
El presente artículo fue publicado en la revista digital Enlace México, el día 9 de mayo de 2017.
Antecedentes. Durante la llamada “Primavera Árabe” en el año 2011, la opinión pública mundial fue sorprendida por los acontecimientos políticos que tuvieron lugar primero en Túnez, luego en Egipto, Libia, Siria, Bahrein, Yemen y sus repercusiones en otros países del área. Todos ellos con aspiraciones de cambios.
En tiempos recientes, estamos siendo testigos de acciones tomadas por gobernantes de distintas partes del planeta, junto con sus seguidores, para prolongar su permanencia en el poder; modificando las leyes que los rigen o recurriendo a interpretaciones sesgadas que les favorecen. Existen muchos y variados ejemplos: Bashad al-Assad de Siria, quien asumió el poder el año 2000, heredado de su padre Hafez al-Assad quien gobernó durante 30 años. Otro caso digno de destacar Muammar el-Gaddafi (Muamar Muhamad Abu-minyar el Gadafi), quien gobernó Libia desde el 1º de septiembre de 1969 -después de encabezar un golpe de Estado contra el Rey Idris-, asumió el mando hasta el día de su asesinato en 2011; es decir, que estuvo en el poder durante más de 40 años.
Recientemente un personaje político de Egipto, Recep Tayyip Erdogan con una larga militancia en partidos islamistas, en su etapa de Alcalde de Estambul en 1998 un tribunal lo condenó por irreverente y le decretó inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos. Restablecidos sus derechos políticos, el 9 de marzo de 2003 el líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) ganó el acta de diputado, días después, renunció el Primer Ministro y el presidente de la república encargó a Erdogan la formación del nuevo gabinete, permaneciendo como Jefe de Gobierno de marzo de 2003, hasta agosto de 2014. A partir del 28 de agosto de 2014 es Presidente de la República y recientemente ganó un referéndum por el cual la población aprueba una nueva Carta Magna que otorga mayores poderes al gobierno y fortalece el sistema presidencialista
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