Estimados amigos, lectores de la Revista Electrónica Trimestral de la Asociación de Diplomáticos Escritores, el trimestre pasado ha sido de terror para la mayor parte de los habitantes de nuestro planeta. Hoy no hablamos ni enfrentamos las amenazas de otra guerra (por cierto que los beligerantes en varias partes del mundo, no han aceptado el llamado del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para hacer un alto al fuego); así como tampoco los delincuentes en México, que han seguido asesinando miles de personas. Actualmente lo que mayormente afecta a la humanidad es una pandemia ocasionada por el llamado “coronavirus o Covid-19, que ya ha ocasionado millones de contagiados y cientos de miles de muertos; pero aún no termina, ni se han encontrado medicamentos para hacerle frente de manera efectiva, ni una vacuna que ayude a prevenir dicha amenaza.
Desde luego, no podemos dejar de señalar la grave crisis económica que se está provocando, como resultado de haber tenido qué parar las actividades productivas, pensando primero en las vidas humanas. Asimismo, se pueden esperar conflictos sociales en contra de los gobiernos cuyas medidas adoptadas no se ajustan a lo que la gente cree tener derecho; así como a los métodos empleados para el tratamiento en contra del Covid-19 y otras enfermedades.
No obstante la delicada situación que vivimos, las actividades en el ámbito internacional no se han parado del todo. La ONU ha seguido trabajando, principalmente la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuyas acciones no siempre son bien apreciadas, pues algunos gobiernos que piensan en culpar a otros de lo que ocurre, han reclamado responsabilidades para el Organismo. Al respecto, viene al caso mencionar que: “Hasta la fecha, lo obtenido por la Organización de las Naciones Unidas, no tiene paralelo y en un futuro cercano, no parece avizorarse otra alternativa mejor; desde luego que, esta magna obra es perfectible y son los diplomáticos de la actualidad y los del futuro, los que deben ayudar a mejorarla; para que la diplomacia esté siempre al servicio de la paz y de la cooperación internacional.”
Remato con el siguiente pensamiento: “La ONU es un espejo que refleja al mundo que le rodea y no se puede culpar al espejo de que la imagen sea fea.”
En ese mismo campo del multilateralismo, México ha estado presente y como un resultado del prestigio internacional de muchos años, se logró que la región de América Latina y El Caribe, propusiera a nuestro país como candidato único para ocupar un asiento como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, para el período 2021-2022. Dicha propuesta fue aprobada en el seno de la Asamblea General y México fue electo con 182 votos a favor (de un total de 193). Deseamos a la representación mexicana que tenga una actuación a la altura de sus responsabilidades y que se contribuya de alguna manera, al mantenimiento de la paz, la seguridad internacional y la cooperación internacional para el desarrollo.
Por otra parte, en cuanto a las relaciones en la región de América del Norte, es bien sabido que el pasado 1º de julio entró en vigor el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, mejor conocido como TMEC en el ámbito nacional mexicano. El cual se espera contribuya a la superación de la crisis económica, financiera, comercial y social que ya padecen millones de trabajadores y sus familias de los tres países mencionados.
Al decir del gobierno de México, el reciente viaje del Presidente de la República a los Estados Unidos de América, tuvo como propósito celebrar la entrada en vigor de dicho documento, junto con el mandatario estadounidense. La visita de poco más de un día se aprovechó para estrechar los lazos de amistad entre los dos gobiernos. Un análisis más amplio de dicho acontecimiento, será motivo de un artículo posterior.
El mensaje que El Editor quiere llevar a sus lectores al poner el encabezado que: “El Futuro nos Alcanza,” es el de advertir a nuestros colegas diplomáticos que deben de recurrir al máximo a sus capacidades de adaptación, para incorporarse a los cambios que hemos estado viviendo; así como a los que pronto vendrán. Los avances de la ciencia y la tecnología no se detienen, ni es deseable que esto suceda.
Recientemente, como consecuencia de la pandemia que nos mantiene encerrados, se han desarrollado una serie de actividades con base en las redes de internet y contando con computadoras y otros aparatos, se han llevado a cabo conferencias a distancia entre Jefes de Estado, diversas instituciones, universidades y escuelas de distintos niveles. Asimismo, muchas personas han podido continuar trabajando desde sus hogares y efectuar trámites oficiales gracias a estos avances. Esto es aquí y ahora, tomemos lo bueno de estos avances para beneficio de nosotros y de la humanidad entera.
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En el número actual de ADE traemos para nuestros lectores artículos interesantes e instructivos, escritos por diplomáticos profesionales, tanto de México, como de otros países amigos.
- El embajador mexicano Enrique Hubbard Urrea, miembro fundador de la revista, ha escrito decenas de artículos dirigidos a nuestros lectores que gustan de aprender, al tiempo que disfrutar del buen sentido del humor, gracias al estilo literario que ha desarrollado. Como ejemplo de lo anterior, acompaño un párrafo del texto que comparte con nosotros: @@Charla Cibernética con el Emba: Nombreandia@@
“Hola, los saluda el ínclito emba desde su refugio provinciano en Sinaloa, por supuesto encerrado, cumpliendo la “noventena” que va en camino a ser centena. Debo confesar que me han llegado numerosos reclamos…bueno, algunos reclamos…bueno, uno, pues, por el tono “académico” de mi última colaboración en ADE. No, no es que haya sido la última, no se entusiasmen. El caso es que me dijeron en nada inciertos términos que el emba debe ajustarse a su usual tono jocoso, tenebroso y escandaloso, pues de otra guisa ya no es él. Creo que me confunden con otro.
Embista, digo, en vista de eso, ay les va la triste histeria del uso del idioma y la gramática en el ámbito internacional, tema del que el emba no sabe nada, pero eso nunca ha sido impedimento para que eche su rollo. Aclaro que si no les gusta lo que sigue, pueden saltarse hasta donde dice “En otras palabras”. De nada.
Todo empezó cuando un amigo me preguntó donde quedaba ese sitio llamado Chennai, que supuestamente queda en La India. Cuando le aclaré (el cabello) que antes se llamaba “Madrás” (el sitio, no mi amigo), concluyó que los diplomáticos enredamos adrede la nomenclatura (no me enclaturas) para que sólo nosotros sepamos de qué fregaos estamos hablando.
Y algo hay de eso, mire usted si no.
Los nombres de los países cambian alegremente cuando sus habitantes quieren, como eso de que Birmania sea ahora Myanmar. Muy su derecho, si no son zurdos. Pero resulta que también ocurre que resuelven cambiar su capital sin tomar en cuenta a los estudiantes de geografía. Ya estamos impuestos (así dicen en Sinaloa por acostumbrados) a decir Brasilia en lugar de Río de Janeiro, pero es hora que no nos acordamos de que Belmopán es la capital de Belize (sic), o de que Lagos ya no es la capital de Nigeria, sino Abuya. O que Putrajaya es la nueva capital de Malasia. Es una friega, ¿erdá?”
- A continuación presentamos una narración del también embajador mexicano Jorge Castro-Valle Kuehne, quien en forma didáctica ofrece conocimientos y experiencias de la vida diplomática en su desempeño durante 3 años como Director General de Protocolo en la Secretaría de Relaciones Exteriores. Su trabajo lleva por título: “Aventuras Protocolarias.” Demos paso a su interesante narración:
“Uno de los cargos más interesantes y formativos, además de demandantes, que desempeñé durante mi carrera en el Servicio Exterior Mexicano, fue el de director general de Protocolo (2009-2012).
En un anterior artículo, compartí con los lectores de la revista de la ADE que, estando comisionado en nuestra Embajada en Canadá, en 1992, me vi obligado – por consideraciones personales de tipo familiar –, a rechazar un honroso ofrecimiento que me hizo el Canciller Fernando Solana para fungir como jefe de Protocolo.
Lejos estaba yo de imaginarme que, casi dos décadas después, llegaría a ocupar dicha posición por invitación expresa del Presidente Felipe Calderón (FCH) previa recomendación de la Canciller Patricia Espinosa. Guardo un recuerdo imborrable del momento en que, de manera totalmente inesperada, ella me planteó esa posibilidad, a principios de noviembre de 2008, al término de un almuerzo oficial por el 80 aniversario de Carlos Fuentes, celebrado en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, al que mi esposa y yo asistimos como invitados especiales de nuestro admirado y añorado amigo homenajeado.
En retrospectiva, no deja de ser una sorprendente coincidencia el contexto en el que se me ofreció dicho puesto, habida cuenta que mi padre había colaborado con Don Rafael Fuentes, padre del ilustre escritor, como su adjunto y, posteriormente, lo había reemplazado como titular de la entonces dirección general del Ceremonial de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) en los años 50 del siglo pasado.
Antes de iniciar el relato anecdótico de lo que he titulado como “aventuras protocolarias”, me parece importante hacer una serie de consideraciones generales sobre lo que se conoce como Protocolo: sus orígenes históricos, su definición, sus diferentes tipos, así como su relevancia y utilidad en nuestros días, no sólo en el ámbito diplomático, sino también en nuestra vida cotidiana, ya sea profesional o social.
Protocolo: ¿qué es y para qué nos sirve?
A lo largo de los tres años de mi gestión, pude percatarme de la importancia estratégica del Protocolo y de la meritoria labor del personal que presta sus servicios en esa dirección general. Lo dice, con admiración, alguien que, a pesar de que estuvo vinculado con cuestiones protocolarias tanto por mi antecedente familiar, como en diversos momentos de mi carrera diplomática, hasta entonces no había valorado en toda su magnitud el nivel de responsabilidad, así como la dedicación que exige el Protocolo a quienes ejercen esa función institucional tan relevante, pero a veces poco comprendida…”
- El Embajador Hermilo López-Bassols nos conduce a un viaje por la historia de México del siglo XIX, al entregarnos un capítulo de su libro Historia Diplomática de México, Volumen I. En “Conferencias Vallarta-Foster”, acerca de lo cual escribe:
“Foster señala en sus memorias que:
“Su primer deseo (de Díaz), por lo que se refiere a las relaciones exteriores, fue obtener el reconocimiento de su Gobierno por el de Estados Unidos, y yo tuve que enfrentarme con este asunto inmediatamente después de su vuelta…
La aceptación de este pago (el de la Comisión de Reclamaciones del 31 de enero de 1877) del gobierno de Díaz constituiría el reconocimiento de él por parte de los Estados Unidos y la política de éstos era no reconocer precipitadamente un partido revolucionario que se establecía por el derrocamiento de un Gobierno constitucional…
Resolví […] asumir la responsabilidad de entablar relaciones extra oficiales con él […] (y), sin que hubiera de por medio ninguna comunicación oficial sobre el asunto, le hice una visita oficial al General Díaz y a cada uno de los miembros de su Gabinete, la que fue respondida prontamente pagándome la visita en la Legación cada uno de ellos y aunque continué tratando negocios con el Ministro de Relaciones Exteriores, mis comunicaciones por escrito iban siempre marcadas por la palabra “extraoficial”.
El General Díaz quedó muy contento y agradecido por el paso que había yo dado y enseguida entablé con él muy buenas relaciones personales. Cuando llegó a la capital se alojó en un departamento muy modesto y pequeño en Palacio Nacional, edificio federal, de donde yo era frecuente visitante. No se le notaba ese espíritu jactancioso del General victorioso, sino que era modesto en el desempeño de deberes civiles del Ejecutivo, mostrando a las claras que hollaba un sendero desconocido y que recibía de buen grado consejo y estímulo para el establecimiento de un gobierno legal y de orden.”[1]
Conferencias Vallarta-Foster: disturbios en la frontera, la orden al General Ord y una contrarevolución lerdista.
Evarts decidió radicar la negociación exclusivamente entre Vallarta y Foster, dado que en Washington sólo estaba un Encargado de Negocios, y le anunció a éste que: “el gobierno de los Estados, antes de reconocer al General Díaz como Presidente de México, esperaría hasta estar seguro que su elección era aprobada por el pueblo mexicano y que su administración poseía estabilidad para sostenerse y voluntad para cumplir con las reglas de cortesía internacional y respeto a los tratados”[2]
Asimismo, Evarts, en las mismas instrucciones a Foster, aludió a otro tema que eran los disturbios ocurridos en la frontera con el Río Bravo y los perjuicios sufridos por ciudadanos americanos, incluyendo la prisión de un Cónsul, y le manifestaba que: “debía proceder algún convenio sobre estos asuntos antes de proceder al reconocimiento, pues los Estados Unidos, a la vez que buscaban la amistad y cordiales relaciones con la República hermana, preferían esperar pruebas de que su amistad sería reciprocada…”
- A continuación el embajador venezolano Oscar Hernández Bernalette, nos obsequia con la descripción de algunas vivencias profesionales durante su estancia en distintos países, a lo que titula: “Cuentos en Diplomacia”.
“Quisiera para esta prestigiosa publicación que dirige el colega Embajador Antonio Pérez Manzano, un experimentado diplomático a quien conocí en Caracas cuando ejercía como ministro de su embajada y a quien agradezco haberme invitado a formar parte del selecto grupo de diplomáticos escritores de nuestra región que forman parte de ADE, a escribir en este medio desde hace ya varios años. Confieso que me gustaría ser más consecuente pero no siempre nuestras distintas actividades nos permiten dedicarle tiempo a tan noble ejercicio como es el de la escritura.
Sin duda, a lo largo de nuestras carreras diplomáticas no son pocos los episodios y anécdotas que se producen como parte de nuestro ejercicio profesional en distintas categorías del servicio, en distintos países y por el hecho de vivir en culturas distintas, no es extraño que funcionarios diplomáticos cumplan responsabilidades o sean testigos de excepción de hechos que muchas veces quedan atrapados en los archivos de nuestras cancillerías, sean como papel en viejos muebles arrumados, o ahora en data en donde quedan registrados episodios, anécdotas y situaciones que solo el historiador acucioso a veces desempolva cuando se trata de alguna investigación históricas.
Muchas otras situaciones se nos presentan como resultado de vivencias, encuentros con personalidades nacionales o extranjeras o también como parte del inevitable recorrido que hacemos por la burocracia internacional.
En esta oportunidad, les quiero ofrecer lo que llamaría “anécdotas del oficio” de un grupo mayor de notas que resumo como parte de mi ejercicio profesional como diplomático de carrera del servicio exterior venezolano. Para este medio y como homenaje a cientos de colegas que a lo largo del tiempo han dejado lo mejor de sus capacidades para servir a su país, cuento estos episodios aislados, pero parte de los recuerdos que florecen del ejercicio de una actividad noble y llena de vivencias que hoy recordamos con nostalgia…”
- Otros temas no precisamente sobre asuntos internacionales –aunque transcurren en diferentes países-, también son abordados para beneficio de nuestros lectores. Leandro Arellano, diplomático y escritor mexicano, analiza un fenómeno social que tiene raíces antiguas, pero que está muy presente entre la sociedad actual. “En Torno al Racismo”, sobre lo cual afirma:
“En semanas recientes el racismo –como concepto y práctica- ha vuelto a situarse en zona de debate. Todo empezó en Minneapolis, el 14 de mayo. El racismo, resumido en la brutalidad policiaca, mostró una vez más su naturaleza, su carácter, su rostro. Allí se desencadenó la presente etapa de conmoción y protestas. La muerte de George Floyd desató indignación y una ola de marchas y protestas –que aún continúan- contra el racismo a nivel mundial. La ciudad capital de Minnesota, en Estados Unidos, no ha recobrado la calma desde entonces y está calando en otras ciudades y naciones. A nadie se le oculta que la discriminación racial mantiene una larga tradición en muchas partes, singularmente en países anglosajones, y es una práctica cotidiana en Estados Unidos.
Poco más, poco menos, el ser humano hoy –en plena carrera ya del siglo veintiuno- continúa odiando y aniquilando a otros de su especie con pretextos inverosímiles, como hace diez, cinco o dos mil años. Se trata de acciones y conductas que ocurren, que acontecen, con todo y las prevenciones, combate, y disuasión previsibles. Infinidad de veces carecen de explicación. El fenómeno racista pertenece a esa categoría. No pocos crímenes se cometen por su causa, sin llamarlos o reconocerlos siquiera por su nombre.
Todo intento por definir el racismo es huidizo, resbaloso. Incluso la bibliografía sobre el tema no es de fácil precisión, pues se trata de un fenómeno con una cauda de ribetes. La esclavitud, la trata de personas, la discriminación, la xenofobia y otros, forman parte de o son manifestaciones vinculadas a la discriminación racial. En el extremo, la conducta racista desemboca en el aniquilamiento puro y vil.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (oncena edición), define al racismo como: “Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros”. Una segunda acepción establece que es una: “Doctrina antropológica o política basada en ese sentimiento y que en ocasiones ha motivado la persecución de un grupo étnico considerado inferior…”
- El embajador Everardo Suárez Amezcua nos comparte una acuciosa investigación histórica sobre la importancia de la región ístmica del estado de Oaxaca, México. Su trabajo es titulado: “Tehuantepec. De Istmo Codiciado por Intereses Imperialistas a Proyecto Contribuyente al Desarrollo Nacional”; sobre lo cual escribe:
“A pesar de su ubicación geográfica y su potencial económico la región de Tehuantepec no ha podido consolidar el papel que le corresponde en el proyecto nacional de nuestro país, particularmente en lo que corresponde al desarrollo de actividades productivas, a la modernización de las vías de comunicación, al mejoramiento de la vida social en la zona y a la categoría que le podría concernir como punto de conexión interoceánico para agilizar los intercambios comerciales a nivel internacional.
La creación de un corredor en el istmo, cuya longitud es de 200 kilómetros, ha ocupado un espacio en la historia del país y ha formado parte de los programas de gobierno durante los últimos sexenios. Lamentablemente esos planes no han superado la etapa del proyecto y sus distintas propuestas no han rebasado los niveles de diseño en planos y presupuestos, de discusión en salas de gabinete, de anuncios y trazado de objetivos y hasta de promoción de las obras a nivel nacional e internacional.
Los planes de construcción del corredor han permanecido a nivel de propuestas programáticas en tiempos electorales, discursos oficiales, recurso de aproximación hacia las comunidades que habitan la región e intento para atraer el interés de inversiones privadas al fusionar el proyecto de una vía de comunicación con la construcción de parques industriales, facilidades fiscales y suministro de energía (gas, petróleo y electricidad) en condiciones favorables. Infortunadamente los planes y propuestas no se han materializado en forma alguna. La falta de voluntad política para decidir el despliegue de acciones concretas ha coincidido con la falta de presupuestos suficientes, el incumplimiento de trabajos contemplados en planes nacionales de desarrollo y hasta por corrupción, como ocurrió en la pasada administración cuando el gobierno federal creó una dependencia oficial en forma de coordinación de zonas especiales.
Un aspecto que llama la atención del autor se localiza en la ausencia de criterios estratégicos, de seguridad nacional y los que tengan que ver con la actuación internacional del país. No se trata solamente de diseñar y ejecutar un proyecto en materia de vías de comunicación, de desarrollo económico o de introducción del bienestar en las comunidades de la zona. Un corredor transístmico como el de Tehuantepec debe tener un fuerte contenido estratégico para garantizar la seguridad nacional y evitar que la región anime, de nueva cuenta, los afanes de otros países o de grandes corporaciones multinacionales.
En el continente americano existen tres puntos geográficos que por su condición de istmos han despertado el interés de potencias coloniales, comerciales y militares, son: Panamá, Nicaragua y Tehuantepec en México…”
- Víctor Hugo Ramírez Lavalle aborda un tema candente en las relaciones internacionales, el cual se explica con el encabezado: La Responsabilidad de Proteger (R2P). El Debate entre el Derecho Humanitario y la Injerencia. Parte II:
“Como se señaló en la primera parte de este artículo –publicado en ADE No. 74-, existe un debate sobre el concepto seguridad, así como diferentes acepciones sobre el término (donde se incluyen diversas teorías), al igual que sobre los diferentes temas relacionados con ella, sean estos de antiguo cuño o nuevos, como lo es el de la Responsabilidad de Proteger (R2P). Es por lo anterior que el desarrollo del presente punto específico tiene como propósito el establecer las percepciones y los “consensos” que han emanado de este controversial tema pero, asimismo, se ponen a consideración los comentarios y puntos de vista sobre los que considero son los principales aspectos que abarca el análisis, en los que se destacan los puntos más relevantes del Informe de la Comisión Internacional sobre Intervención y Soberanía de los Estados, emitido en diciembre de 2001, producto del llamado que hizo a la comunidad internacional en 1999, el Secretario General de la ONU, Kofi Annan.
Como base del análisis respectivo, es importante resaltar que las intervenciones militares externas con fines de protección humana han suscitado una gran polémica, tanto por las que han tenido lugar (Somalia, Bosnia y Kosovo) como cuando no se llevaron a cabo (Rwanda). Ahora bien, en respuesta al llamado del Secretario General, el Gobierno de Canadá, junto con un grupo de importantes fundaciones, anunció en la Asamblea General de la ONU (septiembre de 2000) el establecimiento de la Comisión Internacional sobre Intervención y Soberanía de los Estados (CIISE), la que se encargó de dilucidar las diversas cuestiones de tipo jurídico, moral, operacional y político incluidas en el debate, al tiempo de recabar en todo el mundo la mayor variedad posible de opiniones y preparar un informe que ayudara al Secretario Annan y a las demás partes interesadas a encontrar puntos de coincidencia.
Este informe fue aceptado unánimemente por los 12 miembros de la Comisión (con la observación de que América Latina y el Caribe no estuvieron representados), bajo la premisa de que los Estados soberanos tienen la responsabilidad de proteger a sus propios ciudadanos de las catástrofes que pueden evitarse, de los asesinatos masivos, las violaciones sistemáticas y la inanición, pero que si no quieren o no pueden hacerlo, esa responsabilidad debe ser asumida por la comunidad de Estados. De la misma manera, el informe examina la índole y el alcance de esa responsabilidad, además de otras cuestiones como quién debe ejercerla, con qué autoridad, cuándo, cómo y dónde ha de hacerlo.
En virtud de que el informe[3] es en suma extenso, dando lugar inclusive a que se haga un trabajo de mayor profundidad que incluiría una tesis específica sobre el tema, sólo me referiré en forma sucinta a los principios básicos, a sus fundamentos, a los elementos más importantes; así como a las prioridades, los “principios” para la intervención militar, que inserta los criterios mínimos (causa justa), los principios precautorios y, la autoridad competente…”
- La Confianza en los Gobiernos: Dilema Fundamental en el Mundo. Por Guillermo Gutiérrez Nieto, quien directamente nos explica y comparte sus puntos de vista:
En los cuerpos políticos el poder
de los representantes es siempre limitado,
y quien prescribe los límites del mismo
es el poder soberano. […]
Thomas Hobbes
Trust in public institutions need to be nurtured,
it comes by foot and leaves on a horseback
Katju Holkeri
Un efecto adicional de la pandemia detonada por el COVID-19 se observa en la confianza de los ciudadanos respecto a los gobiernos y las instituciones públicas. Respuestas gubernamentales como la preponderancia de los asuntos de salud sobre los económicos, el cierre de fronteras, el confinamiento domiciliario, la suspensión de actividades no fundamentales o la utilización de partidas extraordinarias de presupuesto, han generado un impacto favorable en la confianza que la ciudadanía tiene respecto a los actores y entes públicos.
Aunque esos índices de confidencia son superiores a los que prevalecían antes del de la crisis sanitaria, se prevé un declive a partir de la aparente “normalización” o etapa post-COVID asumida por diversos países desde hace varias semanas. A guisa de ejemplo destaca la confianza al gobierno de Boris Johnson, quien según el Edelman Trust Barometer 2020 alcanzó en mayo pasado 60%, logrando un incremento de 24 puntos de lo que tenía en enero y asegurando por vez primera en 20 años que el gobierno británico alcance esos niveles.
Este dato -sorprendente si se compara con el índice de aprobación promedio que prevalece entre los países de la OCDE, que es de 43%- desluce al desagregarlo por instituciones o servicios públicos que se ofrecen a la población. Así, el mismo informe señala que solo 24% de la ciudadanía de aquel país considera que el gobierno está haciendo un trabajo efectivo respecto a las pruebas de detección del COVID-19; sólo el 32% considera eficiente la distribución de medicamentos y equipo médico, y el 33% cree que la asistencia de salud no llega eficientemente a los sectores sociales que más lo necesitan.
El caso de México también es representativo. Según una encuesta publicada en el periódico El Financiero (julio 1º, 2020), que reúne un sondeo realizado a 820 personas, la confianza en el desempeño del presidente López Obrador habría pasado de 71%, en enero, a 56%, en junio. Por su parte, de acuerdo con un estudio similar realizado a 45 mil personas por Consulta Mitofsky para el periódico El Economista (junio 29, 2020), el nivel de confianza en el Primer mandatario pasó de 62.6% a 47.5%, en el mismo periodo. Lamentablemente ninguno de los estudios hace un desglose hacia los servicios o las instituciones gubernamentales durante la pandemia…”
Por último, el Editor contribuye con el análisis de un tema antiguo, actual y del futuro. El trabajo ha sido titulado “El Futuro nos Alcanza. La Diplomacia en la era Digital” y presenta algunas ideas y comentarios como se lee en la introducción del texto:
“Estimados lectores, en el mes de marzo de 1989 la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales (ENEP) Aragón, dependiente de la Universidad Nacional Autónoma de México publicó mi obra titulada “La Diplomacia, orientación vocacional y profesional.”[4]
En dicha obra en el Capítulo I. Conceptos, inciso D. páginas 107-112, escribí: El Futuro de la Diplomacia. La Diplomacia del Futuro. En esta ocasión jugando con la ubicación de los términos me propuse explicar sobre qué le esperaría en el futuro a la diplomacia y a los profesionales que la ejercen.
Un poco de historia. Algunos estudiosos de la profesión diplomática han llegado a sostener la existencia de una “vieja diplomacia” y de una “nueva diplomacia”. Como consecuencia de una aceptación de lo anterior, sería lógico hablar de una “diplomacia del futuro”, o de la “futura diplomacia”. Pero dicha disyuntiva no es nueva, ha estado presente durante generaciones y seguramente seguirá la discusión sobre la manera de llevar a cabo una mejor diplomacia.
En apoyo de tales discernimientos, cabe traer a colación una opinión expresada por el conocido diplomático francés Jules Cambon (diplomático francés 1845-1935):
“Hablar de diplomacia nueva y de diplomacia vieja equivale a establecer una distinción sin que exista una diferencia. Es la apariencia externa, o si se prefiere el maquillaje de la diplomacia la que cambia gradualmente. La sustancia subsistirá en primer lugar porque la naturaleza humana no cambia jamás; en segundo término porque solo hay un modo de arreglar las diferencias internacionales y, finalmente porque el método más persuasivo de que dispone un gobierno, es la palabra de un hombre honrado”[5].
Por lo que se refiere al trabajo que realizan los diplomáticos, ya desde la última década del siglo pasado el que esto escribe comentó acerca de los cambios que se vislumbraban en los medios de comunicación; ante lo cual el diplomático tendría que hacer uso de su capacidad de adaptación, para incorporarse a los nuevos tiempos y métodos de trabajo…”
EL EDITOR/Antonio Pérez Manzano
13/07/2020
Notas:
- Textos de Ciencias Políticas de la ENEP Aragón. “La diplomacia, orientación vocacional y profesional”, Marzo de 1989, Prólogo del embajador Ismael Moreno Pino, 307 páginas. En dicha ocasión, como agradecimiento a mi formación universitaria, cedí a la ENEP Aragón-UNAM las posibles ganancias o regalías que se produjeran de la venta del libro.
- Ernesto Castillo Pimentel, Ceremonial Público, Ed. Escuela de Diplomacia, Universidad de Panamá, 1951, pág. 10
- iii Un fax es esencialmente un escáner de imágenes, un módem y una impresora combinados en un aparato especializado. El escáner convierte el documento original en una imagen digital; el módem envía la imagen por la línea telefónica; al otro lado, otro módem lo recibe y lo envía a la impresora, que hace una copia del documento original. Los primeros faxes utilizaban impresoras térmicas, que requieren un papel específico. Eran muy pocas las máquinas que usaban una impresora de agujas, y aún menos las que usaban una impresora láser. La llegada y, sobre todo, el abaratamiento de la impresión por chorro de tinta provocó un boom de faxes de papel normal, que en la mitad de los casos actuaban además como equipos multifunción (desde actuar sólo como impresora o fax/módem del ordenador conectado, a poder controlarse cualquiera de sus partes).
- iv Me refiero a los llamados fracasos de la diplomacia, como han sido los conflictos internacionales que han terminado en pérdidas de vidas humanas, principalmente las dos guerras mundiales del siglo XX.↑
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