¿Puede el espíritu anticipar el porvenir mediante una forma de conocimiento distinta a la previsión racional? ¿Es posible legitimar una semiología de la predicción? De ser así, ¿sobre qué bases?
La astrología ha perdido el prestigio que alguna vez mantuvo como disciplina científica. Hoy se le entiende como el estudio de la posición y movimiento de los astros, a través de cuya observación e interpretación se pretende conocer el destino de los seres humanos y predecir los sucesos terrestres. Su etimología es elemental: astro, estrella; logos, discurso, conocimiento.
Desacreditada o no, la astrología mantiene vitalísimos sus fueros en tanto que la astronomía, su media hermana, ocupada del estudio científico de los cuerpos celestes, no acaba de mostrar aún todos los portentos que encierra.
Que la posición de los astros puede determinar el destino de una persona es creencia antigua, tanto así que las creencias dieron sitio a la formación de escuelas. Las de Egipto y Babilonia fueron pioneras, se remontan a milenios y su experiencia se desparramó por los cuatro puntos cardinales. Las más populares en la actualidad son, al parecer, la occidental, la china, la india, la maya.
**El autor es embajador de México jubilado.
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