CINCUENTENARIO. Por estos días estamos celebrando la fecha en la que astronautas de los Estados Unidos que formaban parte de la misión espacial Apolo 11, y estaba integrada por Neil A. Armstrong, Edwin E. Aldrin Jr y Michael Collins, quienes después de un viaje de varios días llegaron a la superficie de nuestro satélite natural la Luna el 20 de julio de 1969; para un día después descender de la nave y pisar la superficie lunar.
Para quienes somos personas nacidas en la primera mitad del siglo pasado, o antes, pudimos ser testigos de dicho acontecimiento.
Por mi parte, recuerdo que cursaba el primer año de la carrera de licenciado en relaciones internacionales, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y como parte de las actividades docentes de la materia Sociología, nuestro ilustre catedrático doctor en Antropología Social Ricardo Pozas A., organizó una excursión (estudio de campo) a varias poblaciones del estado de Hidalgo: Actopan, Alfayucan y Huichapan, para hacernos conocer primero los aspectos relacionados con la religiosidad de los pobladores del lugar y después el comportamiento social de la gente dedicada a la actividad comercial en un mercado.
Dicho viaje de estudios tuvo lugar el 21 de julio de 1969 y por la tarde, a bordo de nuestro autobús, se escuchó por radio la noticia de que “el hombre llegó a la luna”; que el astronauta Neil Armstrong había sido el primero en poner un pie en el satélite natural de la Tierra, dejando para la posteridad la siguiente frase: “un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad”.
Todos los viajeros reaccionamos asombrados ante la noticia y de momento no alcanzábamos a dimensionar el significado de la proeza de la cual éramos testigos distantes. De momento solo podíamos contrastar el hecho de que unos minutos antes estuvimos conviviendo con grupos de indígenas (hablando otomí) que llevaban sus productos agrícolas a venderlos al mercado de Alfayucan, que forma parte de la región del Valle del Mezquital. El análisis sociológico quedaba para presentarlo en la clase del maestro Pozas. De todas formas, una reflexión elemental fue que mientras nuestra gente lucha y trabaja para lograr la supervivencia, una potencia como los Estados Unidos, tiene la capacidad para invertir miles de millones de dólares en un viaje espacial como el que se celebra 50 años después de haber ocurrido.
Finalmente, somos testigos de la historia. En mi caso ¡hombre de dos siglos!
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