo que pagar impuestos? Aunque en la década de los cincuenta la sociedad era mucho más pobre que la actual, podía sustentar la educación pública sin problemas, mientras que ahora se alega que no hay recursos para esa noble tarea. Chomsky pone de ejemplo a México para demostrar que incluso en un país pobre se puede estudiar sin pagar enormes sumas por colegiaturas.
PRINCIPIO 6. CONTROLAR LAS ENTIDADES REGULADORAS. Como ya dejó en claro, la desregulación de las empresas financieras fueron las causantes de la enésima crisis padecida en 2008. Denuncia abiertamente que no es tanto que no haya regulaciones, sino que los reguladores son esbirros de los que supuestamente tienen que regular.
De ahí el poderío de las instituciones reguladoras como la agencia protectora del medio ambiente o la de protección al consumidor. Pero los poderosos atacaron a través de sus cabilderos y fueron acotando las acciones de las reguladoras primero al recortarles el presupuesto y más tarde al ponerlas a las órdenes de uno de sus aliados.
PRINCIPIO 7. MANIPULAR LAS ELECCIONES. La argumentación a la que recurre Chomsky para justificar su denuncia tiene que ver con el hecho de que las empresas, sociedades o corporaciones tengan derechos personales. Alega que la protección legal contra acciones arbitrarias del gobierno estaba destinada a los más vulnerables, sobre todo los esclavos. Las corporaciones no son personas, alega. Pero me temo que voy a disentir. Una de las grandes diferencias entre las normas jurídicas y las normas morales es que las primeras son bilaterales, es decir, que a todo derecho corresponde una obligación y viceversa. Pretender que las sociedades deban cumplir con obligaciones fiscales sin que exista un derecho constituye una aberración jurídica. De ahí deriva el autor que el derecho a la libertad de expresión abrió la puerta a las empresas a comprar elecciones y, una vez más, cierra el círculo al señalar que a los jueces los nombran presidentes reaccionarios que llegaron al poder financiados por las empresas. He ahí el círculo vicioso.
PRINCIPIO 8. SOMETER A LA PLEBE. Este principio es una apasionada defensa de los sindicatos, al tiempo que es una condena vigorosa de los ataques que hacia ellos dirigen los capitalistas. En ningún momento registra la deformación que han sufrido las organizaciones sindicales, como bien sabemos en México. Cierto, como revela el autor, que logros como el llamado “New Deal” de Roosevelt jamás habría sido exitoso sin las presiones y manifestaciones a favor de los sindicatos, eso es innegable. Pero en realidad lo que está planteando Chomsky es la desaparición del concepto de clases sociales, como demuestra el hecho de que las solicitudes de todo tipo ya no contienen un renglón dedicado a identificar a qué clase social pertenece el solicitante, todo es ahora clase media.
PRINCIPIO 9. FABRICAR EL CONSENSO. Con base en las ideas de David Hume, Chomsky construye un axioma: En todo estado, sea del tipo que fuese, el poder está en los gobernados. Pero agrega que eso sólo será cierto si están conscientes de ese hecho, es decir, si saben que tienen el poder. Por tanto, siempre que les hagan creer que no tienen el poder, mandarán los poderosos. De ahí, concluye, que exista una enorme industria de relaciones públicas. Un libro de Edward Bernays intitulado “Propaganda” marca el inicio de las relaciones públicas. Decía él que el país debe ser gobernado por las minorías inteligentes, que, por supuesto, somos nosotros, ¿no? “Se debe poner al público en su sitio”, afirmaba alegremente. Y una de las mejores formas de lograr eso es fabricar consumidores. Según Chomsky, una de las primera y más exitosas campañas de Bernays consistió en hacer a las mujeres fumadoras. Y lo logró, a costa de un sinnúmero de vidas.
Empero, no se explica en qué ayudó eso a fabricar el consenso al que se refiere este principio No. 9. Con sólo encender un televisor constatamos, afirma el autor, que se gastan millones de dólares en busca de crear consumidores desinformados que tomen decisiones irracionales. Ese mismo principio se aplica a los procesos electorales. La población tiene que ser espectadora, no participante, así se consigue una democracia como dios manda.
Y ni Obama se escapa de la crítica. Devela el autor que la industria de la publicidad otorgó al presidente el premio a la mejor campaña publicitaria del 2008. “Hemos estado comercializando candidatos como si fueran pasta de dientes”, asegura Chomsky que declararon los directivos.
PRINCIPIO 10. MARGINAR A LA POBLACIÓN. Martín Gilens y Benjamín Page demostraron en un estudio que la política no tiene nada que ver con el interés público y sí todo que ver con los intereses empresariales. También comprobaron que un 70% de la población casi no tiene influencia sobre la política. Igual podrían estar en otro país. De ahí deriva un profundo antagonismo para con las instituciones. Pero la indignación es difusa, se traduce en odio y actitudes irracionales. ¿Suena conocido?
Aquí se lanza con espada desenvainada en contra de Trump. No parece tener ideología, acusa, más allá de mis amigos y yo, o más bien YO y mis amigos. Esos que están enojados con todo lo apoyan sin duda. Ese fenómeno de rabia generalizada se concentra en la clase obrera y la clase media baja, ambos blancos. Están irritados porque se han visto relegados en el periodo neoliberal. Según Chomsky, el 15 de abril, día de la entrega de las declaraciones de impuestos, es prueba de todo lo anterior, pues la sociedad entera se manifiesta de mal humor, molestos porque un poder ajeno viene robarse lo que con tanto esfuerzo se ha logrado, de suerte que se hace todo lo posible para no cumplir con la obligación cívica.
Finalmente, Chomsky lanza una señal de alarma: ¿podremos sobrevivir como especie al menos de una forma decente? Su diagnóstico es pesimista ante el resultado de las elecciones de 2016, pues según él los ganadores de todo, los republicanos, conforman la organización más peligrosa de la historia. ¿Acaso exagera? No si se considera que Trump propugna por un irracional incremento en el uso de combustibles fósiles, se niega a apoyar la transición a combustibles limpios y parece empeñado en correr hacia el abismo.
Chomsky ha sido siempre un luchador social intelectualmente honesto, puede ser acusado de incongruencia porque ha atesorado una considerable fortuna personal, pero nunca se ha mostrado parcial hacia algún interés egoísta. Se lamenta, hacia el epílogo, de que ha arado en el desierto; mis palabras, no las suyas.
¡Saludos!
El Emba
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